Partida Rol por web

Albius vio un rayo de calor que conectaba su trinchera con el tanque, como si de una cuerda se tratara. Apartó la vista un poco para no perder la visión momentaneamente y gritó animando a su compañero - ¡Sí, dale calor a ese cabrón, vamos ya es tuyo!¡¿Has visto Celonius?! ¡Eh, deja de agacharte cual rata y mira como revienta el hereje! - 

Por un momento había pensado que el tanque superaría las líneas con una facilidad extrema debido al mal reparto de equipo del puñetero Departamento Munitorum - Tantos años perdidos por el espacio para acabar aplastados por una puta lata por culpa de unos tacaños - pensaba mientras lo veía acercarse. 

El intento del Sargento, acto suicida y valiente a partes iguales, le había llenado de admiración, y tomó ejemplo para un futuro, pero la aparición del rayo de calor significaba que no deberían desperdiciar a un valeroso y útil soldado para acabar con aquel pequeño blindado, por algo pertenecían a la élite de la G.I. 

Joder ¿de donde ha salido ese rifle de fusión?, Aurelius parece ser que no se va encesitar de nuestro acto heróico, compañero agacha la cabeza y mantente a cubierto ya has oido tenemos un bombardero entrando y con ese rifle de fusión cantando se podran encargar del blindado.

Pero debemos estar preparados, así que no te alejes de esas cargas de demolición que llevas.

- Tenemos apoyo aéreo en 5. Retroceded todos a la segunda trinchera. Aurelius, también tú- comunica Marcus usando la technovox para que todo el pelotón pueda escucharle.

¡A la orden Sargento! - gritó Albius.

- Vamos Celonius, coge ésto y corre agachado para que no nos vuelen la cabeza...¡pero corre! - le dijo a su compañero, aunque la verdad sea dicha, a Celonius no había que anirmale mucho para correr en dirección contraria al enemigo, era su modus operandi normal.

El rifle de fusión les daba una oportunidad contra aquella mole, pero después de aquel disparo que causó algunos daños, el sonido de unas turbinas se impuso sobre el campo de batalla, precediendo la llegada de una aeronave imperial, una cañonera, que no tardó apenas un segundo en empezar a abrir fuego con sus cañones automáticos sobre aquel blindado, aunque de momento con poco éxito. 

- Todos, salvo Cneo, fuego de cobertura para evitar que el blindado nos cause más daños. Cneo, insiste.
 

— ¡Así haré, sargento! Convertiré a este blindado en una parrilla para asar herejes — respondió Cneo con una sonrisa mientras apuntaba hacia el objetivo.  — Y tú, Cayo, aunque los demás se replieguen a la segunda trinchera, te quedas aquí conmigo. No me puedes abandonar ahora cuando estamos a punto de alcanzar la gloria aniquilando a esta chatarra.

Es bastante difícil errar el tiro contra un objeto de ese tamaño. Cneo contuvo la respiración un momento y disparó. No podía fallar, y no lo hizo. Otro haz de luz salió de la boca de su arma hasta su objetivo, fundiendo todo a su paso. El metal exterior del blindado se volvió de un color rojo incandescente y empezó a gotear. Era una espectáculo asombroso, especialmente si te encontrabas fuera del vehículo. No sabía nada acerca de los fundamentos físicos del funcionamiento del rifle de fusión, pero cumplía con su función perfectamente. Y eso era todo lo que debía saber un soldado.

Titus le miró por unos segundos.

"¿Qué hase mamón?"

-¡Ya has oído al hombre!

No le gustaba la idea de abandonar la primera fila y darles a los traidores rendidos motivos para que se envalentonasen, pero lo que era la idea de que les abordase un tanque le gustaba mucho menos, así que tomó la orden y la obedeció, replegándose con el resto. Además, así sabría si alguien estaba herido, inconsciente o muerto dado que por alguna razón aquella gente había decidido que los esquemas de evaluación eran algo que no iba con ellos. Decidió que si salía vivo de allí iba a tener una charla con el sargento para que tuviera un tetatet con su escuadra sobre la conveniencia de no callarse como putas y no confundir un noble y heroico sacrificio con no dejarle hacer su condenado trabajo.

Echó a correr mientras disparaba turnándose con su compañero para cubrir el rastro, haciendo que el enemigo tuviese menos fácil atacarles y metiéndoles un poco el miedo en el cuerpo a los traidores y fementidos esos, no fuera a ser que a aquellos despojos les dieran ideas. Mientras corrría, escuchó el motor distante de las cañoneras y se preparó para el golpe (que no sintió venir, lo había esperado más cerca) y se sonrió mientras buscaba la siguiente cobertura.

