Partida Rol por web

Cambiando de opinión ahora que veo que el bandido jefe se ha atrevido a salir de su escondrijo me tomo mi tiempo para apuntarle y disparo.

Esto se está poniendo peligroso, espero que Carster y Anäril sean capaces de hacerle frente.

Los bandidos siguen aguantando como pueden las embestidas de Carster y Anäril.

Durante un momento las miradas de Dullic y Anäril se cruzan. La profunda mirada oscura del hombre intenta perforar los ojos de Anäril pero el elfo está curtido en batallas y acostumbrado a esa clase de miradas. Dullic señala a dos de sus hombres:

- Tú y tú, entretened a ese -, dice señalando a Carster, - yo me ocuparé del elfo -, termina diciendo mientras esboza una sonrisa maliciosa sin dejar de mirar fijamente a Anäril.

Casi al momento de decir esto Carster arroja un tremendo espadazo a uno de los bandidos que hace que este caiga al suelo sobre su trasero. El hombre no vuelve a levantarse y recula arrastrándose por el suelo hasta que se topa con el comienzo de la escalera en la espalda.

Desde arriba la escena está dividida. Bajo el umbral de la puerta se está llevando a cabo la mayoría de la pelea y las almenas no ayudan para apuntar a ese lugar. Quizá sería mejor buscar el interior de la torre.

Una vez los bandidos han obedecido a Dullic este da dos pasos más hacia Anäril mira hacia arriba:

- ¡Allí hay más! -, señala a un par de hombres más, - ¡vosotros, a por ellos!

Los hombres corren dentro de la torre, hacia la escalera en busca del resto del grupo. Hay tiempo, no demasiado quizá, para pensar cual será el plan a seguir.

- Cuervos...- murmuro tras averiguar a que se debía el aleteo. -Pero he venido en busca de la chica.-

Miro en derredor buscando sobre la azotea a una muchacha humana, aunque sin saber muy bien porqué, comienzo a pensar que no estoy buscando en el sitio adecuado...

-¿Pasos? Aquí no hay donde ocultarse. - Me veo obligado a desenfundar la espada por lo que pudiera pasar. El escudo Numenoreano sigue bien ceñido a mi brazo izquierdo. Intento situarme en una zona que me permita mantener el equilibrio más fácilmente, pero si es algún bandido estaré en serios problemas.

Las cosas no van bien, y si ese mastodonte se suma a la pelea van a empeorar. Intentaré ganar tiempo...Está claro que está orgulloso de sus habilidades, apelaré a su orgullo

Si quieres enfrentarte a mi, adelante - espeto desafiante al hombre que se acerca - detén esta carnicería inútil y resolvamos este conflicto como soldados, solos tú y yo. Eso demostrará tu valor ante tus hombres, ya que nunca he sido vencido en combate singular, y si consigues derrotarme será una gran hazaña de la que se hablará durante largo tiempo en toda la Tierra Media. Piénsalo, un miserable bandido como tú humillando a Anäril, elfo noldo de Ost-in-Edhil...

A continuación, olvidando por el momento a los bandidos que me mantenían ocupado, centro por completo mi atención en Dullic, lanzándole dos rápidas estocadas y cruzando en el último momento mis espadas para detener su más que probable ataque.

Estas colocado en posición de defensa cuando ves aparecer una sombra por la escalera. Parece ser una mujer y rápidamente, en cuanto te ve vuelve sobre sus pasos y corre fuera de la torre.

No has logrado ver el rostro de la mujer pero sabes que es humana por su altura.

- ¿Habrá escapado ella sola?- Me pregunto con incredulidad, mientras bajo corriendo los escalones con la espada aún en la mano- Pensará que soy uno de los bandidos y debo haberla asustado. ¿Pero donde estaba para haberla pasado por alto sin verla?

- Rosallow, hija de Burlas, ¿eres tú?

Con el silencio por respuesta te encaminas escalera abajo siguiendo a la figura humana. Recuerdas las palabras de Belegilf; la niña sólo tiene 5 años con lo que tu primera idea sobre la posible identidad de la figura en sombras se desvanece casi tan rápido como ella sale por la puerta de la torre.

