Partida Rol por web

Clara se dejó llevar por Gonzalo a través de la Ciudadela, pasando frente a la puerta de la celda donde ella había estado encerrada. La miró de reojo, al ver la que se había montado por sus acciones. Pero no podía ayudarlos; ni siquiera los conocía y Loreto era mucho más urgente. Le parecía recordar que los de la celda tenían una espada, o quizá dos si habían recogido la suya, así que quizá podían defenderse o por lo menos tener una oportunidad. Menos es nada, y eso era lo que su amiga tenía, si también había muerto: nada. No quería ver a Loreto pasar por lo que ella; quizá no lo soportaba, o quizá no tenía a nadie que la ayudase como a ella. Había tenido mucha suerte en que Gonzalo la reconociese, porque había estado a unos minutos de acabar dentro de esa gran llama azul.

Durante el camino no dijo nada, pero puso mucha atención a las palabras de su tío, a la vez que memorizaba el trayecto a través de la Ciudadela. Al parecer el mundo que había tras la muerte no era un lugar amistoso, sinó que cada uno miraba sólo por si mismo y esas cosas que en vida estaban más que garantizadas, como la libertad individual, allí eran un bien escaso. Se le hacía muy raro eso de ser "propiedad" de su tío, pero si la ayudaba a no meterse en problemas, echaría mano de esa excusa tan a menudo como fuese necesario.

Cuando Gonzalo le dijo que tendría que ir al hospital, una cierta calidez la llenó. Le gustaba ese lugar, y ahora que lo habían mencionado, quería ir. Además, tenía sentido buscar ahí a su amiga, pues si hubiese muerto en el acto la habrían cogido los esclavistas que se habían adueñado de Clara. Antes de irse, sin embargo, tenía unas pocas preguntas inmediatas que era mejor resolver antes de irse.

- De acuerdo, tío, pero antes díme: ¿cómo puedo encontrar a mi amiga? Cuando yo... em... cuando llegué aquí estaba dentro de una espécie de crisálida o algo así, lo recuerdo. Como una placenta materna. ¿Estará ella en una cosa de esas? ¿Cómo la saco de allí? - quedó pensando si necesitaba saber algo más - ¿Es mucho dinero eso que me has dado? Estaría bien saber más o menos cuánto puedo negociar con eso. Oh, y ¿que es eso de "si me Siegan"? ¿Qué significa? - preguntó, con un escalofrío.

-No es mucho dinero, pero si necesitas sobornar a alguien o lo que sea, te vendrá bien. En cuanto a tu amiga... Si está en una Placenta es que está muerta. Todos los que mueren renacemos en eso, y son pocos los que pueden salir por su propio pie. Si es el caso, tendrás que romper la Placenta con las manos. No es difícil, es como una tela pegajosa. Dentro estará ella flotando, en plasma. Una vez salga, eso se irá deshaciendo y descomponiendo rápidamente. Sacar a alguien de la Placenta se llama Siega, y también el acto de encontrar a un recién muerto. Hay gente que se dedica a buscarlos profesionalmente para venderlos como esclavos. Los novatos son muy débiles y si no saben lo que tienen que hacer, corren peligro. Por eso, cuanto más sepas, mejor. -Gonzalo suspiró. Las puertas se abrieron.-. Quizás tu amiga no esté muerta después de todo. Suele haber muchos Segadores en los hospitales, para recolectar a los muertos cuanto antes, y no nos ha llegado ninguna chica como esas todavía. Si no está muerta, no puedes hacer nada por ella y debes dejarla tranquila. A los vivos no les molestes ni trates de comunicarte con ellos, ¿vale?

Le dio un fuerte abrazo.

-Ten mucho cuidado y vuelve cuanto antes. Si tu amiga está muerta, me haré cargo de ella y nadie la podrá esclavizar. ¡Ah! Y puede que escuches una voz en tu cabeza. Es tu Sombra. No le hagas caso y no dejes que te influya. Todos tenemos una y sólo quiere destruirnos. Ve y vuelve cuanto antes. Cuídate.

Le devolvió el abrazo a Gonzalo, y a su memoria volvió su cuadro, el que colgaba de la habitación de Clara y siempre la había animado y le daba fuerzas para seguir esforzándose. Cuando volviese, le contaría cuánto la había ayudado contar con ese recuerdo suyo.

- Gracias por todo, tío Gonzalo. Tendré cuidado, no te preocupes. Pero más vale que me de prisa, no quiero que ninguno de estos "Segadores" la encuentre antes que yo.

