Partida Rol por web

Mientras mis compañeros tomaban posiciones, aproximándose al Puma con determinación, vi como los rostros del villano y su acompañante seguían alterados, el de ella chillando, el de él blasfemando y vociferando.

—¡MALDITAZ RATAZ ZIN PALABRA! —le escucharon decir mis compañeros, su rostro convertido en una máscara de ira, su voz imponiéndose ante los agudos chillidos de la mujer—. ¡Nunca debí fiarme! ¡PUMAZ NEGROZ, A MÍ! ¡A LAZ...! —Su grito se cortó cuando tiré de la cuerda: la expresión pasó a ser de miedo y asombro—. ¡NO! ¿¡QUÉ HACEZ…!? —No tardó en comprenderlo.— ¡MALDITO KRAUM! ¡HIJO DE MIL PUTAZ MAL PARIDAZ! —El terror asomó a sus ojos cuando Lirian tiró de la cuerda. No lo escuchamos, pero todos notamos en los pies la vibración de un fuerte golpe.— ¡NO! ¡NOOO! —rugió. ¡Su futuro se ponía muy negro por momentos!— ¡CÁLLATE, EZTÚPIDA! —gritó a la mujer, que le hizo caso omiso—. ¡No me habéiz venzido, guzanoz! ¡NO AÚN!

Al tiempo que decía estas palabras, alzó frente a sí con sus dos manos lo que había cogido de su mesa: un colgante. Era cuadrado y plano, algo más pequeño que la palma de su mano, verde como el bronce oxidado, y con relives que no pudimos apreciar bien.

—الوقوف ، ابن مالك جميع الأحجار الكريمة ، سليل مملكة الأرض! —ordenó en una extraña lengua con la baratija frente a sí… ¡Y la rompió en dos mitades!

Un extraño temblor se extendió por el suelo bajo nuestros pies. Al principio, pensé que la caverna se desmoronaba, pero entonces las alfombras junto a mis compañeras comenzaron a abultarse, y luego a alzarse y rasgarse y caer a los lados, dejando ver la gruesa columna de roca y tierra que emergía del suelo y se elevaba hasta sobrepasar al más alto de los orcos. Dos protuberancias brotaron a un lado y a otro de esa cosa, y comenzaron a moverse espasmódicamente. Su mitad inferior se partió entonces a la mitad, verticalmente, y una de las mitades se flexionó y se separó del suelo, para luego volver a caer con un golpe que puso fin a los temblores. ¡El Puma acababa de invocar a un elemental de tierra!

En ese momento, una sombra cuadrúpeda emergió como un látigo del túnel misterioso a nuestra derecha, soltó un agudo rugido y miró en todas direcciones. Apenas un instante después, el Príncipe -pues no era otra cosa que la «mascota» del bandido- se arrojó sobre Lirian, que en esos momentos se interponía entre él y su amo. Por suerte, el norteño tuvo los reflejos suficiente para volverse y detener las dos zarpas del felino con su escudo.

Mientras tanto, mi mirada viajaba indecisa entre la criatura y el Puma, que ahora alargaba la mano para coger un sable enjoyado que tenía junto al escritorio. Sin embargo, al ver que el monstruo de tierra amenazaba a Morgan y a Abrahel, descargué mi maza contra él, pero tuve la desgracia de golpear una roca particularmente dura, y mi arma no pareció hacerle ningún daño.

Una sensación de gran angustia invadió el cuerpo de Rivoel cuando tiró de su cuerda, pues ningún efecto parecía haber logrado con su tan esperanzador empeño. Se giró asustado hacia sus compañeros para comprobar que lo mismo sucedió cuando Morgan tiró del suyo ( o sea nada). Sin embargo, cuando Lirian estiró del suyo con fuerza, el vuelco que dio el corazón del bardo se oyó tanto como el temblor en el suelo que sonó tras la acción del norteño. Una sensación de felicidad extrema imposible de describir recorrió cada pulgada de la Piel del locuaz mestizo, hasta una medio sonrisa acompañó al brillo de los  ojos del bardo, que en ese momento comenzaron a rebosar de lágrimas de pura alegría.

Los gritos angustiosos de El Puma no hacían más que confirmar que el plan había salido bien, al menos por ahora. Kraum había cumplido su palabra y el villano lo sabía, pues vociferó  odio puro maldiciendo al "convicto" tras verse traicionado por él.