Es rápida pero tu tampoco eres lento así que logras seguirla hasta la salida. Desde el umbral ves cómo la humana se dirige hacia la torre opuesta (6) bordeando la casucha que los bandidos toman como barracón (2).

Una vez sales al exterior la escena no es alentadora. Varios bandidos forman en torno a la entrada de la torre donde dejaste a tus amigos. Logras ver a Carster pelear ya dentro de la torre y en ella Anäril con la mirada desafiante hacia Dullic. Parece que los bandidos han ganado la posición a tus amigos, pero no logras ver hacia que lado se decanta la batalla.

Veo que se acerca uno de los villanos con intenciones poco gratas y pienso:

-Estoy muy cansado para lanzar más conjuros, maldición, el combate cuerpo a cuerpo no es lo mio.

Suelto el arco, que cae al suelo, saco mi espada corta y la sujeto en alto con dos manos, preparándome para rechazar sus ataques más que para atacar yo.

- Carster sigue en pie. Por lo que llevo visto, la lucha no ha terminado.- Una sonrisa empieza a asomar en mis labios mientras reanudo mi carrera tras la mujer misteriosa, pero la interrumpo ante la seriedad de mi siguiente pensamiento.- La pelea solo habrá terminado para él si lo matan. Que los Valar reconduzcan mis pasos, estoy tardando demasiado para mis amigos.

La mujer que por un momento creí que fuera Rosallow, podría ser la encargada de custodiarla. También podría ser la bruja que comentaban mis compañeros. Quizás incluso tenga que ver con las voces que oímos en nuestras mentes estos días. - Vaya, ya comienzo a pensar como Anäril. Será mejor que me de prisa antes de que me vean desde allí.

Corro deprisa, cercano a los muros y algo agachado. - Solo queda que me vean después de todo el esfuerzo por llegar hasta aquí. Aunque así al menos distraería a unos cuantos para darles un respiro.

Con gran rapidez, antes de llegar a cruzar las espadas con los bandidos, lanzo sendas flechas a los bandidos que vienen a por Elerin y a por mi. Inmediatamente desenfundo la espada, esperando el enfrentamiento.

Intento esquivar para darle algo de tiempo a mi compañero elfo tras lo que lanzo dos estocadas contra uno de los nuevos atacantes, pero parece que el cansancio comienza a hacer mella en mi

El ruido de la batalla oculta tus movimientos y las sombras de este lado de la ciudadela ayudan a tu discreción.

Sigues a la mujer hasta la entrada de la torre donde desaparece tras cruzar la puerta. Cuando llegas a la puerta te das cuenta de que la han atrancado por dentro. Con un poco de esfuerzo podrías forzarla pero quizá eso te sacaría de tu sombra... o quizá no.

La torre parece alta, unos dos pisos, y no parece que haya ninguna ventana para poder escalar.

El combate está siendo muy duro para vosotros. Carster en seguida se ha visto superado en número y las heridas no le han dejado seguir combatiendo. Un certero golpe ha dejado tendido al valeroso humano. Sus combatientes le cogen en brazos y lo retiran de la batalla sujetandole bien mientras miran a Anaril y a su jefe.

- La historia recuerda a los vivos, elfo. Tu palabra no te hará salir vivo de aquí -, dice mientras sonríe y se lanza locamente a por Anäril. Sus locos movimientos no logran acertar a Anäril y la ira le hace mirar a sus hombres:

- ¿Qué hacéis ahí parados? Moveros y matar a este perro. Tras ese momento de duda los hombres despiertan y se preparan para atacar al elfo.

Echo una mirada por encima del hombro en dirección a la batalla. - Supongo que hay que entrar por la fuerza. Si han atrancado la puerta no creo que llamar educadamente me franquee el paso.-

Comienzo a maniobrar con la espada.- Quizás pueda colar la espada entre las tablas o las jambas y levantar la tranca, o me tocará echarla a bajo a golpes-