Partida Rol por web

Había pronunciado la palabra "cartas" y eso encendió el espíritu  investigador de Domingo.

- ¿Cartas dice? Discúlpeme pero creo que no llego a entenderle. ¿Quién es ese amigo común del que habla?

Domingo soltaba preguntas a borbotones. Se le notaba inquieto, quizá impaciente y el mismo lo notó cuando fue a lanzar una tercera pregunta. Algo le dijo que debía de detenerse, debía de racionar las preguntas.

Elías contemplaba a aquel joven fascinante que se duplicaba en el espejo del pequeño camerino. A medida que Domingo lo interrogaba con sutileza, sus ojos se desviaban hacia aquel reflejo, como queriendo registrar el camino de ida y vuelta, la cesura continuada, entre realidad y apariencia. De repente, el misterio que rodeaba la muerte de Exiquio había dejado de tener importancia, y el ánimo del hombre quebrantado se debatía entre el ataque de admiración y la pose soberbia. “Cartas… , le murmuraban los celos, ¿Quién del gremio en sus cabales iba a dar con nada provechoso en esas cartas?”

- Tomás Pérez. Era catedrático de Filosofía y Ciencias en esta ciudad, aunque hace muchos años que le he perdido la pista. Una lástima: era un hombre con grandes conocimientos sobre la filosofía y la vida, como lo era el propio Exiquio.

Tomás Pérez... ese nombre les sonaba a todos. Cada uno por su cuenta hizo memoria y sacó pronto el recuerdo del armario. Un par de días antes - parecía ahora que había pasado una eternidad - aquel nombre figuraba detrás de una foto. Tomás Pérez, Exiquio Rial y Jan Reve.

Repentinamente todos sintieron un escalofrío al fijarse nuevamente en el Holandés. Aquellos ojos, aquella mirada. El pelo ya no era pajizo sino negro rizado pero las facciones, la complexión física... ¡Eran las mismas del tercer individuo de la foto!

Domingo se sobresaltó y miró al argentino y a la Maca.

- ¿Tomás Perez? - dijo volviendo la mirada al Holandés - ¿Tolito?

El viejo policía se frotó los ojos con el pulgar y se acercó un paso más al Holandés.

- Supongo que Holandés no será su nombre, ¿verdad? Si usted es un tal Jan Reve creo que nosotros  tenemos la pista de ese Tomás Perez tan perdida - dijo mirando al resto.

El individuo enarcó una ceja y miró fijamente a Domingo, como si calibrase la respuesta. Pasado casi un minuto de embarazoso silencio pareció relajarse mientras se recostaba en la silla:

- Jan Reve era mi padre... Es... Fue amigo del Gallego. ¿Tolito? - parecía meditar sobre ese nombre, como si le diese alguna pista sobre un punto perdido. - ¿Y por qué Tomás Pérez ha adoptado otro nombre?

Domingo movió las manos como negando o rectificando sus palabras.

- No, verá, encontramos una foto. En ella aparecía un hombre muy parecido a usted, quizá su padre, el gallego y otro hombre. En la foto aparecían tres firmas: Exiquio Rial, Tomas Pérez y Jan Reve - hizo un pausa rascándose el mentón unos instantes.

- Ahora que pienso. Si usted dice que su padre fue es Jan Reve puede que Tomás Pérez sea el padre del tal Tolito. En la foto parecía un señor y...

Dejó la frase en suspenso y miró a Elías. Él había reconocido a Tolito. Quizá el supiera algo más.

“¿Quién lo hubiera dicho, que el Tolito fuera un prócer de la sociedad en otra vida?”, estaba cavilando, cuando, requerido por la mirada del policía, se vio obligado a adelantarse para tenderle la mano al holandés, diciendo:

-Primero, deje que me presente. Me llamo Elías, Elías Bonabre –se detuvo expectante, para ver si hacía algún gesto de reconocimiento. Pero el entusiasmo lo impelió a continuar: -La posta, su actuación, me ha emocionado. Me sentí de nuevo ese niño que quería ser mago con toda la fuerza de su corazón. También pertenezco al gremio, ¿sabés? Sólo que estoy un poco apolillado, ya que por x o y de la vida tuve que apartarme, ¡durante casi un decenio!, de los escenarios. Me fascinó esa solución que le dio al truco del oro al final del arco iris. ¡Fue lo más! Era tan rápido que ni siquiera lo vi llegar. Y esa variación de la Escalera de Jacob… ¡Antológica! Aunque –y aquí, el pundonor le hizo mentir-, debo confesárselo, el misdirection fue bastante rudo en La décima carta, y el falso depósito muy obvio en la pirámide escalonada.

