Partida Rol por web

Avanzáis por el camino, atentos a las voces que os llegan desde la lejanía. Cuanto más os acercáis, más claro está que se trata de una auténtica algarabía, aunque ordenada dentro del caos de las múltiples voces. Cassandra se aferra con más fuerza al brazo de Eclipse, musitando algo incoherente, o quizás en voz demasiado baja como para que nadie lo entienda. Gabriel hace rato que está sumido en un mutismo que no parece propio del alegre y bromista chaval que ha estado siendo toda la mañana. Alejo, además, parece muy molesto, y es que sus sentidos le traen antes que a nadie más la naturaleza de esos gritos.

Es cuando alcanzáis un recodo del camino, al ver a lo lejos la convergencia del sendero con un amplio parque, del que está separado por una cerca de madera con varios carteles informativos acerca de lo privado de la propiedad, cuando os dais cuenta de lo que pasa. Un nutrido grupo de agentes de policía trata de contener a una gran concentración de personas con pancartas, banderas y camisetas con logotipos y mensajes en contra de los metahumanos. Muchos de ellos muestran las siglas del EHL, España Humana y Libre, un partido político que apoya y representa ese tipo de ideología. Los manifestantes, algunos de ellos con vestimenta de corte neonazi, o al menos el rostro cubierto con pasamontañas o bragas de cuello caladas casi hasta los ojos, lanzan proclamas en contra de quienes consideran "monstruos", "peligros para el pueblo", o "armas biológicas".

V-vámonos... -Susurra Cassandra, muy afectada, abrazándose literalmente a Eclipse- Vámonos de aquí... Por favor..

Algunos manifestantes os ven, y comienzan a arengar a los suyos, señalando en vuestra dirección. La policía debe emplearse a fondo, pero se ve ampliamente sobrepasada. Algunos manifestantes arrojan objetos hacia vosotros, insultándoos.

¡Esto es una mierda! -Exclama Gabriel cuando una piedra impacta en el suelo, cerca de él- Se suponía que aquí iban a ayudarme, no que tendría que aguantar esto. Me iría mejor por mi cuenta... De hecho, me va a ir mejor por mi cuenta ¡Suerte, tíos!

Gabriel se agacha ligeramente, ajustándose las gafas, y da un salto, una pequeña deflagración surge de debajo de sus pies, que se convierte en una estela de fuego que le propulsa meteóricamente hacia el cielo, donde se pierde entre las nubes.

De... deberíais... iros... -Se oye la voz de Alejo, que respira rápida y agitadamente, con los puños cerrados a ambos lados del cuerpo, su pecho hinchándose por momentos. Una piedra impacta en su hombro, pero ni tan siquiera se inmuta. Da un paso adelante, y gira su rostro hacia vosotros. Sus colmillos han crecido, superando los límites de su boca, y sus orejas se han vuelto puntiagudas, a medida que más y más pelo va apareciendo en toda su piel. Sus ojos brillantes y enrojecidos os miran, entre la desesperación y la fiereza- ¡¡Iros!!

Las cejas sin pelo del extraño se alzan, incrédulas, cuando te oye preguntar el cómo, siendo para él algo tan evidente. Pronto te das cuenta por ti misma, aunque él sigue atendiendo nuevos datos que aparecen en la pantalla de su escafandra.

Mi nombre es Jaime Morell. -Te informa, de forma poco expresiva, aparentemente sin prestarte demasiada atención- Puedes llamarme doctor Morell o doctor, nunca Jaime, ¿entendido, eh... Xandra? -No lo dice como si tratara de recordar tu nombre. Más bien parece que busque ese dato y lo lea sobre la marcha- Te juntas con gente... interesante, Xandra. Has recibido un mensaje hace poco, ¿no es cierto? El maleware es sencillo, pero práctico. Tan sólo sirve para evitar que contactes con alguien, por lo visto. Pero quien lo ha configurado es bastante bueno... -La cabeza del doctor se ladea ligeramente- Seguramente no esperaban una oposición seria, de todos modos... No puedo darte una ubicación, pero sí una dirección IP de origen. Con eso se puede rastrear el terminal, eso sí... Sin embargo, ¿por qué debería entregarte esa información? No me has contado nada sobre todo esto... ¿A quién estoy ayudando, a hacer qué?

