Partida Rol por web

La guerrera miró a Lirian con seguridad en su mirada.

-Si mi cabeza no está en su sitio será El Puma quien cumpla. -a pesar de sus palabras nada en su postura decía que tomaba eso como una opción.

Morgan entendía al norteño y por eso se aproximó a él cuando se sentó y puso una de sus manazas en su hombro.

-No he tenido un abrazo mortal en un lago subterráneo con un dragón negro para perder ahora a los compañeros. Conseguiremos nuestro empeño pero hemos de ser rápidos. 

En sus palabras no había una fe ciega, si no un convencimiento de que su plan era bueno y cuánto antes lo pusiesen en marcha mejor.

El contacto de la enorme mano de Morgan en su hombro le hizo ponerse rígido como una vela por el hecho de no lo esperarlo. Devolvió la vista a su compañera y la mantuvo unos instantes, tras ello la bajó avergonzado, arrepentido por muchos de los pensamientos que habían cruzado por su mente. ¿Y si era él el único que se estaba equivocando en todo aquello?

Volvió a sacudir la cabeza pero esta vez para alejar del todo las brumas que habían crecido en ella. Al fin asintió y volvió a incorporarse junto a su compañera, a la que pudo volver a mirar a la cara. - Tienes ra...razón. - Le susurró, aferrando fuertemente su musculoso antebrazo. Tras ello se volvió al resto. - To...todos tenéis ra...razón, lo lo lo siento. Soy yo el que... que... que se equivocaba.

Agarró su petate y se lo echó al hombro. - Es hora de ponerse en marcha.

Rivoel esperaba paciente a la vez que  temeroso la reacción de sus compañeros. En el fondo entendía la desconfianza hacia Kraum, pero ellos no habían podido entrar en el corazón del alguacil como el bardo lo había hecho. Durante toda esta aventura el semielfo se había pegado a Kraum a sabiendas de que era clave para vencer a El Puma. Le había costado mucho ganarse su confianza y respeto. Kraum había demostrado arrepentimiento y no era justo dejarlo allí atado como  un animal.

Parecía que las palabras de Rivoel había calado en sus compañeros y uno a uno fueron mostrándose partidarios de dejarlo ir libremente, cosa que tranquilizó al bardo. Cuando todo parecía más calmado volvió a hablar para intentar convencer a Lirian y Morgan, pues parecían claramente  los más contrarios a que Kraum marchase libre.

Amigo Lirian, no se trata de tener razón o estar en lo cierto. Se trata de lo que es justo, de lo que cada uno merece, de lo que uno da y recibe a cambio, de lo que es la vida misma. Como siempre, el tiempo y los dioses pondrán a cada uno en su lugar. Pero estoy seguro que después de lo que Kraum nos ha desvelado, su sitio no es el tronco de un árbol. Nos ha desvelado toda una serie de secretos para asegurarse la derrota de El Puma porque se ha dado cuenta de que en el fondo no es su señor, sino su enemigo. Lleva años subyugado a sus deseos y caprichos, lo ha engañado a base de unas riquezas miserables y una autoridad que no es real, conseguida con sangre, muerte y traiciones. Por culpa de El Puma Kraum no es libre, todos en Quark quieren verlo  muerto, esa es la fama que tiene después de tantos años. Ahora ha visto la luz, se ha dado cuenta  de que hay otro modo de conseguir lo que uno desea. Respetando, ayudando y tolerando a los demás se pueden conseguir tantas o más riquezas que con El Puma, pero sobre todo algo más importante. Se consigue la libertad. La libertad de poder disfrutar de esas riquezas sin miedo a que tu propio compañero te la juegue y te despoje de ellas matándote si es necesario.

