Partida Rol por web

El Enemigo Interior de Xixón

El camino hacia Altdorf

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07/03/2010, 21:36
Director

Día 1 - Festag, 24 del mes Jahrdrung

Gracias a la generosidad de Felix, que se ofreció a acercar al grupo de aventureros a la Posada de Camino mas cercana al camino hacia Altdorf, os habeis ahorrado una buena caminata y algunas monedas. La despedida fue breve, ya que tenía que aprovechar el viento (ya que la vuelta era contracorriente); mientras Felix se alejaba, en su interior volvia a crecer la luz; cuando estaba llegando a Delberz lo tenía decidido, vendería su barca e iría tras ellos; algo en su interior había renacido, esa lujuría por la vida que solo recordaba haberla tenido de joven.

También se había hechado en falta al amigo Rudiger, pero su mentor no le ha dejado marcharse, al menos no hasta que acabe sus estudios. Nat y Pelaguio en parte lo agradecen, ya que cuando Heironymus descubra la falta, alguien podrá poner la cara por ellos, tal vez, literalmente.

Según se acercaban a la posada Carruajes y Caballos, vieron como un carruaje salia a toda prisa del patio. Despues de toda la mañana por el rio, la tarde comenzaba con olor a estiercol y el bullicio propio de unos mozos arreglando los caballos. Un vistazo general y un poco de oido y olfato desvelo el lugar que estaban buscando, el bar; risas y un ligero olor a carne asada y tomillo indicaba claramente donde estaba el lugar.

Gustav, el posadero gordito y charlatan, apenas dejo que los ojos se acostumbrasen a la penumbra interior para indicaros donde sentaros, hablando continuamente del tiempo, de las carreteras, y como no, de las últimas novedades que se oyen por los caminos (mutantes, bandidos, cazabrujas, etc).

Ademas de Gustav y un taciturno barman, había un joven enfrascado en un libro, un grupo de una noble, su dama de compañía y su guardaespaldas (también una mujer y con cara de pocos amigos), un bretón y los causantes de las carcajadas, los dos cocheros empezando lo que sería una larga noche de borrachera.

Tras un frustado intento de probar la suerte con los dados, Pelaguio y Nat renunciaron a emborracharse con ellos; más adelante Magnus, tirando de su simpatía, habló con ellos para conseguir un pasaje en el carruaje que les llevase a Altdorf; lo que no sabian es que ya había 5 pasajeros, por lo que solo uno mas cabía dentro, el resto tendrían que ir en la capota.

Entretanto, el bretón Phillipe Dexcartes les ofreció una partida de cartas; parte del grupo ya se había percatado de que este bretón no auguraba nada bueno, pero decidieron probar suerte. Y no fue la suerte, precisamente, lo que hacia ganar a Phillipe, algunas cartas se saco de la manga; fue la última, el as de picas, la que le delato, unos ojos audaces se percataron de la trampa y le detuvieron justo antes de que se llevase las ganancias. Despues de un forcejeo, fue Gustav el que impuso la paz con un buen trabuco como argumento.

 

Día 2 - Wellentag, 25 del mes Jahrdrung

A la mañana siguiente faltaba gente, no solo Phillipe había huido con un caballo, sino que los cocheros no aparecian por ningun lado. Despues de un primer susto pensando lo peor, se dieron cuenta de que no estaban desaparecidos, su tremenda cogorza les había impedido levantarse. De hecho, Doble K y Tarvien no dudaron en arrojarles unos cubos de agua; que aunque les desperto de un salto, no les quito la resaca). Al retraso de la salida se le añadio el problema de los espacios, aunque sin rechistar y con la plaza libre de Phillipe, no dió lugar a ningun problema. La verdad es que los cocheros no estaban en su mejor momento, solo el traqueteo a paso lento ya era un infierno, por lo que de correr nada, aunque varios pasajeros no hacian mas que pedirles que se acelerase el paso; no sabían lo que era peor, los baches o los gritos.

Al cabo de media hora, el cielo, que ya había amenazado, cumplió su cometido, empapando a los no cubiertos gracias a una fina lluvia de la que no había forma de protegerse. Esto también sirvió para que los cocheros se despejasen un poco. De todas formas, si no hubiese sido la lluvia, sería la rueda izquierda, ya que salio de su eje al saltar sobre un bache. Por lo que hubo que sumar mas demora al retraso inicial. Pero lo peor estaba por venir, que la lluvia parase fue in sintoma de que la tormenta se iba a desatar, aunque esta vez, era otro tipo de tormenta.

