Partida Rol por web

¡¡¡ QUE ME DES LA PUTA LLAVE  !!!

Grito y empujo hasta alcanzar la pared haciendo fuerza para retenerle contra ella. Ignoro todo lo demás, incluso la voz en mi cabeza. Empiezo a estar harto de que todo el mundo me diga lo que tengo que hacer, tengo muy claro lo que he de hacer y aquí hay demasiados "yos" entrometiéndose.

-Pídesela a él -respondió el otro con calmada furia-. Yo no he sido la que la ha esposado, ¿sabes? ¡Él se la estaba follando!

-¡Miente! ¡Miente!- la voz continúa -¡La ha golpeado, a nuestra Claudia, él la ha golpeado! ¡Debemos defenderla! ¡Debemos protegerla! ¡Maldito animal! Nosotros nunca usaríamos la violencia! ¡Nuestra Claudia!-

-¡Si no nos da la llave, se la arrebataremos por la fuerza, haremos que se arrepienta de haber herido a Claudia! No podemos seguir hablando, tenemos que demostrarle que haríamos cualquier cosa por ella... ¡Cualquier cosa! No somos unos cobardes!!! No somos él!-

Sin soltar al otro yo me acerco hacia el encapuchado.

¡TU! Me has dicho que no la tenías, vais a darme la llave ya. ¡PERO YA!

Agarro la capucha para arrancársela de un tirón también a este.

La confusión empieza a hacer mella en mi conciencia pero cierro esa puerta como si se tratara de un dique que pueda contener una peligrosa inundación. Debo contener eso hasta que sea el momento y todavía no ha llegado.

-¡El nos ha dicho que quería liberarla!... ¡él, el que se hace pasar por nosotros, él es el verdadero monstruo! ¡Él ha admitido haberle hecho eso a Claudia! ¡No debemos confundirnos, no debemos dejar que nos distraiga, que nos mienta... Claudia, Claudia, quien ha levantado la mano contra ella... es él el culpable...-

-¿O acaso nosotros lastimaríamos a Claudia?-
plantea la pregunta con fuerza en la cabeza de Carlos.

Bajo la máscara emergió el rostro de Daniel, uno de los compañeros de Claudia. Uno de los que la perseguía incansable por los pasillos para invitarla a una Coca-Cola de la máquina, o a comer con él. O para darle y pedirle los apuntes. O para hablar sobre tal o cual trabajo. Sí, Daniel, ese graciosillo que estaba claro que le había echado el ojo.

Ahora parecía sorprendido y asustado.

-De verdad, yo no la tengo... Debes... debes... -Se echó a llorar-. Dios mío, no me hagas daño...

Ignoro deliberadamente la voz en mi cabeza, yo JAMÁS pensaría siquiera en hacerle daño a Claudia.

¿Hacerte daño? ¿Por qué iba a hacerte daño? ¿Acaso crees que te lo mereces? Si es eso puedes hacértelo tu mismo, no te prives. Mira, puedes colgarte tu de esas esposas o puedes meterte el consolador por el culo, seguro que te gusta.

 . . . recuerdos . . .

Ahora mismo solo tengo un motivo para hacerte daño y es que sigas negándome la llave para liberar a Claudia. Del resto ya nos ocuparemos más tarde, lo primero es sacarla de aquí y curarla. Hay que llevarla a un hospital. ¡Ya sé! Podéis quedaros los dos aquí encadenados, os podéis hacer mutuamente lo que os apetezca.

Pero si no me dais la llave de una maldita vez . . . os voy a poner los huevos por corbata. ¿Me explico?

El enfado sube, generalmente lo hace despacio e incluso en esta situación sigue llegando así, como una marea creciente.

-¡Exacto!-

Dice la voz en la cabeza de Carlos. -Nosotros jamás lastimaríamos a Claudia... de ninguna forma seríamos capaces, pero él, él tiene tu rostro, él es un impostor, se hace pasar por nosotros... miente, miente...-

Y luego toma un voz más amenazante -Debemos dejarnos de tonterías, Daniel sólo quiere ayudarnos, quien tiene la llave es el impostor... debemos enfrentar al impostor, debemos quitarle esa máscara... debemos mostrarle a Claudia que nosotros somos Carlos y no ese farsante que la ha lastimado...-

-No debemos permitir que nadie lastime a Claudia...¡nadie!-

Mientras Carlos apabullaba a Daniel, el otro Carlos se abalanzó sobre la cama para descargar una patada en las costillas a Claudia. Sonó un crujido aterrador y un alarido. La chica se convulsionó. El hombre no tuvo piedad, sino que la golpeó de nuevo en el estómago con el puño cerrado.

-Por favor... -susurró ella-. Ayúdame...

