Partida Rol por web

Gritos, discusiones, murmullos, opciones, miedo. Ante todo miedo. Duarte lo olía como un perro. El aire estaba cargado de la adrenalina, del sucio olor del sudor impregnado con el inconfundible hedor del pánico creciente. Y también silencio, silencio ante su pregunta. Y confesiones. Confesiones acerca de la razón de ciertas presencias en el agujero. Todo daba igual. No importaba. Lo único que contaba era seguir cuerdo y vivo.

-Padrecito, ¿recuerda lo que le ocurrió cuando se santiguó? -la forma cruciforme del pecho del sacerdote seguía impresa en Duarte-. Haga una cosa. Él ya está difunto y es posible que de todos modos nada ocurra -dijo señalando al difunto Jackson-. Trace una pinche cruz en su frente.

El reverendo dudó de si hacer lo que Duarte pedía y se sintió mal por ello. Ni siquiera debería habertelo pedido, debes darle la extrema unción a ese hombre... por mucho miedo que te de.
Zackarias se acercó con paso inseguro hasta colocarse delante de Jackson. Con mano temblorosa pero fe firme, musitando para si una oración por el difunto, trazó una cruz sobre el rostro de aquel hombre.

Annette continuó riendo mientras Duarte ordenaba, el ambiente del lugar era tenso y ya nadie sabía a donde mirar. Pilni que parecía haberse aislado de todo, Macario hablando con la voz de Steve, Duarte repartiendo rápidas órdenes, Ciara que confrontaba a Annette que parecía haber enloquecido del todo, Shan Mei consolando a Alex que parecía a punto de quebrarse del todo... Y Zackarias, el padre que se acercó temeroso a los restos mortales de Jackson para darle la extremaunción.

Casi en cámara lenta el padre hace una señal de la cruz mientras dice una plegaria por la paz del difunto, trayendo una oscuridad casi absoluta al lugar con un destello de las luces... El único ruido que predomina son las respiraciones de los (¿8? acá iría el número de vivos -1 por Annette) Y la risa incesante, infantil y maniática de Annette que más que denotar su estado de locura, que ya es bastante preocupante, les trae un miedo instintivo e irracional hacia la oscuridad, impulsándolos a correr, a alejarse de ella, de la sala de todo lo que este lugar estaba representando... Pero sus cuerpos no responden ni al miedo, ni al instinto, ni a sus propias órdenes. 

La respiración se les cierra y por más que luchan no pueden moverse, no pueden respirar. La sensación opresiva en el pecho es como tener a una persona sentada sobre sus costillas, comprimiendo su diafragma mientras que las manos se cierran en torno a la garganta y al corazón, el horror es indescriptible y en semejante situación casi desean la muerte, pero su captor parece haberles otorgado la inmortalidad; el tiempo se hace eterno con esa sensación punzante, asfixiante y opresiva en todo su cuerpo...

Las luces vuelven en si, se levantan y ven alrededor. ¿Acostados? todos parecen haberse quedado dormidos plácidamente, pero la palidez de sus labios y el sudor de sus frentes les delatan que todos han compartido lo que consideran una pesadilla. Con un respiro de alivio se levantan y en seguida se lamentan, recordando aquella frase lapidaria... "La ignorancia es una bendición".

Annette no está en la camilla, en su lugar, Macario yace tirado con un extraño símbolo en el pecho (VER IMAGEN: el símbolo sería la letra H en dicho alfabeto, seguida de X/Y. Donde X es el número de personas muertas y Y es el de personas en total). Mientras que duarte parece haber sido rasguñado, aún sangrando aunque no profusamente.

Todos voltean casi por instinto al padre Zackarias, quien ahora parece la viva imagen de su fe; una frente llena de marcas circulares que aún sangran. El hombre está consciente pero parece en estado de shock mientras ve fijamente el cadáver de Jackson, horriblemente crucificado, pegado a la pared con un par de bisturís que parece que no aguantarán el peso muerto por mucho. El religioso parece conmocionado mientras todos miran sus manos dos círculos rojos en todo el centro, en el lugar donde están los bisturís en el cuerpo de Jackson. Y la misma pregunta recorre las mentes de todos ¿Qué ha pasado aquí?

