Partida Rol por web

Eduardo se lleva las manos a la nuca, divertido, y lanza un silbido suave.

Fiiiiiiiiiiu... Empieza lo bueno... Cómo echaba de menos todo esto, jaja.

Tu móvil suena, un tono corto y sencillo, el de un mensaje.

Cita:

Te lo envía Saúl.

- ¡¡Nah!! - dije sonriendo y sacudiendo una mano restando importancia a las palabras de Fanny - tranquila, quién iba a querer meterse en tus asuntos...

Empecé a darme la vuelta para volver a mi sitio no sin antes lanzar un guiño al Chispas, que parecía dar por hecho que la actitud de la rubia era algo habitual en el lugar.

- Pero ya que tratas de cosas de mayores... deberías evitar ponerte la ropa de tu hermana pequeña, encanto - me incliné levemente hacia Xandra para susurrarle al oído entre risas - toda tuya...

La cara de Neithan de ¿quien es este hombre?, debía ser épica. No le sonaba de nada, pero se presentaba como un profesor, cosa bastante factible si se tenía en cuenta que era un adulto... aunque le daba más la sensación de ser un profesor de gimnasia por su físico. El típico profesor de gimnasia de un instituto americano. Y era claro, él no estaba muy puesto en eso de conocimientos generales, pues no eran mucho de su incumbencia, ya se sabe, ostracismo monacal y ostracismo monasterial... y que lo que le interesaba era más los conocimientos marciales que otra cosa:

-Profesor Gutierrez, no lo olvidaré... solo quería ayudar Jennifer, y empezar las clases cuanto antes, este ambiente ocioso no es lo mio... sino me requiere para nada más, iré a leer un poco, con su permiso

No le costaba mucho llamar a la gente por apelativos. Sifu, sempai, todos esos adjetivos orientales, para gente que sabe más o que simplemente. Los viejos tiempos, no sabía si decir los buenos tiempos pero si le preguntaran que era, debería decir que era más un ninja que no un monje o entrenados por monjes. El sesgo occidental de los monjes orientales era tal que le costaba creer pero él no estaba allí para sacar a la gente de sus errores. Tenía sus problemas, como mínimo tenía que estar preparado... lo de tener un plan era diferente. 

No muy lejos, un grupo de otros jóvenes parloteaba y vociferaba, como si estuvieran en celo. Suspiró ¿aquello era necesario? No se podía tener un poco de intimidad en aquel lugar o algo así... y con empezar las clases, las cosas no iban a mejorar, serían más gente, más ruido, más distracciones... pero ¿tenía otra opción? Estaba allí por un motivo aunque no tuviera muy claro porque... 

La rubia no pierde la sonrisa en ningún momento. Al contrario, casi parecería que disfrute, que se encuentre en su elemento. Sus ojos se entre cierran, volviendo su mirada pérfida y malintencionada.

Tranquilo, no te lo tendré en cuenta, zoqueti. No sabes de moda... en cambio, sí sabes de cosas de mayores, ¿verdad? -La intención de esas palabras no esta clara en principio, pero sí la maldad que hay tras ellas- Liarte con una educadora social... Que friki, ¿Marta, se llamaba? Una pena que esté muerta...

Me reí del comentario de la chica hasta que comprendí que me hablaba enserio, entonces, tras superar unos segundos de estupefacción me reí con más ganas.

-Ese nombre te viene que ni pintado, será porque eclipsas mi corazón.- Dije divertido.- Antes solo bromeaba, me llamo Gabriel y estas flores son para ti.

Le lancé mi sonrisa más encantadora, la misma que les puse a mis padres tras despertar del accidente de moto, la de niño inocente, mientras intentaba mirarla a la cara y no al... pero bah, ¡era imposible mirarla a la cara! Tendré poderes, pero sigo siendo humano...

-Este es el sitio correcto, la piscina es un lugar con agua donde bañarse y disfrutar del sol. El mejor sitio de este lugar. Podríamos seguir nuestra reunión allí.- Le dije mirándole nuevamente a la cara con una renovada sonrisa.

El profesor está hablando con Neithan, observando alrededor.

Jennifer necesita mucha ayuda, pero no se si la que tú puedas ofrecerle. Viene de Lemoniz, junto a la central nuclear. Creemos que algún escape o algo así la afectó en algún momento... Su cuerpo exuda radiación. Concentrada y puntualmente, pero no logra controlarlo. Su ropa se degrada, y los que están cerca se ponen enfermos. -El profesor hace un gesto con el rostro, asqueado, que hace moverse su bigote- El director saldrá a presentarse a los nuevos en unos minutos, Neithan, no te alejes del patio.

