Partida Rol por web

El cuchillo de White brilló en aquella oscuridad, con sangre fría y movimientos felinos cortó su cinturón... cuando se giró hacia Isabella está se quedó quieta y ambos se entendieron con las miradas. Si ella se hubiera movido él no hubiera podido hacer nada por ella, pero ese no fue el caso. Los dos tajos así se sucedieron, zas zas, y los dos cinturones desaparecieron cuando ellos se lanzaban al suelo del helicóptero.
Segundos más tarde todo se había calmado: la vía del tren practicamente rozaba sus espaldas, el suelo estaba empapado de sangre pero el olor era a carburante... La única luz que existía en aquel lugar eran los chispazos que, a intervalos, iluminaban el interior de aquel helicoptero. Se escuchaban algunos gemidos de dolor, algún movimiento y luego
...chss chsss...
Dijo Elena, su rostro apareció delante vuestro, estaba también acostada entre aquella vía y el suelo del helicóptero. Esta cogió uno de los ordenadores portátiles que yacía en el suelo y lo lanzó por la puerta. No tardásteis en escuchar el sonido del portatil romperse: no debíais estar muy altos.
salid... dijo susurrando, como para no llamar la atención a la muerte. vosotros primero en otro lugar hubiera parecido que quería usaros de cobaya... pero no allí, con aquel olor a carburante y aquellos chispazos. vamos vamos os apremia mientras desaparece en el interior de aquel vehículo condenado,como buscando algo.

El instinto era la mejor guía en estos casos. El suyo estaba entrenado, ni siquiera recordaba tener un cuchillo, pero este había aparecido justo donde debía. Se me daban bien estas cosas, por eso seguía vivo. Por eso y por la suerte claro está, y siendo sincero esta se lleva prácticamente todo el mérito.

Asentí a Elena y comencé a arrastrarme por el suelo del vehículo, con la vía prácticamente rozando mi espalda, y sólo me giré unos instantes para comprobar que Isabella me seguía. Tenía el cuchillo todavía en la mano, y no cuestionó el orden que proponía Elena, pues el helicóptero probablemente no tardaría en arder o explotar. La adrenalina impulsaba sus músculos con más fuerza de lo habitual.

Se dejó caer, siguiendo el mismo camino que el ordenador, listo para rodar en caso de que fuera necesario y ayudar a las otras dos chicas a salir de allí, aunque no tenía muy claro como se comportaría la gravedad fuera del vehículo, pero desde luego el portátil había caído al suelo, que ahora era el techo del tunel.

Isabella agradeció en silencio que White la desatara, tan pendiente de su vida que olvido totalmente la buena educación que le habían dado sus padres.

Se agachó por instinto, cayendo bien a cuatro patas. Era raro, al revés, pero no tenía tiempo de pensar en eso si de verdad quería salvar la vida, como era el caso. Las palabras de Elena eran ajenas a ella totalmente, sólo estaba pendiente de White y de hacer lo mismo que él, deseando con todas sus fuerzas tener tiempo para hacer las cosas justo detrás del hombre.

Era una chica ágil, había entrenado su cuerpo desde que salió del bloque, adquirido más control sobre él en las clases de defensa personal que había recibido, ahora agradecía cada minuto que había pasado en ellas, pues no le era del todo extraño moverse en situaciones de alerta. Unos simulacros apenas comparables al momento que vivía, pero para nada desdeñables.

Asintió cuando el joven se giró a mirarla, mientras iba siguiendo sus pasos con decisión, acojonada pero para nada paralizada por el miedo, lo cual era una estupenda noticia, y algo que realmente no era la primera vez que le pasaba. El bloque había sido su entrenamiento particular, también los cinco años de huida y era hora de demostrar de lo que era capaz, no ya a los demás, sino a sí misma.