Zackarias traza una cruz sobre la cara de Jackson. Justo cuando lo hace, Macario y Steven chillan juntos, como si sus voces se hubieran fundido en una sola. También Anette suelta un grito desgarrador, y Ciara retrocede un momento, aunque su mirada no deja de estar centrada en la cruz de la psicóloga. Todas las luces tiemblan durante un momento, apagándose a continuación. Tras unos segundos, algo empieza a brillar. Delante de la cara de Jackson, flotando sobre él, aparece una cruz, con un resplandor que tras la oscuridad hace daño a los ojos. La cruz empieza a coger forma y consistencia. Cuando la miran, se dan cuenta que es exactamente igual a las que ya conocen.

La cruz que Anette lleva al cuello empieza a brillar también, lo que provoca que Ciara no pueda contenerse, y la coge con fuerza, como si temiera que se escapara. Un grito escapa de su garganta, y su pecho empieza a emitir una luz igual, justo a la altura donde estaría colgada su cruz, si la llevara...

Macario y Steven siguen gritando, y mientras esto pasa, también su "cruz" empieza a brillar en su pecho. Steven se levanta de la cama, se "separa" del cuerpo de Macario, y se pone en pie, con los ojos como ascuas y un resplandor en su pecho que coge la forma en cruz que se esperaba. Macario no se levanta. De hecho, su cuerpo parece que se ha empezado a fundir con la cama, ya que uno de sus brazos la ha atravesado y parece que se ha quedado atrapado, algo parecido a lo que le sucedió a Anette anteriormente.

El cuerpo de Jackson coge la cruz que flota delante de su cara y se la cuelga al cuello, ignorando que no hay ninguna cadena que la pueda sujetar allí. Pero no importa, se queda flotando en su pecho, justo a la altura donde están las de sus compañeros. Jackson se levanta de la camilla y se dirige hasta donde está Steve, que parece igual de consistente que él mismo.

Ambos miran a Anette y a Ciara, y se dirigen hacia ellas. Los ojos ardiendo como soles y las cruces brillantes de sus pechos son las únicas luces de la habitación. Todos los demás asisten al espectáculo como si estuvieran petrificados, incapaces de aceptar lo que están viendo. Cuando los dos entes, fantasmas o lo que sean llegan hasta las dos mujeres, hablan, y sus voces suenan como si un millar de muertos se hubieran unido para decirles:

- El portal se ha abierto, y vosotros sois los responsables. No nos dejais descansar, pero ahora ya no importa. QueRÍAIS QUE LOS MUERTOS OS SIRVIERAN... AHORA SERVIRÉIS VOSOTROS A LOS MUERTOS.

La voz crece poco a poco en intensidad y fuerza, hasta que la última frase se convierte en un grito de dolor y furia. Todos los resplandores, los de las cruces y los ojos desaparecen, y todo queda a oscuras. Unos segundos terroríficos pasan y, de pronto, las luces de la enfermería vuelven. Jackson y Steven han desaparecido. El cuerpo de Jackson no está tampoco, al igual que el de Anette, que se ha volatilizado. Ciara sigue con la misteriosa cruz en su mano, aunque ahora lleva otra colgada en su cuello. Macario sigue en la camilla, pero uno de sus brazos, el derecho, la ha atravesado, y se encuentra fusionado con ella. Si quieren sacarlo de allí, deberán cortarle el brazo. Por supuesto, tiene una cruz apoyada en su pecho y una cadena alrededor de su cuello.

Mathew, Shan Mei y todos los que hayan tenido alguna experiencia con los sueños (Imagino que Nao Shen también) se notan algo en el pecho y descubren que llevan colgada la cruz también. O no se habían dado cuenta de que habían aparecido, o acaban de materializarse.

No podía parar de llorar. Alex estaba totalmente superada, ¿qué iban a hacer?¿cómo iban a salir de ahí?¿qué narices hacían ellos allí?¿y qué estaba pasando de verdad? solo tenían ideas absurdas...a todo aquello era absurdo...Notó que alguien se colocaba a su lado y le susurraba, era Shan Mei. 