Pero la sensación de alivio duró bien poco, justo lo que el Puma tardó en tomar un medallón con sus manos y realizar un breve pero efectivo ritual mágico. Los incontrolados latidos del corazón de Rivoel  se desbocaron cuando vio como del centro de la sala, justo al lado de la mayoría de sus compañeros, emergía un todopoderoso elemental de tierra. Códice lanzó un golpe contra él,, pero su ataque fue en vano. La piel rocosa de la mágica criatura era difícil de quebrantar y más para un pacífico servidor de la naturaleza.

Pero de nuevo el incansable bardo logró soportar la acometida de sus emociones para pensar con frialdad lo mejor que pudo. Tras un breve vistazo a la situación se percató de que Snarruck permanecía en la entrada sin hacer nada. Rivoel le gritó e intentó meterlo en la batalla, pues sin duda toda ayuda sería necesaria - ¡¡SNARRUCK, EMBISTE!! le grito al noble animal mientras le señalaba al temible felino que se había abalanzado sobre Lirian. - ¡¡ LIRIAN, EL PUMA, NO LE DEMOS OTRA OPORTUNIDAD!!

Y tras eso el bardo, mientras se acercaba a sus compañeros de nuevo,  comenzó a entonar un himno de fuerza y valor que comenzó  a inundar toda la sala. La majestuosa voz del entregado Rivoel resonaba por la pareces y aumentaba su intensidad a cada segundo, hasta que sonó como el cántico de guerra de todo un ejército frente a la batalla.  

TEMPLE Y VALOR COMPAÑEROS

NADA QUEBRANTARÁ NUESTRA FUERZA

QUE SERÁ MAYOR A MAYOR ENEMIGO

QUE SERÁ IMPLACABLE CUAL FEROZ TORMENTA

Morgan vio como el Puma gesticulaba y gritaba pero no oyó nada, había sentido retumbar el suelo cuando Lirian había tirado de un cordel y solo pudo suponer que no había que seguir tirando de más. 

La mestiza avanzó, pretendía seguir su recorrido hacia las escaleras para enfrentarse al bandido, pero no había dado un paso cuando la conmoción detrás de ella casi hizo que mirase. Se detuvo, pero obvió lo que debía estar ocurriendo esperando que sus compañeros se encargasen, pues confiaba en ellos para guardar sus espaldas, y lanzó el arma que portaba esperando hacer diana en el hombre.

-Ni un movimiento más y sólo te entregaremos a la justicia.

Parecía que la guerrera tenía dudas sobre matarlo sin mediar palabra, quizás lo ocurrido en las cuevas con el ogro la había marcado, a pesar de eso su mano se dirigió hacia el manual que pendía de su costado y lo empuñó dispuesta a ir hasta donde hiciese falta.

Si la sorpresa por la aparición del elemental ya había sido mayúscula, más lo fue la rápida irrupción en la estancia del Príncipe, el felino que el Puma mantenía como mascota y más fiel compañero; tanto fue así que prácticamente el norteño ni lo vio llegar. Sólo al notar una corriente de aire y una presencia tras él Lirian logró reaccionar para elevar el escudo mientras rezaba a todos los dioses que conocía para que éste se cruzase en la trayectoria de las afiladas garras del animal. Fuese suerte o la misma intercesión de los dioses, lo cierto es que al notar los dos poderosos golpes contra la corroída madera del escudo Lirian supo que aquel movimiento bien podía haber salvado su vida.

La voz de Rivoel lo arrancó del letargo en que lo había sumido la acertada defensa. - ¡¿Y QUIEN SE ENCARGA DE ESTE?! - Quiso gritar al semielfo, hecho que sólo lo impidió el que aún conservara la suficiente cordura como para ser consciente de sus limitaciones a la hora de hablar, pues para cuando hubiese acabado de pronunciar su réplica y hubiese alcanzado la parte superior de la plataforma, la piel de su espalda, sino su cuello, habría sido desjarretada a tiras por las garras de aquella condenada criatura de color azabache.

- ¡¡YGK...HEED...STE!! - Fue todo cuanto su boca logró articular a la vez que lanzaba un tajo perpendicular en dirección a la cabeza del animal; tajo que, para su desgracia, acabó estrellándose contra el suelo entre una nubes de chispas.

