Partida Rol por web

La puerta del ascensor se abre ocupando toda vuestra atención. Podéis ver claramente como dentro hay una única figura de mono azul. Solo cuando la solitaria figura se adentra en la zona de luz azulada del pasillo distinguís claramente quién es: Shan Mei

Duarte sonrió macabramente a Ciara.

-Órale, nunca necesité ayuda ni perdón divino, perra. Ni necesito de tus palabras venenosas y oscuras. Es ella quien las quiere y eso me basta -dijo en alusión a Alex cuya petición había caído en saco roto-. Por mí puedes hacerte un ovillo en un rincón y morirte. No te mereces ni el aire que respiras y que robas a quien sí se lo merece. No te echaré de menos.  No te creo mejor que el pinche viejo. Sois las dos caras de la misma moneda.

El resto de cuanto fuera a decir se perdió en el aire que dejó de salir de sus pulmones. Frente a ellos, saliendo del ascensor, Shan Mei. Pero aquello era imposible. La habían visto morir. La propia Ciara había tomado de su mano su anillo. Duarte alzó el machete. El agujero volvía a ponerlos a prueba, en esta ocasión con una nueva aparición, como lo hiciera antes, en el almacén con la figura de su propia madre.

¡Por favor, no discutáis! Realmente lo que le daba miedo era que el Duarte que le había dado una patada entre la entrepierna volviera, aunque seguramente nunca se había ido. Levantó los brazos y los flexionó frente a ambos como pidiéndoles tregua. ¿Pero como impedir aquello? Estaban hambrientos, cansados, sucios y muy muy nerviosos... tanto que todos se estaban comportando incluso demasiado bien.
El ding del ascensor le sacó de sus cavilaciones...¡Shan Mei!! gritó sonriendo, había vuelto, tal como el mismo lo había hecho después de que la oscuridad se la tragara. Steven empezó a reir, una risa extraña, que mezclaba alegría y locura a partes iguales. Con esta risa purgaba el peso que le había atenazado desde que entraron a aquel edificio.
Se puso a correr hacia ella, tropezando torpemente -otra vez- en las vigas del suelo.

Alex estaba ahí de pie, junto al viejo y mirando a Ciara que seguía sin decirles lo que sabía. ¿Por dónde podía comenzar? ah, si... Tenía el cuerpo lleno de moratones, el mono desgarrado y ensangrentado, la nariz y la ceja rotas (aunque Duarte había hecho un gran trabajo), olía a zoológico y tenía hambre (aunque su orgullo no le había permitido aceptar los ofrecimientos de Aaron), no comprendía ni una cuarta parte de todo lo que les habían dicho, no se fiaba de la única persona que podría ayudarles a salir de ahí  (o porque desvariaba o porque era un grandísimo mentiroso) y para rematar, ahora comenzaban a discutir entre ellos...si, estaba furiosa.

- ¡¡YA VALE!! - gritó ahogando las palabras de Steven con las suyas - ¡¡LO ÚLTIMO QUE NECESITAMOS AHORA ES PELEAR ENTRE NOSOTROS, TENEMOS QUE JUNTARNOS Y PENSAR QUE HACER!! TENEMOS QUE IR A BUS...-  y sus palabras se quedaron atragantadas en su garganta al ver la expresión en la cara de Duarte. Se hizo el silencio en la sala de duchas, un silencio que duró muy poco. Steve gritó un nombre y salió corriendo...

No había oido el "ding" del ascensor al llegar al piso, ni el ruido de las puertas abriéndose...pero ahora si que escuchaba el eco de unos pasos rebotando en las paredes del pasillo y aunque dicen que la curiosidad mató al gato, este gato tenía aún unas cuantas vidas más por gastar. Alex comenzó a andar hacia la puerta, dejado al viejo sentado donde estaba...no podía ser que hubiera escuchado esas dos palabras, tenía que ser un error.

- Pedro...¿qué diab...? - y al ver que el mexicano ni se percataba de que se había colocado a su lado, se asomó al pasillo. - N..n...no...- balbuceó - No....- sus ojos verdes se abrieron como platos  y tropezó con una de las vigas que ahora decoraban el suelo, cayendo hacia atrás, aunque ni siquiera se dio cuenta. Solo podía pensar en una cosa...Shan Mei estaba en el pasillo.

- Es Ella -susurró Ciara, con la respiración cortada de golpe. Quizá eran los objetos, como la cruz de Jackson o el anillo de la asiática... Objetos en los que depositábamos mucha de nuestra energía... O quizá la Inteligencia perseguía aquellos objetos como fichas de un tablero. Si tenía la cruz de Jackson, se presentaba como Jackson; y si tenía el anillo de Shan Mei, ahí estaba. 

