Partida Rol por web

Pilni había continuado caminando, sin hacer caso a nadie más, había abierto ya un agujero, pateando la nieve al punto que empezaba a acercarse al suelo, miró de reojo el estallido de violencia y se detuvo, pero los demás rápidamente intervinieron, por lo que él, de nuevo concentrado en su tarea, empezó a caminar, expandiendo poco a poco el círculo... En cortos 15 minutos tendría un agujero en la nieve de unos 4 metros de diámetro si la nieve no arreciaba

-El viento se mueve sobre la superficie y continúa si no hay rendijas... La nieve se derrite bajo nosotros... Si no tenemos nieve debajo y usamos algo para cubrir nuestras cabezas, podemos acostarnos como lo harían las tuberías en las grandes fábricas. Eso distribuiría el calor de manera eficiente y evitaría el congelamiento, permitiendo además que el viento pase por encima de lo que usemos para cubrir la parte superior de este agujero que estoy abriendo-

Hablaba tranquilo, se notaba un suave castañeteo en sus dientes debido a la falta de costumbre al clima, pero evidentemente el leve ejercicio ayudaba a mantenerse caliente, sin llegar a hacerlo sudar, algo muy peligroso en semejantes temperaturas.

Con los brazos abiertos y su sonrisa sexi y confiada Steve ni vió llegar la traicionera patada en los huevines del mexicano. Su sonrisa se congeló en un apretón de dientes, sus ojos se pusieron en blanco y cayó seco hacia atrás. La nieve pareció tragárselo y en su superficie blanca solo quedo dibujada su silueta en forma de cruz. Esta indicaba el lugar donde yacía, inconsciente, Steve. Que en paz descanse su pompis.

Observo como esa chica camina hasta mi posición y desde allí empieza a decir qué deberían hacer. Era la primera que se había presentado ante los demás, pero no por eso le harían más caso. La diarrea conjunta de ideas no se detiene, pero todas fluyen en la misma dirección: hacia los demás. No soy tan cínico como para reprocharles que lo intenten. Si yo mismo creyera tener una mínima idea de como resguardar un grupo tan grande del frío también la hubiera dicho. Pero no la tengo, solo se como resguardar mi propio culo: ahorrando energía y fuerzas. Y eso pienso hacer.

La situación empeora tal como esperabais. La ventisca se convierte en un azote de viento helado que apenas deja escucharos entre vosotros y los pequeños copos de nieve dan paso a una densa nevada que os transforma en siluetas azules. Sí, os veis, pero es dificil distinguir quién es quién y las voces parecen arrastradas por el viento, imposibilitando ubicar con exactitud a quién las dice.

Miro con desaprobación el comportamiento agresivo del sudamericano. Si aquello resultaba finalmente, como algunos habían propuesto, una prueba para probar la capacidad de trabajo en equipo estábamos tirando todo por la borda en pocos minutos. No me podía permitir algo así.

-Cálmate. Digo con seriedad, pero evitando levantar el tono de voz -No hace falta que muerdas al primero que habla. Llevas razón con lo de la madera, me emocioné con la idea sin pensar bien en los detalles para llevarla a cabo. Miro hacia donde Pilni está profundizando poco a poco en la nieve. -En cuanto a lo de juntarnos para aprovechar el calor humano también estás en lo cierto. Hago una pequeña pausa antes de seguir hablando.

-Sin embargo creo que es poco inteligente hacerlo aquí mismo, sin más. Hacer un agujero en el suelo y aprovecharlo para cubrirnos del viento no resulta tan inviable ¿no os parece?

Comienzo a apartar la nieve con las botas del interior del círculo descrito en la nieve. Ponerse a hacer algo también aporta la ventaja de apartar la mente de los problemas durante un rato y clamar un poco los ánimos.

También había escuchado la idea de Ciara, y sí, había visto la película de la que hablaba. Pero por mi parte no pensaba irme de aquel lugar por que a alguien le halla venido a la mente el guión de una peli gore.  Pensar que habían montado todo aquel circo para traernos hasta aquí y montar una "cacería humana" resultaba un tanto paranoico. Y en caso de ser así estábamos bien jodidos, hiciésemos lo que hiciésemos.