El estómago se os regira de esa manera que solo sucede cuando uno salta sin saber desde cuan alto lo hace. Pero por suerte, la caída es tan corta como había pronosticado el portátil.
Al poco de caer escucháis el sonido de algo liviano caer cerca de vosotros, el sonido se repite dos veces y luego cae algo más pesado. El helicoptero se incéndia y la luz del fuego ilumina a Elena, que ha caído entre ambos, y a sus pies hay tres mochilas de paracaídas.
El fuego del helicóptero ilumina el tunel donde os encontráis. Aparte de esta luz solo veis un circulo de luz grande cerca de donde estáis, que corresponde a una salida, y otro mucho más pequeño, minúsculo, que debe indicar la otra.
Elena se pone uno de los salvavidas, veis que lleva una riñonera con un pequeño aparato emisor de honda corta y un portátil que debe haber cogido junto los salvavidas.
Poneoslos, os dice sonriendo, llena de sangre. Vosotros también lo estáis, aunque no tanto, ella casi recuerda a Carry.
Se pone a caminar hacia el punto de luz grande, y se detiene en el borde, mirando abajo.
Coge primero el emisor, Código B-7, Agente del Bloque Elena Díaz, Sargento, llevo dos paquetes importantes y necesito ser recogida en las coordenadas Z-Tango 345,235,345. Os mira
Cualquier piloto aéreo que lleve un avión de H-Energía y nos escuche debería venir, en teoría. No creo que tengamos la suerte de que haya uno cerca, y en caso de que lo escuchen no se si lo harán, así que hay que pensar en posibilidades. Esto parece seguro...pero es un callejón sin salida.
Mira hacia abajo, y os señala, allí abajo, en el cielo, las cosas están flotando, así que supongo que el efecto de “repulsión” que emite la tierra parece ir debilitándose hasta quedar en gravedad cero. No tenemos problema al respirar, así que supongo que lo que no tiene peso no es repulsado...y que la gente habrá muerto ahogada o aplastada, más que por las caídas. Se saca un pequeño móvil y mira la cobertura, cero, suspira... Si nadie viene a por nosotros habrá que hacer algo, no se aún qué, o moriremos tranquilamente aquí sin poder transmitir la información de como llegar al único lugar des del que se puede detener esta locura.

Sujeté a Isabella cuando cayó junto a mí. La miré y asentí con la cabeza al comprobar que se encontraba bien. La verdad es que visto lo visto, no podíamos quejarnos, seguir con vida ya era todo un triunfo dadas las circunstancias.

Me alegré al ver que la otra chica también había sobrevivido, más que nada porque parece bastante eficiente. Eso me pareció al ver los paracaídas y la radio.

¿Sabes usar uno de estos? pregunté a Isabella, habitualmente la gente no sabía, había que recibir entrenamiento específico, por lo menos un poco no es difícil le expliqué todo el rollo de la anilla, donde tirar, el dispositivo de emergencia... mientras Elena hablaba por teléfono.

Genial, por una vez me toca a mi ser el paquete importante.

Era mejor tomarse las cosas con calma, así que me asomé al borde para intentar hacer un balance de la situación. Esperaba que vinieran si, pero como había dicho aquella mujer, había que buscar alternativas.

No entiendo muy bien eso de la "repulsión" de lo que hablas, no es lo que se dice mi especialidad cogí una de las piedras más grandes que pude que se habían desprendido del techo del túnel y la lancé con fuerza hacia el exterior, quería ver que era exactamente lo que sucedía, ya que si se mantenía flotando quizás pudiéramos intentar salir de otra manera que no fuera "volando" ¿estuvisteis en ese bloque? preguntó a las dos, sabía que Isabella si, pero la otra no estaba seguro ¿quién querría hacer algo así y por qué? eso era algo que le costaba entender, ¿cómo podía una persona beneficiarse con esta situación?