En medio del grupo se alzo la tierra emergiendo de ella un elemental, con una rápida actuación pivoto sobre su pierna derecha para coger impulso, el martillo se estrello con fuerza contra la piedra mientras chispas y trozos de roca saltaban por todos lados, el estruendo del metal contra la roca aún resonaba en sus oídos cuando se preparo para observar el resultado del golpe.

Viendo vía libre para su movimiento y excitado por los ruidos del combate, o quizás -¡quién sabe!- espoleado por las palabras de Rivoel, Snarruk soltó un terrorífico mugido -que yo no escuché- y se lanzó a la batalla con coces y cabezazos, primero de forma errática, pero enfilando al Príncipe nada más verle. El felino, al escuchar los bramidos, se dio la vuelta, pero lo hizo muy tarde y no pudo esquivar la cornada de vuestro aliado ovino.

No lejos de este combate, Abrahel se volvía en redondo para encontrarse con el gran monstruo de tierra y roca. Al verlo, sus ojos y su boca se abrieron de par en par, horrorizada, y se quedaron así unos segundos. Pero su corazón generoso no le permitió esa inmovilidad mucho tiempo: ¡debía defender a sus compañeros!

—¡Por Torm! —gruñó, según he sabido, frunciendo el ceño y alzando la espada—. ¡Vuelve a la tierra, demonio  mugriento!

Apretando los dientes con rabia, la tiflina arremetió con su espada electrificada. Por desgracia, el monstruo avanzó su brazo, donde tenía un nodo de hierro puro incrustado, y lo interpuso en el camino del acero, que rebotó soltando inofensivos chispazos sobre todos nosotros.

La lanza de Morgan voló hacia el pérfido villano, pero este saltó a un lado justo a tiempo y el arma se clavó con un rotundo chasquido en el escritorio, atravesando la tela de su batín. Las palabras de mi compañera llegaron a sus oídos precisamente cuando rasgaba la prenda de un tirón para poder moverse, lo que movió la mesa y tiró al suelo un surtido de bagatelas.

-¡EZTAZ LOCA, PIELVERDE! -gritó furioso el Puma al tiempo que cogía del escritorio una espada enjoyada-. ¿¡Azí ez como detenéis a loz criminalez!? ¿Enzartándoloz? -El hombre ya ignoraba los gritos de su acompañante, que proseguían.- ¡NO! ¡Oz mataré a todoz!

Pero no hizo nada más que ponerse en guardia. Sus ojos se movían enloquecidos… ¿Buscando una escapatoria? ¡Nos temía! Mientras tanto, su animal debía hacer frente en ese momento a dos enemigos, por lo que primero se revolvió bufando hasta salir de la pinza. Desde su nueva posición, volvió a saltar sobre Lirian con las zarpas y los colmillos por delante. Por un momento, el norteño a punto estuvo de ser atrapado, pero consiguió zafarse.

Por mi parte, trataba de buscar algún punto flaco de la criatura a la que Dorn, Abrahel y un servidor teníamos rodeada. De forma inconsciente, estaba buscando su rostro, sin éxito, y entonces tuve una terrible intuición: ¿y si nos estaba encarando a los tres a la vez? ¡No había un rostro que encontrar porque, simplemente, no había un rostro! Para cuando llegué a esta conclusión, el monstruo giró sobre sí mismo con una velocidad sorprendente, golpeando a Abrahel con uno de sus brazos, o quizás eran tentáculos. El golpe fue tan terrible que levantó a la paladina en el aire, le rompió varias costillas y la arrojó contra el suelo a más de una yarda de distancia. Grité, pero la magia se tragó mis gritos. Ella se levantó casi de inmediato, pero su expresión de dolor me puso los pelos de punta y me reveló la terrible verdad: otro golpe así y estaba muerta. Furioso y asustado, lo único que fui capaz de hacer fue rugir y golpear con mi maza al monstruo. La rabia nacida de ver a mi amiga sufrir me dio tales fuerzas que mi arma arrancó gruesos trozos de material del cuerpo de mi enemigo.

