Partida Rol por web

La pequeña sintió el gruñido del animal -_alejate- no supo de donde venía la voz ni a quien pertenecía alcanzo a escuchar a Morgan "¡Ladfiena no!" giro la cabeza para decirle que no pasaba nada que solo estaba comiendo cuando un gruñido mas fuerte que el anterior se oyó y mas cerca cuando dirigió su vista de nuevo al animal lo tenía encima -_¡atrás!- de nuevo esa voz pero esta vez Ladfiena dió un paso atrás la garra del animal alcanzo a arrancar algunos pelos de su cabeza, dolió Rivoel empezó a entonar una canción y ,por un instante, Ladfiena se quedo quieta escuchandolo que bonita -_{¡no te quedes parada! ¡el arco! ¡dispara!}- reacciono cogió su arco y disparo haciendo caso a aquella extraña voz que, por otro lado, le resultaba sumamente familiar, disparo desde tan cerca que la flecha se clavo profundamente en el estomago de la bestia -_{¡sigue disparando!}- la situación y lo apremiante de la voz dispararon los nervios de la mediana que no tensó el arco lo suficiente y pese a acertar al animal la flecha no penetro la carne de este

El combate se desató rápidamente, casi sin tiempo a reaccionar. Nadie pudo evitar la imprudencia de la mediana y tan solo el legendario destino que los acompaña la libró de una muerte segura.

 Desde su prudente posición, el bardo empezó a entonar un canto de guerra que al instante infundió  coraje y valor a sus compañeros, haciendo sus golpes más certeros y dañinos.

Sabía que había abierto una profunda herida en la gruesa piel de la criatura por los graznidos de dolor que emitió...y sabía que se dirigía a atacarlo por la mirada que le lanzó al guerrero...pero estaría listo para atacarlo de nuevo, así que dió un paso atrás para esperar el ataque de la criatura y volver a penetrarlo con la bisarma, mientras sus compañeros seguían lanzando ataques a distancia..

Al ver como su primer intento fallaba, el mediano se movió por detrás de la semiorca hasta colocarse a la espalda del osolechuza, o al menos hasta conseguir rodearlo y flanquearlo. Sabía que si lo atacaban entre todos no debía durar mucho.

Al llegar al lugar que se había propuesto, desenvainó una de sus dagas y se la clavó con toda su saña. 

Por todas las espinas de la Rosa... ¡El hermano Códice se había quedado paralizado! Mientras sus compañeros habían reaccionado como experimentados aventureros, Códice se había bloqueado presa del horror que le había producido el monstruoso osobúho. Para cuando recuperó el control, el animal había estado apunto de arrancarle la cabeza a su pequeña compañera, que sólo se había salvado por la valiente intervención de Lance. ¡Por el amor de la Madre! ¡Reacciona, estúpido gordo culoverde!, se exhortó a sí mismo.

—¡Huye! ¡Huye, bestia inmunda! —gritó de repente el medioorco, agarrando con fuerza el símbolo y alzándolo en alto—. ¡Huye ante el poder de la Dadora de Vida, porque lo que te ha dado te lo puede quitar!

Al momento, el símbolo resplandeció, un fuerte trueno resonó por los campos de esa comarca olvidada, como si un rayo invisible hubiera caído en algún lugar cercano, y la tierra tembló brevemente, como si alguna criatura gigantesca se hubiera tratado de liberar de su prisión en las tripas de la tierra.

El impetuoso semiorco salió en defensa de la mediana, con ayuda de su Dios invocó unos poderosos truenos y sacudió la tierra, pero ese efectos solo los notó la criatura que tenía delante, sus compañeros solo veían como con gran seguridad el semiorco alzaba su símbolo sagrado enfrente del animal. Ordenaba al bicho huir lejos, fuera de ahí.