Sus palabras la calmaron un poco y le hicieron ver que tenía que ser fuerte. Alex era una chica bastante emocional y aunque desde el principio se había dicho a si misma que tenía que controlarse, pensar antes de reaccionar...los malos vicios no podían ser evitados tan fácilmente. Se secó los ojos y se colocó de pie al lado de la chica asiática susurrándole un "muchas gracias" mientras le dedicaba un leve gesto de asentimiento con la cabeza.

El cura le había dicho algo de la tarjeta...se rebuscó en los bolsillos del mono azul y la encontró.

- La tarjeta de Diana...si, la tengo. Ella era la médico del lugar y pude abrir la enfermería...pero no sé si esta tarjeta nos dejará ir muy lejos. De todas formas, quizá es la única opción que tenemos por ahora. Pero ahora tenemos quizá cosas más urgentes en las que pensar...como averiguar dónde está Steve y como traerlo de vuelta y conseguir que los durmientes despierten. Además,internarnos por estos pasillos sin saber a lo que nos enfrentamos ni como plantar cara no es una buena idea- y miró a Ciara. Ellas dos lo habían sufrido en los túneles y sabían perfectamente de lo que estaba hablando...

Recordar... La presencia del "padrecito" cercana a ella, con esas ínfulas de superioridad moral que tienen los curas y los charlatanes de todos los credos, le hizo delatar cierto sentimiento de asco en su cara. Recordaba tener temblores aún por el fallo neurológico, recordaba que llevaba despertándose encogida y llorando cada cuatro horas hasta que tomaba otra pastilla para dormir, y recordaba que la desesperación le llevó a una iglesia, a confesarse, buscando el perdón de Dios por sólo él sabe qué. 

¿Perdón por haber tenido el sudor de su padre sobre ella? ¿Perdón por los desengaños sufridos? Sí, llegó a sentirse culpable. Y la respuesta del cura, que sólo se había quedado con que ella había aprovechado la depravación de su padre para escapar, y que había hecho el amor con tres hombres sin casarse, fue:

- Quizá el señor te castiga por tu conducta licenciosa. Debes ayunar tres días seguidos, y venir a misa cada domingo. 

Lo peor, es que la desesperación le llevó, medicada y destrozada a todos los niveles, a ayunar tres días. Y aquello sólo consiguió destrozarla más. 

Ciara sintió como punzante la mirada del padre Zackarias. Esa mirada que la identificaba, misericordiosamente, como a una demente, y sabe Dios cuántas cosas más. Le devolvió una mirada cargada de desafío con aquellos ojos pálidos como un iceberg, y ni siquiera parpadeó hasta que Alex habló. Al contrario que Pedro, Ciara parecía repelida por los alzacuellos. Le devolvió una mirada mucho más natural a ella, casi cómplice. Asintió, parpadeó finalmente y alzó las cejas, tragando saliva.

- Alex, no quiero desanimarte... Si todo ésto es de verdad imposible de explicar mediante ciencia, que no tiene por qué serlo -parecía que alguna clase de sentimiento nublaba un miedo que, sin embargo, se veía en el fondo gélido de su mirada- Steve se ha unido al coro. Además... Tengo una teoría. Podría atreverme a ir. Será agotador, y tendría que ir con gente alta y de piernas largas, pero... Tiene que ver con el agua de los pasillos, la humedad y el agua. Quizá, si no pisamos el agua...

La pelota estaba en el tejado de su compañera. No podía fabricar muchos más ladrillos sin apenas arcilla. 

Pedro miró a la mujer que parecía desafiar el sentido común del cura con una actitud rebelde y enigmática. Parecía una de esas mujeres encantadas de haberse conocido a sí misma, siempre con una última palabra en la boca pero sin decir demasiado. De hecho, afirmaba tener una teoría pero se resistía a compartirla. Dudaba que fuera por vergüenza. Y eso solo dejaba dos posibilidades: la soberbia o algo más cruel, guardarse para sí las oportunidades de sobrevivir a costa de los demás.

Fuera como fuera, no dedicó esfuerzos en sonsacar algo que no quería ser dado. Se limitó a colocarse junto a Zackarias y con la mano en el bolsillo, sujetando la sierra usado para amputar los dedos de Anette, observando a este en aquel eterno gesto proporcionado a los muertos para el perdón de sus pecados.