Sus palabras, unidas a su imponente aspecto, dan a sus indicaciones un tono autoritario. Y sin embargo suenan con un cierto aire de preocupación, como un padre regalando a su hijo. De repente, parece escuchar algo que no le gusta, y se gira hacia un grupo de chicos, entre los que destaca una chica rubia hablando con muy mala idea.

¡¡Mattieu!! -La llama con un grito furioso. La chica se vuelve al profesor, sorprendida por su presencia y por su intervención, esperando posiblemente una reprimenda- Vaya a instalarse, hablaremos de todo esto mase tarde.

La chica asiente, pero recupera su sonrisa maliciosa al girarse y lanzar una significativa mirada a Ezequiel, antes de volverse a Xandra.

Ya nos veremos, Xandry, cariño.

La chica se aleja hacia la entrada del edificio, seguida del mayordomo que carga las maletas. Valentín se acerca al espacio dejado por la chica y observa a los chicos que están en la zona, primero a Ezequiel y mas tarde a los otros, terminando por Eduardo que le saluda con la mano y una sonrisa.

De un lateral del edificio veis acercarse a una chica joven, de piel pálida y vestida de negro y blanco, con los ojos cubiertos por una venda de color escarlata. El profesor la mira unos instantes, pero finalmente murmura algo y se aparta a un lateral del patio, levantando la vista al tejado.

Agarro la toalla con gesto mecánico y aprecio con disgusto que áun está húmeda. Realmente este figura venía de la piscina. Parece que ha entablado conversación con Eclipse rápido, ¡todo un Don Juan! No sabe dónde se mete, esa chica es más de lo que parece, su olor habla por ella, lo mismo vuelve a la piscina sin tocar el suelo, me sonrío para mis adentros. Es turbador tener a una fémina con tan poca ropa tan cerca, pero me ha impactado más su olor que su aspecto, aún así me felicito a mi mismo por haber retomado el control sobre mi mismo tan rápido.

Tras oir las repulsivas palabras, como veneno en mis oidos, de la rubia colegiala miro a Ezequiel - Tranquilo Trece, no hagas ni caso a esa bruja. A no ser que sea inmune al veneno un día se morderá la lengua y un problema menos - bromeo.

Al llegar el profesor, le observo con curiosidad - Profesor Gutiérrez... - le saludo deferentemente. Si al final me admiten para Fisioterapia, será sin duda uno de mis profesores. No puedo evitar seguir su mirada y me fijo en la chica de la venda escarlata ¿Quién será y por qué el profesor se ha asegurado de que los guardias están atentos?, ¿habrá algún problema?...

Le sigo observando mientras comento - Déjate de piscinas Gabriel, parece que el Director se va a personar aquí, y creo que será bueno escuchar que nos deparará este lugar durante el año. Hola Alexandra y Eclipse, soy Romasanta. Gabriel, Trece y yo llevamos un tiempo por aquí; seguro que os podemos enseñar el lugar en un rato, después de que os instaléis, claro - señalo los bultos de Alexandra y señalo... nada de Eclipse. - Y ponte la toalla - sonrio mientras se la lanzo de vuelta a Gabriel - te vas a poner malito. -.

Las palabras de mi compañero empezaban a tener sentido, en cierta medida. Varias conversaciones se desarrollaban a mi alrededor, pero su forma de hablar era extraña, a pesar de que entendiera cada una de sus palabras.  Enarqué una ceja cuando hizo referencia a su corazón y acabé cogiendo las flores. Gracias, supongo. ¿Es una tradición de vuestro planeta el presentaros con flores?- quizá era buena idea conocer costumbres para no malinterpretarlos.

Ladeé ligeramente la cabeza cuando me explicó lo que era una piscina. ¿Un río?- quizá teníamos palabras distintas para esas cosas. Tengo que esperar a que vuestro líder me dé indicaciones de cómo volver a mi tierra. No puedo ir a una piscina ahora-  No es que no se me apeteciera darme un baño, pero más ganas tenía todavía de volver a mi hogar.