La suerte está echada. 

Más pálida que de costumbre, se acercó a Shan Mei con su anillo en la mano.

- ¿Has entrado? ¿Has aprendido? -preguntó con un hilillo de voz, nada hostil, aunque profundamente respetuoso- ¿Dónde están Jackson y Shan Mei?

Por fin se abrieron las puertas de aquel maldito trasto. El trayecto en ascensor, que realmente habrían sido minutos, habían parecido horas para la percepción de Shan Mei. Debería haberse fijado en el nuevo escenario que se había encontrado, pero algo, o mejor dicho alguien, acaparó toda su atención. Sus compañeros estaban allí mismo, y la alegría por volver a verlos, y sobretodo por verlos vivos, fué sustituida por el miedo cuando se dió cuenta de que Duarte vacilaba. Había temido aquello y no debería estar tan sorprendida, pero verlo con sus propios ojos le afectó más de lo que pensaba.

Steve corría hacia ella, tras haber gritado su nombre con alegría, tropezando a cada viga que se encontraba en el camino. No pudo evitar sonreir al verle, y dijo, en el tono de voz más calmado que pudo conseguir:

-Tranquilo Steve, aquí estoy y no me voy a ningún sitio. - Salió del ascensor y esperó pacientemente a que el chico llegara a su encuentro. Seguía sonriendo. Sabía que una sonrisa podría servir de bien poco allí abajo, pero no sabía como podía demostrarles que era ella, y solo quería mostrar su buena fe.

Pudo ver también a Ciara, y Alex apareció poco después, para mostrar esa mirada de incredulidad idéntica a la que había visto en Pedro. No sabía qué ocurriría después de aquello, pero confiaba en ellos. No iba a dudar después de todo lo que aquel lugar, no sabia bien porqué, le había mostrado.

Cuando el chico llegó frente a ella vaciló, pero Mei no se contuvo, se acercó a él y le abrazó. Fué un abrazo sincero y lleno de ternura, pues era muy probable que Steve hubiera vivido cosas parecidas a las que ella misma habia experimentado, y quería compartir con él ese instante de paz.

Cuando Ciara se acercó a ella soltó con dulzura al chico y atendió a las curiosas palabras que le dedicaba la mujer.

- Entré en... otro lugar, u otro tiempo. Vi a la gente que, creo, murió en el bloque hace años. Os contaré todo con calma si queréis. - Vaciló un instante antes de seguir hablando, pero continuó.- No se quién crees que soy Ciara, pero soy Shan Mei. Se que mi historia será difícil de creer, pero soy yo, en carne y hueso.

Steven lloró de alegría en los hombros de la chica hasta que esta lo aparto suavemente. Yo...yo... intentó confesarse pero rápidamente vió que ese no era el momento, el ambiente no era tan festivo para todos como lo era para él. Solo cuando vió la duda en Duarte pensó por primera vez que podía haber sido alguna otra trampa de aquel maldito lugar, se sintió estúpido por no haberlo pensado. Y, al mismo tiempo, se alegró un poco, pues de alguna forma la desconfianza no había devorado por completo su carácter. Se sentía eufórico, pletórico, alegre por haber sobrevivido al abrazo de Shan Mei. Había corrido por el campo de minas y ninguna había estallado. Había tocado la alambrada y no estaba electrificada.
Si él vivía solo podía ser por una cosa: esa era realmente Shan Mei.

Todavía sentada en el "suelo" tras tropezar con unas vigas que ahora les hacían de obstáculos, Alex observaba la escena con sus ojos verdes abiertos de par en par. Frente a ellos estaba Shan Mei...pero eso era imposible...habían pedido un sacrificio y ella lo había sido...quería levantarse pero sus piernas no reaccionaban. Solo cuando Steve se abrazó llorando de alegría a la chica asiática y la dulzura con que ella se lo devolvió, una chispa se encendió en ella...Si Steven había podido volver ¿por qué no habría podido ella? ¿Podría ser ella de verdad la que estuviera ahí delante?. Ciara permanecía un poco indiferente, y Duarte...bueno, su cara era todo un poema. Sus ojos se posaron en cada uno, intentando discernir algo que le diera una pista de si todo eso era real,  un sueño, una trampa o una broma de algún programa de televisión...y no pudo ver nada en ellos. Volvió a fijar sus ojos en Shan Mei que ahora los miraba inquisitiva, esperando alguna respuesta o reacción.

