Partida Rol por web

Ahora podéis parar un poco a descansar, no sabéis cuanto durará esta pausa, así que es bueno aprovecharla. Detrás vuestra, a unos 10 metros, se alza una "puerta", es un arco enorme de unos 15 metros de alto y 6 de ancho. Por toda su brillante superficie hay runas sartán (mil veces malditos), seguramente de odio y burla. Pero la habéis superado. Una puerta menos hacia la salvación.

Estáis en lo alto de una montaña, un pequeño paso en su cumbre, partida en dos, era el camino a seguir. Detrás queda un inmenso bosque lleno de peligros que superasteis a base de coordinación, esfuerzo y habilidad. Aquí arriba el frío es cortante, pero vosotros, corredores, apenas dais muestra de ello. La Vieja capa azul de Theran golpea con fuerza en la espalda debido al intenso viento, ya que al estar en una especie de hendidura en la montaña ahí coge ímpetu.

Al final de la pequeña garganta, el traicionero camino de bajada por el otro lado no es más alentador, ya que se contempla un enorme pantano que cubre en la distancia hasta donde os alcanza la vista, una densa bruma lo esconde en algunos lugares y un lejano río lo alimenta como a su bebe. Está flanqueado por cadenas montañosas a ambos lados, como escoltando el camino que debéis tomar. Haciendo que otro camino sea prácticamente imposible.

Vuestras runas despiden un leve fulgor de advertencia. Ahí en la oscuridad del desfiladero iluminan parte de este. En lo alto, se puede ver dos Aves coriáceas con su grandes alas de muchos colores dar vueltas, con su mágica visión es casi seguro que os han descubierto, pero en este estrecho pasaje no pueden hacer nada y esperan dando círculos, pacientes.

Cerca en un arbusto hay un leve movimiento, parece que dentro, entre sus espinas se ha enredado una cría de ratón de la montaña y os mira suplicante.

También, por la parte de la puerta que acabáis de atravesar, oís un tambor. No sabéis a que distancia pero me temo que los Snogs no han perdido la pista. El tambor hecho con piel de Lobuno, resuena en vuestro pecho con promesas de muerte y dolor.

Ahora puedes parar un poco a descansar, no sabes cuanto durará esta pausa, así que es bueno aprovecharla. Detrás tuya, a unos 10 metros, se alza una "puerta", es un arco enorme de unos 15 metros de alto y 6 de ancho. Por toda su brillante superficie hay runas sartán (mil veces malditos), seguramente de odio y burla. Pero la has superado. Una puerta menos hacia la salvación.

Estás en lo alto de una montaña, un pequeño paso en su cumbre, partida en dos, era el camino a seguir. Detrás queda un inmenso bosque lleno de peligros que superaste a base de rapidez, esfuerzo y habilidad. Aquí arriba el frío es cortante, pero tú, corredora, apenas das muestra de ello. Tus cabellos golpean con fuerza en la espalda debido al intenso viento, ya que al estar en una especie de hendidura en la montaña, ahí coge ímpetu.

Al final de la pequeña garganta, el traicionero camino de bajada por el otro lado no es más alentador, ya que se contempla un enorme pantano que cubre en la distancia hasta donde alcanza la vista, una densa bruma lo esconde en algunos lugares y un lejano río lo alimenta como a su bebe. Está flanqueado por cadenas montañosas a ambos lados, como escoltando el camino que debes tomar. Haciendo que otro camino sea prácticamente imposible.

Tus runas despiden un leve fulgor de advertencia. Ahí en la oscuridad del desfiladero iluminan parte de éste. En lo alto se puede ver dos Aves coriáceas con su grandes alas de muchos colores dar vueltas, con su mágica visión es casi seguro que te han descubierto, pero en este estrecho pasaje no pueden hacer nada y esperan dando círculos, pacientes.

Cerca, en un arbusto hay un leve movimiento, parece que dentro, entre sus espinas se ha enredado una cría de ratón de la montaña y te mira suplicante.

También, por la parte de la puerta que acabas de atravesar, oyes un tambor. No sabes a que distancia, pero te temes que los Snogs no te han perdido la pista. El tambor hecho con piel de Lobuno, resuena en tu pecho con promesas de muerte y dolor.