Y la madre escuchó y la bestia se alejó corriendo en cuatro patas a la mayor velocidad que pudo. Lance tuvo una oportunidad de atacarlo si quería, pero era poco probable que matara al osobúho de un solo tajo. El animal se fue y jamás regresaría a ese espantoso sitio con esas espantosos humanoides que invocaban el poder de la naturaleza.

Benen recuperó la daga que había arrojado y el grupo se dirigió a la zona donde yacía el carromato.

La carroza estaba volteada de medio lado, con los ejes rotos y las ruedas desparramadas. Habían dos cadáveres de caballos casi descompuestos y más al norte otros tres cadáveres yacían sobre la hierba, con las armas aún sostenidas en sus manos. Varias flechas clavadas sobre el suelo y algunas clavadas en el carro, indicaban que se trató de una emboscada.

Por el momento era la información que podían encontrar con los ojos, pero sin duda hallarían más en una búsqueda minuciosa, el problema era el sol que se ocultaba en el horizonte, dentro de poco la noche impediría hacer una búsqueda efectiva.

¿Buscarán rápidamente? ¿Se tomarán el tiempo para buscar? ¿Asumirán que no encuentran nada y se largan para cazar al Osobúho en las montañas?.......... Es su turno!

Rivoel agradeció a Códice que hiciera huir a la bestia. No dudaba del buen hacer de sus compañeros en combate, pero el osobuho parecía muy dañino y poderos. Seguramente se habría llevado por delante a alguno de ellos antes de morir a golpes.

Por un momento Rivoel se alegró, pues habían conseguido encontrar el carro y su teoría sobre el asalto  de bandidos cobraba forma. Pero la alegría enseguida se tornó tristeza cuando vio los 3 muertos. Sentía como si Los Compañeros de la Pluma blanca hubieran podido evitar esas muertes, pero el destino les llevaba unos días de ventaja que deberían recuperar si querían cumplir con su cometido. El bardo recitó un breve pero emotivo poema en memoria de los fallecidos antes de ponerse a inspeccionar la zona.

  Pero antes de empezar a hacer nada Rivoel pensó que no sería bueno pisar todo el terreno, pues podrían borrar algún rastro de los bandidos que debían perseguir. Antes de nada pronunció: Compañeros de la Pluma Blanca, os recuerdo  que ésta es una misión de búsqueda contra el tiempo, pues los orcos andan también tras el libro… y deberíamos intentar hacerlo todo  lo más rápido posible. Somos muchos y digo yo que alguno  puede tener la suerte de encontrar algo que nos de alguna pista sobre el libro o sus actuales dueños. Básicamente lo que debemos encontrar es el libro,  aunque sinceramente, dudo que esté aquí. Más bien lo que debemos buscar es el rastro de los asaltantes, pues deben ser sus actuales portadores. Aunque no creo que lo sean por mucho tiempo. Sabiendo que se pagó tanto dinero por el valioso manuscrito, seguramente intentarán venderlo cuanto antes para de paso deshacerse de la prueba de su crimen.

Rivoel propuso fijarse primero en las flechas, en su manofactura para saber la naturaleza y raza de sus dueños. Para esto pidió la ayuda de alguno de sus compañeros más versados en armamento que él. También en la dirección que llevaban y en arbustos o árboles cercanos, que hubieran servido de escondite y desde donde pudieran haber sido disparadas. De este modo podrían hacerse una idea de cuántos bandidos asaltaron el carro. Tras eso y aunque algo le decía que la búsqueda del libro no terminaría allí, empezaría a buscar por el carro algún lugar donde pudiera estar escondido. Quizás los bandidos sólo buscaban el oro que incautamente el hombre del carro había mostrado en el pueblo y no se preocuparon mucho por buscar el libro. Todo esto de la mano de los rastreadores del grupo, que sabrían por donde pisar para no estropear las posibles señales y rastros de la zona.
 

Apenas El bardo terminó de pronunciar su discurso y propuestas pronunció inesperadamente: - Esperad...!!!