-¿Shan...Shan Mei, eres tú de verdad?- ella ya lo había afirmado antes del abrazo de Steve, pero Alex necesitaba estar segura, necesitaba volver a escucharlo.- Por favor, si esto es una treta, un engaño...- y poco a poco fue recuperando el control sobre sus piernas. Se levantó lentamente y se acercó a ella, temblando. Pasó al lado de Ciara y Duarte ignorando sus huesos doloridos todavía, y se acercó a ella. Se quedó plantada delante de Shan Mei, mirandola de arriba a bajo, mirando sus ojos, su cara...- Eres tú...- susurró, y se giró a sus compañeros, con pequeñas lágrimas en sus ojos - ...es ella.. - les dijo convencida, más por las ganas que tenía de que fuera cierto que porque lo pensara de verdad, la mosca seguía detrás de la oreja pero su zumbido fue acallado por la ilusión de que fuera cierto. Y tal como hizo Steve, la abrazó.

Después de unos segundos que parecieron horas, Alex se separó de Shan Mei y se enjugó los ojos.

- Creo...creo que tenemos mucho que contarnos. Todos. Aunque ahora creo que deberíamos ir a buscar a Pilni y Macario, que se han quedado atrás. Podemos ponernos al día mientras vamos a por ellos - y entonces otra chispa, si Shan Mei había venido en el ascensor, por qué no habían venido ellos con ella?¿o por qué no habían sido capaces de usarlo después de que subieran ellos? - Santo Cielo...¿y si les ha pasado algo? deberían haber podido usar el ascensor después de nosotros...-

Fue testigo mudo del reencuentro. Del torpe avance de un Seagal culpable y ahora redimido por aquella aparición, de las palabras de una Ciara que no veía en Shan Mei a la mujer que fue sino a aquella inteligencia a la cual parecía venerar de algún modo y, finalmente, el abrazo de Alex con aquella con la que había compartido tanto en tan poco tiempo.

Duarte dejó caer el brazo armado al costado, súbitamente agotado, cansado de todo aquello, de aquellas idas y venidas, de todas aquellas muertes sin sentido, de aquel mundo invertido, de palabras cuyo significado no entendía ni llegaría a entender.

Suspiró. Y comenzó a andar. Hacia ella, hacia ellos, dejando atrás a Ciara y al anciano, acercándose a aquellos que ahora eran sus compañeros y su presente. Envainó el machete y se detuvo a escasos centímetros de la asiática a la cual sonrió tímidamente.

-Bienvenida güera. No sé si eres un pinche sueño, si fumé mezcal y se me fue la sesera a la mierda, no sé si eres de verdad. Pero me cansé y prefiero un sueño bueno a una pinche realidad. Y no sé si hablaste de verdad o solo lo imaginé y no sé si solo imaginaré tus respuestas, pero si puedes hablar, yo escucharé porque quiero oír -Duarte se secó el sudor de su frente con una sucia manga. Volvió a emitir algo parecido a un suspiro y acabó dando un último paso para abrazar con fuerza a aquella mujer que creía muerta, al igual que lo habían hecho sus compañeros.

Un mal presentimiento pasó a través de la mente de Shan Mei cuando Alex le habló de Pilni y Macario. No había visto a nadie en su camino hasta allí, así que, o habían ido hacia otro lugar o... en fin, conociendo aquel sitio, podía haber ocurrido cualquier cosa.

- No vi a nadie ni en la iglesia ni en el lugar donde cogí el ascensor. Sin embargo, si que noté una presencia junto a mí mientras venía hacia aquí, pero eso no tiene porqué significar nada en particular en este sitio. - Pensó un instante y continuó: - Si queréis que bajemos a comprobarlo no tengo problema en acompañaros.

Entonces se acercó Pedro, expresando las inquietudes y preocupaciones que también tenía Mei a la perfección. Tampoco ella tenía nada claro todo lo que pasaba a su alrededor, y no podía culpar a nadie por albergar dudas en cuanto a... en fin, todo.

Mientras abrazaba a Duarte le dijo: - Estoy aquí Pedro, y comprendo tus dudas, porque también yo las he tenido. Algo me dice que no vamos a tenerlo fácil para diferenciar la realidad de los sueños en este lugar, así que intentemos solo enfrentarnos a lo que tengamos delante, si no, acabaremos volviéndonos todos locos.

Soltó al hombre y, aunque no quería sonar frívola, no pudo contenerse y dijo: - Por cierto, no quiero ser insensible pero, ¿hay algo de comer? Parece que llevo años sin probar bocado...

Todo era muy emotivo, Steve por la culpa, Alex por la alegría de recuperar a una compañera de batallas... pero tal vez por la rudeza que Duarte había demostrado hasta ahora con todo y con todos (aunque Alex se había dado cuenta de que no era tan fiero el león como lo pintaban), su abrazo y todo el momento en sí le habían llegado muy adentro. Y volvió a ser consciente de todo el peso de los acontecimientos sobre sus hombros y su cuerpo entero...y justo cuando Shan Mei acabó de hablar, su estómago fue la que contestó...groooooooor!!

