Partida Rol por web

Madre mía, aquello tenía pinta de que iba a ser bastante aburrido, joder, si hasta iba a desear que los atacaran o algo como la chica fuera lo que de momento le había mostrado. Intenté recordar algo más de ella en el rescate, pero no fui capaz, su rostro y lo hecha polvo que estaba, pero no mucho más.

El puerto está a diez o quince minutos andando, es un pueblo pequeño, aunque supongo que se tiene que vivir bien.

En algún momento había que pensar en retirarse, todavía era joven, pero me lo apuntaría por si acaso tenía un tremendo golpe de suerte y podía pegarme una rica y anticipada jubilación. No le ofrecí ayuda con la maleta, primero porque seguro que se ofendería, y segundo porque no me pegaban para hacer de mozo, así que, cada uno con lo suyo.

Salí en la calle, con normalidad, pero vigilante, estaba bastante seguro de que no me habían seguido, y enseguida comencé a andar en dirección al mar. Soplaba un suave viento, según me había enterado, siempre soplaba viento en aquel lugar, por eso se veían tantas velas en la playa que quedaba más alejada del pueblo.

Esta vez no daría ningún rodeo, iría directo a conseguir un par de billetes para la medio hora que duraba el trayecto entre Tarifa y Tánger, luego dejaría la bolsa en la consigna. Eché un vistazo para asegurarme de que la chica venía conmigo y me coloqué a su altura, bueno, eso era un decir, porque su cabeza quedaba más de treinta centímetros por debajo de la mía. Comencé a andar por la tranquila calleja que nos conduciría al paseo principal.

Abandonáis la primera línea de playa donde la chica había tenido su última vivienda y os dirigís hacia el centro. En las calles veis pasear turistas, rojizos de pantalones cortos, alemanes e ingleses. Desde algún lugar os llega el sonido de coches pitando ante algún atasco. Cuando llegáis a la calle del cajero esta está abarrotada. Sí, hoy es mercado.

Es bastante tranquilo en invierno, en verano hay muchísimo turismo. Ahora es menos, pero hace quince días esto era una locura.

Lo miró de refilón, era un poco sabiondo, con un “Andando” como respuesta le habría valido. Sabía perfectamente donde estaba el puerto, el cajero y la madre que lo trajo.

Caminó al lado del que parecía un armario empotrado a buen ritmo, era un tío enorme, pero no la hacía sentirse más segura que cuando huía sola, para nada, a lo mejor era cuestión de tiempo pero la verdad es que le daba exactamente igual ir con él que no, lo importante era que ahora sabía que la tenían controlada, que estaba en peligro y que tenía que salir por patas.

Poco a poco le fue llegando el aumento del bullicio, cada vez más gente alrededor y acabó por ver los tenderetes, analizó un segundo la situación y le señaló a su acompañante el borde en el que empezaba el mercado, para que fuesen bordeando los puestos, por lo menos así se ahorrarían bastantes empujones.

Para ella era una mala noticia el follón de gente, quería sacar el máximo posible, y con tanta gente alrededor se arriesgaba a llamar la atención.... Nada hacía pensar esos devaneos por la expresión de su cara, había sacado a pasear a la actriz que fue en su antigua vida, sonreía relajadamente a la gente con la que se cruzaba, como si ningún leve problema la asolase, como si su vida fuese una auténtica maravilla, también a White cuando sus ojos se cruzaban con los de él mientras se iban acercando hasta el cajero, teniendo especial cuidado con no separarse de él.  

Va bien, tranquila ;) cuando os metáis en la multitud continuaré, quiero ver como actuais al meteros en la multitud ;)

Ya me lo he apuntado como posible sitio para vivir cuando me retire comenté distraídamente relax en invierno y chicas de vacaciones en la playa en verano, mejor me lo pones, le añadiré un puntito más no bromeaba, en serio que tenía la intención de retirarme algún día, quien sabe, un golpe de suerte y a vivir la vida, que nunca se sabía cuando podíamos terminar criando malvas.

Me resultaba difícil pasar desapercibido debido a mi tamaño, por eso negué con la cabeza a su propuesta.

Mejor por el centro, si alguien nos sigue será mucho más fácil perderlo ahí la miré, sonriendo con calma tú tranquila, yo soy un blanco más grande bromeé, la verdad es que el miedo a la muerte había quedado muy atrás, lo único que me atemorizaba era el no vivir, y sobre eso de momento no tenía queja.

Ve detrás de mí.

Indiqué, pero la verdad es que había bastante gente, así que agarré su mano para asegurarme de no que no se separaba, y si protestaba, que lo hiciera.

Aquello no se lo esperaba, y por ser algo que estaba ya totalmente fuera de su vida, su mano se tensó inmediatamente. Apretó el puño con el instinto de pegarlo hacia ella misma, apartar su mano de White, por unos instantes se quedó bloqueada, no es que no lo entendiese, pero fue el típico acto reflejo que no puedes controlar y al que te enfrentas conforme ves que ha ocurrido. Había sido su hermano, un mes atrás, el único hombre que había tocado aquella mano, dos ocasiones en total en los últimos cinco años.