Unos pocos segundos pasaron mientras Rivoel frunció el ceño, su gesto de tornó perspicaz y comenzó a rascarse la cabeza, como intentando recordar algo. De pronto, una tenue sonrisa empezó a crecer en sus labios hasta que dijo:

- Claro...!!! así todo encaja...!!!! El carro pasó por el puente de la serpiente pagando unas monedas de oro. Seguramente su incauto dueño, al sacarlas, mostró sin querer la gran cantidad de monedas que llevaba, como hizo en el pueblo. Eso llamaría la atención de los Hobgoblins. Los seguirían y rodearían el pueblo  esperando a que el carro lo cruzara para asaltarlo. Eso explicaría la extraña desaparición de las malvadas criaturas. Además, Benen dijo que tenían arqueros y esto está lleno de flechas.... todo encaja, no creéis...? Dijo Rivoel con entusiasmo.

La huída del osobúho fue recibida por Códice con un suspiro de alivio, no sólo por el peligro que el animal suponía para sus amigos, ¡sino también por el peligro que sus amigos suponían para la bestia! Códice entendía que los osobúhos eran peligrosos y a veces había que usar la fuerza letal contra ellos, pero no eran malvados y sí criaturas de la Diosa.

Cuando encontraron los cadáveres de los ocupantes del carro, a Códice le vino a la memoria aquella cabaña de labradores, reducida a escombros y cenizas al igual que sus habitantes (víctimas del chamán orco Sol Uk Makum), que habían encontrado decanas atrás, cuando su aventura aún estaba comenzando. Desde aquella Códice había vivido, padecido y madurado mucho, pero la visión de los cuerpos de aquellos inocentes le produjo la misma compasión que entonces. Con la voz algo cogida, el sacerdote mestizo informó a sus compañeros:

-Amigos, cuando hayamos terminado las pesquisas, enterraré los cuerpos y celebraré los rituales funerales.

Lo que pensaba hacer, a falta de palas, era lo mismo que había hecho con la familia de la casa de las colinas: cubrir  los cuerpos con pesados cascotes para que las bestias del bosque no devoren los cuerpos y rezar a la Gran Madre para que reclame a sus retoños y los proteja de la nigromancia. Cuando Rivoel expuso su teoría, Códice pensó en voz alta:

-¿Pero por qué harían eso? ¿Por qué no capturarían al carro en Puente de la Serpiente y lo dejarían llegar hasta aquí? No tiene sentido: tenían la oportunidad, mientras que si los dejaban pasar el carromato podía llegar a Fuertenuevo, tomar un camino imprevisto, conseguir escolta... ¡No ganaban nada!

La pelea con el osolechuza había acabado de forma prematura. No era algo que preocupase al mediano, por lo que recuperó su daga y se acercó al carro. Escuchó atentamente a los demás mientras revisaba el carro. Cogió una de las flechas para contrastar su tamaño con el de las que había visto previamente y empezó a inspeccionar la zona de un rápido vistazo. Sabía que aquello no daría para mucho y prefería tomarse su tiempo para revisar bien el carro, pero no todos parecían estar de acuerdo.

-A no ser que alguien los contratase para ello o que siguiesen órdenes... o que encontrasen el carro mientras se dirigían a puente de serpiente.-Apostilló el mediano.-Puede que buscasen el libro y no lo encontrasen, por lo que habrían seguido hasta el puente en busca de otro carro y luego se habrían marchado al no encontrarlo. Habría que examinar los cadáveres de los hombres para ver si están todos los que iban en el carro. Además convendría revisar el carro para ver si el libro sigue aquí y enterrar los cadáveres de humanos y animales para que no atraigan a seres como el que acabamos de encontrar... y ver lo que dejaron no estaría de más.

Justo cuando Morgan estaba llegando a su destino, oyó a Códice gritar mientras se acercaba al animal sujetando firmemente el símbolo de la rosa de madera frente a sí. Con la excitación del combate y la sangre golpeándole en las sienes la guerrera no llegó a entender sus palabras, pero lo que debió hacer funcionó ya que la bestia dejó de gruñir, dió media vuelta y huyó del lugar.