Comprendo vuestros temores, pero sería de estúpidos intentar ganarte la confianza de un figura tan cruel como la de  El Puma diciéndole que le has traicionado, acto seguido acabaría contigo y no creo que Kraum vaya a hacerlo ¿ Verdad que no amigo? - en ese momento, los persuasivos ojos del bardo se clavaron en los del alguacil, atrapándolo con la mirada- Con este último gesto te hemos demostrado todo aquello que puedes conseguir alejándote de El Puma, de sus métodos, artimañas, engañifas y malas artes. Como has visto puedes conseguir tanto o más, pero además tienes algo, algo más que él nunca te dará, respeto y reconocimiento allá donde vayas. No desperdicies esta oportunidad, pues como ya has escuchado no tendrás otra. Prueba traicionar nuestra confianza, intenta sacar partido de esto y Vizco Kraum será un mal recuerdo del pasado. Ya no hay vuelta atrás, ya has hecho lo que tenías que hacer y solo tienes un camino posible. Disfruta del tesoro ganado y de la libertad conseguida. Dime que así lo harás.... ¿Lo harás...? 

Respiré aliviado al ver que no habría un nuevo enfrentamiento por Kraum. El que había habido entre los dos paladines por los orcos del Colmillo de Piedra había sido más que suficiente. Nuestra empresa era demasiado importante como para que la hierba de la discordia germinara en la huerta de nuestra unión. Eso no impedía que entendiera el malestar de Lirian, sus motivos, pero las palabras de Rivoel me habían conmovido. Sentí un gran alivio.

Quien también sintió alivio era Kraum. Pude verlo en sus ojos, en su postura, en todo. Durante unos instantes, el pobre tipo debió de verse atado a un árbol y siendo devorado por los lobos en medio de la fría noche de las montañas. Pero el alivio no fue absoluto, pues percibí como tragaba saliva y se ponía pálido al escuchar la amenaza de Morgan, y luego de nuevo cuando ella y Rivoel le hicieron notar que ninguna traición le libraría de la furia del Puma.

—E-escucha, bardo —contestó Kraum cuando Rivoel terminó nuevamente de hablar, interpelándole. Las palabras del mestizo le habían conmovido, pero aún estaba nervioso.— 'Cuchazme todos: pienso alejarme de aquí y no volver jamás... ¡Podéis 'tar tranquilos, j-joder! Y no pienso dejarle al Puma ni una sola pista de adonde voy… Pensaba ir al Mar de la Luna, pero ahora que lo sabéis y que él pue' sacároslo, ya no.

Durante unos instantes, se removió inquieto en su sitio, mirándonos rápidamente a cada uno, quizás tratando de asegurarse que no había trampa ni cartón, que le dejaríamos ir. Entonces, repentinamente, se acercó hasta Rivoel y le puso una mano en el hombro.

—Óyeme, bardo —comenzó, humedeciéndose los labios, agitado—. Tú eres un tipo listo, se nota, y legal… —Sonrió mecánica y torpemente.— Vais morir allí dentro, ¿me oyes? —Su sonrisa se borró de su cara. Nos miró fugazmente. Estaba enfadado y asustado. De nuevo, miró a Rivoel.— ¡Al carajo el libro ese y to' este puto valle, bardo! ¡Ve-vente conmigo! Me vendrá bien un pico fino como'l tuyo, amigo... —Sonrió de nuevo levemente, dolorosamente: una máscara que ocultaba su miedo.— ¡Nos irá bien juntos, donde vayamos! ¡Vamos! ¿Q-qué me dices? —preguntó finalmente, expectante.

Tuviste la sensación de que Kraum no estaba ocultando nada.

Supe que aquel sería la última vez que veríamos a Kraum: fuera lo que fuera lo que le contestara Rivoel -lo más parecido a un amigo que había tenido el ex-alguacil en su triste vida, probablemente-, estaba a punto de coger sus cosas y desaparecer. Era doloroso de ver, así que centré mi atención en la montaña. Podía ver desde donde estábamos el peñasco aguas arriba donde comenzaba la senda, pero no la senda en la ladera, ni la cueva; sólo matorrales, rocas, pájaros. Era una senda de animales: ¿qué podía esperarse?

—¿Nos ponemos en marcha o esperamos al anochecer? —pregunté a mis compañeros un rato después de que Kraum hubiera desaparecido.