-Estoy a su lado, padrecito -dijo, dejando evidencia de su presencia a su lado.

Es un momento tranquilo, todos están a lo suyo,unos hablando de que van a hacer, otros mirando la conversación...El padre Zackarias se acerca al cuerpo de Jackson,tendido en la camilla, inerte, para darle la extrema unción y bendecirlo...Pilni está esperando una contestación de Steve que parece no llegar...

- No consigo encender la luz...estoy empezando a asustarme un poco...Pilni?Pilni...no sé decirte..- dice de nuevo a través de Macario, y se corta, como una radio sin pilas, y pasados unos segundos vuelve - ...luz, no ap.....uz.. - es como si algo interfiriera. Y entonces toda la instancia se llena de electricidad estática. Cada uno de los monos azules que hay allí dentro puede sentirlo.

Nadie se da cuenta del pequeño charco de agua que se va formando en una esquina debido a una pequeña gotera que hay en el techo..

Todos están sorprendidos ante el mensaje y por la sensación de cosquilleo en los cuerpos. Zackarias está al lado de Jackson pero no ha podido bendecirlo...y entonces la luz se apaga. Una oscuridad total los invade y solo se escucha la voz de Anette:

- Ya están aquí...JAJAJAJA...ya están aquí...- la luz tilita un par de veces y vuelve a encenderse...Zackarias mira a todos lados y baja la mirada hacia Jackson dispuesto a darle la unción, dándose cuenta de que lo está mirando con los ojos abiertos de par en par.

Mathew, que ya se ha recuperado pero ha permanecido en un segundo plano hasta ahora se da cuenta de que hay algo raro a su lado, así que gira para ver que és y se queda petrificado al ver que un pequeño charquito de agua en el suelo está moviendose y tomando forma...recordandole a esa escena de Terminator 2 en la que el malo se levantaba del suelo...y entonces se empiezan a oir pequeños ruidos procedentes de las paredes y empiezan a verse manchas de humedad...las tuberías están reventando...Jackson empuja al padre con violencia y se levanta, pero su mirada está vacia, es como si no hubiera nadie ahí dentro, como si el coche se moviera sin conductor...

La estática se hace cada vez más patente, el cosquilleo pasa a adormecer las puntas de los dedos y los charcos empiezan a tomar formas humanas mientras de ellos salen llantos de pena y quejidos de dolor...Y entonces, alguien desde fuera comienza a aporrear la puerta...

- Hey chicos,soy Diana...abridme, vamos -

Shan Mei, Ciara, Pilni, Alex, Nao Shen, Mathew, Duarte... todos ellos guardaban silencio mientras Zackarias trazaba el símbolo de la cruz en la frente del cadáver de Jackson. Incluso la enloquecida y ausente Anette, aferrada a su cruz de plata, llevada quizás por aquellos rostros vueltos hacia la camilla donde reposaba el muerto, miraba en aquella dirección.

La mano de Zackarias temblaba ligeramente. El recuerdo de la última vez que se había santiguado ardía en su pecho, en su carne abierta y remendada torpemente por Duarte. Su frente se perló de sudor, la mano suspendida en el aire sobre la frente de un Jackson fuertemente atado con aquellas mantas que Shan Mei había usado para inmovilizarlo. Para inmovilizar a un muerto.

Zackarias oyó al mexicano hablarle y sacando fuerzas de algún recóndito lugar, hizo lo que era su trabajo como sacerdote. Musitó una plegaria y su pulgar se posó en la fría piel de Jackson deslizándose sobre ella y dibujando una cruz. No se oía apenas nada. Inconscientemente todos habían contenido la respiración y solo la de Macario era audible.

Y sencillamente, no ocurrió nada. Jackson seguía muerto y su frente aparecía libre de cualquier estigma. De inmediato se oyeron suspiros, las respiraciones contenidas volvieron y se intercalaron risitas nerviosas y comentarios acerca de lo ridículo de la situación. Una risa enloquecida y aberrante reclamó su atención. Y se giraron. Y entonces lo vieron.

Frente a ellos, Macario, en pie y con una cruz sangrante abierta en su frente los miraba con ojos en los que ardía una rabia sin fin. Tras él, sentada en su camilla, Anette, la palma abierta y la cruz de plata ardiendo con un fuego azulado en su mano, reía con desquiciadas carcajadas.

