Partida Rol por web

El temor cedió pasó al miedo en estado puro y esté cedió paso al asco. El crujido antinatural de los huesos, el sonido rasposo de la carne desgajándose, el húmedo romperse de los cartílagos llenó el aire  inundando los sentidos de Duarte que, incapaz de moverse, sentía el agua devorarlo todo, ellos incluidos. Un agua sucia, oscura y fecal que como un chancro se extendía purulenta, dispuesta a tragarlos. A todos y cada uno de ellos, como si la promesa de un único sacrificio no fuera a ser cumplida. ¿Acaso aquel engendro del mal que había poseído a Zackarías había mentido? ¿O acaso alguno de ellos se resistía a vomitar un nombre en la esperanza de que nadie moriría si se negaba a someterse a aquella infamia?

Aquella agua sucia y podrida seguía subiendo, absorbiendo, consumiendo. El frío que había tras ella era glacial y iba ganando terreno a la oscuridad de aquella iglesia puesta del revés. Primero una linterna, luego otra, y otra, fueron acalladas por aquel agua, el único eco luminoso de las mismas era un pequeño círculo de luz bajo del agua, como si fueran una aparición fantasmal. Como si fueran almas flotando bajo aquella agua fétida.
Y nada salvo el nivel de aquella fría agua había cambiado en aquel lugar. Dependiendo de la altura a unos llegaba ya a la garganta, otros incluso a la barbilla.

Steve cerró los ojos y trago tanto aire como pudo. Se sintió vacío y cansado, había cumplido, había dicho un nombre...y aquello continuaba.
Le entró un ataque de hipo, quizá por el aire tragado, quizá venía con las lagrimas que se deslizaban desde sus ojos hasta perderse en aquella agua fétida. Todo aquello reacción subconsciente a la muerte que se cernía sobre todos ellos.
¿Había vendido su alma al diablo al decir aquel nombre para nada?, o, ¿aquello sucedía porque alguno de ellos, intentando salvar a uno mataría a todos?

El tiempo transcurrido parecía una eternidad. Los músculos seguían paralizados, Alex era incapaz de moverse y aquella agua maloliente ya le llegaba a la barbilla empapándola por completo. ¿Acaso no debía haber terminado ya ese suplicio? Ya había pensado un nombre, había cumplido con su parte del trato...el nombre...Si en un final idílico y maravilloso todos salían de allí con vida ¿cómo iba a a ser capaz de vivir después de aquello?¿después de todo lo que había vivido y visto? Si aquel demonio decidía no llevársela a ella, no sabía como iba a ser capaz de seguir con su vida...era sencillo...no podría. De todas formas ya daba igual, ese final idílico no se iba a producir nunca, si ese demonio..ente maligno..espíritu cabreado o lo que quiera que fuera no se la llevaba a ella, iba a morir ahogada en ese agua sucia y putrefacta...

Aquella agua impura os cubre completamente, y junto ella os invade el terror, el frío y la soledad. El tiempo, seguramente segundos, se suceden con lentitud pétrea. Intentáis moveros, hacer algo, pero todo parece en vano hasta que una luz que procede del centro del grupo, donde esta ubicada Ciara.
El agua se ilumina como un enorme cócktel de luz, sea lo que sea aquello, comienza a hacer descender el nivel del agua hasta el nivel que encontrasteis.
Para entonces ya habéis recuperado el movimiento. Los únicos cambios que encontráis es que ni el cuerpo de Jackson ni el de Zackarías están ya allí. La cruz está otra vez en el lugar donde la encontrasteis y está totalmente vacía.
Os han sucedido demasiadas cosas como para alegraros tan pronto... miráis con cuidado hacia todos lados. Y os dais cuenta, con tristeza pero sin sorpresa, que uno de vosotros no está: Shan Mei.
Algunos de vosotros buscáis desesperadamente en los dos palmos de agua que anegan el techo de aquella iglesia hasta que encontráis algo... el antebrazo y la mano izquierda de la asiática. Su finos dedos sobresalen del agua y parecen intentar atrapar un poco de aire, o quizá de vida. El resto de ella desaparece bajo el suelo.

La luz que empieza a brillar procede de tu cruz...y desaparece con aquella luz.

Había estado a punto de ahogarse. Como buena niña bien de Oxford y de Inglaterra en general, sus padres le habían tenido en un club de deportes acuáticos y de green. Ahí, algo aprendía uno a nadar... Pero no a nadar con un peso literalmente muerto de un hombre que te dobla en masa corporal. La inmovilidad era otro punto, no menos importante, para aportar a la agobiante situación. 