¿Qué habían hecho con ella para que un simple apretón de manos la incomodara de esa manera? Isabella era una chica sociable, divertida, nada huraña, y habían conseguido que no quedase rastro de ella, como si con cada nueva identidad se hubiese aniquilado una de las numerosas cualidades de la joven.

Poco a poco relajó la mano, incluso flexionó los dedos para que se adaptasen mejor e ir más cómodos a través del gentío. Tener a alguien con el que hablar de la huida y tener que interactuar y convivir para llevarla a cabo iba a ser complicado para ella, eso seguro, pero por otro lado le hacía darse cuenta de lo mucho que había cambiado sin saberlo, y se dio cuenta de que no le gustaba la imagen que veía de sí misma.

Se acercó un poco más a él, manteniéndose detrás, tragó saliva y mantuvo el ritmo que el conseguía en función de la gente que tenían alrededor. -Ya, pero es a mí a quién quieren liquidar -Se puso de puntillas para decirlo lo más bajito posible, de hecho no se arriesgó a hablar demasiado alto, si no se había enterado, pues nada.

Intentaba mirar por encima del hombro de él, para anticiparse a la gente y ver si entre los dos encontraban el camino más libre y corto. Así ayudaba dentro de lo poco que podía, y de paso mantenía la cabeza ocupada y alejaba a sus demonios.

Paula nota un empujón proveniente de la multitud, alguien que ha pasado en dirección contraria. Su instinto es protegerse de un navajazo, de un ataque. Pero lo que nota es como le meten la mano en el bolsillo. Si no hubieras estado tan en tensión ni te hubieses percatado. Todo sucede tan deprisa... Te giras rápidamente, hay mucha gente caminando en dirección contraria pero por la distáncia y premura al caminar, solo hay dos posibles candidatos a "posible ladrón". Un extranjero con gorra azul y un hombre de mediana edad con el pelo gris.
Ambos caminan en la dirección de la que venís, pero cada uno por un lado de la multitud.

Isabella se echo hacia atrás con la embestida, cambiando la cara a hostilidad, de primeras había pensado que había sido alguien con nulos modales, pero notó como la cartera con la identidad de Lidia Miranda salía disparada de su bolsillo, paró en secó tirando de White, mientras miraba hacía atrás, viendo a las dos personas que podían haber sido.

Me juego el cuello a que no ha sido el guiri.

¡Me acaba de robar la cartera uno de esos dos! -Con expresión furiosa le señaló a un turista con gorra azul y a un hombre de pelo gris, comenzando a andar hacia ellos, tirando ahora ella de él.

Los papeles con su nuevo nombre estaban a salvo en la mochila, pero no podía perder la tarjeta de crédito de Lidia, pues ahí tenía una buena parte de unos ahorros que no pensaba dejar colgados en una identidad muerta.

No le pegaba la idea de un extranjero que viene en modo carterista, sino más bien la de un hombre desesperado por a situación en España y que robaba a visitantes de Tarifa con recursos, algo que ella aparentaba por llevar una mochila de viaje a las espaldas. Lo que no le cuadraba es que hubiese sido tan tonto de robar a alguien que llevaba a un acompañante que parecía un jugador de rugby americano.

Mantuve mi mano firme a pesar del rechazo hasta que por fin se relajó, ni que le hubiera tocado el culo o algo así. Era normal que estuviera algo tensa, pero sino empezaba a asimilar que él sólo estaba allí para ayudarla, lo llevarían mal. Me sorprendí un poco al oírla susurrar aquello, pero me giré, medio sonriendo.

Pero yo estoy aquí para que eso no suceda.

Apreté su mano un poco más, transmitir confianza era bueno, si las cosas se complicaban tendría que confiar ciegamente en mis decisiones, momentos de duda podían ser letales.

Seguí adelante, abriéndome paso sin esfuerzo debido a mi corpulencia, y hasta que no oí la voz de Lidia alzándose sobre la multitud no me giré, no me había dado cuenta de nada de lo sucedido, miré en la dirección que ella señalaba, pero no me moví, y mantuve agarrada a la chica impidiendo que ella avanzara. No creía en las casualidades, y quizás la cartera fuera el premio menor, lo que buscaban era alejarlos de la multitud y hacerlos un blanco fácil.

¿Llevabas el pasaporte en la cartera?

Pregunté.

¿Algo que nos impida salir del país?

Hablaba rápido y mis ojos miraban en todas direcciones, pues el carterista era lo último que me preocupaba en este momento.

Isabella se dio cuenta enseguida de que no podía andar, no si la mole no iba con ella, no si quería perseguir al tipo con ambos brazos en su sitio, miró boquiabierta hacia los posibles delincuentes, alejándose mientras ella se giraba a lo que decía White...

Joder... no, pero.... - Ya no le hacía tanta gracia tener acompañante, ahora había que explicarlo todo, y cuando no hay tiempo, eso no es gracioso.

Vaya caballero andante que me han buscado....