-Moriréis -dijo Macario con una voz que no era la suya, pero tampoco la de Steven-. Uno a uno. Conoceréis el infierno antes de morir y el infierno tras él -sus manos se extendieron y todos pudieron ver que se habían transformado en garras, garras que agarraron por el cuello a Alex, la más cercana, en una presa férrea. Finas gotas de sangre brotaron de los cortes hechos al estrangularla. Las manos de Alex se cerraron sobre las de Macario, tratando inútilmente de liberarse, clavó sus uñas en su rostro, mientras el resto de los presentes parecía congelado, incapaz de moverse.

Mathew fue el primero en reaccionar, echándose sobre Macario, tratando de liberar a Alex. Le siguió Nao Shen. Ambos se esforzaron por separar aquellas garras del cuello de Alex. Pero la fuerza de Macario parecía inhumana. Pilni lanzó un puñetazo que hizo crujir la mandíbula del muchacho negro y Duarte, con un gritó capaz de helar la sangre, se lanzó con la sierra quirúrgica contra Macario, golpeando con saña, una y otra vez, uno de los brazos y seccionando carne, venas y nervios, y consiguiendo que este colgara inútil.

Apenas un segundo después, Macario caía al suelo. En su frente ya no había cruz alguna y las garras habían desaparecido. Sus manos volvían a ser humanas. Un fuerte hematoma se veía allí donde Pilni lo había golpeado y su brazo derecho sangraba profusamente. Posiblemente moriría si no se hacía algo rápidamente.

Anette, sentada en su camilla, la mirada vacía, seguía riendo con una risa hueca y sin emociones, provocando un escalofrío en todos los presentes. Zackarias, pálido como un muerto, contuvo el gesto de santiguarse ante aquellas espeluznantes carcajadas. La cruz de plata seguía ardiendo, con un fuego cada vez menor, hasta apagarse.

-Moriréis. Uno a uno -dijo antes de que el fuego azul se extinguiera y la vida regresara a sus ojos. Sacudió la mano, con un gesto de dolor, y todos pudieron ver la profunda quemadura en su palma y sentir el olor a carne abrasada.

Ciara avanzó con rapidez hacia Anette, pero se detuvo ante un entrecortado grito a sus espaldas. Todos miraron en la misma dirección. Hacia Shan Mei. Blanca como el papel, un brazo extendido, su índice señalando una camilla vacía y unas ataduras en el suelo. Jackson ya no estaba. Había desaparecido. Posiblemente no conocería un poema capaz de reflejar aquel horror imposible.

Zackarias traza una cruz sobre la frente del cadáver, al principio no parece pasar nada, pero unos segundos después el cuerpo comienza a sufrir fuertes convulsiones. Después de varias sacudidas violentas el cuerpo vuelve a quedar tendido en el suelo.

Entonces se hace claramente visible como el cuerpo de Jackson se va consumiendo, la carne parece evaporarse poco a poco mientras la piel se va pegando a los huesos. Del cuerpo en descomposición comienza a emanar una densa neblina que hace que la visión se reduzca a unos pocos centímetros de uno mismo.

*En este punto se podría dejar de escribir, que actuasen los jugadores y después continuar la narración.

(Annete no hace intento alguno por salir de la sala, aunque si los jugadores intentan arrastrarla fuera no opondrá resistencia. Por sí sola simplemente se queda sentada donde está)

[Si, por ejemplo, los jugadores salen de la sala al ver la nube gaseosa invadiéndola]

La bruma se disipa y vuestra campo de visión vuelve a la normalidad. Al volver a mirar al interior de la sala (si salieron, o "al levantar la cabeza" si se quedaron por allí acurrucados) un escalofrío gélido os recorre el cuerpo. Jackson, ahora convertido en un esqueleto cubierto de una fina capa de piel, se encuentra derrumbado junto a la pared del fondo de la habitación, una escuálida línea de lo que parece sangre seca brota de su mano y recorre los pulidos azulejos hasta unas palabras "... ABANDONAD TODA ESPERANZA" 

Un estridente sonido rompe el silencio, Annete observa el cuerpo consumido de Jackson sin ni siquiera pestañear, mientras una carcajada sale de su boca.

