Partida Rol por web

Días extraños

La sangre llama a la sangre

Cargando editor
19/11/2009, 16:03
Director

Carolina despertó.

Cargando editor
19/11/2009, 16:42
Ana

-Carolina, venga, despierta -dijo la voz de Ana moviéndose por la habitación. Después, el ruido de las persianas levantándose-. Vas a llegar tarde.

Las sábanas eran demasiado acogedoras como para abandonarlas en una aún fresca mañana primaveral. Ana, de algún modo, siempre tenía energías para ponerse en pie y comenzar a mover la casa. Preparar los desayunos, limpiar si había tiempo y pinchar a Carolina para que se levantase de una vez.

-Carolina, no seas perezosa.

Ana salió de la habitación y Carolina se movió al hueco de la cama que aún olía a ella. Era como si pudiese notar que la abrazaba. La noche anterior habían dado un biberón bien cargado a Héctor (Ana decía que había usado valeriana y algo más... y Carolina sabía muy bien qué era) y habían logrado disfrutar por primera vez en dos semanas de su mutua compañía. El estrés de la vida diaria, de tener que cuidar a dos niños llenos de energía, comenzaba a pasarles factura. Pero al menos parecía que todo iba bien... o que intentaba que así fuese.

Cargando editor
19/11/2009, 17:37
Carolina

Carolina se estiró entre las sábanas intentando desperezarse, dio media vuelta hasta ponerse en la parte de la cama de Ana, y abrazó la almohada con una sonrisa en la cara. Con pesadez se deshizo de la sábana y se levantó recogiéndose el pelo en una coleta, se puso la bata y abrió la ventana contemplando la concurrida calle de Madrid, ya al punto de la mañana. Le gustaba más bien poco madrugar, pero después de un café era otra persona diferente, capaz de sacar de la cama a dos niños pequeños.

Salió de la habitación cerrando la puerta y entró en la contigua, donde dormía Sofía.

- Venga, canija- dijo mientras le hacía cosquillas en la tripa al pasar a su lado- Arriba que ya es hora. Ponte las zapatillas y a desayunar.

Una vez se aseguró de que la niña empezaba a moverse emitiendo gruñiditos de desagrado, pasó a buscar a su hermano, Héctor, que curiosamente seguía dormido (siempre era el primero en despertar a todo el mundo entre berridos). El biberón si que había hecho efecto. Volvió a cerrar la puerta después de consultar el reloj y ver que había tiempo, y se fue a la cocina en busca de mimos. Abrazó a Ana por la espalda y enterró la cara en su cuello oliendo su shampoo de melocotón.

- Héctor sigue durmiendo…- murmuró medio dormida después de darle un beso en la mejilla.

Cargando editor
19/11/2009, 18:58
Ana

Ana la tomó de las manos y tiró de ellas para envolverse en el abrazo. Ronroneó cuando los besos de Carolina se posaron en su mejilla y se volvió para darle otro.

-Ya, ya lo sé... Espero no haberme pasado, pero después de sus serenatas nocturnas un poco de descanso no le viene mal. A nosotras no nos ha venido mal -respondió con una sonrisa.

Cargando editor
19/11/2009, 19:15
Sofía

La niña hizo aparición en la cocina vestida con un pijama color verde manzana, frotándose los ojos, con los labios hinchados y el pelo pegado a las mejillas.

-Mamá, tengo hambre -se quejó Sofía yendo a sentarse a la mesa. Cogió una bolsa de Chococrispis y metió la mano dentro para coger algunos.

Cargando editor
19/11/2009, 19:36
Carolina

Carolina sonrió también y le dio un pasional beso que fue interrumpido por Sofía.

- Ya voy. Y no comas los cereales con la mano.- le regañó mientras abría el armario para coger un vaso.

Después de servirle la leche con cola-cao ayudó a Ana a hacer tostadas y se sentó en la mesa con la taza de café delante. Después del primer trago se sintió notablemente más activa, y pensar que solo le quedaban dos días laborales era todo un alivio. Se quedó mirando a Sofía para preguntarle qué le apetecía hacer, pero recordó que se la llevaba Fernando, así que alargó la mano para coger una tostada y untarla en mantequilla. Se le vino a la cabeza que había que apuntar mermelada en la lista de la compra cuando vio el bote casi vacío.

- ¿Te dijo Fernando a dónde vais a ir este finde, cariño?- le preguntó a la niña después de darle el primer mordisco a la tostada.

Cargando editor
19/11/2009, 19:38
Sofía

La niña se encogió de un hombro mientras masticaba los cereales.

-Me va a llevar a la Warner -contestó mostrando la papilla marrón que se fraguaba en la boca, y tragó-. Me ha dicho que si quiero le diga a alguna amiga del cole que venga también. Igual le digo a Leti o a María, pero jo, es que se van a enfadar si no las llevo a las dos... ¿Le pregunto a papá si las lleva a las dos?