-¡Benditos pajarracos -murmuró mientras echaba el bofe- qué bellos sois!

Ahora a reventar aquel tanque y coger vivos a los de dentro (o que corran y rematarlos) y confirmar la maldita trinchera. Guerra de trincheras. El treceavo. Jesús Emperador.
 

Albius siguió retrasando la posición a la mayor velocidad que podían dar sus piernas cargado con un armatoste como ése y bajo la amenaza de fuego enemigo. Retrocedió unos pocos metros más y plantó el bolter de nuevo, apuntado otra vez al blindado, aunque en ésta ocasión, apuntó al lateral, a las cadenas que, chirriando, iban acercando a aquel destroza infantería poco a poco. "Celonius, conmigo. Ya hemos retrocedido bastante, ahora toca destrozar sus ruedas"

Justo al plantar el bolter en el suelo y mientras se peleaban por nivelarlo y armarlo otra vez, una cañonera apareció en vuelo rasante disparando su armamento contra el tanque. Las balas no parecían hacer mucho contra el frontal del tanque, algo en lo que él ya se había fijado con su anterior ataque. Era cuestión de buscar el punto débil. 

Solo le hizo falta colocarse en la parte trasera del blindado y volver a abrir fuego en automático con el par de cañones que portaba la cañonera. Una auténtica avalancha de plomo cayó, golpeando como un martillo pilón, y finalmente haciendo estallar en llamas al vehículo, con fragmentos metálicos volando por todos lados. Tras unos segundos, una emisión se escuchó por el vox.

-Fuerzas de tierra, ¿están bien ahí abajo?

Albius contempló como la cañonera giraba en el aire disparando una verdadera lluvia de plomo sobre el blindado, que estalló en llamas y se detuvo bruscamente.

- ¡Sí nena! ¡Así se hace, pajarito! - gritó Albius, contento de ver que el blindado había caído por fin. Levantó el brazo y saludó al piloto, mostrando su entusiasmo.

Sin esperar ninguna orden, recogió de nuevo el bolter y volvió a su punto de disparo antes de que otra horda atacara. - Vaaaamos otra vez, Celonius. Coge de ahí y ayúdame a colocar la "mata-mata" en posición. -

En ningún momento le molestó tener que retroceder lo andado, prefería cargar el bolter arriba y abajo a recibir plomo o ser aplastado por un tanque.

Sin dudarlo.

Cneo respiró aliviado cuando la cañonera acabó con el blindado, pese a que estaba haciendo grandes esfuerzos en acabar con él con su rife de fusión.  Compartió el fervor de sus compañeros y saludó a la cañonera con agradecimiento.

— Esa cañonera nos acaba de salvar el pellejo — dijo a su compañero Cayo. — La última ráfaga casi nos alcanza y la próxima podría haber acabado con nosotros.

Mientras reorganizaban la trinchera,  Ceno se preparó para otra oleada de enemigos y recargó todas sus armas *.

Conforme fueron retrocediendo y tomando posición escucharon el

BRAK-BRAK-BRAK-BRAK-BRAK-BRAK-BRAK-BRAK-BRAK

que muchos de los allí presentes, con alguna guerra a sus espaldas, sabían que era el sonido de una Valkiria metiéndole candela al enemigo, haciendo que reverberase en la mayoría del campo de batalla en el que estaban. Pero era un buen temblor el que se sentía en los huesos y la mandíbula, y cuando el aire reventó y se volvió negruzco tras una enorme explosión los imperiales empezaron a reírse, sin preocupárseles un carajo la clase de productos extraños que estuvieran metiéndoseles dentro.

Siempre era un buen día el que empezaba con enemigos cociéndose en los propios jugos hirvientes de su tanque.

-¡YAHOOOOOOOOOOOO! -levantó el pulgar gritando de júbilo como el resto, y saludando con la media ala militar en la frente- ¡Buen trabajo Armada!

Se apoyó en la pared de la trinchera para inhalar el dulce, dulce olor de un tanque reventado y para que acabaran de dejar de pitarle los oidos una chispa y echó un vistazo por el pasillo. Fuera de aquel tanque, la trinchera era suya ya. Y ni muerto iba a dejar que pusiesen siquiera un pie en ella.

Preparó de nuevo la escopeta en posición de reposo armado y preguntó.