-mejor que nos pongamos en marcha, no hay razones para esperar alejados de la entrada y de ese modo podemos examinar antes la entrada en busca de trampas que puedan avisar al Puma, no puede pasar nada peor que entremos esperando sorprenderle y seamos los sorprendidos

Dorn avanzo un poco mientras su pesada armadura resonaba al golpear entre si los metales, un sonido limpio pero perfectamente audible

Rivoel tomó la mano de Kraum y lentamente la estrechó entre las suyas dándole pequeños golpecillos.  Vizco, gracias por preocuparte por mí, pero mi sitio está aquí. Le debo mi vida a la persona que necesita ese libro. Llevo mucho tiempo detrás de él y  Amigos míos han perdido la vida en su búsqueda... No cesaré hasta conseguirlo. Si muero en el intento ya no importa, pues en realidad yo debí morir hace mucho tiempo. Alguien me dio la oportunidad de vivir a cambio de obtener ese libro y solo cuando lo consiga empezará mi nueva vida. Te prometo que cuando llegue ese día podremos viajar juntos donde desees, pero hasta entonces me debo a mi destino. ¿ Y por qué no...? Por un momento a Rivoel se le pasó por la cabeza convencer a Kraum para que les acompañara a combatir a El Puma, pero pronto comprendió que eso sería demasiado para sus compañeros. También para Kraum. Mejor dejar las cosas como estaban y que el destino pusiera cada uno en su lugar. ¿ Por qué no te busco cuando todo esto acabe? Si todo sale bien podrás decir tu nombre bien alto sin miedo a ser odiado, no tendrás que andar escondiéndote como un proscrito. Así podré dar contigo y ver si tienes razón en eso de que nos irá bien juntos. Ahora ve libre. Recuerda que una vez ayudaste a Los Compañeros de La Pluma Blanca, te servirá cuando alguien desconfíe de ti. Que tengas buen viaje, Vizco Kraum. Y lentamente soltó la mano de mestizo para que pudiera iniciar su camino 

Sí, avancemos cuanto antes.- respondió a sus compañeros

Ante las advertencias y palabras que Vizko dedicó a Rivoel la guerrera asintió, no iba a hacerle caso, pero su preocupación por quien debía ser la única persona que le había tendido la mano le honraba a ojos de Morgan. Sin pensarlo dos veces, por si cambiaba de opinión, se acercó al mestizo y le tendió la mano.

-Hazle caso y vivirás mucho y feliz.

Tras la marcha del guía la mujer achicó los ojos en dirección a su destino, se acomodó los pertrechos y se dispuso a avanzar la primera.

-Día o noche da igual, rápido.

Seguía completamente avergonzado y las palabras de Kraum pidiendo a Rivoel que lo acompañase no hicieron el sentimiento mucho más llevadero. No obstante, aquel ofrecimiento al bardo también le hizo que algo se revolviese en su interior. ¿Y si los estaban esperando? ¿Y si aquella muestra de sinceridad hacia el único que el alguacil podía considerar un amigo era una petición velada para que no continuase con ellos? ¿Y si...? Volvió a sacudir la blanca melena y apartó aquellas dudas por el momento.

Tímidamente, dio un par de pasos hacia adelante y se colocó frente a Kraum. Bastó un escueto «Lo siento» para despedirse de él. No iba a decir cosas que no sentía, no quería mentir, pues no estaba acostumbrado a ello. Tras ello, y para no alargar aquella incómoda situación, se giró y volvió la vista hacia la senda marcada.

Sí, ponga...pongámonos en marcha cu...cu...cuanto antes. - Quería quitarse las dudas sobre lo que les deparaba aquella última parte del camino. Quería confirmar o dejar a un lado todas aquellas sospechas que no hacían más que nublar su mente.

Algo en las palabras de Rivoel me emocionó: «Debí morir hace tiempo». Y era cierto: Shaibar nos había dado una segunda oportunidad para la ayudáramos a salvar el Valle. La deuda contraída era ineludible. Aquella idea me llenó de determinación.

Declinada por Rivoel su propuesta, Vizko no insistió: sólo apretó los labios, tragó saliva y le miró con tristeza, miedo, rabia. El bardo había hablado con decisión y sosiego, inconmovible, de forma que era obvio que de nada servía replicar. Kraum no se despidió, ni nos respondió, sino que cogió sus cosas, nos miró a todos por última vez y se marchó sin mirar atrás. Al poco, desapareció por un quiebre del terreno. Tardamos en romper el silencio.