Cuando la luz crece en torno a ella, tiene una buena sensación, euforia, de las pocas veces que su euforia había tenido un significado limpio y luminoso, valga la redundancia... Incluso sonrió de forma sincera y como una niña cuando las aguas fecales empezaron a descender... Pero su sonrisa se apagó cuando no sintió la mano de Jackson unida a la suya, y el estado de alerta volvió cuando observó el brazo de la asiática.

Como un resorte, corrió dando bandazos hasta el brazo y tiró de él para sacar del agua a la joven.

- ¡Shan Mei! 

Por favor, que no se haya sacrificado, por favor, ella no, ella era buena... 

Ya tendría tiempo de buscar sus dos cruces y la de Jackson, de quien tenía la romántica idea de que había llevado a descansar en paz. Pero después, la razón y su inquisitiva mente estropearían aquella fantasía. 

Pilni ni siquiera había abierto la boca... Cansado, agotado, con los ojos visiblemente hinchados, apenas habían entrado a la iglesia el joven se sentó sobre el espaldar del banco, con los codos en las rodillas y la cabeza entre las manos, parecía que buscaba el arrepentimiento, que rezaba por las almas condenadas... Y apenas se oía su respiración entrecortada mientras Zackarías, o su cuerpo... O lo que lo habitaba, pedía una vida por la de todos... Su sentido de supervivencia ni siquiera entró, su mente estaba en blanco mientras veía el agua subir, negando con la cabeza

"Igual íbamos a morir... ¿No?"

Pensó para si mismo mientras el agua amenazaba con matarlos. No era ni siquiera una manera elegante y con todo esto en mente simplemente se encomendó a lo que viniera por él, sin ser capaz de alzar la cabeza.

Repentinamente el agua se iba y se le daba otra oportunidad para vivir ¿Con qué motivo iban a seguir luchando? El grupo estaba diezmado y destruído, tanto como sus propios ánimos... Repentinamente el chico miró hacia arriba. Shan mei era la siguiente caída, y al mirar alrededor vio el rostro de Alex... Como el de él, marcado por las lágrimas y los golpes, por los horrores... Recordó los momentos antes de entrar y simplemente se levantó, limpiándose la cara y respirando pesadamente

-En paz descansen los muertos... Ya los vivos tendremos tiempo para lamentarnos- Dijo suavemente, su voz sonaba firme y templada, pero se veía en sus ojos el dolor y el cansancio de lo vivido -Yo mismo quería rendirme, quería simplemente morir porque me parece un descanso de este lugar... Los nuestros caen y no podemos hacer nada, no sabemos si podemos salir... Y me disculpo por no hacer nada, siento el deber hacia todos como parte de nuestro grupo, de luchar con más ánimo por sobrevivir...- El chico empezó a caminar hacia la cruz, mirando alrededor mientras inspeccionaba el lugar, viendo con qué podían contar, revisando los altares y todo -Pero siento que hay algunos de nosotros que tal vez no han dicho TODO lo que saben-

Cuando el agua los liberó y Steve vio sobresaliendo aquellos dedos del agua, cuando supo que la persona que el techo, ahora convertido en suelo, se había tragado era Shan Mei, la sonrisa de Steve desapareció para siempre.
No dijo nada, solo se ajustó la mochila. Ahora esta pesaba más, podía notar el algodón empapado de agua, también el tejido.
Con aquella luz que había barrido el agua hacía unos minutos, se le había revelado algo, las voces de sus compañeros dictando nombres que debían morir. Y silencios que se le antojaba que les costarían muy caros. No sabía que parte de él había quedado unida o anclada a las diferentes capas de realidad, o de lo que fuera aquello que sucedía allí, para estar sintonizado a esas fuerzas. Pero algo había cambiado en él, eso sí lo sabía.
No quiso mirar hacia ShanMei, obvió aquella cruz para dirigirse a una más física, más grande pero menos pesada.
TODOS callamos algo.

Todo volvió a normalidad, sus músculos volvían a ser suyos y el nivel del agua bajó. Aquella cosa había desaparecido. Alex respiró agitadamente y tosió varias veces, doblando el cuerpo con las manos apoyadas en las rodillas. Y entonces se dio cuenta...estaba viva. Levantó el cuerpo y comenzó a mirar alrededor, si ella estaba viva...se habían llevado a otro,eso era más que evidente...repasó con la mirada a todos sus compañeros, y fue entonces cuando escuchó el grito de Ciara...el nombre que surgió de su garganta la dejó petrificada...Shan Mei...¿Shan Mei había sido la "escogida"?...se giró lentamente con los ojos abiertos, no se lo podía creer, y fue cuando vio lo único que quedaba de la chica asiática...su brazo.

Alex cayó al suelo de rodillas, mirando a Ciara que estaba "al lado" de su compañera de fatigas, de la chica que la había acompañado desde que entraron ahí dentro. "Ella no,ella no, ella no...". Giró su mirada abierta de par en par hacia el joven mexicano, Duarte, que estaba a su lado..