Ya había empezado a ponerme nerviosa por la marcha que seguíamos. El fuerte ruido que procedía del lugar al que nos dirigíamos provocaba que quisiera ir corriendo para ver de qué se trataba puesto que la paciencia no era mi punto fuerte.  Escuchaba un murmullo por parte de Cassandra pero no podía pararme en ese momento, así que sencillamente le susurré un -todo irá bien- y seguí caminando.

Al llegar al lugar del que procedían todas esas voces me quedé estupefacta. ¿Quién demonios son esa panda de estúpidos?  Alguien debería darles su merecido.  Unas personas contenían su avance y lo cierto era que yo quería tirarme contra ellos a pesar de que me superaban en número.  Oráculo cada vez estaba más nerviosa y se abrazó a mí, refrenando mis instintos primarios.   Alguien se percató de nuestra presencia y varios objetos fueron lanzados a nosotros, aumentando la actitud hostil que ya sentía hacia este lugar.   ¿Quiénes son estas personas, Oráculo?

Tarzán se asustó y se preparó para macharse, dando un salto que lo alejó de nosotros.  Estaríamos más seguros en cualquier otro lugar, creo yo.  Joder, qué ganas tengo de volver a casa.   De pronto Depredador también pareció rendirse a sus instintos animales y nos instó a marcharnos de allí.  ¿Pero tú eres idiota? ¡Ni se te ocurra lanzarte contra ellos!- le grité.  Su aspecto había cambiado y realmente asustaba, pero yo no quería dejarlo allí, solo contra el peligro.   Tenemos que irnos todos, ¡ya! – tiré de Oráculo porque sabía que tenía que protegerla, con intención de retroceder.   Luego miré a los demás.  Nos superan en número, y quedarnos aquí sería una locura. ¡Vámonos!- confié en que el resto se movería y le lancé una mirada a Depredador, queriendo pedirle que me hiciera caso y que no fuera un gilipollas.  Si no tuviera que proteger a Oráculo me lo llevaría a rastras, joder. 

Las cosas se torcieron rápidamente.  Estúpidos ignorantes. Aquel gentío no sabía nada de ellos, se dejaban guiar por prejuicios... y eran muchos y peligrosos. Individualmente, no eran peligrosos, pero con piedras, botellas,etc... aquella turba podía ponerles en peligro a todos. Pero no debían preocuparse por ellos, su peligro mas inminente, era Romasanta, que se estaba transformando en... algo grande, peliagudo y peludo. No le gustaba. Un aficionado a los mangas diría que era un Oni o algo así... estaba en contra de las luchas innecesarias, así que  comenzó a correr, hacia el sitio de donde habían venido mientras mascullaba entre dientes:

-Maldita sea...

La rubia amazona le llevaría un poco de ventaja, había sido más rápida que él... arrastrando a la otra chica joven que siempre denominaba "Oráculo"... era lo más sensato. Quizás tuvieran una posibilidad de derrotar a Romasanta pero por el combate podían acabar muy mal parados... realmente esperaba que no les persiguiera, sino estarían forzados a combatir y tendrían un serio apuro. El chico oriental, de vez en cuando miraba hacia atrás para ver como su compañero de habitación se transformaba en un monstruo....

 Se me encoge el pecho en cuanto veo a la multitud gritando contra nosotros, dolida e indignada. ¿Qué se creen, que queríamos algo así? Al contrario que su decisión de creer lo que les da la gana y volverse unos retrógrados mentales y unos imbéciles, nosotros no hemos elegido esto, o al menos no yo, y en cierto modo me alegro de no estar en el otro lado de la cerca. Aunque no veo que sea el momento de alegrarse, si no el de esquivar lo que nos tiran y correr antes de que nos alcancen y vea como única solución el empezar a arder, o al menos antes de que lo decida... Otro.

 - ¡V-Voy! - Contesto asustada y nerviosa a Eclipse antes de empezar a correr junto a Neithan, Eclipse y Cassandra, sin detenerme en pensar en el destino de Gabriel o Alejo, ya que muy a mi pesar, no aprecio a nadie de la fundación lo suficiente como para anteponerlo a mí. Además, al primero no lo atraparán, y sobre el segundo... Más bien espero que no me atrape. No se si me asusta más la multitud enfurecida o él, lo que tengo claro es que no voy a quedarme para comprobarlo. 