Sin un objetivo hacia el que dirigir la tensión de sus músculos, la mestiza soltó un rugido gutural mientras dejaba que éstos se relajasen y envainaba el arma. Con el corazón todavía acelerado retrocedió varios pasos y recuperó la lanza que había clavado en el suelo instantes antes, le dió unos golpes contra su bota para quitarle la tierra del extremo que había sido enterrado y volvió a unirse al grupo justo a tiempo de oir la perorata de Rivoel.

Con su primera frase ya despejó la duda mas importante de la guerrera, resulta que no buscaban a unos amigos sino al dichoso libro, que parece que también quieren unos orcos, pensó archivando toda la información; éste no era el momento oportuno pero, si iba a acompañarlos, necesitaba saber por qué luchaba y a qué se enfrentaba. Conforme el bardo seguía hablando su mirada se paseó por los alrededores en busca de alguna pista de los salteadores, tanto de su identidad como del camino seguido para su huida; es entonces cuando se dió cuenta de que los tres cadáveres de los humanos que iban en el carromato, descansaban un poco mas lejos con los cuerpos atravesados por flechas. De repente Rivoel propuso una interesante teoría, pero lo que se imaginaba el elfo no coincidía con la información que le habían dicho esa mañana los lugareños de Fuertenuevo y cuando Benen aumento las elucubraciones de esa teoría, se decidió a hablar.

- Según los exploradores humanos, los hobgoblins se alejaron en dirección a las colinas del valle. - comentó sin mirar a nadie en particular, dado que ella no conocía lo suficiente la zona y no sabía quién de sus compañeros sí, acto seguido se dirigió a Códice - Si quieres te ayudaré con los cuerpos, me temo que en las demás tareas no puedo ser de gran ayuda. Eso sí, para hacer noche deberíamos alejarnos de este lugar.

A pesar de que su visión no se veía entorpecida por la falta de luz, nunca se había interesado por la búsqueda de pistas; a ella siempre le tocaba el trabajo físico y esa tarea recaía sobre otros hombros.

Morgan, ¿ Quién y cuándo te dio esa información sobre los hobgoblins? Si no me equivoco, las colinas del valle deben ser las montañas, justo en la dirección en la que vamos.

-A veces surgen pequeñas colinas en el centro de los valles.-Apuntó Benen sin dejar de rebuscar.-Los ríos las van modelando con el paso de los años a la par que a valle... Las colinas podrían estar en otra dirección diferente. ¿Alguien conoce el valle o podría conseguir un mapa?

Ajena a las explicaciones de sus compañeros y dado que los debates la aburrían sobremanera Ladfiena abordo el carro arrugando la nariz por el olor mientras buscaba entre los restos cualquier cosa interesante

Códice agradeció la ayuda de Morgan y se puso manos a la obra. Mientras movía uno de los cuerpos a un lado del camino, escuchó la conversación entre Benen, Rivoel y Morgan acerca de los hobgoblins. Dispuesto a aportar su granito de arena a la discusión, dijo:

—Las únicas colinas a las que pueden haberse referido los exploradores son las Colinas de la Daga, al este —aclaró el mestizo para Rivoel y Benen—. Fue allí donde la alimaña de Sok Ul Makum nos capturó y donde ese caudillo orco está reuniendo su plaga de langostas. —Hablaba al tiempo que adecentaba el cuerpo de uno de los escoltas muertos y lo ponía en una posición digna.— No soy de aquí, sino del Valle de la Sombra, al suroeste, pero incluso allí, cuando hablamos de “las colinas”, nos referimos a las Colinas de la Daga.