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Poco después de ponerme a trabajar junto a Pilni un fuerte viento se levanta haciendo imposible seguir con la tarea. Cubriéndome el rostro con el brazo busco al resto del grupo, caminando con lentitud me dirijo hasta uno de los árboles donde se encontraban resguardados Jackson y Ciara.

Apoyo la espalda contra el tronco y me coloco la mochila sobre el pecho y el estomago esperando a que el viento se vuelva a calmar.

He estado observando divertido el espectáculo montado hasta que el sudamericano, se ha excedido totalmente con uno de los miembros del grupo.
Me limito a resoplar de desaprobación y dándome cuenta de que todos parecen prestar únicamente atención a la trifulca, yo vuelvo a observar el cielo.
Y no. Lo que descubro no me gusta ni un apice.
Se acabo el perder el tiempo.
Con prisa, rebusco en mi petate hasta hallar el mango de un objeto familiar para mi. Agarro mi herramienta, que esta conmigo desde hace ya veinte años y tras metérmela en el bolsillo de la pernera de mi mono personal, apresuradamente, trepo por el árbol que tengo al lado.

Renegando algún taco que otro entre dientes, desbrozo como mejor puedo las ramas a las que tengo acceso. Ni siquiera aviso a los de abajo de la madera que cae.
Cuando creo adecuado el monton de leña, me dejo caer yo mismo hasta el suelo y vuelvo a observar el cielo.
Que mala pinta que tiene el asunto.
Otro taco se me escapa mientras busco de nuevo en mi petate.
Y estos siguen a lo suyo en plena efervescencia.
Saco el pequeño recipiente de gasolina de mi zippo. Y con el en la zurda, me aproximo a la leña. Meto un tajo tras otro, muy muy deprisa, en todos los leños que tengo a mi alcance. Y mientras lo hago, las voces de mis compañeros, parecen disiparse en medio del aullar del viento.
Con voz ronca, mientras sigo trabajando, grito.
¡Juntaos, tratad de mantener contacto visual unos con otros!. ¡No os alejéis ni un par de metros siquiera!
Sigo trabajando a toda maquina. A pesar del frio, el sudor empieza a caerme por el rostro. Y me percato de la celeridad con que se congela en mi bigote.
Mas tajos en la leña. Compactada como mejor puedo, rebusco de nuevo en mi mono personal, pues acabo de decidir que los colores de "la fabrica" se pueden ir a donde nos podemos imaginar, y saco mi zippo tras guardar mi "multiusos".
Trato de encenderlo.
Y el viento, parece burlarse de mis esfuerzos.
Otro taco mas. A la salud del soldadito que nos ha dejado aquí tirados.
Mas intentos de encender la improvisada hoguera.
Mas tacos a la salud del viento que ya aúlla de forma incontenible y de la nieve que, de racheada, parece tornarse un maldito alud vertical.
Y yo, deseando estoy de prenderle fuego a todo este maldito bosque.
¡Al fin prende una llama!. Pequeña, patética y miserable. La protejo a riesgo de quemarme las manos y no dudo en lanzar un ultimo chorro de gasolina sobre la llama.
Y esta, al fin parece prender en los trozos de madera empapada en mas gasolina. Me retiro solo un poco y vuelvo a gritar en medio de la jodida ventisca que nos azota.
¡Venid aquí todos y dejaos las chorradas para otra ocasión!. ¡Proteged con vuestros cuerpos el fuego!. Su calor nos aliviara un poco y su luz, espero que baste como señal para los que vengan a por nosotros. Si es que viene alguien.
Soy el primero en hacer caso de mi consejo. Y agachado casi sobre la improvisada hoguera, maldigo una vez mas entre dientes al imbécil que nos ha puesto en esta situación tras el paseíto en moto nieve.