El inquietante hombre tras la escafandra terminó presentándose, haciendo hincapié en que no le tuteara. Estaba demasiado aturdida como para responder a ese comentario, pero me pareció una auténtica estupidez. Además él si se veía en el derecho de llamarme ya no por mi nombre de pila, sino por el diminutivo que utilizaba.

¿Acaba de buscar ese dato? Creo que no le he dicho mi nombre.

Continuó hablando, explicándome lo que sucedía en mi teléfono, lo cual se resumía en que habían puesto algo en él que impedía que contactara con alguien. Con Saúl. ¿Qué interés podría tener nadie en eso?

A pesar de haberme ayudado a saber qué sucedía, el Dr. Morell no parecía muy dispuesto a ayudarme si no le daba algo más de información. No sabía si podía confiar en aquel tipo, pero tampoco había nadie más en ese lugar en quien confiara y que pareciera poder ayudarme.

Suspiré y bajé la voz.

- Quizás con esa información pueda encontrar a un familiar. No logro contactar con él, no sé dónde está y temo que pueda estar en peligro… - ¿Le parece suficiente razón? – Creo que es un buen motivo. – De hecho, es el mejor de los motivos.

Esperé en silencio la respuesta del hombre biónico, aunque con una visible impaciencia y nerviosismo en mi rostro.  

Ohm... -El doctor agacha la mirada, oculta tras sus lentes opacas, de forma que es imposible determinar cualquier tipo de expresividad en sus ojos. Permanece inmóvil unos instantes y vuelve a mirarte- Sí, parece una buena razón... -Es la primera vez que te parece percibir una tenue emotividad en su tono de voz- Hmmm... -Se queda mirando al infinito, claramente no a ti, con la cabeza ladeada- ¿Un tal... Saúl? Apellido japonés... ¿Seguro que es un familiar? Oh, aquí estás, en sus contactos, y te ha llamado hace un rato... Curioso. Poco antes de la instalación del maleware... Veamos... Bangladesh, Nuevo México, Arizona... La señal ha rebotado infinidad de veces, je. -Da la sensación de que toda complicación le resulte divertida, como un juego o un reto, incluso cuando su voz carece de expresividad- Esto me va a llevar un rato, y ahora tengo que impartir una clase de bioingeniería avanzada. Te contactaré cuando lo tenga. -En ese momento suena el tono de mensaje de tu móvil. Nerviosa, lo miras, para descubrir que es un mensaje de whatsapp con la tarjeta de contacto del doctor Morell- Te recomiendo hablar de este asunto con el director, el señor García. Sea lo que sea que hay detrás de este asunto, no es un adolescente friki con un portátil caro creyéndose un hacker de verdad. Es algo serio, y necesitarás ayuda.

Sin despedirse siquiera, el doctor se da la vuelta y se aleja de ti caminando de un modo un tanto rígido, en dirección a las escaleras que ascienden a la siguiente planta.

El cuerpo de Alejo se sacude con fuerza. Retrocede un paso, como si sufriera un intenso dolor, y se encoge hasta casi caer al suelo. Su espalda se hincha, desgarrando su camiseta, la cual termina por arrancarse a arañazos con las garras que surgen de sus dedos. Su voz se vuelve un profundo rugido, que hace retroceder a algunos de los manifestantes, mientras otros continúan arrojando objetos. La policía parece nerviosa, desconcertada, y sobre todo superada por la situación.

N-nooo... No p-puedooo... controlarlooo... -Dice Alejo con voz gutural, a la par de temblorosa- Huiiiiid...

Alejo se pone finalmente en pie, con todo su cuerpo cubierto de un espeso pelaje, brillantes garras en sus manos y pies, que han destrozado su calzado, y su rostro convertido en una monstruosa bestialidad llena de colmillos. Sus ojos os miran sin reconoceros, pues no sois ya los chicos con los que estaba, sus ¿amigos? No, ahora no sois mś que el conejo para el lobo...