Antes de partir de la arboleda, escondimos gran parte de nuestro tesoro, incluyendo las piezas del dragón, aunque Torn se quedó con el odre de sangre. Todo lo metimos en una especie de madriguera vacía que encontramos entre los árboles, estrecha pero suficientemente profunda, y que nos ocupamos de bloquear después. Me pregunté si aquellos trozos malolientes de carne de dragón atraerían a los animales o el olor los asustaría.

Durante el ascenso, por aquella ladera de roca y matorral, tuve la sensación constante de que alguien, de un momento a otro, nos iba a descubrir. No ocurrió nada de eso. El carnero trataba de mantenerse cerca de nosotros, pero nuestro lento avanzar parecía exasperarle, y era frecuente verle alejarse, subiendo o bajando las paredes escarpadas con una agilidad sólo un poco menor que la de sus congéneres de menor tamaño.

Una vez alcanzamos la mitad de la montaña, tras una o dos horas de caminata, sólo nos llevó un rato encontrar la gruta señalada por Kraum. La apertura, oculta por un hundimiento de la pared y una gran lasca plana, invisible desde el valle, era de escasa altura y muy ancha al principio. Profundizando un poco, la oscuridad y el frescor ya eran notables. Una rápida inspección por parte nos permitió descartar la existencia de trampas en el umbral. El túnel era una senda quebrada, de altura y anchura variables, subiendo y bajando por las tripas de la montaña. No se veía su final.

Me dispuse a lanzar mi oración de silencio sobre un pedazo de madera atado a las lanas de Snarruk, pero una súbita reflexión me detuvo.

—Esperad: ¿y si la cueva del Puma está demasiado lejos? —Con horror, cai en la cuenta de que no habíamos preguntado a Kraum al respecto.— Esta magia se mustiará en un santiamén.

Morgan avanzaba a buen ritmo, mas despacio que el carnero pero sin resoplar, no se fijaba en nada que no fuese el siguiente paso y en si había algún ruido que no debía estar. Cuando llegaron a la entrada de la gruta se aseguró que llevaba todo en su sitio, bien sujeto y a mano, y cuadró postura para avanzar.

La pregunta del clérigo hizo que volviese la cabeza para mirarlo.

-No lo hagas. Mejor aprovecharlo cuando estemos dentro para que no salgan sonidos hacia el resto de las cuevas. -O en el peor de los casos para hacer otro más útil. 

No es que fuese una agorera, es que prefería ser consciente de lo peor que podía pasar, aunque esperase lo mejor.

Estoy de acu...acuerdo.  -Susurró asomándose desde detrás de Códice para examinar el tramo de senda que tenían por delante. Lirian, que no era no era alguien versado en la magia, fuese ésta del la clase que fuese, tampoco había reparado en que aquel hechizo pudiese desvanecerse antes incluso de alcanzar la entrada. Sólo había estado bajo los efectos de aquel incómodo silencio una vez en su vida y esta había sido dentro del complejo de laberínticos túneles que habían dejado atrás hacía únicamente unas horas.

Po...podría acer...acercarme. - Comentó más como un pensamiento que un ofrecimiento tácito. Desenfundó la cimitarra y embrazó el pesado escudo, el cual había quedado seriamente afectado después de su encuentro con el dragón.

Dorn se acerco a Snarruk mirándolo fijamente - ¿crees que puede entrar ahí y volver diciéndonos cuanto hay hasta la puerta? - estaba seguro de que el carnero le entendía pero ¿serían capaces ellos de entenderlo? una cosa estaba clara, nadie sospecharía de un carnero en caso de riesgo, solo tendría que salir corriendo atrayendo a un infortunado perseguidor

Convinimos en que sería mejor que yo reservase el poder de la Diosa para más adelante. No es que los dioses sean tacaños con su magia, pero acceder a los poderes que conceden requiere intensa comunión, y son nuestras limitadas mentes mortales las que deben retener esa magia hasta que llegue el momento apropiado de liberarla. ¡Qué distintas habrían sido tantas historias si las cosas fueran diferentes!