Carolina sabía perfectamente cómo Fernando intentaba ganarse el cariño de su hija haciendo que todos los fines de semana que los pasaba con él fuesen una pequeña aventura. Cuando no la llevaba al cine, era al zoo, y cuando no, de acampada. Sofía volvía a casa excitadísima, deseando que su madre también fuese así de divertida... en lugar de arrastrarla al colegio todos los días.

Cargando editor
19/11/2009, 19:43
Ana

Ana se sentó a tomar su café solo con tostadas y no dijo nada hasta que Sofía emitió su pregunta.

-Sofía, no se puede tener todo en esta vida. Tu padre te ha dicho que invitaras a una amiga. Por algo será, ¿no?

Cargando editor
19/11/2009, 20:07
Carolina

Carolina miró al techo como si pidiera ayuda a Dios. Por suerte Fernando solo se la llevaba un par de veces al mes, sino acabaría pidiéndole mudarse con él. Si ya le había dicho Jesús que pasaría eso, demasiada fe tenía en la inocencia de su hija. Solo esperaba que no tardara mucho en darse cuenta.

- Ana tiene razón: No hay que abusar. Que ir a la Warner cuesta dinero y tu padre no es rico.- le dio un trago al café y partió la tostada en varios pedazos- ¿Tienes que abrir el Sábado?-le preguntó a Ana.

Cargando editor
19/11/2009, 20:13
Sofía

-Jopé... -se quejó la niña mirando a Ana con disgusto. La relación de la Verbena y la niña era cordial pero carecía de espontaneidad. Ana siempre la trataba con cuidado, pero parecía que nunca acertaba. Y Sofía no era tonta. Sabía que a su padre, Ana no le gustaba... Y la niña trataba de actuar en consecuencia.

Cargando editor
19/11/2009, 20:41
Ana

Ana alzó las cejas ante la mirada de Sofía y echó el aire por la nariz. Después Carolina le hizo una pregunta.

-Pues sí. -Dio un sorbo largo a la taza-. Pero he pensado que tal vez le digo a Olga que me cambie el turno y vamos a dar un paseo tú, el niño y yo. Me han hablado de un rincón en la Sierra que no está nada mal, donde se puede meditar estupendamente. Te vendría bien -contestó acariciándole la mano a Carolina.

De la habitación de Héctor llegó un berrido insidioso.

-Vaya, el crío se ha despertado. -Ana se puso en pie-. Ya me ocupo yo.

Ana y Héctor tenían una relación muy diferente. Estaba claro que eran parte de la misma cosa. Quizás fuese por las circunstancias de su concepción o de su nacimiento, el hecho de que lo primero que viese Héctor fuese a Ana... o a que no tenía ningún padre hablando mal de ella.

Cargando editor
19/11/2009, 21:40
Carolina

 

Carolina levantó la cabeza al escuchar el llanto de su hijo, pero se limitó a sonreír cuando Ana fue de inmediato.

- Vale cariño.

Era todo un alivio que Ana le quisiera tanto, cuando recordaba cómo había tenido que cuidar a Sofía los primeros meses se le quitaban las ganas de ser madre. Con ella todo era mucho más fácil.

Después de suspirar viendo como Ana desaparecía por la puerta se volvió hacia Sofía, la cual tenía la boca llena de cereales, y la miró torciendo el gesto.

- A ver, ¿y a ti qué te pasa con Ana ahora? ¿Por qué la has mirado como si te hubiera castigado? Si tiene razón.- dijo en tono bromista mientras terminaba de desayunar.

 

Cargando editor
19/11/2009, 21:42
Sofía

Sofía se encogió de hombros, hosca.

-Ana es una aburrida. Siempre está diciéndome lo que tengo que hacer. No me gusta nada.

Cargando editor
19/11/2009, 21:52
Carolina

Carolina enarcó una ceja.

- Ana no es aburrida. Te dice lo que tienes que hacer porque te quiere y porque si hicieras todo lo que quisieras serías una malcriada y una tonta. A ella tampoco le gustaba ir al colegio, ni a mi. Pero hay que ir.- afirmó su madre- Así que termínate los cereales y a vestir, que llegaremos tarde.

Meterse con su padre era una estupidez. Ella no lo entendería y solo conseguiría que le cogiera mas tirria a Ana. Era el pan de cada día, así que ya estaba acostumbrada. Se levantó, dejó los platos en la fregadera y sacó el biberón de Héctor para calentarlo.

Cargando editor
19/11/2009, 21:54
Ana

Ana entró en la cocina cargando a Héctor con una sonrisa de oreja a oreja. El niño estaba despierto y a juzgar por sus voces, quería guerra.

-Va a ser peor el remedio que la enfermedad... No más biberones especiales para ti -dijo Ana tras darle un beso en el pelo a Héctor. Luego lo acercó a Carolina-. Dale un beso a mama, cariño.