La guerrera dejó su lanza apoyada en una piedra, a mano por si recibían alguna visita indeseada, y ayudó al clérigo en la tarea de tansportar los cadáveres y ponerlos en un lado del camino en una posición digna del descanso eterno. Mientras tanto Rivoel y Benen elucubraban la posible ubicación de las Colinas.

- Los lugareños de Fuertenuevo, - contestó a la pregunta de Rivoel - esta mañana cuando he salido a dar una vuelta he preguntado cómo fué que Puentedeserpiente estaba vacío, si los habían echado; pero resulta que no, que estaban preparándose para una ofensiva, tanto desde la aldea como de la capital, y recuperar el pueblo cuando los exploradores anunciaron que los hobgoblins se iban.

Acabó de dejar el último cuerpo que había cargado en el suelo y, cogiendo de nuevo la lanza para apoyarse en ella, se quedó mirando como Códice lo adecentaba, entonces el mestizo hizo una aportación a la conversación para aclarar lo que Morgan sospechaba. Parecía claro que los hobgoblins no podían haber hecho el ataque, pero antes de dar tal afirmación por cierta esperaría a las palabras del mediano sobre la manufactura de las flechas.

El guerrero se defraudo de ver huir al osobuho, ya que el combate con el le habia despertado su sed de lucha...sin embargo, al cabo de un rato se alegró de que el clerigo hubiera lanzado el conjuro, pues esas criaturas representaban un gran peligro, que pudo haberlo lastimado severamente con sus garras...

Cuando termino el combate, se reunió con sus compañeros para debatir acerca de lo que harían...Sera mejor apresurarnos, no creo que sea buena idea pasar el resto del dia registrando el carro...no creo que los asaltantes hayan dejado algo de valor aca, mucho menos el libro.

Seguidamente cogió las flechas y se puso a examinarlas detalladamente, esperando descubrir algo que indicara su procedencia.

-O si, los dioses saben.-Respondió el mediano.-¿Por casualidad nadie podrá sentir alguna vibración mágica, verdad?-Preguntó esperanzado. Había oido que los conjuradores a menudo sentian la magia, por lo que esperaba que eso pudiera acercarles al libro... si es que había magia en él.-Yo creo que lo más sensato es hacer noche cerca, aunque no mucho, y registrar detenidamente el carro y los cadáveres. Algo aparecerá, seguro.

El silencio del lugar solo fue interrumpido por el canturreo de los pájaros que cantaban su nota final antes de irse a refugiar en sus nidos. La teoría del bardo sobre los Hobgoblins no parecía descabellada en primera instancia, pero los tiempos no cuadraban, hacía ya casi un mes que el carromato había sido atacado y para entonces, los Hobgoblins aún estaban en puente de la serpiente y allí permanecieron un par de dekhanas más. Muy remota la posibilidad que fueran culpables, pero no del todo imposible, total, había algo muy extraño en el modo en que operaban estos goblinoides. No eran normales.

Códice recibió unas palmaditas en sus hombros de aprobación sobre su gran acto, aun cuando el semiorco le diera todo el crédito a la gran dama, no dejaba de sentir cierto alivio por haberla espantado antes que la criatura o sus compañeros salieran lastimados. Pero no era un regocijo total lo que sentía el sacerdote, la compasión lo acongojaba y el pesar por los inocentes cadáveres que yacían en el suelo semidescompuestos achicaban su corazón. Se quedó observando un momento el simbolo sagrado que tenía entre sus manos, el mismo muñón de madera que había tallado Ladfiena para él, inmediatamente comprendió que el verdadero poder de los dioses venían de esos pequeños gestos. Chauntea jamás le exigiría un simbolo ostentoso y comprendió enseguida que ese simbolo que portaba, aquel rústico trozo de madera toscamente tallado, era del total agrado de su Diosa.