Lirian se ofreció a adelantarse, pero tuvimos que señalarle que no podría llevar luz consigo, no fuera que el Puma estuviese en sus estancias y se percatase de su presencia.

Por su parte, Dorn se propuso que el carnero gigante nos hiciera el trabajo. En un primer momento, la bestia mágica sólo agitó la cabeza, como negando o no entendiendo, pero tras insistirle, comenzó a descender por la gruta, sus pezuñas resonando en el irregular túnel de piedra hasta que dejamos de oírlas. Al cabo de un breve tiempo, Snarruk reapareció en la entrada de la cueva y resopló. Dorn se acercó a él para tratar de averiguar lo que fuera que el animal hubiera descubierto.

—Si ha llegado a la cámara —expliqué a mis compañeros—, mi conjuro entonces será suficiente...

Pero... ¿Era posible que la cámara estuviera tan cerca?

Al acercarte a Snarruk de nuevo, percibiste en el animal un nerviosismo, un leve miedo primario, más bien una especie de alerta, como si hubiera algún tipo de peligro -¿un depredador?- allí dentro, o al menos un riesgo razonable, un temor a lo desconocido. No pudiste decir si el animal había llegado hasta el final del túnel o simplemente hasta cierto punto y luego había vuelto.

-No ha llegado- el enano se devanaba los sesos intentando dilucidad lo que había sentido, pero de algo estaba seguro, no era triunfo, miró la entrada de la cueva y pensó mientras empuñaba su arma, acto seguido rió.

-hemos sido unos estúpidos, alguien tan confabulador como el puma no va a dejar su única vía de escape sin ninguna protección- volvió a mirar el carnero mientras su mente encajaba las piezas como en un puzzle -ahí hay algo, una trampa o algún animal que guarda la cueva yo lo que haría es lo siguiente- explico su plan para localizar lo que fuese que había alarmado al carnero, el mismo y Abrahel abrirían la marcha con los escudos en ristre Morgan y el carnero irían tras ellos, Morgan fijándose en el carnero para avisar cuando empezara a ponerse nervioso, justo detrás Códice lanzando una piedra cada poco para que el ruido de la misma delatase cualquier oquedad y cerrando la marcha Rivoel y Lirian. 

Morgan esperó cambiando el peso de una pierna a la otra mientras Snarruk se alejaba, cuando volvió tan pronto primero se alegró pero después sus cejas se fruncieron. El enano tenía razón, había tardado demasiado poco, algo había pasado. Asintió a varias partes del plan del paladín y en otras su cabeza se meneó, dando a entender que tenía otra opinión, cuando Dorn acabó su exposición pasó a decir aquello en lo que no estaba totalmente de acuerdo.

-Dada tu conexión con él -su mentón señaló al carnero, no sabía si dirigirse al animal como tal o como el enano que se les había mostrado -mejor tú lo vigilas y yo voy unos metros por delante mirando si hay trampas, como hicimos en la fortaleza. Quizás lo único que ha pasado es que se ha topado con una puerta.

No lo creía pero pensaba que había que ser positivos, sabiendo qué era lo peor que podía pasar pero esperando lo mejor.

Las esperas le ponían de los nervios, y más sabiendo que lo que quiera hubiese allí dentro podría estar aguardando su entrada. Con aquella inquietud creciente en su interior, Lirian lanzaba constantes miradas hacia atrás, llegando incluso a aprovechar la ausencia de Snarruk para alejarse unos pasos siguiendo el camino que les había llevado hasta allí por si había enemigos siguiendo sus pisadas. No podía contar las veces en que se había sorprendido a sí mismo pensando en dónde estaría el antiguo alguacil.

Cuando el carnero regresó, el norteño respiró aliviado. Se acercó a toda velocidad para encontrarse con la noticia de que el animal no había podido descubrir mucho más de lo que ya intuían: que el Puma no era tonto. Con la cimitarra aferrada con fuerza, Lirian confirmó su acuerdo con el plan propuesto por Dorn. - Que así sssee...sea.