Hacia un tiempo que mi sudor había desaparecido, deje la ansia y estrés atrás conjunto al bosque que acabábamos de recorrer. Mi compañero Theran e yo habíamos estado viajando juntos por un tiempo considerable, pese a que no hubiéramos compartido más cortesías que verdaderas informaciones, nos llevábamos.  Me dedique un tiempo a sentarme sobre la fría roca, tirando mi cansada espalda hacia atrás con un movimiento de caer derrotada típico de pelis de atletismo, apoyada sobre mis dos palmas y respirando profunda, pero presurosamente bocanadas de aire como para un mastodonte. Era ridículo que mi cabello mantuviera compostura y belleza después de todo eso, sin embargo allí estaba firmemente atado con una prenda fina de vivos colores a la que tenía gran estima, el viento acariciaba la piel y ondeaba el cabello con frescura, el sol casi no se difundía en estas horas. - Toca festejar lo de la puerta, hermano - fue lo único que alcance a decir antes de ver resplandecer nuestras runas ante el peligro. ¿Y ahora qué? Entonces note lo que en el cielo se cernía - Aves coriáceas - avise a la compañía. No hacía falta señalar. Pese a que no lo hiciera apreciar, mis pies estaban helados, yo no podría seguir corriendo tan deprisa como antes, fue un alivio ver la puerta y como no quise perderla de vista la cruce con toda la prontitud de la que fui capaz. 

Cada puerta nos acercaba al final, o eso nos creíamos, yo no sonreía porque el pensar que nos falta un tramo desconocido para salir del laberinto me ponía de mal humor, sin embargo siempre daba lugar a que hubiera algún festejo por cada aproximación, trataba de mantener al resto positivo, para que después pudieran contener mi amargura. Cuando estaba agotada, me agobiaba y descargaba una gran ola de negatividad a quienes-quiera estuviera conmigo. Quizás eso me distinguía del resto de los Patryn, pues el atuendo que llevaba no era muy diferente, se trataba de una falda pequeña hecha con retazos de telas comunes. 

De repente, como sí no tuviéramos suficientes problemas ya, un sonido que se escucha a lo lejos, pero detrás nuestro, me hace saltar el corazón. Por supuesto, me compuse al instante y trate de no mostrar preocupación alguna. Sin mencionarlo.

Gracias a la compañia de Murasaki, había atravesado otra puerta, desde que Zheras me dejara no habia tardado en toparme con ella y continuar mi avance haciendo equipo. Por el momento aprovechabamos para descansar de la trepidante carrera por el bosque que dejabamos atras, Shae (el aguila) algo inquieta se dedica a golpetear caracoles para comer y es una fortuna que no estuviera surcando los cielos, pues cuando nuestra piel comienza a emitir el fulgor de alerta desde los numerosos tatuajes lo primero que notamos son aquellas aves dando circulos en el cielo entorno a nosotros. No me hace falta más que una mirada para obligarla a permanecer en tierra y no se lance al combate. No ocurre tan sensillo cuando aquella criatura hace ruido entre los espinos y nos mira como implorando por su vida. "Esto es el laberinto: matas o mueres" pienso mientras me pongo de pie cautelosamente y comparto una mirada acompañada de un gesto con Murasaki. No es que fuera un manjar que pudieramos compartir, pero al menos serviría para que Shae se tranquilizara respecto de las dos que volaban por sobre nuestra cabeza. Avanzo tomando la lanza para con ella intentar ayudarme para evitar que las espinas fueran una molestia, no por evitar el dolor, sino que había aprendido suficiente del laberinto para no confiarme de ninguna criatura que lo habitara.

Fue entonces cuando los tambores se dejaron oir, al momento mi andar se detuvo y mis sentidos se concentraron plenamente en ello. Los snogs aun estaban detras nuestro, aquellos cien veces malditos, como el raton de campo nos veiamos rodeados de amenazas. Si avanzabamos posiblemente las aves coriaceas nos saldrian al encuentro, para luego quedar atrapados en retaguardia por los Snogs. De quedarnos alli, quizas podriamos aprovechar el paso estrecho para obligarles a avanzar de uno en uno y así ir mermando sus filas, con la esperanza de que no fueran demasiados.

-Dejaremos los festejos para luego, aquel ratón de campo ha tenido suerte. Preparemonos para recibir a esos Snogs si es que se aparecen por aquí, no nos conviene salir al paso pues las aves coriaceas se nos lanzaran encima dejandonos servidos para aquellos demonios.

Dejo la lanza a un lado y me descuelgo el arco, no tenia muchas flechas pero al menos desde la altura conseguiria bajar algunos antes de que se enteraran quien había sido.

Por ahora no era necesario salir corriendo, el fulgor de mis runas no denotan un peligro inminente, puedo aminorar la marcha un poco y recuperar el aliento.... El tambor sigue sonando, ese interminable repiqueteo que ha llegado a sacarme de los pocos momentos de sueño que puedo llegar a permitirme a pesar de que todo estaba en mi cabeza.

Camino precavidamente, si algo me ha enseñado el Laberinto no es solo a temerlo, sino también a respetarlo, una nunca sabe por donde te van a atacar o con que truco sucio te puede sorprender.