Ladfiena por su parte, empezó a escarbar primero que todos sobre el carromato, hurgando como un gato con algo desconocido. Rivoel, Lance y Benen se le unieron rápidamente mientras códice y Morgan recogían los cuerpos y Fewyhn vigilaba las inmediaciones. En el cielo naranja libre de nubes pudieron observar una figura sobrevolando el lugar, parecía un buitre, un buitre solitario..... o quizá un águila, era difícil determinarlo, pero entonces pensaron en las palabras de aquella lechuza mágica de Shaibar. "Ella los estará observando", ¿quizá esa era la forma en que los observaba? ¿O quizá simplemente era un ave sobrevolando el valle?... No tenía gran importancia, pero el recuerdo de aquella hechicera Elfa Alada los reconfortó y los animó a seguir con su cometido.

El carro era un desastre y no había absolutamente nada de valor, todo el contenido que llevaba fue revolcado y estropeado, quizá transportaban algunas cosas de valor, pero los asaltantes se habían asegurado de llevarse esas cosas con ellos. La búsqueda más profunda junto al conocimiento de Benen y Ladfiena y algun aporte de Fewyhn pudo determinar que los hombres descansaban en ese lugar cuando fueron emboscados a punta de flechas que se esparcieron por el terreno e impactaron el carro, los hombres apenas y tuvieron tiempo de desenvainar las armas y no mucho más, las flechas habían extinguido la vida de los tres encargados de transportar las mercancías al monasterio.

Al parecer el carromato fue volteado después del incidente, quizá para revisar por debajo en busca de compartimientos escondidos, a leguas se reflejaba que los asaltantes eran ladrones y no vulgares asaltacaminos. Y eran bastantes, o al menos contaban con sujetos fuertes, voltear un carromato no era tan sencillo.

Las flechas eran de acero, no eran muy pulidas por lo que no fueron forjadas por un armero profesional, quizá alguien con conocimientos en herrería básica, pero servían su propósito, lo evidenciaban los cadáveres.

En cuanto a las huellas o rastros, todo era un caso perdido, lo que sea que hubiera venido, el tiempo, el viento y el agua habían hecho que su rastro se extinguiera y la yerba creciera.

La búsqueda no había arrojado datos contundentes ni indicios de quién o qué pudiera haberlo hecho, habían llegado a un camino sin salida. ¿Ladrones? seguro habían sido, pero los ladrones pululaban en cataratas y en las minas abandonadas de las montañas, sería buscar una aguja en cien pajares. Por un momento se sintieron perdidos, pero afortunadamente contaban con la buena visión de Benen.

Algo destelló en el suelo, entre la maleza y el mediano lo percibió de inmediato, naturalmente fue a investigar y encontró una daga dorada, perdida entre la maleza. Una daga bañada en oro y con una inscripción en el extremo de su pomo: Una garra felina.

Rivoel conocía ese símbolo, podría estar casi seguro que se trataba del estandarte de los pumas negros, una banda de ladrones que operaba en las cercanías de Quark, la villa minera, una villa fronteriza con un alcalde puesto por Randal Alba, pero todos sabían que mandaba el crimen organizado camuflado en 'agentes mineros'. Poco más se sabía sobre esa peligrosa villa ubicada en el norte, sobre las montañas boca del desierto.

Las opciones no eran muchas ¿irían directamente a Qark a investigar?¿Reunirán más información en hondonada de Anathar?¿Renunciarán a su misión?....

Es su decisión!

Tras examinar la daga dorada, Rivoel no tenía ninguna duda. Debían encaminarse cuanto antes hacia Quark y dar con la banda de los pumas negros antes de que se deshicieran del libro. ¿ Para qué querrían unos bandidos un libro así? quizás hubieran recibido el encargo de robarlo y tendrían que investigar quién era el interesado. Si simplemente lo habían tomado como parte del botín, seguramente lo venderían pronto al mejor postor.

Debían dirigirse directos a la población minera, pero visitarla con cautela, pues estaba llena de malhechores y ladrones bien organizados.

Rivoel propone entrar en la ciudad cada uno por separado o en parejas para llamar menos la atención.