Repentinamente consciente del silencio profano de sus compañeros, carraspeó y procedió a encauzar el tema:

-Tolito es un apodo de Tomás Pérez. En la fotografía, aparecían los tres amigos, muy jóvenes, delante de la estatua del ángel caído, ¿la conoce? Entonces, debemos presumir que su apellido, el de usted, es Reve. Já, una pista más para resolver el enigma del Holandés Errante. Pero no se fije, le guardaremos el secreto. Y decime, ¿qué pasó con su padre?

El Holandés estrecha la mano de Elías con firmeza y sonríe ante los comentarios técnicos. Para desilusión de Elías parece que su nombre no le es conocido.

- Vaya, veo que sabe usted muy bien de lo que habla.- dice con un tono amistoso - Sí... Confesaré que la Décima Carta siempre se me ha resistido un poco.- concedió por cortesía.

Luego se recostó nuevamente en la silla antes de continuar hablando:

- Conozco la estatua del retiro, efectivamente. ¿Quién no? ¿No consideran curioso que un país con una historia tan católica como el suyo tenga una estatua a Lucifer en el medio de su capital? A mi siempre me dejó perplejo... Aparte la figura es totalmente evocadora. La he visitado varias veces. Pero ¿tienen esa foto? No tengo muchos recuerdos de mi padre y me gustaría ver alguno de cuando estuvo en España.- añadió sin contestar la última pregunta de Elías.

Elías se tomó unos segundos para ajustarse el vendaje. Con la vista baja, su mente trabajaba como una locomotora, sólo que las vías estaban fundidas a causa de los fármacos. A pesar de todo, pudo formalizar algún pensamiento que orientase su acción inmediata: “No me extraña que querás eludir la pregunta; Exiquio tildó de traidor a tu padre. Y ahora que recuerdo, en el diario también se refirió a algún tipo de enfrentamiento épico que dejó a Tomás Pérez convertido, literalmente, en “una ruina babeante”. ¿Seguirá convaleciente, entonces?”

Respondió:

-Oh, no la llevamos encima. Señor Reve –fingió saber de lo que hablaba-, Exiquio, Tomás y su padre pertenecieron a la Logia, ¿vos también? ¿Y qué podés decirnos de Ahasverus? Entiendo que fue un personaje muy vinculado a su padre.

Por un breve instante el rostro del Holandés mostró un atisbo de sorpresa. Pero fue muy fugaz. Casi imaginario.

- ¿Logia? Oh... Sí. Tomás era muy dado a creer en sectas. Illuminati, Masones... Estaban al orden del día en aquellos tiempos, aunque en su país suponía un peligro este tipo de... conocimientos. Lo único que sé de esos temas es lo que cuenta el imaginario popular. Me hago a la idea de unos señores muy serios vestidos con túnicas negras susurrando conspiraciones en profundas catacumbas.

Se rió ante semejante ocurrencia, aunque sus interlocutores se dieron cuenta de que no había ningún humor en esa risa. Si bien el Holandés era un excelente mago no destacaba en su papel como actor. Había algo más que, evidentemente, no quería contar.

- Vaya.- añadió levantándose y mirando su reloj - Se me pasa el tiempo volando. Tengo una cita y a las mujeres no les gusta que les hagan esperar a ellas.- guiñó un ojo cómplice a los dos hombres mientras sonreía a Macarena - Si me disculpan... Mañana todavía estaré en la ciudad. Quizás quieran quedar para comer y charlar más sobre Exiquio y Tomás.

Elías se retiró unos pasos para ceder la palabra a Domingo, al tiempo que asentía con la cabeza, reprimiendo una sonrisa irónica.

Asintió ladeando la cabeza, visiblemente incómodo.

Durante un instante pensó en mostrar autoridad y enseñar la placa al prestidigitador forzándole a quedarse un rato más pero pronto reflexionó sobre esa actitud y se convenció de que no convenía en este instante.

Alargó la mano hacia el Holandés Errante para despedirse.

- Claro, nos encantará comer con usted y charlar un rato. Usted dirá donde quiere que nos veamos - dijo mientras estrechaba la mano a su interlocutor.

- Bueno, la verdad es siempre que estoy en Madrid estoy lo justo para mis espectáculos y dar un pequeño paseo. Me imagino que podríamos quedar, ya que lo hemos mencionado, junto a la estatua del Angel Caído y desde allí podrían ustedes hacer de cicerones.

Mientras decía esto el Holandés iba acompañando a sus invitados hacia la puerta. La repentina cita parecía urgente dado sus ademanes.

Elías no quería dejar pasar esa oportunidad de intercambiar conocimientos, o para ser honestos, de ser orientado hacia esa vía entrevista de la prestidigitación, así que propuso quedar al pie de la estatua a la una y media.

-En Menéndez Pelayo hay un montonazo de bares de tapas. Encima, es viernes, estará animadísimo -añadió antes de despedirse.