La acción del otro yo me toma por sopresa unos segundos, lo justo para que el ataque a Claudia me obligue a reaccionar. Suelto al criajo y me abalanzo sobre el tipo golpeando ciegamente. Me siento enfurecido al límite ante el salvaje ataque, inexplicable e inexcusable. Siento el deseo de hacerle daño, tanto como ha causado.

¡MALDITO CABRÓN! Te vas a enterar, TE VAS A ENTERAR.

Salto sobre él agitando los puños, intentando golpearle pese a mi evidente falta de destreza.

Los puñetazos de Carlos hicieron algo de mella en su antagonista, pero apenas le saltó la sangre. El otro lo empujó para que cayera de culo en el suelo, antes de volverse y seguir golpeando a Claudia.

-Merece la muerte, acabémosle, destruyámosle... no tengamos reparo en acabar con ese maldito... nadie toca a Claudia, NADIE TOCA A CLAUDIA MÁS QUE NOSOTROS!-

Con ira ciega me abalanzo de nuevo sobre el agresor con la insana intención de acabar con él. Me esfuerzo por derribarle y estrujar su cuello hasta que deje de respirar. No me importa nada más, solo impedir que siga haciendo daño a Claudia.

Y si para eso tengo que matarle no lo dudaré ni un solo instante. Le detendré o moriré en el intento.

El agresor no tardó en ponerse azul y caer con la traquea rota. Se desplomó sin aire, muerto. Acababa de matar a una persona. Pero el otro yo no tenía la llave.

Claudia seguía lloriqueando, mientras Daniel gritaba fuera de sí.

-Se lo merecía, usurpador! usurpador! cómo se atreve a dañar a Claudia...-

Luego hay un silencio profundo en la cabeza de Carlos

-Si, ahora estamos actuando como debemos actuar, ahora estamos actuando como uno sólo, estamos de acuerdo- gimió la voz tímidamente -Debemos... debemos acabar con Daniel, ese maldito, no quiere ayudar a nuestra Claudia, no, sólo la quería para él... debemos acabarlo, podemos abrir las cadenas sin su ayuda... si, podemos...

Pero  . . . ¿qué he hecho? Esto es una locura, no puede estar pasando. No, esto no es lo que quería. No puede estar sucediendo.

Con aprensión aparto las manos del cuello del impostor. Me levanto y al oír las voces en mi interior no puedo evitar gritar.

¡NO! ¡NO, BASTA! ¡CÁLLATE YA!

Con miedo y desesperación me aparto del muchacho para intentar una vez más liberar a Claudia de sus cadenas. Busco desesperadamente algo con lo que sacarla de ahí.

Voy a sacarte de aquí, iremos a un hospital, te curarán, te pondrás bien, no te preocupes. Pasará, esto pasará y se convertirá en un mero recuerdo. No volverán a hacerte daño, no lo permitiré.

Me siento peligrosamente cercano a la locura. Necesito racionalizar lo que ocurre, tengo que centrarme y entenderlo.

-Pero...

Claudia lo miró mientras un reguero de sangre le recorría la barbilla.

-Pero Carlos, yo... Yo lo quiero a él. Es más joven. Tiene futuro. Y es... -Cerró los ojos-. Voy a dejarte, Carlos. Lo siento. Estoy enamorada de él.

Las manos fueron liberadas por arte de magia, sin que él pudiera ayudar. Daniel vino corriendo para ayudarla a bajar de la cama. Le dio un beso en la frente. Carlos se quedó paralizado. Su Corpus no le respondía.

-Espero que no haya hecho daño al bebé -murmuró el chico, tocando cariñosamente la tripa de Claudia.

La voz de Carlos aulló de dolor, un aullido largo, profundo, desgarrador que venía desde el fondo de la consciencia misma, incapaz de acallarse o ignorarse.

-¡¡Claudia!! ¡¡Maldita sea!! ¡¡Idiotas somos!! ¡¡Estúpidos, ciegos, ignorantes!!-

Gemía en una suerte de letanía macabra, que se extendía con gran fuerza, con voz potente, haciendo estremecer la cabeza de Carlos, haciendo doler allí arriba como si zumbara de manera pendenciera y destructiva.

-Si tan sólo nos escucháramos, si tan sólo nos viéramos, si tan solo confíaramos... somos unos idiotas, unos inútiles, y pagaremos por ello... Por eso... por eso es que fuimos incapaces de vivir para proteger a Claudia, por eso es que nos merecemos aún peores castigos... nos arrepentiremos... nos arrepentiremos...-

chillaba.

-Pero Claudia se arrepentirá más... haremos que se arrepienta-

Y un agujero se lo tragó y el viento volvió a inundar sus oidos.