Entonces otra persona se dirigió a nosotros y pasé mi mirada de un lugar a otro.  Al parecer había acabado en medio de un grupo, con lo poco que me gustaban a mí esas cosas; me pasó por la cabeza qué estarían haciendo mis compañeros en mi hogar, y aquello hizo que me cabreara por estar en un sitio como ese. Suspiré y alcé la cabeza hacia el nuevo varón. Hola, Romasanta. Espero no tener que quedarme lo suficiente como para que me enseñéis este lugar- tener que explicar mis intenciones una y otra vez era una auténtica lata. Luego los observé a todos de arriba a abajo sin pudor alguno, evaluándolos. Algunos parece que pueden salir llorando cuando les des un mal grito. Interesante. ¿Habré acabado aquí para proteger a los débiles? 

Me quedo totalmente ojoplático mientras las palabras vuelven a mi. No puede ser, mis sentidos no me han engañado, pero aunque su olor es diferente al de cualquier otro, es básicamente humana. Básicamente al menos...

- ¡Coñ..., errr, ¿dijiste "vuestro planeta"? - ya decía yo que esta mujer era demasiado buena para ser normal, de otro planeta... todo se revela al que sabe esperar. Hablo más despacio mientras retrocedo involuntariamente medio paso - ¿De que planeta vienes tú, Eclipse? -.

No he visto ninguna nave espacial por aquí, me temo que la chica se ha equivocado de lugar. Debe estar bastante desconcertada, espero que el Director le eche una mano. Además eso explicaría que no conozca a Tarzán...

Ya me había dado la vuelta cuando Estefanía siguió hablando en tono claramente hiriente. Recién había empezado a caminar... instante en el que ella mencionaba algo que no iba a poder perdonarle jamás.

Mis pies se clavaron en el suelo y permanecí unos instantes mirando al vacío. Aún de espaldas a ella, apreté la mandíbula hasta hacer crujir mis dientes y cerré los puños, mezcla de rabia e impotencia.

Me di la vuelta, despacio y di un paso hacia ella, con los brazos en tensión, odio en mi mirada. Ahora lamentaba que mi poder no se basará en provocar un paro cardíaco con el pensamiento. No, eso habría sido demasiado condescendiente.

Iba a dar un segundo paso hacia ella cuando la grave voz del profesor frenó mi impulso inicial repentinamente.

Cómo un bálsamo, casi al instante, el comentario de Romasanta me hizo inspirar aire de nuevo. Me había olvidado de respirar por unos instantes.

Bajé la mirada y, avergonzado, me llevé las manos a los bolsillos intentando disimular penosamente mi estado de ánimo.

Escuché conversaciones a mi alrededor, pero era incapaz de prestar atención.

De pronto, entre dos de los chicos que se encontraban cerca, salió otro en dirección a Fanny y a mí. Pareció haber escuchado como me presentaba a la chica, e hizo lo mismo, tendiéndome la mano.

Miré esta con una sonrisa socarrona, ignorándola para acercarme y darle dos besos.

-En realidad casi todo el mundo me llama Xandra. – les dije, tras volver a tomar mi lugar. - ¿Zequi? ¿En serio? – ¿No había mote más feo? – Prefiero llamarte Rubio, hasta que encuentre otro nombre mejor, si no te importa… - sonreí al chico, pasando a reír cuando aclaró que Gabriel y Roma no eran pareja.

Gabriel se presentó tras la innecesaria aclaración, pero ni tan siquiera me dio tiempo a saludarle, ya que parecía tener planes mejores. Tras ver como trataba de acercarse a la chica de la lanza, saludé también con un par de besos al llamado Roma.

Sin embargo, Estefanía no tardó en retomar la palabra, instando al Rubio a que nos dejara tranquilas.

Reina del baile mode on.

La chica me pareció bastante borde, pero no sabía qué había entre esos dos, así que me limité a sonreír con cara de circunstancia. En aquel momento escuché sonar el tono para los mensajes de mi teléfono, pero la respuesta de Ezequiel me impidió atenderlo. No pude evitar tener que esconder una sonrisa, tanto por el comentario del uniforme como por la amable cesión del chico.

Parecía que la cosa quedaría ahí, pero resultó ser todo lo contrario. Estefanía entró al trapo, en lo que parecía ser su línea, pero entonces se salió del tiesto de forma increíble, quedándome estupefacta. Miré inmediatamente a Ezequiel, volviendo a mirarla a ella anonadada, conteniendo mis instintos más primarios.

¡¿Pero se puede ser más hija de puta?!

Por suerte, alguien que parecía ser un profesor intervino, cortando en aquel momento cualquier impulso que pudiera surgir por mí parte. Sabía perfectamente cómo debía comportarme con ese tipo de gente, pero después de esto, no tenía claro el poder ser capaz.