Domingo asintió.

- Bien, pues nos veremos allí si le parece - dijo mientras alargaba la mano para estrecharla con el holandés formalizando la despedida.

- Hasta mañana... señor Reve - dijo evitando utilizar el nombre artístico del mago.

- Hasta mañana.- les despidió el mago.

La puerta se cerró tras ellos dejándolos en el backstage del local. Cuantas veces había estado allí Elías preparando los últimos toques de su traje antes de entrar en escena. Desechando la nostalgia de su cabeza se dirigió, en compañía de Domingo y la Maca, hacia la barra del local. Quizás buscaban la puerta, quizás una última copa. Lo que estaba claro es que el mago no hablaría más con ellos.

Todavía daban vueltas la reciente conversación el el holandés. Domingo estaba confundido. Toda esa idea de logias que presentaba Elías realmente le asustaba, sectas las llamaban en su departamento y nunca salía nada bueno de ellas.

Se acercó a la barra y apoyó ambos codos sobre ella dejando reposar, acto seguido, la barbilla sobre una de sus manos.

- ¿Tomáis una última? - dijo mientras llamaba a quien se encargaba de servir.

Necesitaba algo fuerte, muy fuerte y así se lo hizo saber a una de las bellas mujeres que se encargaban de servir las copas tras la barra.

Miro el reloj y se aseguró que tenían algo de tiempo para llegar a La Torre de Babel antes de que cerraran. La preocupaban las nuevas que el Chapas hubiera podido recoger de la casa del sanatorio.

- ¿Algo que decir? - preguntó a sus interlocutores para abrir la conversación.

- Maca, ¿de verdad crees que tu abuelo estaba metido en ... sectas? La verdad es que conociendo al viejo Exiquio me puedo creer cualquier cosa pero... ¿sectas? - dijo mientras meneaba la cabeza.

La Maca abrió la boca por primera vez en mucho tiempo, casi parecían semanas. Antes de decir nada puso entres sus labios carmesí un cigarrillo y lo encendió dandole una larga calada, como pensativa.

-La semana pasada te hubiera dicho que ni de coña, ¿sectas? venga ya... Pero ahora... visto lo visto Domingo... ¿de verdad no crees que es posible que estuviera metido en esa mierda hasta la cintura?

Cogió uno de los vasos que sirvió la camarera con la mano que no sostenía el ducados y le dio un largo trago. Le quemó la garganta, pero aquello le hacía falta.

-No se a vosotros, pero a mi ese holandés no me ha gustado nada. Creo que nos ha tomado por el pito del sereno. Está claro que sabe mucho más de lo que cuenta.- miró a Elías- A los magos os encanta desviar la atención.

Apuró la copa de un solo trago como un bebedor profesional y se secó la comisura de los labios con cuidado de no correr el carmín.

-¿Que crees tu Elías? Ese tío no era un mago de fiesta de cumpleaños...

Elías se había encogido de hombros ante la perspicacia de Macarena. Había aceptado esa copa más para hacer tiempo que porque le apeteciese; mientras Domingo se deshacía en preguntas, él continuaba arrobado en sus recuerdos del espectáculo. Se había plantado entre el policía y Macarena, frente a la barra, y tan sólo una vez dirigió la mirada a la entrada del local por si veía aparecer a Rafael. Interpelado por la chica, ensayó una reconstrucción verbal de sus propios pensamientos:

-En el diario, Exiquio escribió que Jan Reve había desaparecido y Tomás Pérez sido reducido a sus mínimas capacidades intelectuales durante una pugna de poderes. ¿Podría haberse tratado de algún tipo de experiencia mística mediante el empleo de drogas? –hizo una mueca de incertidumbre, sorbió la rodajita de limón de su gin tonic y lo depositó con delicadeza en un cenicero antes de continuar: -Jan Reve volvió más tarde y se reveló como un traidor. Así como Exiquio adoptó un sobrenombre en esa Logia de los Servidores –Hansert-, el de Jan Reve fue a partir de entonces: Ahasverus. Este joven que dice ser su hijo sin duda sabe más de lo que cuenta; es posible que pertenezca a la Logia, y estos iniciados son celosos de sus secretos. No se preocupen, mañana tendremos más tiempo de explotar la debilidad que los caracteriza: la vanidad. Y por último les diré que estoy seguro de que Exiquio pertenecía a esa Logia, que era quizás un miembro destacado, por la siguiente razón: ¿de qué otro modo habría querido homenajear un mago de primera fila a tu abuelo?

Para Elías era evidentísimo. Dejó su argumento en el aire durante unos segundos y pasó a comentar:

-Por cierto, ¿alguien vio salir a Pausanias del baño? No es que me apure mucho, pero… Es de esos que no pierden detalle.