Partida Rol por web

Las columnas de humo me llaman la atencion y miro pensativa. Seran señales pidiendo auxilio, o tal vez aldeas atacadas en llamas, tal vez formen parte de algun ritual, sean lo que fueren algo me dice que no es bueno verlas.

Escupo mientras oteo el horizonte con gesto adusto. Que me aspen si no reconozco ese tipo de humo... Y creo que significa problemas.

Inspecionando el escudo descubres que sí emana algún tipo de magia, aunque su modo de activación y utilidad es algo que no puede ser revelado.
Posiblemente solo funcionará en manos de cierta persona o miembro de algún culto en particular.

En las zonas bajas del río, donde las tierras son peligrosas y las aldeas o granjas están relativamente aisladas, los penachos de humo sirven para alertar sobre ataques. Generalmente se utilizan para avisar a milicias locales o para reunir a los aldeanos.
El abuelo parece tomarse en serio las señales, ya que sin mediar palabra utiliza de nuevo su ondina, lanzando el bote a toda velocidad rio arriba, hacia la primera señal de socorro. Para las gentes del río, la obligación moral de ayudarse entre ellas es algo a tener en cuenta.
Esta zona del rio es conocida como "la gran marisma", ya que cuando las corrientes son abundantes, queda totalmente anegada, mientras que en la estación seca es posible avanzar caminando por toda su enorme extensión. Actualmente está inundada, aunque vuestro bote, por su tamaño y peso avanzaría con dificultad entre el cañizo. A lo lejos se divisa el origen del humo, aunque el Abuelo ha parecido perder el empuje inicial.
-Creo que allí vive de Gubrana, hijo de uno de los primeros habitantes de esta zona. Ahora nos encontramos dentro del territorio de las "Tierras Cedidas", las cuales están bajo la protección del Duque Raus, por lo que éste debería enviar pronto a su milicia. Quizás no sea asunto nuestro, pero no sabemos si los hombres del Duque llegarán a tiempo. Por otro lado, llegar hasta la granja de Gubrana podría llevarnos hasta la noche.
El Abuelo os mira algo desanimado.
-Yo solo soy vuestro barquero, así que dejo la decisión de ayudar a los Gubrana en vuestras manos.

-¡Qué diablos!¿no hemos ayudado a una nutria? Vayamos a ayudar a Gubrana.
Aunque tengo ganas de llegar al templo para quitarme estas manchas de las manos, sé que en sitios apartados, cuando alguien requiere ayuda, no hayque dudarlo.

-El santuario de Kinope no se movera del sitio, vamos.

Me encojo de hombros y gruño un asentimiento.

-De acuerdo, aunque está zona está bastante civilizada podría estar sucediendo cualquier cosa ahí abajo. Los granjeros y sus familias son personas duras que se la juegan por un trozo de tierra, supongo que se merecen la ayuda que podamos darles.

Me atuso la barba mientras pienso en mi viejo proyecto de retirarme a un trozo de tierra con cabaña como ésos...

A última hora de la tarde llegáis hasta la granja de Gubrana tras una lenta navegación entre maleza y nubes de insectos de toda índole. Ante la empaliada de la granja veis un bote hundido de pesca, amarrado a un pequeño muelle; el fondo del bote está destrozado. La columna de humo que sale por la chimenea de la casa es apenas un hilillo casi invisible con la creciente oscuridad. La puerta de la empalizada está destrozada y no veis ningún movimiento en el interior.
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El lugar parece desierto, pero no me fío un pelo.

- Alguien con buen ojo podría ir unos metros por delante, puedo intentar cubrirlo con mi arco -miro a Abdala de manera enfática, siempre dice que es un buen explorador.

Asiento a mis compañeros sobre el tema de Gubrana. Tras llegar a la pequeña empalizada escucho con atención y él, sin quererlo también me giro hacia Abdala. Ya había demostrado antes sus dotes, pero no le parecía oportuno esperar. Si había un fuego, demorarse en  diferentes tácticas bélicas podía ser crucial.

- Creo que si es un fuego deberíamos acudir cuanto antes. De todos modos sí, alguien debería quedarse por detrás por si ocurre algo extraño. 

Miro en rededor, a ver si capto alguna pista de lo ocurrido y mi instinto de explorador empieza a intentar averiguar quién ha pasado por alli. Sin problema encabezo la marcha observándolo todo y con mis jabalinas.
-Cubrenos Fiddler

Observo los movimientos del grupo y cierro la marcha quedandome la ultima.
-Id con cuidado.
Armada y preparada para lo que podamos encontrar sigo a los demas.

Abdala encabeza la marcha a través del terreno de Gubran y en dirección a la casa. Le sigue Fiddler a cierta distáncia y Ludovica junto a Takeshi en la retaguardia. El lugar parece tranquilo y en la casa brilla la luz de una hoguera, aunque no parece que ésta esté en peligro de arder.
La puerta de la cas aha sido derribada y en el interior hay una mujer de mediana edad con expresión asustada que abraza a dos niños de alrededor de cinco años.
Ninguno de ellos parece haber reparado en vuestra presencia.

Hago una mueca de disgusto, siempre son los más indefensos los que más sufren en los combates. Aunque es un poco sorprendente verles vivos... y solos.

Le hago un gesto a Abdala para que controle el perímetro mientras yo hago lo mismo hacia otro lado. Supongo que la noble y su esclavo serán los encargados de hablarles, pero no voy a dejar que nos sorprenda nadie por la espalda.

Observo con curiosidad a la anciana y atiendo a su estado y posición. Está protegiendo a esos dos niños, y está atemorizada. Me fijo en su mirada, la posición de la cabeza, si estaba mirando los niños, no tendrían manera de saber si aún había alguien dentro, pero si la mujer estaba mirando hacia otro lugar de la estancia, les revelaría la posición de un posible agresor.

sigo las instrucciones de Fiddler y voy al lado contrario que él.
Intento ser lo más sigiloso posible.

Al llegar a la cabaña observo la puerta derribada. Mirando por encima del hombro de Takeshi descubro a la mujer y a los niños en el interior de la casa, por su posicion y aspecto parecen haber vivido una tragedia recientemente. Estan asustados pero no huyen. Pienso un momento y saco mis propias conclusiones.

-Lo que sea que ha destrozado la barca, la empalizada y la puerta ya no esta aqui- digo en voz baja -Estan en estado de shock pero yo diria que el peligro ha pasado.

Doy dos pasos al frente y entro en la casa sabiendo que tanto Abdala como Fidler vigilan el exterior.

-Señora? Señora me escucha? Hemos venido a ayudarla...-intento llamar la atencion de la mujer hablando de forma suave- Que ha pasado aqui? Que ha ocurrido?

La mujer parece no sobresaltarse al ver aparecer a Ludovica y a Takeshi. Parece más bien estar aturdida.
-Habéis llegado, por fin... -balbucea. -¿Os envia el duque para ayudar, no es cierto?

Los niños que sostiene en sus brazos parecen asustados, pero no da la sensación de que teman a nada que siga en la casa.