No dijo una sola palabra ante las intervenciones de los demás ni cayó en la provocación del asiático y del gringo. Tampoco hubiera tenido oportunidad de desear hacerlo. Los copos arreciaron, al igual que el viento y una cortina de nieve desdibujó palabras y perfiles. Aún seguía de pie en el agujero que había despejado, así que volvió a acuclillarse, la espalda contra la conífera, la mirada fija en un punto.

Alex estaba al lado se Steven,pero parecia que no reaccionaba...estaba inconsciente. Miró a los demás por si alguno podía ayudarla,pero estaban demasiado enfrascados en la trifulca con el chico mexicano. Escuchó que Ciara dijo algo de una cacería humana...tal como a Mathew,le pareció demasiado...pero teniendo en cuenta su situación...
El único que parecia hacer algo era Pilni, el chico hindú, y justo cuando lo iba a llamar para que le ayudase con Steven el tiempo empeoró.
Un vendaval se desató...
-CHICOS!!!- gritó,pero el viento se llevó sus palabras. Protegiendose la cara con una mano se puso encima del joven y vió que Frederick habia encendido una hoguera. Tomó aire y volvió a gritar todo lo que pudo-ALGUIEN!!!AYUDA!!!!-

Ayudo al pequeño personaje de color a recuperarse una vez ha pasado todo el incidente y acercarlo al fuego. Por un momento me invadió esa violencia tan mal llevada que hizo que me despidieran de algunos buenos trabajos. Y sólo quedan ceños fruncidos y mal ambiente.

Debido a todo esto, no hemos podido llegar a ningún acuerdo de hacer nada y la tormenta se nos ha echado encima y queramos o no, estamos todos más juntos, cerca de los árboles buscando la máxima protección, intento mantener un buen humor mientras estamos bajo la tormenta inminente.

- Que conste Ciara, que yo me hubiera tumbado desnudo contigo- le sonrío con las manos bajo los sobacos y los brazos fuertemente cruzados- pero si vamos tú y yo solos seguro que no nos avisan si vienen a buscarnos- acabo con un gesto de cabeza al resto.

Parecía que la pequeña discusión por fin amainó... aunque no podía decirse lo mismo del tiempo.

Gio no pudo más su coger aire y soltarlo en forma de suspiro, aliviado al ver que aquella tontería había "acabado".

Se dirigió hacia Steve que seguía tumbado en el suelo, parecía que inconsciente. - Madre mía, mira que este también desmayarse por una patada en la espinilla... - Sonrió forzoso a Alex y a Mich que estaban ahí por lo mismo que él.

Entre Alex de un brazo y él del otro lograron levantarlo. Gio pasó un brazo de aquel esquálido personaje por detrás de su cuello y se propuso llevarlo hasta el fuego. - Vamos, ahí estaremos mejor que aquí a la intemperie. - comenta.

El viento golpeaba cada vez con más furia. Shan Mei no podía creer lo deprisa que había cambiado todo. Un minuto antes parecía que iba a estallar una pelea; en estos momentos, necesitaban el calor de los demás y el del fuego para sobrevivir. Era una pérdida de tiempo ponerse a gritar a los demás, así que se encaminó hacia la hoguera, pero antes, resguardándose como podía con los árboles que les rodeaban, se puso a rebuscar en su equipaje. Cogió la primera pieza de ropa del tamaño que quería y se la guardó dentro del mono. Cuando estuviera en la hoguera la usaría para hacerse un pasamontañas improvisado. Después buscó a tientas una pequeña linterna que debía estar en el bolsillo interior de la bolsa... exacto, alli estaba. No sabía si les podría ser útil, pero no tenía tiempo de preguntar. La guardó como pudo en uno de los recovecos del traje, llegó hasta donde estaban el resto de sus compañeros y se acurrucó junto a ellos. Como había planeado, sacó la prenda, que ahora reconocía como una fina chaqueta de algodón, y se la puso alrededor del cuello y por encima de la cabeza lo mejor que pudo, tapando todas las zonas de piel que podía con ella. Ya solo quedaba esperar a ver que les deparaba el destino.

