No teníais una idea precisa de cuantas décadas habían transcurrido desde que fuisteis arrojados a la fuerza al letargo. Vuestro último recuerdo es de 1943, la noche en que el príncipe en su desconfianza decidió apartaros de su lado de modo que no pudierais conspirar contra él.
La vaga conciencia que todavía estaba despierta en vosotros os hace conscientes de que, al menos, vuestros cuerpos han sido trasladados en dos ocasiones. Tras todos estos años la idea de "ver el sol" no os parece tan terrible como este descanso obligado.
Unos pasos se detienen al otro lado de la puerta de la habitación en que os tienen confinados.
- Es aquí - su voz, todos la recordáis perfectamente. Otra de las inmortales de confianza del príncipe, aunque ella no corrió vuestra misma suerte - que no dispongan de más de un litro de sangre, están aquí por traición. Si dan problemas, nadie podrá culparte por matarlos en defensa propia.
- Pero un litro de sangre - replica una voz masculina - en su estado no será suficiente, su bestia... - se interrumpe por algún motivo, quizá algún gesto o mirada.
- Son los deseos del príncipe, sus órdenes - en tono meloso - ¿No te gustaría acaso que los crímenes de tu chiquilla fueran olvidados? Ocúpate.
Los pasos de la mujer se alejan, hasta abandonar el edificio.
Transcurren algunos minutos, quizá horas, pero en esa misma noche el hombre que recibía órdenes de Elena Gallego os suministra sangre a todos.
Los hombres que le han ayudado con las bolsas de sangre se retiran y aseguran la puerta de la habitación desde el exterior, por lo que pudiera ocurrir.
Vuestras reservas de sangre inician a 6 puntos (bastante más que un litro de sangre), posiblemente hambrientos pero "estables".
Se acerca a Arturo y Demetrio, y les retira las estacas con brusquedad, tomando distancia de inmediato y conservándolas en sus manos. Sin duda una reacción hostil por vuestra parte no le tomaría por sorpresa.
El cuerpo de Demetrio se combó ligeramente al ser retirada la estaca de su cuerpo. Con cierta torpeza se puso en pié, aunque su tronco estaba inclinado, como si de un borracho a punto de vomitar se tratase. Se incorporó lentamente y observó sus manos para luego dejar caer la mirada en el agugero de su ropa en el cual había estado alojada la madera en forma de estaca durante tanto tiempo...demasiado. Sus ojos se levantaron para encontrarse con aquel sujeto que blandía aquellas estacas, una de las cuales había sido su única compañía en años. "Y usted es..." preguntó con aquella mirada dura y recelosa. Quizás no fuese intencionada, solo el reflejo de la locura de la conciencia en un letargo que había sido una prisión para él.
- Aurelio - sencillo, campechano... rápidamente te transmite esa sensación de hombre de pueblo que pasa sus tardes de verano jugando a la brisca y tomando un tinto.
Tienes la impresión de que el que no te hayas abalanzado contra él de inmediato le hace bajar algo la guardia, aunque sigue con las estacas en sus manos.
- Estoy aquí porque el príncipe ha solicitado que os lleven ante él - añade
No fué fácil para él retener la frustración, la ira, pero aunque quizás no quisiera reconocerlo, el sentirse de nuevo "activo", el salir de aquella prisión que había sido el letargo, le hacía sentir una innata gratitud hacia aquel desconocido. Era consciente, por aquellas palabras, de que era solo un "mandado", pero aún así, no podía contener esa sensación. "El Príncipe... sí." Pronunció lentamente asintiendo. "El Príncipe..." volvió a repetir. "Don Ramírez entiendo, ¿no es así?...Sí...Estoy ansioso de poder estar ante él..." Miró su atuendo y lo sacudió ligeramente, de manera intencionadamente inútil. "¿Estoy decente Aurelio?... Sí, creo que sí... Cuando quieras" No se molestó en ocultar la ironía de sus últimas palabras y actos.
- Don Ramirez, si - te confirma
Por supuesto, posiblemente por educación, prefiere hacer oídos sordos sobre la decencia de tu aspecto y mira a Arturo para comprobar lo colaborador que se siente este antes de ocuparse de retirar las estacas de Rodrigo y Sofia.
Arturo sintió como aquella maldita estaca salía por fin de su cuerpo, abrió lentamente los ojos por fin consciente y libre por fin. Le habían alimentado suficiente como para controlar el hambre miró a su alrededor, no reconocía ni el lugar ni a quién le había liberado, pero si había oido que era por orden del príncipe, aquel tipo maldito desconfiado que le había robado un tiempo precioso... Observó a su lado a su compañero de cautiverio Demetrio y al otro tipo que le observaba esperando:
- Vaya! Han solicitado nuestra presencia? Pues lo primero es lo primero- Se dirigió hacia el cuerpo de Sofía - Habrá que liberar a nuestros dos compañeros.
El hombre no se interpone, dejando que te ocupes de tus compañeros.
Ya estais todos "en juego".
- Como despertando de un profundo sueño, mi cuerpo se desentumece tras décadas estacada como una mariposa a la que el entomólogo libera de la aguja tras abrir la vidriera del expositor... Hecho las manos a la cabeza como intentando liberarme de un dolor de cabeza, y al poco recobrando la claridad de mis sentidos miro al resto de lo presentes y sacudo la polvareda acumulada por el paso del tiempo de mi vestido - Buenas noches... No se qué milagro es este pero está claro que existen... - Digo en un tono meloso mientras me fijo en Arturo, Demetrio y Rodrigo para girarme a Aurelio - ¿Y usted es...?
- Un mandado - asegura - Aurelio. Me han enviado a "despejaros" y asegurarme de que no estáis cabreados.
Sostiene un par de estacas en sus manos todavía.
¿Conocemos a Aurelio del tiempo previo a que nos estacasen?
No, no le conocéis de nada. Todo lo que sabéis de él es la breve conversación que habéis escuchado mientras estabais estacados y que ahora... es el tipo que tenéis delante.
En cuanto de señales de vida Rodrigo, continuamos :)
Rodrigo esta esperando a que lo desestaquen, que entiendo que aun no lo han hecho.
El tipo nuevo se acerca al temperamental Rodrigo y retira la estaca de su pecho, dando un paso atrás de inmediato como en la ocasión anterior.
Cierto, Arturo lo mencionó pero no lo narró.
- ... la leche puta. - Delante de Rodrigo hay una cara poco conocida, con una estaca. - Como duele ¡REEDIOS! ¿Que pasa has agitado antes de sacarla? - dice tocandose donde la herida se esta cerrando- Ale, otra camisa al carajo.
Me apoyo en el hombre agarrandome de su nuca-espalda y toco el cuello para ver si es humano.
Tiene todavía la estaca muy a mano, pero cuando te apoyas en él te ayuda a levantarte con la mano libre. No hay duda alguna, no es humano.