Lo había conseguido, ella que en su cabeza no hacía otra cosa que quejarse por todo, que maldecir su mala suerte y la hora a la que se apuntó a aquel concurso, pero desde aquello -por el momento- seguía pasando cada una de sus pruebas sin que su mente le diera el justo valor a los actos que realizaba. Por primera vez se dio cuenta y constató la valía de la que llevaba haciendo gala tanto tiempo sin calibrarla justamente. White la había ayudado al caer, pero ella no iba mal encaminada, le sonrió, no tenía ánimo para bromas pero sí para alegrarse por el triunfo. Todo un logro para la amargada oficial de la reunión.

Algo empezaba a disiparse en su interior, una densa bruma que la aprisionaba desde hacía demasiado tiempo, aunque según la gravedad que vivían probablemente no conseguiría extinguirla del todo.

Suspiró aliviada, satisfecha, acercándose al borde mientras Elena se ponía a contactar con unos tipos que ella no tenía ningún interés en ver. Negó inmediatamente con la cabeza, entristecida, era una auténtica pena que la gente estuviese muriendo por una cosa tan gratuita... y que ellos pudiesen ser los próximos.

Asentía a cada una de las explicaciones del joven, con toda su atención en ellas, sus enormes ojos no perdían detalle de los gestos y palabras del mercenario, tenía la seguridad de que le iban a hacer falta, con la suficiente templanza como para hablar educada y sinceramente cuando terminó -Muchas gracias, White, por todo.

Fue durante las preguntas del hombre cuando recordó que no estaba sola en el mundo, por mucho que se esforzase en ello por la seguridad de sus familiares, un enorme nudo se apoderó de su estómago, casi estaba a punto de vomitar.

¿Han hecho esto a nivel mundial? -La idea era de por sí descabellada, pero lo peor es que esos desalmados hacía plausible ese tipo de cosas.

En cuanto tengamos cobertura tengo que llamar a Andy a ver si están bien.

Elena observó junto a Isabella y Paul como la roca emprendía su caída libre. Era quizá un objeto demasiado pequeño pero juraríais que, en el momento de volverse un punto, este punto tardaba en desaparecer más de lo que hubiese sido lógico.
Mientras observaban la roca Elena respondió a Paul.
Más que hacerlo, lo han probocado. El bloque siempre ha sido pragmático y paciente. Ese tal Aaron, segun Miguel, hacía mucho que había descubierto la H-Energía. Hizo cientos de pruebas, cálculos, luego empezaron los experimentos con personas. Estos los sufrieron todos los habitantes del bloque, Isabella, y yo aunque no lo recuerde. Tras esos experimentos se saco un coche prototipo que usaba esa energía. Apenas había tresmil unidades. Era una toma de contacto de la H-Energía con el mundo. Aaron quería una energía que, con el tiempo, monopolizara el mundo. Los inversores parecía que no estaban de acuerdo con, digamos, la curva deganacias por tiempo. Y apareció Johnson, todo ambición, y se volvió el brazo de estos inversores. Se omitieron años y años de pruebas para sacar masivamente al mercado vehículos, móviles, neveras, aviones...cientos, miles, de vehículos, objetos, electrodomésticos, cargados de H-Energía. Aaron les dijo que se estaba generando demasiada H-Energía sin crear zonas compensativas- sea lo que sea eso, solo os digo lo que Miguel me dijo- y tras esa reunión pusieron precio a sucabeza y fué destituido. Y surgió L-Bloque, y empezaron a ganar dinero a toneladas...
Elena se sienta al borde del tunel, con sus piernas dando patadias al vacío ...con una energía de la que no sabían nada. Y tal como dijo Aaron algo ha sucedido, no creo que siquiera Aaron supiera con exactitud que iba a pasar exactamente: esto parece como si la tierra esté intentando sacarse de encima esa maldita H-Energía pero tampoco me hagáis mucho caso. Estoy tan perdida como vosotros, solo intento evaluar la situación lo más friamente posible porque...creo que si intento encontrar alguna lógica a esto me volveré loca. O más loca aún.

Me sonaba la historia, no ésta concretamente, pero si el hecho de que gente ávida de poder y dinero obrara sin tener en cuenta las consecuencias, después de todo, se había ganado la vida gracias a eso durante estos años. Que no compartiera las motivaciones no significaba que no las entendiera.