- Pedro...Pedro, ayúdala, por favor, tú nos salvastes de Dwayne en el almacén...haz algo..- susurró...pero sabía que se la habían llevado, que estaba muerta. Se llevó las manos a la cara y comenzó a llorar otra vez, se había prometido no volver a sucumbir allí dentro, pero lo que habían pasado ya era demasiado.

Pedro sintió que las aguas lo liberaban de su prisión para condenarlo a ver cómo Zackarías desaparecía y cómo Shan Mei era llevada como tributo a sus propias vidas. El agua fétida e insalubre que ahora supuraban sus ropas atufaron su olfato aunque no ni siquiera fue consciente de ello. Su mirada estaba colgada de aquella mano que era devorada por la nada y que pertenecía a Mei. Oyó el grito de Ciara llamándola y a Alex suplicando su ayuda. Pero Duarte, sabiéndose incapaz de poder hacer nada, cayó de rodillas en las aguas estancadas, la cabeza gacha y un ronco rugido de desesperación brotó de su garganta llenando aquella gruta con sus ecos.

-Lo siento, güera, lo siento -su voz era apenas un murmullo, apenas audible salvo para la cercana Alex. Pero su mirada se alzó súbitamente, llena de fuego, despertando al depredador que había en él. Oteó en torno, buscando en los rostros de los presentes a quienes eran la razón de que alguien bueno y valiente hubiera muerto mientras cobardes e inútiles seguían pululando entre ellos.

Se puso en pie. Con calma. Extendió un brazo y atrajo hacia sí a Alex, a la que abrazó con más torpeza que gracia, buscando darle un consuelo que él mismo necesitaba en la proximidad del calor del otro.

-Se fue, como se van siempre los buenos. Pero se fue con el padrecito y no estarán solos allá donde se fueron. Y quizá, quizá, podamos hallarlos allá donde se los llevaran. Pero para eso, debemos seguir adelante. Debemos vivir. 

Se separó de ella, encaminándose hacia la cruz, donde Seagal intentaba trepar por la cruz.

-Te ayudaré, mano -dijo antes de volverse hacia Pilni un segundo-. Guey, deja de hinchar las pelotas con sermones y acusaciones y habla claro o ayuda.

Antes de separarse de Alex, murmuró rápidamente a su oído.

-Yo no la condené. Y no creo que tú lo hicieras. Ni la perra güera de Ciara. Y me extraña que los otros lo hicieran. Hay algo que no me gusta. Lo lógico sería que yo hubiera muerto. Me tienen miedo. Creo que esa voz nos engañó y deberíamos averiguarlo.

Cuando recuperó su movilidad se arrodilló y buscó la barra metálica que servía como bastón. Por alguna extraña razón, des del mismo momento que aquella barra había salido de su cuerpo...la notaba más como un miembro cercenado que como metal. Observo con ojos enrojecidos la escena de sus compañeros, le había entrado agua a los ojos. Vamos a morir todos. Hacía unos segundos casi habían muerto ahogados, luego la asiática había sido engullida por el suelo. No hemos sobrevivido, solo pospuesto nuestras muertes.
Macario había permanecido dormido, o en coma, mucho más tiempo que sus compañeros. Esa era la razón por la que no había llegado a crear lazos con ninguno de los allí presentes. Y se alegro de ello, por que iban a morir todos. Uno a uno. Él sería el siguiente o quizá el último, intentaría que fuera lo segundo claro, pero también caería.
Y si el había llegado a esa conclusión, los demás debían haberlo hecho mucho antes que él, pues habían visto muchísimas cosas más. Aunque bueno, él podía ver cosas diferentes donde los demás no veían nada.
Y siempre había sido muy observador. Necesitaba conocer todas sus bazas para salir de allí, que básicamente era aquella gente que lo rodeaba. Necesitaba conocerlos más... pero al mismo tiempo se negaba a hacerlo, no quería cogerles afecto...

La puerta doble de entrada a la iglesia, ubicada esta sobre la cruz, está abierta. Cada una de las hojas se abre hacia Steve y Duarte cuando tiran de los marcos de madera podrida. El ruido del frotar de la madera hinchada parece el de un animal herido. Ilumináis con las linternas, vuestras fieles compañeras, el interior de la nueva estancia: una pequeña habitación, que se os antoja un hall, atravesado por una estructura circular. Esta tiene una puerta que, presuponéis, debe enlazar con una escalera circular. La pared de dicha estructura, como la del hall en general, está prácticamente forrada de estampas de santos que se han fundido con la pintura siendo uno. El agua y la humedad han hecho saltar esta particular película pictoricosantoral dejando ver, tanto en la pared del hall como en la pared circular, un fondo de ladrillos en mal estado.
Suponéis también que la mitad del hall os queda oculto desde vuestra posición por la caja circular de lo que seguramente será unas escaleras.

