Partida Rol por web

La mujer mira con algo de aprensión e indica hacia el pueblo:

-No señora, esto parece realmente grave; será mejor que lo lleven a ver al Dr, en la plaza. El señor no parece encontrarse bien y aquí no dispongo de medios para ayudarlo.- dice con verdadera cara de desconfianza, comenzando a olerse un poco el "pastel".

-Por... favor... sólo necesito... ir al baño... Nos marcharemos enseguida... Y un... vaso de agua... Por favor.

Jadeo, pero conteniéndome en cuanto me es posible. Sonrío si puedo. Sólo quiero entrar, y hacerme una rápida autoinspección, además de sentarme y tomar aliento.

Por un instante sientes una leve opresión en el pecho, una arcada, y una ligera sensación de mareo; pero se pasa en seguida.

Unos minutos después, comienza un molesto picorcillo entre los dedos de tu mano derecha; una molestia que parece pasajera. Entonces comienzas a sentir como si el miembro se te durmiera de la base de los dedos hacia arriba, y ya comienza a parecerte realmente extraño. En ese instante te sobreviene una arcada aún más fuerte, y no tienes más remedio que correr hacia el matojo más cercano.

Conforme Pietro habla, Leonora se va poniendo más y más lívida, comienza a sudar y de pronto se agarra con fuerza el brazo derecho, mientras se dirige rauda hacia el arbusto más cercano y parece vomitar tras él. Al ama de llaves le da un ataque de pánico ante vuestra extraña situación y cierra de un portazo, dejándoos fuera y solos.

Cielos. Esto es diferente. En esta ocasión somos nosotros los que mutamos.

Vámonos de aquí, Pietro. Ya sabemos que no vamos a sacar nada. ¿Estás bien?

Digo fuera de mí.

-Joder... Ludmilla, ¿puedes andar...? Sí, hay que irse de aquí...

Intentando sobreponerme a mi propio dolor, hago acopio de lo que me quede de hombría y procuro aparentar que domino la situación. Medio ayudando, medio siendo ayudado, nos vamos los dos en dirección a... ¿la estación de nuevo...?

Para cuando habéis comenzado a descender la colina, todo el brazo te duele demasiado como para vomitar siquiera. Los dedos de tu mano derecha te duelen terriblemente, y parece como si intentaran separarte el cúbito y el radio a base de estirar de ellos hacia los lados. Crees que no lo soportarás más y te desmayarás del dolor, cuando de pronto, en el espacio de separación entre cada dos dedos, una pequeña punta osea asoma desgarrando la piel. No parece hueso humano; es una especie de marfil deslucido y mate, de color ceniza, con feas estrías por las que ahora chorrea algo de tu sangre (no alarmantemente; como cuando te haces un rasponazo).

La situación de Pietro no está mucho mejor, pues durante los primeros pasos de descenso casi se va al suelo. Además camina de un modo extraño.

Para cuando habéis comenzado a descender la colina, a Leonora todo el brazo parece dolerle demasiado como para vomitar siquiera. De pronto, en el espacio de separación entre cada dos dedos, una pequeña punta osea asoma desgarrando la piel. No parece hueso humano; es una especie de marfil deslucido y mate, de color ceniza, con feas estrías por las que ahora chorrea algo de tu sangre (no alarmantemente; como cuando te haces un rasponazo).

Tu situación no está mucho mejor, pues durante los primeros pasos de descenso casi te vas al suelo. Además sientes una sensación muy similar a haberte manchado los calzones.

-Ludmilla... Leonora, en fin,... ¿Crees que debemos volver a Arkham? Y... ¿y si vamos al médico, aquí mismo...? Sé que es arriesgado, que nos puede mandar al Sanatorio... o quizá no... no tengo claro qué hacer. No sé hasta qué punto es mejor cambiar las cosas...

Estoy desconcertado. Además de que el dolor no me deja pensar con coherencia. Pero o cogemos el tren, o nos quedamos, y ambas cosas son realmente complicadas de llevar a cabo.

-Al sanatorio. Brillante Pietro brillante. Por qué no les decimos a todos que nos ayuden, que estamos malitos. No ves que nadie va a hacer nada por nosotros salvo nosotros mismos?

Digo en un derroche de mala saña, tratando de sobreponerme a la situación a costa de abusar de otro.

-Nada de sanatorio, volvamos con los demás y sigamos dando vueltas al asunto. Un cuerno en la mano no me va a detener, no, cielos no. Por mi alma que no.