No estaba cabreado con la gente del bloque, no me planteaba las cosas de una manera diferente a las que eran, así que era tontería malgastar energías en otra cosa que no fuera intentar encontrar la forma de salir de aquí.

¿Cuánto tiempo vamos a esperar a que vengan? pregunté, aceptando la historia sin hacer más preguntas al respecto, pues estaba claro que la chica no sabía mucho más habrá que ir pensando en alguna alternativa por si acaso no vienen a recogernos planteé echando un vistazo a mi alrededor.

¿Qué quieres que hagamos? me giré para encararme con Isabella creo que podemos explorar el túnel por si acaso se nos ha pasado algo, y tal vez encontrar algo de un peso similar a un cuerpo humano para lanzarlo y ver que pasa no tenía del todo claro que pasaría si se lanzaban con el paracaídas, ¿estarían cayendo eternamente? ¿las corrientes de aire los impulsarían de nuevo hacia arriba?

¿Echamos un vistazo mientras esperamos?

Tampoco tenían muchas cosas mejores que hacer, bueno, si, pero no era el momento desde luego.

Isabella miraba hacia abajo, hacia Elena, mientras ésta hablaba. Sus palabras la indujeron a pensar que sí que era a nivel mundial, rezó en silencio para que su familia estuviese dentro de un edificio cuando sucedió la inversión, que hubiesen tenido un margen para reaccionar a lo que esos cafres habían montado. El pellizco que tenía en el estómago no disminuyó ni un ápice.

El bloque era un imán para psicópatas y dementes, eso le quedaba claro, y escuchar que Miguel se había codeado con ellos -sólo recordar la locura que tenían Liss y Aaron le erizaba el bello- no le gustaba, ojalá no se le hubiese pegado nada de tanto cafre.

Apartó la mirada de la chica, no iba a contar nada de allí dentro, nada chungo, a Elena no le iba a servir saber, por ejemplo, la relación tan estrecha que tuvo con Paco y como murió éste. Esa información se iría con ella a la tumba. Diversos sucesos de esos días pasaron por su cabeza, la mayoría muertes, y decidió concentrarse en lo que proponía White, mucho más llevadero y útil.

Asentía al joven mientras hablaba, entre otras cosas porque era con él con quien se sentía a salvo, Elena simplemente era una relaciones públicas con los chungos que se suponían iban a rescatarlos... aquello no le transmitía ninguna tranquilidad.

Vale, vamos -Contestó totalmente resuelta y decidida, con cero aprensión en sus palabras -Yo también quiero salir de aquí pronto -Se acomodó cuidadosamente el paracaídas y dio un paso hacia atrás, alejándose de la soldado, con la intención de inspeccionar junto al hombre -Espero que esto no se alargue mucho... quiero llamar a mi familia lo antes posible.

Elena levanta los hombros ante la pregunta de cuando tiempo tendrán que esperar allá. Es algo que tendremos que decidir entre todos. Dice en última instáncia. Mientras os váis a explorar ella se queda allí vigilando, sentada al borde del fin del mundo, de espaldas a vosotros. Si quisieseis deshaceros de ella sería tan fácil como darle una patada y lanzarla al vacío. No parece teneros miedo, ni tampoco a la nada que se extiende bajo sus pies. A algunas personas que les cayó un rayo demasiado cerca perdieron la capacidad de sentir dolor, a Elena diríais que la operación que le hicieron, salió mal, o demasiado bien, y le quitó el miedo. Quizá esa sea una explicación a su extraña manera de ser.
El tramo del tunel donde está ardiendo el helicóptero está iluminado. Del mismo han caído, o quizás las lanzó Elena, un par de cajas. Están abiertas por la caída y dentro de cada una hay pistolas con linterna incorporada y munición para las mismas.
El tunel delante vuestro está oscuro y a la que os fijáis, diríais que a lo lejos hay alguna figura, o alguna sombra, que hace que el minúsculo circulo que indica la otra salidano sea completamente circular.
Allá dentro del tunel, en algún lugar, hay algo.