Macario se puso en marcha y siguió a Steve y a Duarte. Bueno, el aire ya no es un problema al menos...supongo. Intentó encaramarse a una de las maderas y de esta a la cruz. Mejor si nos movemos supongo, no sea que se invierta la gravedad o algo por el estilo, no se, cuanto antes salgamos de esta iglesia mejor.
Podía quedarse pensando en todas las cosas que habían sucedido en los últimos minutos, pero sabía que no habría salida si se embarcaba en esa trampa. Mejor seguir adelante, aunque ese "adelante" pudiera traer la muerte.

Cuando Steve salió de aquella iglesia respiró aliviado, aunque para nada se sentía más a salvo que antes. ¿Como hacerlo?
Cuando saltó por encima de la puerta y casi se torció el tobillo al dar con una viga. Luego tendió la mano a los demás para ir ayudándolos -tenía muchas cosas por pagar y debía empezar ya, tenía claro que moriría antes de volver a pedir ayuda-. El marco de la puerta le venía por la cadera así que los demás solo verían su tronco superior.

La linterna de Duarte iluminó el interior de la nueva sala y cientos de figuras religiosas invertidas lo miraron desde las paredes o desde el suelo al que habían caído desprendidas. Un escalofrío recorrió su cuerpo ante aquel perverso panorama, sacrílego para quien pese a todo, tenía un alma marcada por el catolicismo de su país natal.

Steve y Macario, como ángeles negros lo acompañaban. Más abajo, Alex, Ciara y Pilni aguardaban su turno para subir. No era hora de aventurarse a indagar sobre el nuevo camino. Antes que nada debían agruparse. Tendido en el suelo, extendió una mano hacia ellos.

-Muévanse o este pinche agujero nos jugará otra de las suyas. Ya estamos más que fregados. No le hagamos las cosas más fáciles -dijo esperando a que alguno asiera su mano para ayudarle a subir. Tenía una conversación pendiente con todos. Algo ronroneaba en su cerebro y no le gustaba cómo sonaba.

Duarte la abrazó y la reconfortó, sus palabras le dieron una pequeña chispa de ánimo y fuerza, tenía razón, tenían que seguir peleando, Shan Mei dio su vida por ellos y tenían que hacer que valiera la pena. No era un gran consuelo, nunca lo sería, habían perdido a muchos, pero era lo único que tenía ahora si quería salir de allí de una dichosa vez, pensar que todos los sacrificios hechos hasta ahora valieran la pena. Cuando Duarte se separaba de ella le susurró unas palabras...que la hicieron volver a la realidad, quizá más tarde pudiera hablar con él, pero ahora tenían otras cosas más importantes en que pensar.

El grupo se puso en marcha, Steve y Duarte fueron los primeros en escalar la gran cruz hacia la puerta de doble hoja que había en el "techo" de la instancia. A la luz de la linterna, figuras que parecían fantasmagóricas colgaban boca a bajo como si fueran vampiros dispuestos a avalanzarse sobre ellos. Alex se levantó, se enjugó las lágrimas y tras colocarse de nuevo su inseparable mochila sobre los hombros, se acercó a la cruz. Miró a Ciara y Pilni, y comenzó a escalar. Macario, Steve y Duarte estaban ya arriba, en esa nueva sala igual de sacrílega y tétrica que todo lo que habían visto hasta ahora, y cogió las manos que Steve y Duarte le tendían para acabar de subir.

- Gracias chicos - y recorrió con la linterna ese nuevo lugar...miró de nuevo a la sala que acababan de dejar recordando a Shan Mei y se apartó para dejar sitio a los demás.

Mientras la abrazaba, Alex se sintió reconfortada, pero fueron las palabras que le susurró lo que la hicieron reaccionar. Por supuesto que ella no había pensado en Shan Mei....si, pudiera ser que hubiera algo raro en la elección pero ¿por qué querría llevarse ese ser a Shan Mei?¿qué podría tener ella de especial para engañarlos y llevársela a ella?...y bueno, Steve había vuelto de dondequiera que hubiera estado...podría ser posible que consiguieran encontrar la forma de traerla de vuelta...Ahora no era momento de hablar de aquello, tenían que salir de allí. Levantó la llorosa vista hacia Pedro mientras este se alejaba hacia la cruz, con la mente dando vueltas como una noria, sopesando todo lo había ocurrido. Y un firme pensamiento la asoló por completo: si, ella estaba dispuesta a ayudar a Duarte.