Presas.

Aquel ser monstruoso, peligroso y pulgoso, les alcanzaría en nada y menos. En nada y menos, todo se había vuelto peligroso, no tenía más remedio, la única alternativa que enfrentarlo.  La gente debería pensar que estaba loco, quizás su parte racional hasta lo dijera pero... no tenía otra opción. Se lo jugaría a un cara o cruz, un único golpe potenciado con su fuerza interior... porque no podía hacer nada más.  Se paró en seco, girando por un movimiento brusco de talones para encamarse al hombre lobo que venía rapidamente hacia ellos, y todo esto con gesto serio, inmutable.

En la cara del chico oriental no había un ápice de sentimiento, era el Vacio... junto sus dos puños cerrados, apretándolos con fuerza entre ellos, mientras inspiraba profundamente aire... y unos pocos segundos bastarían para reunir su fuerza en su puño diestro, unos segundos y Romasanta, estaría ya a su alcance... un único derechazo, desde atrás hacia adelante, con toda la fuerza de su cuerpo y de sus músculos... Si fallaba, sería la primera victima del hombre lobo.

Era un todo o nada...

La actitud de aquel hombre cada vez me resultaba más inquietante. Se quedó impasible unos momentos, para después admitir que era una buena razón, al menos detrás de toda esa tecnología parecía haber un corazón.

Como si nada, casi a modo de juego, fue dándome información sobre lo que sucedía. No era agradable presenciar esa actitud con el malestar que llevaba encima, pero al menos el hombre había accedido a ayudarme, que no era poco. Eso sí, tendría que esperar a que impartiera una clase…

Pueden pasar muchas cosas en ese tiempo, demasiadas.

Antes de retirarse sin siquiera despedirse, me recomendó hablar con el director, alegando que se trataba de algo serio y que iba a necesitar ayuda.

-¡G-gracias! – le dije, alzando la voz, mientras veía como se marchaba.

No sabía qué hacer, contarle todo esto el primer día a la gente de la Fundación… Uff, no sabía si era lo mejor. Pero ese Dr. Raro iba a ayudarme, y de momento era lo único a lo que podía aferrarme, realmente parecía poder ayudar.

Quizás no sea tan mala idea seguir su recomendación. Si pueden ayudarme a mí, a la gente como yo, tendrán los recursos para ayudar a Saúl.

Con paso decidido, aunque con una inseguridad latente en mi pecho, me dirigí al despacho del Señor García.  Al llegar me quedé unos momentos frente a la puerta, con la mano cerrada lista para tocar, pero sin atreverme a hacerlo.

Vamos, Xandra, es por Saúl…

Toqué un par veces, esperando respuesta mientras trataba de controlar mis nervios.

Ver que el cuerpo de Depredador iba cambiando me puso más en alerta, pero teníamos que salir de allí para no provocar problemas. Estaba convencida de que podía ser de ayuda, pero no me fiaba de dejar a Oráculo sola, porque si algo le ocurría me sentiría culpable.

Al final Depredador acabó convertido en una bestia.  Tuve que pararme un momento a admirarlo porque, siendo sinceros, era una criatura majestuosa para alguien como yo. Que alguien pudiera fundirse con su naturaleza hasta ese punto era algo que, si bien me alegraba, me preocupaba en estos momentos porque él no podía controlarlo.

El otro chico que iba con nosotros se detuvo, dispuesto a enfrenarse a quien fuera.  ¿PERO QUÉ GILIPOLLEZ ESTÁS HACIENDO?- podíamos irnos, desde luego que podíamos marcharnos de allí sin generar peleas innecesarias –y mira que yo amaba los combates- pero él decidió plantarle cara a la bestia como si fuera necesario. Inútiles, esta tierra está llena de inútiles.  Desde luego ese no era un buen comienzo para mí.  Solté la mano a Oráculo, pensando en qué era lo que debía hacer.

 -Dame un segundo, solo necesito uno.

Agarré mi lanza, mi objeto más preciado, y cerré los ojos un instante, mientras el otro chico seguía listo para la batalla.  La naturaleza y yo somos una. Compañeras hasta en los peores momentos. Préstame tu fuerza. Al abrir los ojos intenté controlar mi poder para frenar a Depredador, haciendo que las plantas de alrededor lo inmovilizaran o, al menos, lo ralentizaran. 