Por primera vez en su vida, no le venía a la cabeza ninguna de sus queridas poesías, tan solo quería cerrar los ojos y que aquella pesadilla acabara.

Tres figuras mas se me aproximan en medio de la tormenta desatada.
La chavala cuyo nombre es Alex. Mister Mich, superviviente muy experto, y el que parece un mafiosete italiano.
Y entre los tres, arrastran, dejando un surco en la nieve que no tarda en ser borrado por la que cae, a Steven noqueado Seagal.
Y a juzgar por el tono de piel del pobre Steve, que de negro esta pasando al gris, no le esta sentando muy bien la insconsciencia y la perdida de calor, justamente en medio de una puñetera tormenta de nieve.
Por tanto, tras gruñir y ya no se cuantas veces van, hago hueco junto a la hoguera, dejando escapar un suspiro al alejarme y agarro de nuevo mi petate para rebuscar en su interior.
Y busco, y rebusco.
Hasta que mi diestra se cierra sobre el cuello de lo que estaba buscando.

La saco con cuidado, con mas cuidado del que le estoy dedicando al desmayado, y la abro.
Comprada con un buen pico de lo que quedaba de mis ahorros.
Hay un tono de lamentación al decir esto. Pero miro la cara de Steve, acercándome e inclinándome sobre el.
Que mala pinta tiene el pobre. Lo que se ve mas bien. Ya que, que cosas pasan, la nieve empieza a cubrirle.
Destapo la botella, se la aproximo a la cara y le meto la boca de la misma en el morro tapándole la nariz con el índice y el pulgar de mi zurda.
En medio de la jodida ventisca que nos azota, no se si me están mirando mis compañeros o no. Pero por si acaso, yo aclaro casi a gritos para que se me oiga en medio de los aullidos del jodido viento.
Y no. Vasos no llevo no. Y si lo llego a saber, hubiera traído otras cosas, joder.
Y entretanto, Steve traga, y traga, y traga un poco mas. Y yo, no puedo evitar alzar una ceja sorprendido cuando descubro que casi un tercio de la botella ha desaparecido entre las fauces del chaval este. Hay que ver como traga.
Retiro la botella y a través del ya cansino, pero no por ello menor, aullante viento de las narices, por no decir otra cosa, se escucha un eructo bastante cavernoso.
Parece que Steve, vuelve a la vida. Eso creo vamos.
Por que yo, ahora, estoy contemplando lo que me queda de whisky.
Ay, como me cuesta decir estas palabras. Me cuesta mucho pero las acabo por soltar.
¡Y será mejor que os metáis algo de calor adicional entre pecho y espalda!. Y ya me ocupare yo de pasarle la cuenta al soldadito o lo que sea que venga a recogernos.
Y casi sonrío antes de añadir, con cierto tono de humor negro.
Eso si viene alguien claro.
Y sin nada mas que decir, ofrezco la botella, y lo que queda de su contenido, a los compañeros que tengo cerca.

Un enorme puño negro coge la botella y la lanza contra el arbol más cercano. Luego de un pisotón apaga aquel fuego.
-Maldita sea, vasta ya de mariconadas!- Su voz grave resuena fuerte entre el viento, incluso sin gritar. Es un tipo enorme y viste un mono similar al vuestro, solo que de un tono más oscuro y con insignias que le hacían parecer más un policía.
De una patada lanza la sierra contra la nieve y vuelve a hablar. Quien lleve algo que no sean las mudas interiores, aftershaves y mierdas similares que lo lance al suelo ahora mismo. Más tarde lo recogerán y se os guardará hasta dentro de cinco meses. Si cuando bajemos ahí bajo y registramos vuestras bolsas encontramos cualquier cosa con la que no dejaríais jugar a un niño de dos años, os la meteremos por el culo.
Señala al hombre del mono gris. Y tu quitate ahora mismo ese puto mono gris, espero que en tu petate lleves el azul porque sino vas a esperar desnudo a que abran. ¿Tan dificil era seguir las ordenes? Firmar, ponerse el puto mono azul, llevar la tarjeta encima. Si ni siquiera eres capaz de distinguir entre dos jodidos colores no se para que coño nos vas a valer.
Se mira el reloj y luego mira alrededor. Ramas arrancadas, agujeros en la nieve, hogueras un tipo tumbado, intentos de hacer iglus... Por último mira al mexicano. Tú, “putosnegros”, ojito.
Tras eso da unos pasos hasta situarse a lo que debería ser el centro del grupo.
Acercaos y poneos más o menos en fila, nada de tonerías, mis chicas no deben andar lejos dice en un tono ya totalmente neutro, como quien hace algo por costumbre, en solo cinco minutos estaremos dentro.