Me detuve un momento cuando comentó lo de llamar a su familia, era cierto que no sabía si en todo el mundo las cosas se habían dado la vuelta como aquí, pero no iba a poner a la chica en lo peor, o en lo más probable, así que me limité a mirarla y asentir.

La pirada tiene un teléfono, supongo que si salimos del túnel recuperaremos la cobertura, salvo que los satélites se hayan ido a tomar por culo.

Era una posibilidad, no tenía ni idea de las consecuencias de esta mierda, ni tenía los suficientes conocimientos como para hacer conjeturas, así que volví a centrarme en la exploración. Sonreí cuando encontré las armas, las cogí y tendí una y una linterna a Isabella.

Esto es mejor que nada.

Pero tras andar unos cuantos pasos más, volví a detenerme, todavía no había encendido la linterna.

Detrás de mí, tres pasos a la izquierda creía recordar que la chica era zurda, así que esa era una mejor posición para ella no enciendas tu luz podía ser solo una sombra, o otra persona que había tenido la misma idea que nosotros cuando todo comenzó a darse la vuelta.

Accioné el interruptor de mi linterna para poder ver mejor, aunque la llevaba de manera lateral, no delante de mi cuerpo, para que un posible tirador errara el disparo natural. La pistola iba en la otra mano cuando comencé a andar de nuevo.

Lo de llamarla “pirada” le hizo gracia, toda la gracia que te puede hacer algo en una situación como aquella, claro -No estaba mucho mejor antes de que le borraran la memoria, -Tuvo cuidado de que no la escuchara la soldado, aunque dudaba mucho que a la chica le importase nada de lo que dijeran ella y el mercenario, y aclaró otro poco: -allí dentro nos llevábamos fatal. -Recordó que había aceptado no contarle movidas chungas a cambio de estar con ella, así que se calló sin decir que casi la asfixian por culpa de la inconsciente.

Isabella andaba al lado de White, hacia la caja llena de armas que estaba esperándolos, cogió la que el hombre le dio y comenzó a inspeccionarla, no era exactamente igual a las poquitas que había manejado, pero tampoco le era totalmente desconocida.

Asintió y tras darle un par de vueltas calibrándola la colocó en posición de disparar, con una medio sonrisa y encogiéndose de hombros. -Sí, algo es algo.

Cuando levantó la mirada hacia la oscuridad que en breve los cubriría hizo el amago de encender su linterna, pero las palabras del hombre la contuvieron inmediatamente, además consiguieron que su alerta se disparase de nuevo, aunque consideraba que era ciertamente improbable que alguien los estuviera esperando para hacerles nada... era de suponer para la chica que en aquel caos las personas estaban intentando sobrevivir, no ponerse a matar al primero que se cruzaran...

Entonces recordó que ya le había salvado la vida unas cuantas veces, ya era hora de confiar en él y su criterio. Asintió con la cabeza y se colocó donde el hombre le decía, sin rechistar ni discutir. Andando a su mismo ritmo y mirando hacia el lugar del que vendría el peligro, si es que de verdad había alguno.

Las linternas en un principio no muestran nada más que roca surcada, la enorme herida infligida por el hombre para que la civilización en forma de transporte público pueda abrirse camino. Sobre vuestras cabezas la vía, allá arriba, como parte de un decorado.
A la que os alejáis del helicóptero en llamas y os adentráis en el túnel, la oscuridad y un frío atroz os engullen. Al final, al cabo de medio kilómetro de adentraros en aquel agujero, vuestras linternas iluminan al fin aquello que rompía el lejano círculo de luz de la salida. Ahora lo tapa completamente: es un tren descarrilado, la parte del techo está completamente aplastada por la caída producida por la inversión de la gravedad. Aún lo tenéis lejos de él pero no veis ningún tipo de movimiento en su interior ni en su exterior.