El niño posó sus manitas en el pelo rizado de Carolina, dijo algo en idioma bebé y le puso los labios babosos en la mejilla.

Cargando editor
19/11/2009, 22:14
Carolina

Carolina le devolvió un sonoro beso en la mejilla.

- Alaaa… Pues si que estás mimoso ya por la mañana. Dale un beso a la tata, que está de mal humor, y después el bibe ¿eh?- le pellizcó la nariz y le hizo una pedorreta en las manos.

El microondas pitó y se giró para sacar el biberón y comprobar que no estuviera demasiado caliente para el niño. Sabía que no lo estaba, pero era una costumbre que había cogido tras preparar muuuchos biberones.

Cargando editor
19/11/2009, 22:18
Ana

Después de que los niños desayunasen, se vistieran y lavasen, Ana y Carolina estuvieron preparadas para salir en dirección a sus trabajos. Carolina conducía su seat mientras sonaba el CD de los Lunnis y Sofía lo cantaba, al tiempo que intentaba que Héctor hiciese lo mismo. El niño, que solía dirigirle una mirada larga e ignorarla, esta vez siguió a su hermana con sílabas entrecortadas y balbuceantes, pero riendo sin parar. Ana miró a los niños y luego se inclinó sobre Carolina:

-Definitivamente lo del hechizo ha sido una mala idea. Está claro que esta noche no nos va a dejar repetir...

Cuando Carolina paró cerca de la tetería, Ana le dio un beso rápido y salió para abrir la puerta y coger al niño, que iría a la guardería mientras ella se ocupaba del turno de mañana.

-Sofía, a las doce voy a buscarte para ir al dentista -dijo a la niña, y le dio otro beso-. Dale el justificante a tu maestra, ¿vale?

Cargando editor
19/11/2009, 23:00
Carolina

Carolina se rió al ver por el retrovisor a Héctor intentando imitar a su hermana. La verdad es que tenía aborrecido ese CD, pero era la primera mañana en meses que no se le hacía tedioso.

- No, no nos va a dejar… Y será culpa tuya y de tus inventos- bromeó. Estaba de buen humor.

Se despidió de Ana y fue hasta el colegio de Sofía, que estudiaba en uno público. Aparcó en la puerta y se bajó con ella para darle un fuerte abrazo y un beso, y recordarle que entregara el justificante y se comiera el almuerzo. Como todos los niños era muy despistada.

- Que tengas un buen día, cariño. Te quiero.

Nada más entrar puso la radio para enterarse de las noticias y condujo hasta la periferia de Madrid, donde estaba el colegio en el que impartía clase a alumnos revoltosos pero todavía sin tendencias delictivas irreparables. Sus clases se componían de niños de entre 6 y 12 años, en grupos de 20 a 25, y con una energía y vitalidad que muchas veces sobrepasaban sus fuerzas. Pero, como solía decir su hermano, tenía un don con los niños.

A las 9:30 ya estaba abriendo la clase con una cola de 23 niños gritando su nombre y variantes como: Profe, Seño, Maestra... Y que en verdad le hacían gracia. Entró y esperó a que todos estuvieran sentados para escribir la fecha en la pizarra, dar los buenos días, y comenzar a pasarse por los pupitres para comprobar que todos tenían hechos los deberes. Siempre había alguno que no los hacía, e intentaba no regañarles mucho, pero ya había tenido que llamar la atención a tres de ellos porque no había manera de que los trajeran nunca.

Cargando editor
19/11/2009, 23:15
Director

Carolina dejó transcurrir la mañana como siempre. Dio clase tres horas, luego en el recreo bajó a tomarse un café con los otros profesores. Una compañera, Luisa, que daba música, estaba contando cómo su hijo se había caído de la bici y había perdido dos paletas.

-¡Son de leche, pero...! Sangraba mucho. Le llevé a urgencias y me dijeron que se ha roto el frenillo, pero que casi mejor. Yo me asusté mucho.

-¡Bueeeno! -dijo Ignacio, el primer profesor de parvulario que Carolina había visto, un chico joven y encantador que probablemente fuese gay-. Los niños son de goma. Tengo uno en clase que es un trato. No hace más que caerse, pero ¡rebota! Y ni una lágrima, ¿eh?

Los profesores allí reunidos se echaron a reír. Carolina también. Pero en ese momento le sonó el teléfono. Era Ana.

Cargando editor
19/11/2009, 23:33
Carolina

Carolina estaba apunto de contar la anécdota de cuando Sofía se calló de cabeza de la silla de comer y estuvo con un chichón durante casi dos meses. Tanto Fernando como ella se habían asustado muchísimo, y luego resultó no ser nada.

Pidió disculpas a su compañeros y se giró en la silla para tener un poco más de intimidad hablando.

- Hola cariño, ¿qué tal el dentista?- preguntó, ya que seguramente llamara para eso.