Partida Rol por web

Chasqueó la lengua rápidamente emitiendo un onomatopéyico "no".

- Conmigo no contéis para eso. Ya estoy yo bastante metido en esos fangos como para andar buscandomelas peores.

Volvió a chasquear la lengua rápidamente.

- ¿Sigues teniendo el diario o se lo diste a Macarena? ¿Pudiste leerlo?

Elías suspiró, pero no iba a darse por vencido en la tarea de convencer al veterano agente. Sin embargo, antes de insistir, quiso preparar el terreno embaucándolo con el relato de la poca información que había podido extraer del diario:

-Claro que lo tengo yo, si no la veo desde anoche… El diario, veamos –Meditó unos instantes y comenzó: -Es cierto eso que dicen de que uno no sabe nada que no sea capaz de explicar; tal vez, por un milagro, sepa entender yo mismo lo que leí tal como lo vaya contando.

“Lo devoré entero en la madrugada, se me pasó el tiempo volando (y eso que la mayor parte del texto se extraña en cuentas y aritméticas abstrusas). Yo diría que son como las memorias de un iniciado, un perseguidor de conocimientos ocultos, que no convienen a los profanos. El Gallego lo comenzó justo cuando estaba listo para superar las pruebas requeridas por una Logia. No dice “una” Logia, dice La Logia, así que tuvo que ser una secta muy especial (o un conciliábulo de arrogantes, vete a saber). Si no recuerdo mal (vos sabrás perdonarme), poco después, el Gallego, Tolito y el tal Jan (los tres aparecían en una foto que encontré donde Tolito) se enfrentaron a alguien o alguna cosa: el Poder. Ignoro cuál fue el resultado de ese combate, lo cierto es que Jan en ese momento o más tarde se reveló como un traidor.

"(Ahora que caigo, es posible que los miembros de esa secta llevasen un sobrenombre, hay que tener cuidado con ese detalle: pudiera ser que el Gallego fuese también un tal Hansert.)

"Habla también de un rapto o de una desaparición, no lo tengo claro. El Gallego, que ya tenía un vástago, iba a ser padre de nuevo, creo que de una niña, la cual desapareció, comunicándosele a él que murió en el parto. No sé si esto tiene algún sentido para vos…

"Un nombre que se repite con insistencia en el desenlace es Soares, lo cito por si tenés alguna idea.

"Y por fin –en este punto tragó saliva ostensiblemente-, menciona algún trato con Ignacio Aldecoa, jefe hará un decenio del Portugués. Yo lo conocí, ¿sabés? Era un individuo extremadamente peligroso, y no quiero ni pensarme cómo le habrá salido el lacayo. Entendedlo, Domingo, si vos no nos acompañás, no tendremos ninguna seguridad de que el Portugués mantenga su palabra y nos dejé marchar luego de entregarle la carta.

El relato de Elías anuló casi completamente el parpadeo del viejo policía. Nada de lo que decía el argentino tenía sentido. Parecía un libro de fábulas más que un diario de un pobre viejo.

Cuando acabó de hablar, contestó.

- ¿Y que ganamos con que vaya yo? No creo que ese malnacido vaya a hacerme más caso a mi que a tí. La policía baila al son que ese cabrón toca.

Parecía irritado, pero no con Elías. Parecía irritado por como se trabajaba con esa gente. La ley no tenía el poder suficiente para contrarestar los efectos de un hijo de puta de los grandes, ¿quién iba a hacerlo?

- Si llega el momento y tengo que ir, iré pero no cuentes conmigo para jugarmela por una foto o un diario de fábulas, Elías. ¿Quienes somos nosotros para enderezar un rumbo que ni la ley puede cambiar?

-Y entonces, ¿qué vamos a hacer? Pongamos que la suerte que puedan correr Ricardo y su primita me traiga al pairo, pero, ¿y qué con que el tipo del traje gris se empeñe en perseguirnos por los restos? Además, vos sos un tipo a respetar, que el Portugués se contenga si estás presente es seguro.

Una enfermera entró en el reservado de urgencias.

- Por favor, deben dejar este sitio libre para otras urgencias... Tienen los papeles en el mostrador de entrada para firmar.

Antes siquiera de que ninguno pudiera contestarle la mujer desapareción entre las cortinas sin duda para atender asuntos más urgentes.

Se puso con cuidado la chaqueta. Curiosamente, le dolía todo el cuerpo, “a causa de la tensión”, pensó. Habría dado su vida por tener un espejo a mano, seguro que parecía un adefesio con aquellas vendas en la cara, “dios mío, ¿cómo se lo explicaré a Adela?” Lanzó una última mirada a Domingo, poniendo ojos de cordero, y se adelantó hacia la recepción.