Si el tren era de pasajeros el espectáculo de su interior podía ser de todo menos agradable, aún así existía la posibilidad de que quedara algún superviviente, algo que no me preocupaba en exceso, pero seguía teniendo la intención de echar un vistazo más de cerca, a lo mejor encontraban alguna forma de comunicarse, era mejor que quedarse sin hacer nada.

Voy a acercarme un poco más, quizás quede alguien vivo o encontremos algo que nos pueda ser de utilidad.

Susurré, aunque en el silencio del túnel me pareció como si estuviera gritando.

Mantengamos la misma posición por si acaso.

No creía que nadie fuera a atacarles, pero era mejor así, mantenerse ocupados y con un objetivo que cumplir ayudaba a conservar la calma.

Y vayamos con cuidado.

Siguió su propio consejo y continuó caminando con decisión al lugar donde el tren se había salido de la vía para estrellarse contra el techo.

Podría haber sido peor, le podía haber pillado fuera del túnel.

Isabella intentaba ser profesional, pero la verdad que le daba la sensación de estar sobreactuando teniendo tanto cuidado como si fuesen a hacerles algo. Allí sólo iban a encontrar muertos y gente agonizante... heridos en el mejor de los casos. No era su vida la que peligraba, por una vez, no.

Cuando miró hacia el tren se espantó y enfadó a partes iguales. Era demasiado horroroso y gratuito como para ser cierto. El tren en particular y la situación en general.

Miraba aquella barbaridad notando la rabia que le llegaba a la boca. Deberían colgar a todos esos malnacidos del poste más alto que existiese. No quería implicarse más de lo necesario en aquella movida, lo había dejado muy claro, pero si de verdad estaba en su mano joder bien a esa gente.... su conciencia empezaba a decirle que debía hacerlo, le costase lo que le costase.

Asentía a las cosas que decía White, manteniendo el tipo, aguantando para no gritar e intentando calmarse. Negaba con la cabeza, no quería entrar, pero iba a hacerlo, tenía que hacer el esfuerzo, ese y todos los que estaba segura que vendrían detrás.

Os acercais con cuidado a aquel tren descarrilado, os sorprende el silencio de ultratumba que reina en el lugar. La catastrófica inversión había ocurrido hacía relativamente poco, y el tren no se había "estrellado" de tan alto como para que no hubiese supervivientes...
El tren está hacia abajo, bastante aplastado, los marcos metálicos que separaban anteriormente las ventanillas -ahora rotas- se han convertido en algo similar a pequeños pilares que sostenían el resto del tren panza arriba y le daban el aspeco de un enorme y alargado insecto de hierro.
Os arrodilláis y miráis a través del hueco de las ventanillas, teniendo cuidado de no cortaros: en el suelo hay butacas, bolsas, carpetas, hierros, mochilas móviles, portátiles...pero ni un ser humano, ni vivo ni muerto.

¿Qué coño ha pasado aquí?

Guardé la pistola y enfoqué con la linterna a varios puntos diferentes del tren con la esperanza de encontrar a alguien, ya fuera vivo o muerto, eso era lo de menos ahora mismo.

¿Dónde se ha ido la gente?

Fruncí el ceño y el haz de luz iluminó por un momento el rostro de Isabella, como si quisiera asegurarme de que ella todavía seguía allí y no se había volatilizado como al parecer había sucedido con los pasajeros del tren Es como si todos hubiera desaparecido sin más, lo mismo ha sido cosa de la energía esa de los cojones aventuré a decir, puesto que no tenía ni idea de si una cosa era posible, claro, que lo de que el mundo se pusiera del revés tampoco entraba dentro de las cosas que yo hubiera considerado posible hace unas horas.