Sorprendido por la rápida reacción del felino, Lirian poco pudo hacer para evitar las fauces del animal, que se cerraron como una tenaza sobre su antebrazo derecho causándole un indescriptible dolor que recorrió la extremidad y se propagó como una descarga a través de su columna vertebral. Con un grito agónico provocado por el miedo a verse arrastrado por el Príncipe, Lirian tiró con todas sus fuerzas hasta liberarse para, a continuación, apartarse todo lo que tan reducido espacio le permitía con el fin de mantenerse alejado del formidable par de garras que hendían el aire frente a su rostro.

¡Mierda...no te mueras aquí Lirian! - Se dijo a sí mismo mientras examinaba con un corto vistazo el alcance de su herida. Aliviado, comprobó que no revestía de mucha gravedad y que, pese a ser muy dolorosa, aquello no dejaría más que una fea cicatriz en el caso de que saliese con vida de allí, algo de lo que no estaba completamente seguro después de ser testigo del golpe recibido por la paladina. Egoistamente, casi llegó a alegrarse por no haber sido él el destinatario de semejante golpe. Sin embargo, pronto se arrepintió de semejante pensamiento, pues sabía que si cualquiera de la compañía perecía allí, el resto seguiría muy probablemente su camino. Tenía que acabar cuanto antes con el animal para ir en ayuda del resto.

Con mucha voluntad y poco acierto, la cimitarra del norteño describió desde la cintura una diagonal ascendente en dirección al cuello del Príncipe que acabó, como ya sucediese anteriormente, impactando en la roca, esta vez en la pared que tenía a su izquierda.

Un grito de desesperación e impotencia abandonó sus pulmones al ver que la bestia se encontraba de nuevo en posición para volver a atacar. Inconscientemente, sus ojos viajaron hacia el lugar por donde habían entrado y su mente, más veloz que ellos, se transportó al lugar donde habían enterrado el tesoro de Escamanegra, tesoro que probablemente no volvería a ver si aquello seguía de aquel modo.
 

La respuesta y los movimientos de El Puma hicieron que Morgan reconsiderase el acercarse, le pareció que lo habían cogido realmente por sorpresa y no tenía ningún otro as bajo la manga. Además, los rugidos del felino y el golpe que sintió a su izquierda cuando la paladín cayó al suelo, tiraron de ella para acudir en ayuda de sus compañeros. 

Dio un paso al lado para golpear al Príncipe, mientras intentaba no perder de vista los movimientos del bandido, alzó el mangual y con un movimiento aprendido de memoria lo descargó lateralmente sobre el lomo del felino. Aunque no perdió la ocasión de contestar.

-Eso ha sido un aviso. Esto NO.

Su arma golpeó sin piedad y sus ojos buscaron la reacción del hombre. En realidad no le apetecía matar, pero quería acabar cuanto antes y haría lo necesario para lograrlo.

Sin cesar su canto Rivoel avanza decidido hacia la zona del combate. Consciente de que poco puede hacer en combate, al menos intentará que ninguno de sus compañeros muera. Se acerca a Abrahel y saca una de sus pociones de curación.

Dorn golpeo al elemental, o al menos, lo intento, cuando el enano se disponía a ejecutar el golpe la enorme mole de rocas giro sobre si misma golpeando a Abrahel, esquivar por su parte le hizo perder el golpe.

Un rugido agónico salió de la garganta del Príncipe cuando Morgan le asestó aquel pavoroso mazazo en todo el espinazo. La muerte de la pobre bestia, adiestrada desde joven para obedecer a un amo malvado, fue casi instantánea.

El elemental, en cambio, parecía tan imperturbable como al principio. Sólo los pedazos que conseguíamos arrancar de su cuerpo, cada vez más grandes, señalaban de algún modo que no era invulnerable y que nuestros ataquen no eran en vano. Con el rostro contraído por el dolor y la furia, pero en pie, Abrahel despreció airadamente el frasco que le tendía Rivoel y se preparó para atacar a este ser. ¡Habría ido hasta el final, costase lo que le costase! Sin embargo, un resoplido y el sonido de unas pezuñas rascando el suelo le advirtieron de lo que ocurría a sus espaldas: ¡Snarruk pretendía cargar contra el elemental! Ágil como una gata, cogió entonces la mano extendida del bardo. Rivoel, que también había entendido lo que se proponía el animal, no le entregó la poción, sino que le agarró firmemente y tiró de ella, arrastrándola consigo. En ese momento, Snarruk se lanzó... ¡Y su terrible cabezazo consiguió arrancar un brazo al monstruo! Aprovechando la circunstancia, Abrahel entonces sí arrebató la poción a Rivoel y se la tomó. ¡Las energías mágicas del líquido recompusieron sus huesos al momento! Con un rugido de euforia, aunque herida, la hembra se aprestó para el combate.

