Partida Rol por web

El hombre del traje gris

Pongamos que hablo de Madrid: Elías

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07/04/2008, 21:20
Elías Bonabre

- ¿Hierros de alpinista? – Elías dio un sorbo a su taza de café, meditando si ese dato tendría algún significado. Decidió que no, y volvió a adoptar al instante un dejo de tremendismo: - Espantoso, espantoso, sin duda. No sé dónde vamos a llegar, como está el mundo. Muchos dicen que el fin de éste llegará por los noventa… En fin… Oígame, Soraya, ¿qué tiempo dan para mañana? ¿Lloverá también? Figúrese que anduve viendo las noticias y ni me percaté. No sé dónde tendría la cabeza…

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07/04/2008, 23:55
Soraya

- Para mañana frío pero no llueve. Que va a llover con este viento, que se lleva las nubes.

Durante media hora más charlaron de forma intrascendente mientras veían la telenovela. Al final de ésta, casi a las cinco, Soraya recordó que tenía que bajar a comprar unos hilos.

- Le estoy haciendo unos manteles a mi hija para el ajuar. Si se casa algún día, claro, porque estos chicos de ahora... Y luego dice que ya no se lleva lo de dar una mantelería, que sale más barata comprarla en el Corte Inglés. ¿Te lo quieres creer? Pues a mi buen servicio me dio la que me regaló mi madre. Que mujeres las de ahora...

Mientras soltaba toda esta retahíla la buena señora ya estaba bajando por las escaleras del edificio. Elías, apoyado en el resquicio de la puerta, la despedía con una sonrisa.

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08/04/2008, 10:01
Elías Bonabre

Elías cerró la puerta y se dio la vuelta para contemplar el piso vacío. La soledad se le echó encima como una avalancha. Tenía toda la tarde por delante y ningún plan para ocuparla, nadie con quién compartirla. Al fondo del pasillo estaba la habitación de matrimonio de su hermana: la puerta entornada acuñaba un filo de negrura. “Sí que tardan estos dos, ya espero que vuelvan a la noche…” Sin embargo, se le había avivado un pulso de temor indeterminado, una pelusa de inquietud que se desplazaba insidiosa de uno a otro de sus lóbulos.

Fue a asomarse al balcón, que daba a la avenida, para aspirar aire fresco. El día seguía grisón, melancólico. Llovía de forma entrecortada, pero incesante. Vio las azoteas de las casas más bajas de enfrente, muy deterioradas en su mayoría, un perro mojado aullando en una de ellas, las antenas torcidas. Una pátina poética parecía recubrirlo todo.

Regresó al saloncito. En el respaldo de una silla había dejado la chaqueta. Sacó de sus bolsillos la carta de tarot y la tarjeta del apuesto desconocido. Se sentó a la mesita baja junto al balcón abierto y colocó ambas cartulinas frente a él para examinarlas. La brisa movía las cortinas y los faldones le sacudían intermitente en su rodilla izquierda.

Resonó un taconeo en el rellano de las escaleras. Elías se detuvo a escuchar con atención, preso de un repentino júbilo. Los tacones siguieron resonando, escaleras arriba. “El ascensor está averiado.” No había caído en la cuenta. Qué silencioso estaba todo. Ni siquiera el sonido de la tele encendida lograba amortiguar su efecto en el ánimo.

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09/04/2008, 20:48
Director

Notas de juego

Vamos un poco por delante de los otros jugadores en el tiempo. Te pondré en pausa de nuevo hasta que lleguen cerca de tu franja horaria para que no haya desfases argumentales. Te toca nuevamente ejercitar un poco de paciencia :)

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19/05/2008, 09:33
Director

Justo en ese momento sonó el teléfono. ¿Quién podría llamar a estas horas? Elías, que se encontraba en la entrada al lado del mismo, descolgó el auricular. Una voz familiar, joven, habló al otro lado.

- ¿Hola? ¿Elías? Mira, soy Ricardo, el nieto del Gallego... Es que verás... bueno, que han pasado unas movidas muy raras y como ayer dijiste algo de unos libros y ahora tenemos un rollo referente a unos libros de magia o una paranoia así, pues nos dijimos... bueno, mi prima me dijo... bueno, que dijimos que igual si te llamábamos y te pasabas por la Pérdida podías darnos alguna pista... Porque esto es raro de cojones... Bueno, que no me lío: ¿puedes pasarte por la Pérdida?

Notas de juego

¡Aleluya! ;)

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19/05/2008, 10:04
Elías Bonabre

“¿Libros? ¿Pero qué diablos estuvieron haciendo estos?”, pensó Elías. Casi simultáneamente, se le ocurrió la extraña idea de que no era seguro prodigarse a través del teléfono.

- Eeeh… Sí, está bien. Pero ¿ahora mismo? -respondió.

Notas de juego

No me lo puedo de creer jajajajaja.

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19/05/2008, 11:35
Director

- Pues sería lo bueno... Eh... no quiero intranquilizarlo pero... bueno, mejor sería que viniera ahora... Después igual vamos a buscar otro libro... Bueno, no sé, eso lo sabe mi prima...

Se notaba que el chico no era de los de hablar con soltura por teléfono, desde luego.

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19/05/2008, 11:56
Elías Bonabre

Consideró brevemente algunos detalles (como el estado del día y el que Adela no hubiese regresado), antes de contestar, procurando que en su voz no trasluciera el ansia:

-Sí, por supuesto. Me pilláis ocioso. Enseguida salgo para allá, tardo un cuarto de hora.

Se puso la chaqueta y recogió la carta de tarot y la tarjeta del agente literario. Corrió al dormitorio en busca de un fular blanco para el cuello; ciertamente, un creciente vendaval azotaba las calles de la ciudad, tal como constataban los silbidos y aullidos en los aleros. “¡Ah, no me he lavado los dientes!”, refunfuñó justo cuando cogía el paraguas. Pero la curiosidad se había transformado en una perrazo que le mordía en las nalgas. Comprobó por enésima vez que llevaba las llaves y la cartera y salió del piso.

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19/05/2008, 20:50
Director

Elías caminó con paso presto hacia la Pérdida. En la calle el viento fustigaba inmisericorde a los viandantes y en más de una ocasión tuvo que agarrar el fular para que no se fuese con el vendaval de viejos papeles de periódico que arrastraba el mal tiempo. Cuando llegó a la puerta de la Pérdida se peino un poco antes de entrar.

El local estaba, como la tarde anterior, más bien oscuro y silencioso. Solo el camarero, Braulio, ojeaba un periódico en la barra - podría pensarse que incluso era el mismo de ayer - y al fondo del local los chavales se sentaban alrededor de una mesa, con los restos de un estofado decorando los platos sucios. Al parecer habían comido en el bar. Cuando Elías apareció en el umbral lo miraron con curiosidad. Estaban la chica llamada Macarena, su bien parecido primo Ricardo y el otro guaperas con pinta de macarra que, según recordaba Elías, se llamaba Agustín. Este último tenía algunos moratones en sus fuertes brazos, como si hubiera llevado algún golpe.

Notas de juego

Reunión con el resto del grupo en la escena Pongamos que hablo de Madrid: Macarena.