*Si en algún momento se acercan al cuerpo de Jackon y lo voltean (está tumbado de cara contra el suelo) verán que hay una crucecita de plata sobre su pecho.

*Steve (no se donde está, pero por lo que entendí se encuentra a oscuras)

Las luces de la sala empiezan a tintinear de repente, con un par de chasquidos vuelven a encenderse. Por fin una cosa que sale bien...

Entonces lo ves, una forma humana sin piel y, por los antinaturales ángulos que describen sus extremidades, podrías jugar que también sin huesos, se encuentra tirada sobre el suelo frente a una pared. Desde el cadáver se levantan unas finas líneas de sangre que recorren la pared hasta formar un mensaje "... ABANDONA TODA ESPERANZA" 

Zackarias traza una cruz sobre la cara de Jackson. Justo cuando lo hace, Macario grita con una voz que aún contiene la de Steven, como si sus voces se hubieran fundido en una sola. También Anette suelta un grito desgarrador, haciendo retroceder un momento a Ciara, aunque su mirada no deja de estar centrada en la cruz que la psicóloga tiene cogida con la mano.
Las lucesde la habitación tiemblan durante un momento, apagándose a continuación. Tras unos segundos, algo empieza a brillar. Delante de la cara de Jackson, flotando sobre el lugar donde el reverendo lo acababa de santiguar, aparece una cruz, con un resplandor que tras la oscuridad hace daño a los ojos de quién la mira. La cruz empieza a coger forma y consistencia: es exactamente igual a las que ya conocen.
La cruz que Anette tenía cogida en sus manos empieza a brillar también. Esto hace que la joven comience a reír de nuevo, más fuerte incluso que lo había hecho antes que su propio grito la hubiese hecho callar, como si aquella luz brillando delante de su rostro fuese el fin de un chiste atroz pero terriblemente bueno. Casi es mejor así, ya que no parece darse cuenta de que bajo su piel, justo a la altura donde estaría colgada su cruz, brillaba otra cruz. Ni de que en su otra mano, brillaban los trozos de dedo que ya no tenía.
Macario -y Steven a través de él- siguen gritando. Una "cruz" empieza a brillar en su pecho bajo su mono azul. De repente el chico de color deja de gritar y caé de la camilla, no por ningún lado, sino atravesándola. Para cuando el cuerpo de Macario se queda otra vez quieto, “dormido”, una de las patas de la camilla y la rueda que la remataba estaban dentro de su pierna derecha. La barra metálica de la camilla surge de su mono azul como si fuera el hasta de una flecha.
El cuerpo de Jackson, de forma mecánica, coge la cruz que flota delante de su cara y se la cuelga al cuello, ignorando que no hay ninguna cadena que la pueda sujetar allí y sobretodo, que está muerto. Abre la boca, intenta hablar algo aunque solo consigue apagar y encender las luces cuando abre y cierra sus labios, como si la fuerza o la presencia que ahora lo habitase no supiera utilizar aquella herramienta que una vez había sido un ser vivo.
Cuando la luz de la sala se enciende por última vez, cuando Jackson queda interte con los ojos y la boca abiertos, una cruz luminosa ilumina también, a la altura del pecho, el mono de Ciara, el de Shan Mei y el de Mathew. Ellos mismos nota, que, curiosamente, la cruz y las cadenas que allí han aparecido están frías. Muy frías. Las luces de estas cruces van apagándose dejándose tras de si aquellas cruces que, sino fuera por su procedencia incierta, parecerían tan absolutamente corrientes.
En la enfermería reinaba el silencio, solo roto por la risa enfermiza de Anette.

Sólo se oían sus carcajadas, la risa enfermiza de Anette. Duarte, que había retrocedido dos pasos ante aquel espectáculo propio de una fiesta privada a base de LSD, aflojó sus puños. Las uñas dejaron su rastro de medias lunas, reflejo de su tensión durante aquellos interminables segundos en los que la locura se había apoderado de la realidad, donde los muertos volvía la vida, donde los vivos se volvían inmateriales, donde lo imposible se volvía posible. Había visto los espectrales dedos amputados de Anette, veía la camilla incrustađa en la carne de Macario, veía las cruces. Y sólo supo una cosa. Debían huir. Él debía huir. Sobrevivir. Esa era la palabra. Con otros o en solitario. Fuera como fuera. Y la furia despertó en él, una furia dirigida contra quien los habían soltado en aquella madriguera, como ratas, ratas de laboratorio con las que experimentar.