Le hizo adiós con la mano mientras pasaba por las puertas negras y abandonaba la Ciudadela, pensando en lo último que le había dicho su tío. ¿Su sombra le hablaría? ¿y era mala? No acababa de comprenderlo, pero, por lo que había estudiado en las clases de psiquiatría, hacer caso a voces de tu cabeza que sólo oyes tú no acostumbraba a ser buena idea. Al pasar junto a los legionarios miró sus espadas y pensó que se sentiría más segura con una, pero no tenía ni idea de como usarlas y de poco le habían servido allí dentro en las celdas. Era mejor que se concentrase en evitar los follones, y si eso no era posible, que echase mano de lo aprendido en sus clases de kickboxing. Pero lo verdaderamente importante era descubrir si Loreto seguía viva y, si no era así, ayudarla a empezar en ese otro mundo con mejor pié que ella.

La voz, otra vez aquella voz se metió en la cabeza de Miguel introduciéndole ideas que el siempre consideró absurdas. Sin embargo, algo en ellas le llamaba la atención y le incitaba a dejar de deambular por la celda con la mirada perdida mirando a las esquinas,  esperando que milagrosamente se abriera un portal hacia el calor de su casa.

Algo dentro de si le decia que nunca más podría volver a allí, un dolor creciente y punzante en uno de sus costados.

Enloquecido por aquella idea y por la voz, Miguel se lanzó sobre la espalda de Eduardo, que estaba atacando salvajemente a Carlos con aquella espada. Él no sabía si aquella voz se refería al de la espada o al que que estaba atacando, pero en aquel momento ya le daba exactamente igual.

Miguel levantó su debil y desentrenado brazo y he intentó golpear a Eduardo cerca de la nuca con la mala suerte de que este se inclinó hacia delante, así que solo le rozó el pelo.

Era patético.

Agarrémoslo, que no pueda empuñar el arma contra nadie, que no pueda golpear. Solo tenemos que agarrarlo y pedir ayuda, alguien responderá, todos están amenazados.

La alusión a Claudia me saca de mis casillas inmediatamente e intento recoger la antorcha que acabo de soltar para atacarle pero estoy tan frenético y furioso que no acierto ni a levantarme del suelo, aún agarrándome las heridas.

¡¡ ¿¿ DE QUÉ COJONES CONOCES TÚ A CLAUDIA ?? !!

NO SE TE OCURRA QUE PUEDES TOCARLA, ANTES TE MATO, AUNQUE TENGA QUE RESUCITAR PARA ELLO.

Eduardo no tuvo ni que esquivar la acometida de Carlos, ni tampoco la de Miguel. Sonriendo y pletórico, siguió:

-Claudia, Claudita... Sí, la conozco... Es la típica zorra del campus, ¿verdad? La que se tira a todo el que se le acerque. Amiguitos, estudiantes... Y no me extraña, sólo hay que verte. No tienes fuerzas ni para coger una antorcha, manda huevos. En cuanto a ti... -Se volvió hacia Miguel y, como un samurai, le hizo un corte oblicuo en el pecho-. Nenaza. No sé cuál es tu puto problema, pero eres un blando.

La herida del pecho de Miguel empezó a sangrar plasma blanco, en hilos confusos. Eduardo volvió con Carlos.

-Claudia necesita un hombre en condiciones, un hombre como yo.

Escucha eso. Tiene su nombre. No se por qué pero tiene su nombre. No tiene nada más, no sobre ella, sobre su persona. Sabe cosas, pero no sabe la verdad ni la importancia de lo que sabe, no sabe como es ella realmente. Trata de picarme, una vez más. Es como si alguien le estuviera soplando el guión y no es un guión muy bueno.

Utiliza la cabeza tonto. No entres al trapo. Piensa fríamente. No ofende quien quiere sino quien puede. ¿Él puede? No lo ha demostrado aún, no. Y el mayor desprecio que se le puede hacer es . . . ningún aprecio. No contestes. Ignórale.

Miguel se agarró el estómago intentando evitar que su corpus se desprendiera de el y bañara el suelo, pero se le escapó entre las manos. La herida no era muy profunda, aunque escocia como mil demonios, y aún así, la sola visión de sus ectoplásmicos fluidos le hacía temblar.

Como un intento desesperado, Miguel apartó las manos de su cuerpo para intentar agarrar las manos de Eduardo y evitar que siguiera moviendo la espada amenazadora y peligrosamente. Pero el intentar hacerlo desde un angulo no muy afortunado solo provocó que agarrase el aire.