 Sin duda alguna, estaba dispuesta a correr sin dar la vuelta en ningún momento, pero incomprensiblemente para mí, Neithan y Eclipse no compartían mi opinión. Me giré para mirar atrás un momento, sorprendida. - ¡¿Qué hacéis?! ¡¿Estáis tontos o qué?! ¡Esto no es cosa nuestra! - Me quejé a los chicos. ¿Y si ellos tampoco eran capaces de controlar sus poderes? ¿Y si... Me pasaba a mí algo parecido a lo de Alejo? Allá ellos, yo me voy de aquí ya, y me llevo a Cassandra, por rarita que sea. De este tipo de cosas deberían encargarse los responsables del centro, no los recién llegados

 - Vamos, Cassandra. Soy Rocío. - Le aclaré al agarrarla. Aunque la chica hubiera estado con Eclipse, no tenía sentido que se quedara quieta, expuesta al peligro gratuitamente, para encima no hacer nada. - Tenemos que irnos. - Dije antes de volver a empezar a correr, agarrándola con firmeza.

La bestia en que se ha convertido Alejo se precipita hacia vosotros. Sin embargo, algo le retiene. Sus pies, convertidos en cuartos traseros de un ser medio hombre medio animal, se enredan en altas hierbas, arbustos y enredaderas que se enroscan cual serpientes entre sus piernas, impidiendo que avance. La bestia os gruñe, con fiereza, y comienza a lanzar zarpazos a las plantas que tratan de retenerlo. cada zarpazo arrastra consigo hojas, ramas, tallos, con una facilidad pasmosa que atestigua el peligro de tan afiladas armas.

Mientras tanto, Cassandra retrocede, completamente aterrorizada. Rocío le sale al encuentro, y la menuda chica se aferra a ella con fuerza, encogiéndose al hacerlo.

S-sí, v-vámonos... Por favor...

El hijo del dragón, aprovechando esos instantes de ventaja, concentra toda su energía interior, tal como le enseñaran los monjes que le criaron. Su chi comienza a hacerse más fuerte, acumulándose allá donde él decide hacerlo, preparándose para ser liberado en un torrente de fuerza.

La bestia no podrá ser retenida mucho más tiempo...

Tras golpear la puerta del despacho del director, pasan varios segundos de silencio, durante los cuales dudas que haya alguien dentro. Sin embargo, un chasquido te indica que el pestillo de la puerta estaba echado, y se acaba de abrir. De hecho, la misma puerta se abre, mostrando al hombre del parche en el ojo, observándote con su ojo sano. No dice una sola palabra, tan sólo te mira de arriba a abajo con gesto severo, termina de abrir completamente la puerta, haciéndose a un lado, y te invita a entrar con un gesto de su mano libre. Una vez lo haces, cierra la puerta de nuevo, en esta ocasión sin cerrar el pestillo, y te acompaña hasta el frontal de su mesa de despacho, donde mueve ligeramente una de las dos sillas disponibles invitándote a tomar asiento. Él rodea la mesa y se sienta también, en su propio asiento.

Sobre la mesa hay varios documentos, un dossier completo abierto y desplegado, que el director comienza a recoger. Pero antes de que lo haga logras ver varios informes policiales, con el sello del Cuerpo Nacional de Policía, además de fotografías policiales de sospechosos y de lugares del crimen. Algunas fotografías son muy sangrientas.

¿Y bien, señorita... Norniella? -Pregunta el señor García, entrelazando los dedos de las manos sobre la mesa- ¿Qué le trae a mi despacho?

Lo malo del Chi es que requería tiempo (y que a que nivel su uso era bastante restringido). De alguna manera, el hombre lobo había sido demorado y atrapado... provisionalmente. Aquello le dio el poco tiempo que necesitaba. Cara o cruz. Todo o nada. Eso era lo que era la apuesta de Neithan. Si había sido escogido aquel campo de acción era porque una rápida actuacion era su única posibilidad. Le habían llovido criticas por eso...pero simplemente las ignoró. Haría todo lo que pudiera por atraer la atención de aquella bestia inmunda y se centrara en él... para darles algo más de tiempo.