Tirado en el camino yacia el cuerpo de un cochero de la compañia Four Seasson, delante de el, dando la espalda al carruaje que se acercaba, habia una figura desgarbada que, al percatarse de los caballos, se dió la vuelta. Y no fue agradable lo que contemplaron, era un ser humano, o lo que quedaba de el tras años de mutación degenerativa, la piel la tenía despegada en tiras y de los ojos le supuraba un liquido verdoso que parecía repugnante. De su boca colgaba la mano arrancada y a medio masticar del cochero que yacia en el suelo. Con el impetu que solo tiene el cerebro enfermo, el mutante se arrojó sobre la carroza, tratando de alcanzar al cochero; movimiento que volvio locos a los caballos, encabritados ya, y cuyo pánico hizo que se soltasen de sus correas y se adentrasen a galope en el bosque; Hans, el cochero que llevaba sujeta las riendas, salió despedido arrastrado por esas ligaduras.

Afortunadamente no todo el mundo estaba congelado por el shock, Magnus, acostumbrado al exterior, estaba en su terreno, y disparo un certero disparo sobre el mutante, aunque no lo mato; saltó sobre el carruaje y asesto una cuchillada en el estomago a Gunter, el otro cochero. Pero el mayor shock lo tubo Nat, ya que reconoció en el mutante a un antiguo compañero de los bajos fondos de Delberz, sabía que se le había pasado algo, pero no se imaginaba que la mutación pudiese transformarte de esa manera, estaba perpleja, hasta el modo de pedir que no lo matasen. Pero un mutante es un mutante, y despues del shock inicial, los agerridos compañeros no tardaron en quitarse del medio a tan vil criatura.

Pero eso solo había sido el aperitivo, cuando bajaron del carruaje y pensaban ir a buscar los caballos, dos fuertes sonidos sobresaltaron la quietud de despues de un combate. Uno provenía del bosque, algo estaba apunto de asomar a toda velocidad de alli, por suerte, solo era Hans. Era del otro sonido donde se hayaba el peligro, aunque fuese en forma de aullido inhumano de dolor. No sin ciertos reparos, la compañia avanzo por el camino para ver que es lo que había al otro lado del recodo.

Un grupo de mutantes habia atacado un carruaje de la compañia Four Seasson, asesinando a todos sus coupantes y robando sus pertenencias. Nuestros amigos llegaron tarde para poder salvar sus pobres vidas, pero al menos llegaron a tiempo para castigar a los culpables. El combate fue rápido, con varios de os mutantes heridos por el combate previo, solo fueron necesarios unos pocos proyectiles (flechas, pivotes y hasta balas) para cumplir con el justo castigo que Sigmar ofrece a los mutantes, la muerte.

Una vez limpiada la sangre y curadas las magulladuras, comprobaron que el jefe de los mutantes, un ser con escamas duras por toda la piel, tenía todo el botín; que nuestros amados compañeros hicieron buena cuenta de ello. Pero lo mas sorprendente fue cuando dieron la vuelta al último cadaver, era igualito que Pelaguio! Desde luego no era su hermano gemelo, pero el parecido era mas que razonable. El pobre difunto portaba un legajo que leyo Pelaguio, mientras tanto, el resto de amigos observaba como sus ojos se hacian cada vez mas grandes, cuando termino de leer la carta solo dijo, a partir de ahora me llamo Kastor, Kastor Lieberung.

Despues de rogar un rato, consiguieron arrancarle algunas palabras sobre el contenido de la carta, y no era otra cosa que el difunto era el único heredero de un pequeño Baronet, con sus acres, su modesta bodega de grandes vinos y una suma nada desdeñable de dinero que aun no han sido capaces de hacerle confesar, pero tiempo al tiempo.

Después de tanta acción, apareció la ley en forma de patrulla de caminos; tras un breve momento de tensión y explicaciones, no hubo ningun problema en que continuasen su camino, ayudaron a buscar los caballos huidos y se aseguraron de que todo el mundo estaba sano y salvo. Ya algo entrada la noche, por los retrasos, llegaron a la última parada antes de Altdorf, la posada Seven Spokes; un lugar mucho mas grande y mucho mas bullicioso que el anterior. Al día siguiente les esperaba Altdorf.

 

Día 3 - Aubentag, 26 del mes Jahrdrung

La noble y su sequito decidieron dejar la carroza y buscar otra mas acorde a sus gustos, tal vez la pasada situación los asusto demasiado. El día amaneció encapotado, y fue un pronostico acertado de lo que les esperaba durante el viaje, ya que paso lento y aburrido, solo amenizado por un par de carruajes y la pasada de una patrulla de Caballeria Imperial. Aproximadamente a media tarde llegarán a la capital del Imperio, la ciudad mas grande del viejo mundo, el refugio de Sigmar, la ciudad de Altdorf.