Era invisible. Obviamente. Puede que fuese la más joven, o quizá la menos "curtida". Cuando la ventisca arreció, a pesar de que sus palabras sonaban a paranoia, su conducta hacia el único que no había hablado parecía demostrarla como una imprudente, pues se acurrucó al lado de Jackson e incluso se abrazó a él, -disculpe- le dijo con voz queda. Cuando vio que Mathew se acercaba, no le preocupaba que hiciese lo mismo.

- Espero equivocarme -dijo intentando distinguir el trabajo del efectivo Fred- tengo un mal presentimiento...

En todo caso, ellos tres estaban algo fuera del núcleo grande de gente. Si algo pasaba, o estarían en el palco o serían los primeros en sufrirlo... No sabía qué opción prefería. No acababa de convencerle la situación, pero huir sola tampoco parecía muy inteligente. Lo que no iba a hacer era sacar sus efectos personales sólo porque lo dijera el negrata. No le gustaban las bravuconadas tipo "vengo de Guantánamo y ahí era 'el puto amo'", ni blancas, ni negras, ni amarillas ni tostadas. 

Me retiro del árbol para dirigirme hacia lo que parecía una hoguera en medio de aquel vendaval, giro la cabeza hacia los otros dos que se encuentran cerca de mi -No será gran cosa, pero creo que estaremos algo mejor si nos acercamos hasta ese pequeño fuego. Al parecer Fred no sólo sabía hablar, si no que ponía en práctica lo que decía bastante bien, dadas las circunstancias. Sin esperar más me dirijo hacia la débil luz.

Ya me encontraba lo suficientemente cerca como para distinguir a las cuatro figuras que se agrupaban entorno a la hoguera, en ese momento una imponente mancha negra surge sobre el fondo blanco, escucho y veo a media el revuelo que organiza en un momento el recién llegado "Vaya vaya, ¿será otro señor militar tan majo como el anterior? me da que dentro de poco más de uno preferiría que no le hubiesen sacado de esta ventisca."

Me aproximo hasta aquel hombre guardando una distancia prudencial, con la mochila al hombro y procuro colocar la identificación de forma bien visible sobre el mono.

Al fin una reacción adecuada.
Me giro lentamente, casi con parsimonia y examino de arriba a bajo al payaso miserable que ha gritado.
Fulano, recordare tu cara. Me debes una botella de Whisky.
Y no puedo evitar el asco que rezuma mi voz.
Me pongo en la cola por supuesto. Pero no antes de haber recuperado mi herramienta. Apenas alzo una ceja ante el fulano patético que ha venido a poner orden. Otra cosa distinta será, que me dirija la palabra directamente.
Eh, "jefe", haz algo útil además de pegar gritos en medio de una tormenta. Comprueba el estado del chaval de color.
Muy espectacular su entrada si.
Y un tanto ridícula, además de previsible, también.

La súbita aparición de aquella enorme mano negra casi había hecho que Shan se cayera de culo. Casi. Tenía buenos reflejos y no había movido ni un músculo. Interiormente le había dado un buen susto aquel bruto, pero no lo reconocería ni muerta ante nadie. "¿Cuanto pesará esta bestia parda?" pensaba Mei mientras se levantaba, recogía el equipaje y se ponía en la cola como una buena chica. Probablemente podría tumbarlo sin demasiados problemas. Moles similares habían caido, confiados en que su tamaño y fuerza podrían derrotar fácilmente a una chica como ella. A su mente vinieron imágenes de unos días felices, entrenando las técnicas de Shansou con su padre. Eran en su mayoría defensivas, pero con habilidad se podían convertir en un arma bastante potente. Dejó de darle vueltas al asunto, porque no tenía sentido ahora mismo. El viento no había parado, así que se cerró un poco el pasamontañas improvisado, comprobó que su identificación seguía colgada, se colocó detrás del último que estaba en la fila y esperó.