Voy a entrar a ver si puedo coger un ordenador y algún teléfono, con un poco dudé no, con mucha suerte quizás alguno funciones expliqué a la chica encogiéndome de hombros tú espera aquí fuera por si necesito que me ayudes de alguna manera quizás me iría al carajo entrando ahí dentro, pero la única forma de averiguarlo era haciéndolo. 

El gesto de Isabella iba cambiando conforme asimilaba lo que veía y lo que iba diciendo White, negaba con la cabeza, tampoco le cuadraba demasiado, sólo se desconcentró durante el breve momento en el que tuvo que apartar la mirada, por el fogonazo que le había dado el hombre.

Parpadeó unas pocas veces mientras las pupilas volvían a su diámetro normal y seguía asimilando las informaciones, de repente sus ojos se iluminaron, esta vez no fue culpa del mercenario.

En aquel bloque acabamos moviéndonos en el tiempo, al pasado, sí que fue por culpa de la energía. -Se había colocado a su lado, sujetaba el antebrazo de él, el de la mano de la linterna, mientras le negaba con la cabeza, en esas nuevas circunstancias ya no le parecía necesario jugarse el estupendo tipo de ninguno de los dos -Si no hay personas no sirve de nada entrar, - Gastó los pocos argumentos que tenía, que además eran verdad - Elena ya tiene un móvil, vamos a por él por si conseguimos cobertura aquí... Por favor, no vayas, estoy segura de que es una mala idea.

Aquello le recordó demasiado al momento en el que se separó de Miguel y Santiago, que iban a por algo que ya no conseguía recordar.... y sólo volvieron Miguel y medio cuerpo de Santiago. Apretó instintivamente con la mano, otro poco, aunque ni remotamente cerca de hacerle daño al enorme tipo -¿Cómo voy a servirte de algo desde aquí? Por favor, no entres...

Mordió su labio inferior, mirando fijamente al hombre y totalmente seria. Seguramente tendría el mismo éxito que con los otros dos, pero no se iba a quedar con el remordimiento de no intentarlo.

La presión sobre el brazo detuvo momentáneamente mi movimiento, por lo menos el de agacharme, pues mi cabeza giró hasta poder enfocar con claridad el rostro de la mujer que pedía que no entrase en aquel tren.

Entrecerré los ojos, observándola fijamente.

Se palpaba la tensión cada una de sus facciones. Los labios ligeramente apretados entre ellos, una mueca casi perenne desde la primera vez que la vio, los oscuros ojos cansados pero sin dejar nunca de moverse, el pelo pegado a su cuello debido al calor del fuego que habíamos dejado atrás a pesar del frío. En lo único que se parecía a la chica que me abrió la puerta es en lo asustada que estaba, en lo sola que parecía sentirse en medio del mundo.

Yo no era de los que se dejaba llevar, nunca lo había sido, no era una opción, siempre se había movido por el dinero, era lo más sencillo. Claro que vista la situación el dinero le iba a servir de poco como no se arreglaran las cosas.

Está bien, si no quieres que entres no lo haré, yo no tengo a nadie a quien llamar.

Después de todo el teléfono era para ella, a mi el hecho de morir o dejar de hacerlo... bueno, era parte de mi día a día.

Seguimos teniendo un trato, así que... me encogí de hombros, realmente había cumplido con mi trabajo hasta el final, que gracias a la intervención de Elena no había llegado, así que técnicamente el acuerdo que teníamos seguía en pie. Era un tecnicismo, pero me ayudaba a sentirme mejor vayamos entonces hasta la boca del túnel a ver si la cosa está mejor que por el otro lado propuse como alternativa.

Cogí entonces la mano que todavía sujetaba mi brazo, era pequeña, y podía rodearla con la mía fácilmente, así que eso hice, apretándola suavemente, mientras le dedicaba una pequeña sonrisa. Sabía que ella se sentía mejor estando con alguien, a casi todo el mundo le pasaba, un ancla con una realidad que parecía desvanecerse.

¿Has viajado en el tiempo? Cuéntame un poco sobre aquello.

Al final resultaría que la chica iba a ser mucho más dura que yo.