Ahora se trataba de llamar la atención de ser infernal... el chico llamó la atención diciendo "Aquí" y haciendo ruido en general. Básicamente, su Chi estaba concentrado en su puño diestro, brillante, suave, azulado... cuando hacía aquel truco, era visible en modo normal, a simple vista. Esperaría que viniera el monstruo y le daría un puñetazo con toda su fuerza... solo esperaba que diera y fuera diferente.

Agradecí que la rubia tuviera la sensatez de llevarse a Oráculo de la pelea, puesto que tenerla  cerca era un peligro más al que debía prestar atención.  Yo no había rechazado un combate en mi vida, pero claro, las cosas eran muy distintas en mi hogar.  Aquí prefería que nos marchásemos y alguien se hiciera cargo de Depredador, pero no podía dejar a alguien luchando solo a su suerte.

-Pedid ayuda a quien sea, Oráculo, y traedlo- les dije mientras se marchaban- No podemos dejar que Depredador haga daño a alguien indefenso- porque, al igual que nosotros estábamos donde queríamos, otro grupo –o incluso alguien en solitario- podía andar por el bosque sin esperarse que una bestia lo atacara.  

Lo siento, pero era necesario- no me gustaba que la naturaleza saliera dañada, pero tenía que frenar el avance de Depredador hasta que pudiéramos prepararnos para luchar contra él.  Tendré que volver luego a repararlo-  porque confiaba en salir de allí con vida.  

Miró a su alrededor y, al ver un árbol cercano*, concentró su poder para crear una ilusión delante de este.   Recordó las imágenes de los imbéciles que les lanzaban cosas y copió visualmente a uno de ellos, esperando a que Depredador se lanzara a por él sin pensárselo demasiado.  Si viene a por nosotros tendré que usar mi lanza. Necesitamos ganar tiempo. 

 Asiento a Eclipse cuando me pide que busque ayuda, seria. - Si os veis mal, no os hagáis los héroes. - Les pido mientras me alejo de ellos. A pesar de que se encuentran en ventaja numérica, no puedo evitar preocuparme. ¿Por qué demonios se tiene que haber ido Gabi? Él podría haber avisado a cualquiera en un plis plas. 

 - Vamos a buscar a algún responsable del centro y a llevarte a tu habitación. - Explico a Cassandra, yendo a toda hostia hacia las instalaciones. No quiero llegar y dejarla sola, pero a no ser que me lo impidan no quiero mantenerme al margen de esto si puedo ayudar, y ella sólo me retrasaría.

Pasaron unos interminables segundos de silencio hasta que la puerta comenzó a abrirse. Pude oir una especie de chasquido que me indicó que el pestillo estaba echado, justo antes de que el propio director abriera y me diera paso tras una severa mirada de su ojo sano. Tras ello volvió a cerrar y me indicó que podía sentarme en una de las sillas frente a su mesa.

Él se sentó al otro lado, en el lugar que le correspondía, comenzando a recoger algunos documentos que tenía sobre la mesa. Informes con el sello de la Policía Nacional, lugares, fotografías de crímenes…

La piel se me puso de gallina, otra vez, ya no por Saúl, sino por lo sangriento de algunas de aquellos imágenes.

- Y-yo… - comencé algo aturdida, después de lo visto, pero traté de recomponerme en seguida; al menos en lo que a esos informes se refería. – Siento interrumpir, pero se trata de algo importante, sino no le molestaría…

No sabía hasta dónde debía contar, esta gente parecía de fiar, pero…

Tampoco tengo a nadie más que me pueda ayudar en esto y Saúl me necesita, lo presiento.

- Se trata de mi novio. No consigo contactar con él, y el Doctor Morell me ha dicho que alguien ha intervenido mi teléfono para impedirlo. P-por lo que sé, podría estar en peligro… - dije notablemente preocupada, luchando porque no se me quebrara la voz. - El Doctor insistió en que lo de mi teléfono no era una travesura cualquiera, sino algo serio, así que… Me preguntaba si… ¿Podría ayudarme? – concluí nerviosa y asustada, deseando con todas mis fuerzas que aceptara hacerlo.