Se acercó a él, a su oído, para que nadie más la escuchara, mirándolo a los ojos...- Sí que va la tarjeta con la mayoría de mis ahorros y la documentación de ella - Miró molesta hacia los desconocidos, señalándolos con el otro brazo - Puf, ahora tendré que volver a hacer el dni para poder recuperar el dinero y los materiales no son baratos...

Se enfurruñó otro poco -No quiero ir por ahí sin un puto euro... - Si se separaba de él estaba en un problema serio, y si seguía con él era una mantenida, ninguna de las dos opciones era levemente graciosa para ella. Llevaba demasiado tiempo sin depender de nadie como para hacerlo ahora sin reservas con un desconocido.

Refregó la mano libre por el pantalón mientras alternaba la mirada entre él y el resto de la gente, encima se sentía presa, aunque ir sola a por ese dinero tampoco era una opción si habían decidido ser un minigrupo.

Me cago en la puta... -Había perdido la esperanza de salir detrás de los hombres y recuperar la tarjeta, y de ser autosuficiente si las circunstancias lo hicieran necesario.

Tiré de la chica hacia uno de los laterales de la calle, sin salir del bullicio, y me agaché, con la excusa de atarme el zapato y la bolsa descansando delante de mí. Hice que Lidia se pusiera a mi lado, así además nos perdían de vista en caso de que nos vigilaran.

Escúchame ahora estaba serio puede que haya sido una casualidad que te robaran la cartera, o puede que no los azules ojos clavados en ella por si acaso elijo la opción dos, y lo único que querían eran sacarnos de la multitud moví las manos hacia la bolsa, abrí la cremallera y saqué de un bolsillo interior trescientos euros, que le tendí disimuladamente.

Siempre se puede conseguir más dinero, ahora mismo lo único que me importa y que tengo en mi cabeza eres tú, ¿mantenerte a salvo eh? le sonreí no te hagas ilusiones bromeé mientras cerraba de nuevo la cremallera, y sin incorporarme del todo procura que no te lo quiten y comencé a moverme entre la gente, sin destacar por encima de las cabezas de la mayoría.

Casi al momento oís un chillido de mujer a vuestras espaldas. Y una multitud empieza a formarse delante de lo que parece una tienda de electrodomésticos.

Isabella abrió los ojos de par en par conforme comenzaban las explicaciones de White, también durante la bromita inmadura, mirándolo alternativamente con el resto de la gente.

Eres una idiota, ¡Pueden estar por aquí!

Asentía dando a entender que entendía lo que decía, que lo estaba asimilando sin ponerse histérica, ya habría tiempo para eso, y que iba a actuar con la extrema cautela que se requería,... Por desgracia no era la primera vez que estaba en una situación agobiante.

Se guardó el dinero en el bolsillo trasero del pantalón. Agradeciéndoselo en silencio, de verdad, pero sin cambiar la expresión de concentración de la cara. -Sí, sí, tendré cuidado.

Comenzó a andar con él, mirando ya no sólo hacia adelante, sino a todos lados, se había puesto las pilas totalmente. Ella no tenía que agacharse para ir a la altura de la gente, pero se contagió de él y comenzó a andar encorvada, aunque mucho menos. Ya no se molestaba en sonreír y aparentar calma, ya le valía con que salieran de allí sin un rasguño, cuestión de prioridades.

El grito a sus espaldas le llegó hasta el tuétanos, disparó unos nervios que ya tenía a flor de piel, de hecho le provocó un escalofrío y la puso en lo peor, miró hacia atrás fugazmente, con tanta gente no se veía nada, pero después del mal cuerpo que le había puesto el mercenario no iba a quedarse a preguntar que pasaba.

Estaba segura de que White también lo había escuchado, pero para que no perdiera tiempo, la mano libre la colocó en su espalda, metiendo al hombre de esa manera un poquito de bulla para acelerar el paso -Es en la tienda de electrodomésticos pero no se ve una mierda..... vámonos por patas, ahora sí que es demasiada casualidad....

Me alegraba de que se hiciera cargo de la situación, pero evidentemente no era la reacción normal, lo que demostraba que ella no era una persona normal, lo cual probablemente fuera bueno para el buen éxito de la empresa por la que me pagaban.

No, no iba a perder el tiempo para ver que había sucedido, seguramente alguien había resultado herido, o incluso muerto, pero lo importante era que no se trataba ni de Lidia ni de él. Sintió la pequeña mano de la joven en su espalda, apremiándolo, y aquello le hizo sonreír, desde luego se había centrado con rapidez.

No pensaba pararme, tranquila.

No había soltado su mano desde que la agarró, así no tenía que preocuparse de si lo seguía o no.

Vamos al puerto.

Aún sin incorporarse del todo, se movió en la dirección donde estaba su presunta vía de escape, lo hacía a buen ritmo, pero sin correr, en un intento de no llamar la atención en exceso. 

Os alejáis de aquella congregación todo lo rápidamente que podéis sin llegar nunca a llamar la atención.
La aglomeración del mercado va desapareciendo hasta volverse la mera presencia cotidiana de gente en las calles. No tenéis problemas para llegar hasta la estación del puerto, junto al muelle de riera.
No tenéis billetes ni horarios de Ferrys.