-Hijos de la gran chingada. Putos. Culeros -farfulló iracundo. 

La risa de aquella chica seguía resonando y durante un momento, superado por todo aquello, el reverendo apunto estuvo de ponerse a gritarle que callara su puta boca. Sí, su puta boca, se hubiese sentido horrorizado por este pensamiento si hubiese sido consciente de él.
De no ser por como le dolía su propia cruz cortada sobre su pecho, estaría seguro de estar en un sueño. Hubiese cogido la pequeña sierra con que Duarte había cortado los dedos de Anette para cortarse su propio cuello y despertar seguramente en un avión camino a casa.
Pero el dolor era real, al menos de aquello estaba seguro. El hecho que había hecho desconectar al reverendo había sido sin duda las luces encendiéndose y apagándose como sustitutas de las palabras que el cadáver de Jackson había intentado decir. O que había dicho, en alguna lengua mucho más siniestra que las antiguas lenguas satánicas o demoníacas. De hecho Zackarias hubiera estado más tranquilo, si se podía llamar así, si su enemigo fuera el mismo demonio. No porque pudiera vencerlo, sino porque sabría sino combatirlo si defenderse de él. Algo de aquello debería haber sí, pero incluso todo aquello se salía del parámetro de "paranormal" para elevarse a algo inimaginablemente peor, más febril.
Todo lo relacionado con las cruces al igual que la voz de aquel tal Steven hablando por boca de Macario, podía asimilarlo a actuaciones del otro, del enemigo. Él siempre intentaba engañar a sus victimas o burlarse de Dios y de la Fe. Pero la camilla atravesando la pierna de aquel chico y las luces sustituyendo las palabras... Ante aquello Zackarias no sabía ni como reaccionar.
Solo una idea empezaba a formarse en su cabeza de todo aquello: allí dentro había dos grupos no enfrentados pero sí diferenciados y marcados. Y era él mismo quién lo había hecho.
Estaba casi seguro que si santiguaba a Duarte, o a Pilni, Alex o a Nao Shen, sus dedos al santiguar cortarían carne y tejido y la sangre le salpicaría la cara . Temía que si santiguaba a aquellos de los que había nacido una cruz, los que en algún momento por lo visto se habían dormido, podría pasar cualquier cosa.
Lo que sí tenía claro era que no pensaba probar su teoría. Retrocedió lentamente hasta que su espalda chocó con la pared, luego se dejó caer respaldándose en ella hasta quedar sentado.

No podía contener la euforia. El terror en su estado más glorioso. Sus ojos se abrieron genuinamente maravillados mientras su piel tornaba un tono grisáceo por el miedo y sus ojos parecían hundirse en ojeras profundas. Abría y cerraba la boca como un pez boqueando en la superficie, sin atinar a tener la última palabra, que, como bien pensaba Duarte, solía tener. Cuando la cruz nació de su pecho, como un acto reflejo y como si fuera algo extremadamente valioso, la capturó y aferró en el puño izquierdo tan asegurada que su forma se marcaba en la carne. Luego miró al resto de los que también tenían cruz y a continuación se lanzó a coger la cruz de Jackson. La cuidaría. 

Su teoría del agua se había desmoronado. Muchas de sus teorías se habían desmoronado, ¿o no? Hipótesis, experimento, sólo así se podía concluir algo... Pero desde luego había más de una hipótesis que trazar, ¡era tan emocionante, tan fantástico y retorcido...! No pudo evitar echarse a reír, con una sonrisa sardónica y cogiendo la mano del difunto Jackson con cierta calidez, como le hubo cogido Shan Mei a ella. 

- ¡Bueno! ¡Encontremos las siete diferencias! -dijo con una mirada desencajada y un tono casi jovial- ¿Qué sois, asesinos todos? -preguntó a los que no habían generado su cruz. Más teorías, algo saldría, qué coño. Era una oportunidad entre millones.