La sombra de Carlos comienza a susurrar -Vamos, está a punto de explotar... un poco más de presión... algo más... preciso, algo como:

"Se casó contigo por lástima... ¿crees que una chica como ella iba a fijarte en alguien como tu? Joven, puede tirarse al que quiera, e iba a escoger a un pobre desgraciado que ni puede hacer que se refieran a ella con respeto... ¿sabes que hacías mientras tu la esperabas en casa para consentirla?... se iba conmigo, me la tiraba una y otra vez... me contó de ti... ¿De dónde crees que la conozco? dijo que le dabas asco, pero que la única razón por la que estaba contigo... era para joder a sus padres y amigo... ella quería dinero y sabía que estando contigo, su padre terminaría cediendo...

Así de asco das, que ni para ser utilizado vales la pena. Sabes que voy a decirle a todos?

Me estaba tirando a la novia del conserje... y se murió sin enterarse el muy gilipollas.."

La voz cambia de nuevo de tono - Le gusta que le hagas sentir menos, duda de que conozcas a Claudia... tiene cerebro, ten paciencia y nos iremos junto a la Tempestad... al Olvido... ah.- y una risa ronca queda disimulada por un silencio posterior.

-No tiene sentido, no podemos estar seguros...- dice la voz del mismo Carlos en su cabeza -¿Quién nos conoce? No nos conoce ninguno de ellos... solo nosotros nos escuchamos, solo nosotros podemos hablar... ¿Cómo supo su nombre? ¿Cómo lo supo?... alguien sabe más de lo que dice... si... quizás estén conspirando contra nosotros...-

Y luego su tono se vuelve firme -Levantémonos, tomemos esa antorcha y defendámonos... si los dejamos ahora... terminaremos como la última vez. Tiene una espada... nos hace daño, sufriremos, sufriremos, sufriremos peor que en prisión, porque estamos muertos y no podemos morir...

NO QUEREMOS SENTIR DOLOR... HAREMOS QUE PAREEE... NOS DEFENDEREMOS!- dice la voz de él mismo quebrándose, con un tono miedoso, asustado, pero sacando de energías, con frases desgarradoras. Está realmente asustada.

Tras el patético intento de Miguel, Eduardo volvió a la carga:

-Se casó contigo por lástima... ¿crees que una chica como ella iba a fijarte en alguien como tu? Joven, puede tirarse al que quiera, e iba a escoger a un pobre desgraciado que ni puede hacer que se refieran a ella con respeto... ¿sabes que hacías mientras tu la esperabas en casa para consentirla?... Se iba conmigo, me la tiraba una y otra vez... me contó de ti... ¿De dónde crees que la conozco? Dijo que le dabas asco, pero que la única razón por la que estaba contigo... era para joder a sus padres y amigos... ella quería dinero y sabía que estando contigo, su padre terminaría cediendo... Así de asco das, que ni para ser utilizado vales la pena. ¿Sabes que voy a decirle a todos?

Me estaba tirando a la novia del conserje... y se murió sin enterarse el muy gilipollas...

Escúchale, escucha eso. Parece que está describiendo a algún personaje de Falcon Crest o de una telenovela. No tiene ni idea de como es Claudia. No sabe nada sobre ella ni su familia, no sabe nada sobre nosotros.

Quiere provocarnos y que le sigamos el juego pero eso se acabó.

Haz algo útil, dime como se curaba ese tipo, el encadenado. Eso nos vendría bien ahora. Averigua como se regeneraba.

Tumbado en el suelo, agarrándome las heridas y en una posición más bien desmadejada escucho a Eduardo y me esfuerzo por no mirarle siquiera. Cierro los ojos para no tener que verle.

-Acaba con él de una vez... voy a tener que enseñarle una lección... por la vía difícil...- recita la voz -...no es que me moleste... pero ya te pagaré el favor-

La sombra cambió su tono lentamente, haciéndose agudo, débil, distante. -: Somos unos idiotas... volverán a abusar de nosotros... y no haremos nada. Nos merecemos lo que nos suceda- y no dice nada más.

Eduardo apretó los dientes y atacó de nuevo. Cercenó el brazo izquierdo de Carlos, que cayó al suelo deshaciéndose. Todo su Corpus comenzó a parpadear. Eduardo preparó el último ataque.

-¿Esto es lo que estabas buscando? ¡Pues eso es lo que te llevarás!

 Me retuerzo en un lugar oscuro, de algún modo se que es el interior de mi mente, no se que pasa fuera, esa voz tomo el control de mi cuerpo, el control de todo. Nunca creí tener doble personalidad, pero parecía una personalidad desagradable, mas desagradable que yo

Me retuerzo en la oscuridad, sin saber que hacer, sin saber que puedo hacer

Ignorando completamente al atacante miro embobado como el brazo cercenado desaparece. ¿Deja rastro? Con la otra mano toco el extraño fluido blanco. Debería sentir un dolor atroz pero no hay nada que me haga reaccionar.