Miré mi brazalete, apesadumbrada, mientras Roma trataba de quitarle importancia al asunto y apoyar al Rubio, al que también parecían llamar Trece. Seguido de ello se ofreció a enseñarnos el lugar tanto a mí como a la chica en taparrabos, cuyo nombre debía ser Eclipse. La información de que esta decía ser de otro planeta me resultó muy sorprendente, pero no podía evitar tener un ojo en Trece.

Finalmente decidí acercarme a él, que parecía ajeno a la conversación de los demás.

-Oye… ¿Estás bien? – me di cuenta de lo estúpida que resultaba la pregunta nada más formularla, y es que al menos para mí, resultaba obvio que no era así. – No lo entenderá hasta que le toque perder a un ser querido, y puede que ni así lo haga… - apoyé mi mano en la espalda del chico durante unos instantes, tratando así de reconfortarlo, mientras le dedicaba una sonrisa.

No prolongué mucho esto, pues no quería incomodarle, y pronto me reincorporé al improvisado grupo.

-Así que tenemos piscina, ¿Eh? - dije mirando el bañador de Gabriel. -  Esto no pinta mal… - añadí echando un vistazo general al recinto.

Tomé entonces el teléfono, leyendo el mensaje recibido y respondiendo casi de inmediato, mientras otro chico se presentaba como Isma.

Mensaje para Saúl:

He aterrizado hace nada, estoy esperando que me vengan a buscar. Cuando me instale te llamo, ¿Vale? Ya te echo de menos, TKM!

No parecía que con aquella chica fueran a funcionar las flores, quizás sería más efectivo cazarle un mamut, pero no tenía ninguno a mano. Cuando comparó la piscina con un río sonreí y asentí, suponía que podía considerarse como tal.

-Chica, yo que tú me acomodaría, no creo que vayas a volver a tú tierra en muuuuuucho tiempo.- Dije con una sonrisa.

No sabía de donde habían sacado a aquel magnífico ejemplar, pero a mi parecer tenía demasiada fe. No sabía si de verdad la ayudarían, pero dudaba que fuera pronto, aquello no sonaba como algo sencillo. Sino entre los principales destinos turísticos de las grandes compañías ya habrían incluido dicha tierra.

-¿Alguien sabe si esto durará mucho más?- Pregunté a nadie en particular mientras me acomodaba la toalla en la cintura que Roma me había devuelto momentos atrás.- Se me va a calentar el refresco que me dejé en la piscina.

Neithan no se sorprendía mucho. Apenas se había acostumbrado algo a aquel sitio. Y tampoco se sorprendió mucho, cuando la chica recién llegada le preguntó, que si le pasaba algo. ¿Que si le pasaba algo?¿a alguien en aquel sitio no le pasaba nada? Este debía ser el paraíso de los seres raros... y él estaba allí, por sus propios motivos, que esperaba que cuantas menos personas conocieran, mejor:

-No, estoy bien, nada que no pueda arreglar..

El porqué aquel sitio no le gustaba, aún se le escondía. Cuando la chica le dejó solo, suspiró. Les llamarían dentro de poco, así que aprovecharía ese poco rato para leer el libro que tenía en su brazo derecho, mientras caminaba... uno de los viejos trucos del entrenamiento, hacer dos cosas a la vez, que requieran su concentración y que sean cada cosa de un lado diferente del cerebro. Evidentemente, esto solo lo podía hacer por un tiempo limitado, y cuando bajo el libro, estaba cerca del quinteto de chavales que aun alborotaban, cerca de la piscina.  Por un momento, se permitió un desliz ¿como debía ser un joven normal, sin preocupaciones? El no podía permitirse esto...

Esta imagen sería de cuando hablaba con el profesor gutierrez... pobre chaval, no sabe lo que le va a pasar...

Mantuve la mirada clavada en el suelo, ajeno a lo que sucedía a mi alrededor y forzándome a no sucumbir a la ira y tristeza que me invadía en aquél momento.

La voz de Xandra sonó cerca. La oía, pero no era capaz de escucharla, hasta que el contacto de su mano sobre mi espalda me hizo reaccionar.

- Yo... l-lo siento... - levanté la cabeza para mirar a la chica que se había acercado a mi rescatándome de mi caída libre. Mis ojos vidriosos prohibían a las lágrimas, fruto de rabia y pesadumbre, llegar a ver la luz; no con poco esfuerzo, me veía a obligado a apretar la mandíbula con fuerza para evitarlo.