-¡Permiso para volver a primera fila, Sargento! -dijo, aún sonriendo de oreja a oreja- ¡Tenemos una fila de traidores que están pidiendo a gritos que despachemos sus sucias, sucias vidas!

Dios Emperador cómo amaba su vida a veces
 

Marcus miró a su alrededor y puso en marcha su tech-vox para asegurarse que todos sus camaradas le escucharan.

- Buen trabajo piloto- señaló Marcus sonriendo agradecido al ver eliminarse el mayor de los peligros- ¿Algún otro blindado visible desde ahí? Si no es así, gracias, y que el Sagrado Emperador le bendiga.- tras las palabras miró a su alrededor- Todos volvemos a las posiciones de la primera fila. Permiso concedido, Nicodemus, pero no elimines a los traidores rendidos. Serán entregados para que sean sometidos a interrogatorio y juicio. Junto a tu compañero, asegura sus ataduras, retira sus armas, y prepáralos. El resto, en sus posiciones en primera línea, preparados para responder a cualquier nueva amenaza. Sargento Aurelius, creo que deberíais regresar con los explosivos a vuestra posición en la primera trinchera. Vuestra posición expuesta actual no tiene sentido.

Vaya parece ser que nos robaron la gloria, al menos lo hemos intentado. Digo mientras doy una palmada en la espalda de  Lucius, y nos levantamos para volver al trote a la trinchera con las cargas de demolición.

Con un chasquido de estática, el piloto respondió.

-Solo hago mi trabajo. Desde aquí no vemos gran cosa, pero diría que su sección está despejada. Suerte, y que el Emperador les guíe, corto-dijo, antes de salir con un zumbido de turbinas de allí.

Se echó la escopeta al hombro y le hizo una seña a Titus, el camillero y aprendiz-asistente asignado.

-Ya hemos oído al sargento, chico: ¡moviendo el culo a por los traidores! -empezó a caminar y levantó la voz, poniéndose la mano haciendo cono al lado de la boca- ¡Cayo, Cneo, Marciano y Eustacia! ¡Si estáis en punto muerto echadme una mano anda, vamos a preparar un sesenta y dos con toda esta gente!

Con la moral por los suelos y sin ninguna resistencia ocasional que un culatazo en el estómago para aclarar las cosas y que perdieran las intenciones con el fuelle, el trabajo con los traidores era rutinario y aburrido: coger armas, comprobar, poner en el rincón (y no tocar), apartar cargadores y otros elementos utilitarios (y no tocar), atar y dejar maniatados e indefensos dentro. Los medicae tenían más experiencia en la segunda parte por el uso de las gasas y la necesidad ocasional de tratar a alguien en pleno shocktenso, pero eso sólo hacía que tardasen algún que otro segundo menos; bueno para ahorrar tiempo, inútil si lo que quieres es ahorrarte trabajo.

Marcus mira un momento a Agrippa y pone su mano sobre el hombro de su compañera.

- Buen trabajo. Informa al mando que esta zona está despejada y que hemos capturado a un grupo de traidores. Supongo que los comisarios querrán tratar con ellos.- dicho esto observa al resto de los hombres- Buen trabajo, todos. Informe de muertos y heridos.
 

Tras recuperar su sitio en la trinchera, Albius y su pardillo montaron rápidamente el bolter pesado y lo embrazaron, vigilando el horizonte para evitar sorpresas desagradables.

Al escuchar la orden de uno de sus sargentos, no dudó en contestar raudo y veloz. - Ningún muerto o herido por mi lado de la trinchera, señor. Si se refiere a bajas enemigas....¡al menos hemos matado a 30 traidores en el nombre del Emperador, señor! -. El sargento no había preguntado por las bajas enemigas, pero Albius no dejaba escapar una para presumir.

Era de todos conocido que Albius, aparte de ser duro de verdad, severo con Celonius cada vez que le ordenaba algo y con un pulso firme aun bajo el fuego enemigo, era propenso a ser un poco voceras, entusiasta, presuntuoso y sobretodo, exagerado.

La mujer asintió y manipuló de nuevo el vox para asegurarse de obtener una línea lo más limpia posible.

-Mando, aquí el 13º de asedio. Trinchera despejada, repito, trinchera despejada. Además, hemos capturado varios enemigos, permanecemos a la espera. 

Durante unos segundos no hubo respuesta, hasta que finalmente se escuchó un "recibido", aunque cualquiera con buen oído habría identificado que eran dos comunicaciones simultáneas con el mismo mensaje.