Elías tenía razón, pero por otra parte Velez también. Durante un instante tuvo indecisión. Se le notaba confundido, muy confundido a veces.

- Debes de estar muy seguro, Elías. No te creo capaz de arriesgar tanto por un carta.

Suspiró profundamente y miró de nuevo al argentino cuando salían por fin del hospital.

- Iré contigo si es lo que quieres, pero nada de tonterias.

Antes de salir cubrieron los papeles de la denuncia. Estaba claro que la disposición frente a los mismos era bien distinta. Elías cubría todo con gesto firme y decidido mientras Domingo no ocultaba su preocupación por las consecuencias. Pero después de todo el argentino tenía razón: aquel chaval merecía un castigo por sus actos. Estando con la condicional Domingo sabía que a Agustín no le iba a ir nada bien con aquella denuncia, pero él se lo había buscado. De hecho la cosa podría haber sido mucho peor: Elías estaba hecho un verdadero trapo pero faltó muy poco para que aquel golpe le dejara con lesiones irreversibles. Las cosas se complicaban unas tras otras.

Una vez fuera del hospital se dirigieron de vuelta hacia el coche.

Si iban a entrevistarse con el Portugués Domingo no tenía muy claro a donde debían acudir. Él nunca había tratado directamente con el mafioso, solo con su secuaz el Toro. El Portugués no era de los que acudían personalmente a las citas, y a los chavales los dejaron antes de encontrarse con su contacto...

-Gracias, Domingo. Bien mirado, tampoco creo que vaya a ser tan complicado, ¿no? Le damos la carta y… -hizo un gesto de desaliento, aquel era un intento vano de confortarse. Se arrimó a la portezuela del coche y señaló una última cosa: -Ahora, Domingo, mil ojos en la carretera, no sea que la visión de antes fuese la premonición de un accidente de tráfico.

Antes de que pudieran subirse al coche un pitido sonó en el bolsillo de Domingo. Su busca estaba pitando y le daba el número de una teléfono público como teléfono de llamada. Casi institntivamente el policía miró alrededor por si encontraba algún medio de contestar la llamada. Había una cabina allí mismo, a la puerta del hospital, desde la que podría devolver la llamada si quería.

Miró a Elías.

- Un momento, tengo que hacer una llamada, puedes esperar en el coche si quieres

Dejó al argentino en el coche y fue a la cercana cabina. Marcó el número y esperó respuesta.

Cuando Domingo preguntó el clásico: ¿quien llama? la voz de la Maca respondió enfadada:

 -¿Estás con Elías? ¿Donde estáis?

Parecía que alguien contestaba a Domingo al otro lado...

- Acabamos de salir del hospital, ¿qué pasa?

Tapó el auricular con la mano y miró a Elías.

- Es Maca - susurró.

Elías asintió. Había rehusado subir al coche y ahora se aproximó a la cabina, ciertamente inquieto.

La voz de Agustín se escuchó al lado de la Maca, probablemente estaban compartiendo el auricular de la cabina:

-Esta el puto Argentino contigo, pégale un tiro en la cabeza y sácale la carta de tarot que nos la robo o deja y tráemelo a mi que yo me encargo de sacársela.

La Maca añadió:

-Ya le has oído. Ese cabrón nos ha dado el cambiazo y ha dejado que viniéramos a ver al narco psicópata este con una puta carta de tute.

- Calmate Macarena. Un momento - inquirió serenamente mientras tapaba de nuevo el auricular con la mano dirigiendose al argentino.

- Me está diciendo Macarena que les has dado el cambiazo con la carta, dandoles un naipe de la baraja en lugar del cambio, ¿es eso cierto? - dijo frunciendo el ceño mientras miraba a Elías.

Antes de la respuesta del argentino volvió a hablar:

- Elías, no podemos andar jugandola con ese tipo. Tu no les conoces...

Volvió al teléfono.

- Macarena, ¿donde estáis?

Elías no atinó a responder. “No rompas las bolas, es increíble que la pendeja no se diera cuenta ya mismo… Pero entonces ¿por qué me ha atacado el muy pelotudo si no era por lo molesto del engaño? La verdad es que estoy pasmado, che”, pensaba.

Se encogió de hombros y se palmeó un bolsillo de la chaqueta, queriendo dar a indicar que llevaba el naipe encima. Continuó expectante.

-Estamos en Malasaña, cerca de un restaurante que se llama Mejico Lindo.- dijo la Maca con sequedad.- ¿Que te ha dicho ese cabrón? ¡Mira que el tío este tiene a mi primo con una pistola en la sien!

Domingo sabía perfectamente donde estaban: era el restaurante del Toro, que ya había visitado ayer.