La chica sonrió y, de alguna manera, su calidez logró insuflarme el ánimo necesario para dibujar una sonrisa en mis labios. Sonrisa obligada... pero sincera. Asentí asimilando su comentario y agarré por un segundo su muñeca agradeciendo su gesto. No quería hablar, pues mi voz hubiera sonado rota en ese momento.

Ella se apartó y desvié la mirada hacia Gabriel, aprovechando su flirteo para distraer mis pensamientos.

Quizá deberías haberte guardado esa información para ti, a ellos no les importa. Bueno, ahora ya no tiene sentido. Di un par de pasos mientras sostenía mi lanza, algo inquieta por tener que esperar haciendo el estúpido hasta que el líder del lugar se tuviera que acercar a nosotros.  La pregunta de Romasanta hizo que clavara mis ojos en él durante un segundo. De Terra, ese es mi hogar.  Un lugar mucho más hermoso que este- y más salvaje, sin críos. Durante el viaje que me había llevado hasta aquí había visto demasiadas cosas que no me gustaban, pero al menos sería algo que contar en un futuro a mis compañeros. 

Lo que no me agradó en absoluto fue la respuesta de Gabriel sobre el tiempo que tendría que pasar aquí, así que apreté mi mano contra la lanza y cogí aire mientras contaba mentalmente, tal y como me había dicho Lluvia que hiciera cuando estaba a punto de perder los nervios. Más les vale que no sea mucho tiempo. No estoy hecha para vivir en un sitio así- y alguien tendría que pagar las consecuencias al final. No, no sería agradable para el que me lo niegue. 

La chica que había aparecido hacía unos minutos, con la venda en los ojos, empieza a tambalearse, acercándose al centro de la explanada, junto al monumento central, la estatua de un antiguo héroe con uniforme de ave. Se trata del mismísimo Alcotán, pero la chica no le está buscando más que para apoyarse, para evitar caer al suelo. Al hacerlo, tropieza con otro muchacho, uno vestido con un traje demasiado elegante que lleva unas gafas de pasta. El tropezón desencadena algo, la chica se deja caer contra el monumento, gritando.

¡¡NOOOOOOOOOOOOOOO!! -Comienza a gritar, al tiempo que el chaval se aparta de ella, desconcertado- ¡¡YA LLEGA, YA LLEGAN TODOOOOS!! -El profesor Valentín comienza a ordenar a todos los jóvenes de los alrededores que se aparten de ella, sin acercarse él mismo. En el tejado, un tipo rubio con un arco prepara una flecha y la tensa en la cuerda- ¡¡Demasiados, son demasiados, secuestradores que buscan el origen, el resurgir del primero, árboles que hablan y muestran la puerta, espadachines negros para matar al dragón, dioses desconocidos, tres estrellas en el cielo en busca de equilibrio, golpe de estado, un lobo sin manada, el guante perdido, la espada entre dos mares...!!

La chica grita como si estuviera en un estado de trance, mientras resbalan lágrimas negras de sus ojos cubiertos, manchando sus vendas y su rostro.

¡¡Cass!! -grita una voz femenina desde una de las ventanas superiores del edificio, al tiempo que una mujer salta por la misma con gran agilidad. Ataviada con un traje ajustado negro, la mujer despliega en el aire un látigo y lo lanza hasta enredarlo en un adorno sobresaliente de la cornisa del tejado, balanceándose con gracilidad para, en el último instante, sacudirlo y liberarlo, cayendo en un alarde de agilidad en el centro del patio, rodando por el suelo y alzándose justo junto a la chica.

¡¡Cassandra!! Cariño, soy yo, soy Lourdes... -Dice la mujer, abrazando con cariño a la muchacha mientras habla con una voz melodiosa- Ya está, todo ha pasado, regresa, escucha mi voz, regresa...

¡¡El espectáculo ha terminado!! -La voz autoritaria de otra nueva aparición hace que todo el mundo reaccione al unísono, girándose hacia la puerta principal del edificio. Allí, un hombre entrado en años a tenor de sus incipientes canas pero aparentemente en muy buena forma física, que viste un uniforme y una gabardina, observa la descontrolada situación con su único ojo, cubierto el otro por un parche.

Señorita Villalva, hágase cargo de la joven Balboa, por favor. Profesor Gutiérrez, que los alumnos de otros años acudan a instalarse en sus habitaciones. Pase revista en media hora y que todo esté en orden. ¡¡Todos aquellos para los que este sea el primer año, que se acerquen!! Mi nombre es Juan García, y soy el director de esta institución...