- Bueno...algo hay, el viejo ha de tener comida. Y yo no quiero separarme del grupo, lo que la mayoría decida, pero Pilni y Macario...no me los quito de la cabeza...- miró a todos - Podemos descansar y ponernos al día, nos vendría bien a todos, pero ellos dos...-

Steve se sentía eufórico. Se dirigió hacia Ciara, por alguna razón sentía que eran un grupo, y no quería dejarla atrás. Había muchas maneras de abandonar a alguien y por alguna razón sabía, seguramente todos lo sabían, que en el momento que dejaron atrás a Pilni y Macario y subieron al ascensor, los dejaban para morir. Fue lo que sintió al dejarlos atrás, no sabría definir porqué, pero así fué.
Dejar ir a Ciara estaba en sus manos, eso también lo sabía, así que se acercó a ella, la cogió suavemente por los hombros para que centrara su vista en él y le habló. Creo que yo puedo darte más respuestas que ella, pero aún no las tengo definidas...¿okey? Él había vagado por aquel lugar, por muchos otros lugares que eran como la fábrica, pero no lo eran Yo también he visto pasillos llenos de sangre. Y creo tener una idea de como comunicarnos, sacó de su bolsillo la linterna y se la enseñó, un trozo de H-Energía en nuestras manos Hablaba apenas en un susurro, pero perfectamente audible en el silencio del lugar. Tengo la idea pero necesito definirla, y asimilar todo lo que nos ha dicho el viejo, y para eso he, hemos, de descansar.
Soltó a Ciara y se giró hacia el grupo más grande, situado cerca del ascensor. Si aquí no hay H-Energía, si aquí no ha entrado ese "bebé", y esta luz azulada auyenta los fantasmas, deberíamos dormir después de comer algo De hecho incluso ducharse le estaba tentando, pero quizás sería abusar demasiado de la suerte. Steve siempre había sido el chico más esmirriado, el que dejaban el último al hacer grupos en gimnasia, pero su inteligencia siempre habia destacado. Quizás era el momento de lamentarse menos y de pensar más.

Las palabras de Shan Mei unidas al gruñido del estómago de Alex dejaron claras las prioridades de aquel momento. Duarte se permitió asentir y sonreír una vez más.

-Vayamos entonces a comer y beber. Hace mucho que algo entró en mi boca que no fuera hiel. Aquel que ves allá y que parece un títere con las cuerdas rotas es el abuelo muerte. Creó esto y por sus palabras parece que fue quien inventó la pinche energía que lo mueve todo acá. Estaba dispuesto a hablar antes de que esa güerita se dedicara a escupirle su veneno y lo dejara así, como transido. Y deberíamos descansar después de que nos cuentes qué pasó cuando te tragó la tierra. Por turnos, cuidando unos de otros. Esto va a ser aún más duro y debemos estar fuertes. Recojamos comida y agua y volvamos a donde el abuelo. Diría que es la zona más segura.

La decisión parecía unánime, todos querían descansar y comer, lo cual no estaba mal. Alex también lo deseaba, aunque por su cabezonería y su falta de confianza en ese viejo que estaba ahí postrado y desvariando, seguía siendo reacia a aceptar cualquier cosa de él. Pero tenía claro también (y quizá ese sentimiento era mucho más fuerte que el anterior) que no quería quedarse sola en ese lugar, así que siguió a sus compañeros hacia la sala "segura".

- Bueno...- dijo cuando llegaron a donde habían dejado a Aaron -...ya que vamos a tirar la casa por la ventana y a descansar y tal...aunque no quiero tener nada que ver con él...- y miró al viejo - ...quizá hasta podría ir a darme una ducha. Este mono comienza a oler a rayos. Si alguna quiere venir...agradecería no ir sola. Quizá luego podamos ponernos al día y  dormir por turnos, como dijo Pedro, y después tomar una decisión. - Alex miró alrededor buscando algún mono limpio, porque el suyo era digno de ver. 

-Yo iré a buscar comida y agua. Seagal, acompáñame -ordenó Duarte que parecía inmune a su propio hedor y al ajeno-. Si algo aprendimos en esta madriguera es que nadie debe quedarse solo. Y que las luces del abuelo muerte protegen frente a lo que acecha por las sombras como un pinche coyote.

-Te acompaño Alex.- Dijo Mei sin pensárselo dos veces. - Si hay una posibilidad de ducharse en este sitio no voy a desaprovecharla. - Pensó un instante y continuó.- ¿Quién es el viejo? En cuanto tengamos un momento espero que me pongais al día.- Con una sonrisa y un gesto de la mano dió a entender que las explicaciones podrían esperar, y se dispuso a seguir a Alex.