Apenas podía ver lo que hacían con el negro que lo había palmeado. Sin duda, perder tiempo en recuperar a aquel trozo de mierda con algo sacado de la mochila del que parecía ser el Santa Claus de todas las navidades. Ni le importaba ni le afectaba. El frío seguía mordiéndole, y el viento no hacía sino empeorar la sensación térmica de estar a muchos grados bajo cero.

Pero todo pareció congelarse ante la aparición del enorme mono negro. Los ridículos esfuerzos de aquellos que habían pensado estaban en un picnic en el que podían hacer lo que quisieran, fueron deshechos de un plumazo. Sí, las instrucciones habían quedado muy claras en origen, pero hay quien sabe atender a lo que se le exige y quien se cree dueño de poder cambiar las condiciones unilateralmente. Pedro había aprendido hacía mucho que aquello no era posible. Ahora, lo aprendían otros.

Y entonces, le llegó la advertencia. Sus ojos negros se clavaron en los del simio. Ni asintió ni negó. No habló. No estaba en situación de hacerlo. Le estaban marcando los límites y había firmado un papel que le obligaba a respetarlos. Y aunque no lo hubiera firmado, allí, en aquel infierno blanco, solo y sin más recursos que los propios, solo quedaba aceptar o pagar las consecuencias.

Se puso en pie, e hizo lo que se le había pedido. Agruparse con el resto y avanzar en fila india cuando se lo ordenaran. Conocía aquello. Daba igual dónde fuera, dónde se estuviera. El de arriba mandaba, el de abajo obedecía. Amo, esclavo. Y entonces escuchó las chulescas palabras del de la sierra. La mirada se detuvo en él. Pronto aprendería que comentarios de ese tipo solo conducían a un lugar.

-Naco wey, no seas pendejo o el pedero te va a fregar a vergazos -murmuró para sí, de forma inaudible para los demás.

Después que el blanco del sur se acobardara ante alguien que lo reta, le tiene bien tomada la medida. O es mas cobarde de lo que dice o es más listo de lo que parece, ya veremos. Tras volverme a colocarme de cuclillas, el viento empieza a coger fuerza y me voy a acercar a la que se presento como Shan mei, pero a medio camino aparece una mala bestia negra en contraste con la blanca nieve. Parece ser nuestro capataz o algo así.

Me coloco en la cola justo detrás de Mei, esperando que nos pongamos en marcha.

Mich y Giorgio ayudaron a Alex a acercar a Steven a la hoguera que ese McGyver llamado Fred había conseguido encender. Seguía inconsciente, cosa que Alex no acababa de comprender, solo había sido un golpe en la entrepierna..."bueno, cosas de hombres supongo" pensó para sí misma.

Ya al lado de la hoguera, Alex miró alrededor observando a todos sus compañeros, vió a Mathew acercarse al árbol donde Ciara y Jackson estaban sentados, al chico mexicano (si se había presentado no recordaba su nombre) junto a Nao Shen que lo miraba desafiante... a Fred intentando reanimar al pobre chaval...

Y de golpe apareció de la nada. Una figura hizo su presencia en mitad del "campamento" improvisado. Alto, corpulento, con pinta de destrozar a cualquiera solo con mirarlo...y de militar. No le gustaron sus maneras, rudas, violentas...sabía que iban a trabajar para los militares pero nunca pensó que las cosas pudiesen ponerse así.

Les ordenó ponerse en fila y ella iba a obedecer,¿que otro remedio les quedaba? pero no podía dejar a Steven así,y cuando Fred habló, ella lo secundó:

- Disculpe, pero este chico necesita algo de ayuda-