Sobre la elevación, el Puma contemplaba aterrado nuestros avances. ¡Y, de pronto, también fuera de sí!

—¡BAZTARDOZ! ¡¡¡BELLACOZ MIL VECEZ MALDITOZ!!! ¡LE HABÉIZ MATADO! —gritó cuando escuchó los gañidos finales de su mascota—. ¡¡¡AAAAAAAAAAAAARRRRRGGGGGHHH!!!

Este rugido rabioso fue lo único que añadió antes de arrojarse desde lo alto sobre la guerrera, espada en mano. Morgan, pese a estar alerta, no es capaz de reaccionar con suficiente rapidez a semejante movimiento, y a duras penas consigue echarse al suelo y esquivar el arma del Puma, recibiendo sólo una herida menor, pero quedando a su merced. La maniobra del villano había sido portentosa, y una delicia para la vista, digna de un hombre con ese alias… pero estúpida: ¡de repente, le teníamos rodeado! Tarde se dio cuenta.

Mientras tanto, con la avasalladora indiferencia de un terremoto, el elemental hizo pivotar su ¿torso? de nuevo y esta vez lanzó su lento pero brutal porrazo contra mí.

Durante un instante eterno, todo se hizo negro y vi en esa negrura un relámpago, al tiempo que notaba como mi brazo, con el que sostenía el escudo, se rompía. En ese momento, sólo supe gritar, pero por suerte, la magia de mi conjuro enmudeció todas mis blasfemias. Y en realidad no tenía motivos más que para dar las gracias a mi Diosa, pues el escudo y mi brazo acababan de salvarme la vida. Llorando a raudales, dirigió mi maza contra la criatura, pero estaba aterrado por el golpe y por la visión del Puma saltando sobre Morgan, y lo único que conseguí fue perder mi arma, que golpeó pesadamente contra las paredes de la caverna. Quería huir de allí. ¡No podía creer que hubiera llegado tan lejos para morir allí!

El golpe contra el suelo no le dolió a Morgan tanto como no haberlo visto venir antes, pero quien iba a pensar que el bandido perdería su posición ventajosa llevado por la furia. Por un instante la guerrera sintió pena por el animal que había muerto bajo su golpe, pero como decía su antiguo amo: si no quieres salir herido, no te metas.

La mestiza apretó los dientes mientras tensaba los músculos de sus brazos, dispuesta asestar un golpe a las piernas de su adversario para derribarlo. Ella no le hacía ascos a una buena pelea en el suelo.

-Tú seras el siguiente si no te rindes.

Al ver como el Puma se les echaba encima y envalentonado por su propio cántico, Rivoel hizo algo de lo que probablemente se arrepentiría más tarde, pero no era momento de pensar con la cabeza. Desenvainó su espada blandiéndola sin mucho tino, intentando asestar un golpe contra el ágil enemigo, que no tuvo que esforzarse mucho por esquivar el arma del semielfo.

Cuando el felino abrió sus fauces y sus ojos rasgados quedaron en blanco y perdieron todo su brillo, Lirian se sintió como si hubiese vuelto a nacer. Morgan había vuelto a salvarle la vida, nunca dejaría de estar en deuda con aquella mujer. — Gra...gracias... - musitó, anodanado al ver cómo habían quedado los cuartos traseros del animal tras el impacto del mangual.

No tuvo mucho tiempo el norteño para sumirse en sus pensamientos ni para detenerse a valorar el estado del animal, pues los gritos del puma y el tañer del metal al impactar contra las rocas le recordaron de inmediato que la amenaza estaba lejos de terminar. Apretando la mandíbula para infundirse valor, pasó por encima del cuerpo sin vida del Príncipe para apoyar a Morgan en su combate contra el Puma. El espacio era tan reducido que blandir incluso un arma tan ligera como su cimitarra era una auténtica odisea. Con estocadas dedicadas más a distraer que a causar un daño real, Lirian hostigó las defensas del bandido desde detrás del pilar tratando de distraerle para dar ventaja así a sus compañeros.