Viendo el movimiento en los arbustos y viendo al ratón paso de largo, aunque solo para volverme apenas hice unos pasos. No puedo permitir que este Laberinto siga cobrándose vidas por el odio de los Sartán hacia nuestra raza, aunque sea la de un simple ratón.

Miro nuevamente mis runas para ver si aumentan su fulgor.

- ¿Qué pasa chiquitito? ¿Te has quedado atrapado? Déjame ayudarte un poco.

El ratón se mueve un poco como queriendo ir hacia ti, sus angustiados ojitos se mantienen fijos en los tuyos, como si fueras una meta por alcanzar. Más de cerca, notas como espinas se enredan por todo su flaco cuerpecito, estará sufriendo mucho. No parece muy peligroso el arbusto y seguro que con un movimiento rápido podrías sacarlo, sin más que unos cuantos arañazos.

Sin embargo la luminosidad crece en el angosto pasaje.

Metes la mano con velocidad en el arbusto, pero no la suficiente, Los afilados zarcillos se lanzan a tu encuentro cuando tienes la mano dentro. Se enredan a tu brazo con una fuerza imposible de creer. Chisporrotean al contacto con tus runas, pero eso no las detendrá mucho, y tienes apenas una fracción de segundo para reaccionar.

Al notar que es una trampa, saco rápidamente mi brazo del arbusto, mirando al pequeño roedor no atino nada mejor que decirle - Lo lamento amiguito, hice todo lo que pude, tu suerte esta echada. - dicho eso empiezo a trotar para alejarme del ruido del tambor y esperando que mis runas comiencen a bajar de intensidad. 

El grave tambor va subiendo de intensidad poco a poco, se mueve hacia la cima, aunque aun no se ve ninguna de esas grandes criaturas con afilados dientes y garras como cuchillas, no deberían tardar mucho más en asomarse por la loma que hay más allá de la puerta. Lo preocupante de todo esto, es ¿porqué usan un tambor? la región que acabáis de dejar atrás os consta que habitaban muchas de estas criaturas, ¿pero tantas como para usar un tambor? Eso sería muy raro según vuestra experiencia. Pero entonces ¿para que lo usaban? El sonido se propaga por todas las cumbres nevadas de vuestro alrededor, se oye a kilómetros de distancia...

Theran calcula el paso, esas criaturas son enormes y como mucho caben de una en uno por el pasadizo que tiene unos dos metros de ancho. Arriba por encima de los 10 metros se ve el cielo y las aves siguen dando vueltas con su mirada fija en el desfiladero.

Detrás vuestra, en la zona del pantano oís un potente y tenebroso aullido. Se alarga durante mucho tiempo, y poco a poco se van sumando más.

Cuando sacas la mano y la retiras le lanzas un último adiós al ratón y por un momento jurarías que le brillaron los ojos con un color rojo sangre. Luego, sales al trote con tu lanza en la mano, enfilando el descenso de la montaña.

El desnivel es pronunciado, pero nada que no puedas manejar. El Enorme pantano se yergue ante ti, la bruma mantiene oculta la mayoría, sólo algunas ramas de los más grandes árboles se mantienen por encima de esta, desafiándola.

Los tambores siguen resonando en la cumbre, pero más amortiguados por la distancia, está claro que tu bajas mucho más rápido de lo que ellos suben, sin embargo un escalofrío recorre tu cuerpo cuando allá abajo, en el pantano, un poderoso Aullido resuena en respuesta. Empiezan a sumársele más y más un poco más débiles, pero algo está claro.

El pantano es territorio de Lobunos.

Ahora que lograba comprender mejor la situacion comenzaba a preguntarme que era realmente lo que ocurria, definitivamente no se trataba de una simple partida de caza que venia siguiendonos los talones. Los aullidos lobunos irrumpieron mis meditaciones asi que intercambie unas miradas con mi compañera Murasaki antes de decir muy por lo bajo.

-Pareciera que estuvieran marchando a la guerra, sonando los tambores y del otro lado aprestandose los Lobunos a contra atacar. Quizas si encontraramos un sitio donde refugiarnos podriamos sacar provecho del resultado.

En mi mente queda el brillo rojo de los ojos del roedor, pero desaparece rápidamente al escuchar el replique que hay entre los lobunos. Esto no es bueno. Miro mis runas y todavía no brillan con mucha intensidad, pero con esos aullidos no tardarán en empezar a lanzar chispas.

Reduzco la velocidad un poco y comienzo a ver potenciales lugares donde puedo llegar a resguardarme y/o tener una posición ventajosa ante un potencial ataque si llegan a descubrirme.