Partida Rol por web

La verdad es que no te suena de nada, es joven y viste como un marinero, pero no destacas nada que pueda resultar familiar.

Cuando le trajeron la jarra llena de cerveza espumosa, Nekrach se quedó mirándola con fastidio fingido. Tamborileó sus garras en la mesa con impaciencia y miró cómo sus compañeros disimulaban su sonrisa.

Disculpa -dijo a la camera en el tono de voz más suave que pudo poner-, pero por si no te has fijado, no tengo labios y mi boca es más bien alargada y llena de dientes largos y afilados. A menos que quieras fregar el suelo cada vez que me de un trago de esta jarra, harías bien en traerme un pellejo o una bota. Incluso un botijo me servirá. Gracias.

La camarera se fue de allí completamente ruborizada, mientras la mole escamosa que era Nekrach se levantaba de su asiento. 

Y vosotros, no hace falta que disimuléis, reiros a gusto. Yo voy a tener una conversación con el tabernero sobre dracónidos y ropas de cama inflamables. Ahora vuelvo. 

Hace unos años, que no tuvieran en cuenta ese tipo de detalles le habría indignado, pero los viajes habían pulido su orgullo infantil, y ahora lo tomaba con un estoico sentido del humor. Se acercó al posadero y le explicó que aunque no era probable sí era posible que en la respiración, mientras dormía, exhalara alguna llamita que otro, y pidió, educadamente, que si era posible dispusiera para él de un lecho que no pudiera arder con facilidad por muy duro que le pareciera. Sus compañeros sabían que el estaba acostumbrado a dormir en superficies duras como la piedra y que no necesitaba mucho abrigo porque su sangre era fría. Pero aquel posadero de un pueblo pequeño de pescadores quizá no lo supiera.

Bien, ya estoy de vuelta -dijo apareciendo entre Ireth y Mushu-. Sí, es curioso que nos mire tanto ahora que lo dices. En el pueblo no se han extrañado nada al vernos. ¿Queréis que vaya a preguntarle si desea algo?

Nekrach, pese a su profesión guerrera, no era precisamente de un pendenciero luchador de taberna. Mas al contrario, era bastante reacio a iniciar una pelea. Sus compañeros también lo sabían, pero lo cierto es que de los presentes, era el más grande y el que más intimidaba, y había interpretado ese papel con anterioridad.

Entro en la taberna con Mushu y tomo la cerveza que me pide en mis manos Gracias amigo. Mientras me acerco a la mesa oigo como Dardh pide una segunda ronda indicando que corre de mi cuenta, estos humanos raras veces saben beber, ya podía hacer como la sabia elfa y tomar un zumo. Veo con alegría Ireth le echa una pequeña regañina, seguro que eso es lo único que necesita, que se preocupen por él, al fin y al cabo no parece mal tipo.

Me siento a la mesa a beber mi cerveza y comer, por suerte no se lo han comido todo, ahora bien creo que alguno de nosotros debe ser rico, porque no tengo claro como pagaremos estos manjares.

Cuando escucho que alguien nos está mirando le busco con la mirada hasta detectar quien es y si hay mas gente sola en la sala que pudiera estar con él. El lugar mas cercano al extraño es la esquina de la mesa junto a Mushu, me dirijo hacia allí mientras digo Amigo Mushu deja que te cuente una bonita historia sobre las tierras de los enanos, no se pueden comparar a vuestros bosques, cuando me siento a su lado le digo en voz baja Lo siento pero necesitaba una excusa, este es el mejor lugar para mi escudo, avísame si el extraño viene hacia nosotros

Cuando escucho al bueno de Nekrach ofreciéndose a hablar con el extraño le miro sonriendo, e imagino al extraño huyendo a la carrera al verle venir.

¿Dardo? Te he dicho mil veces que no me llames así mascaflo...¿Bebido? ¡Pero si esta es la primera! Que tú no tengas ningún aguante no quiere decir que..

Paró de hablar cuando dijo que un tipo extraño les miraba, en efecto al fondo logró vislumbrarle y enseguida Nekrach se ofreció a ir a entablar "conversación". Entrecerró los ojos mirando a la elfa mientras se terminaba la cerveza y luego se puso en pie, siguiendo al reptil. Sabía que no era de los que armaban bronca pero eso no quería decir que la gente no les tuviera cierto rechazo o temor.

Espera, voy contigo..

Al llegar cerca del tipo se cruza de brazos junto a la imponente figura de su compañero.

¿Ocurre algo, amigo?

Observo la conversación atento a cualquier cosa rara que pueda ocurrir.

-Amigo enano, creo que tú conoceras los bosques mejor que yo. Y tranquilo, ese marinero es tan peligroso como esta miga de pan.- digo cogiendola y metiendomela en la boca. Luego cogo la cerveza y le pego un trago mientras observo divertido la escena.

Miro a Mushu con cara de haberme equivocado Creo llevas razón, lo siento, puede que la cerveza con el estómago vacío me haya traicionado, y luego le sonrío, . Sigo prestando atención a nuestro "observador" y al resto del local por si hubiera otros.

-No te preocupes amigo, lo unico es que no conozco mucho esos bosques.-

El semielfo se encuentra rodeado de parroquianos que charlan, ríen y beben mientras chocan sus jarras con
ímpetu. Justo cuando el mago llega a la altura del semielfo, un grupo de niños de entre cuatro y doce años entra en estampida en la taberna y entre risas rodean al semelfo pidiéndole que les cuente una historia, y pronto el resto de parroquianos se úne a la petición. Los chiquillos han procurado evitar al dracónido, pero el mago casi se estampa de bruces contra el tableroso suelo de madera cubierto de serrín. El semielfo alza su jarra de cerveza y no puede si no acceder gustoso a la petición de tan entusiasmado pùblico.

- Está bien !! - exclama al público mientras es vitoreado - Habéis escuchado, la historia del pirata Darelguer ?

Así pues, el semielfo se sienta en la barra rodeado de críos y comienza a narrar su historia. Su profunda voz de baritono tiene un deje musical que resulta cautivadora. Además, resulta que el semielfo es un gran narrador de historias, haciendo cambios de ritmo y volumen para captar la atención de su auditorio. un silencio expectante se adueña de la, hace apenas un minuto, ruidosa clientela de la taberna...

La Historia del Pirata Darelguer

Hace algo menos de un siglo las costas del Imperio se vieron asoladas por las incursiones de un pirata bribón llamado Darelguer.

Era un osado corsario de buen corazón, querido y admirado por la mayoría de la población humilde de las aldeas costeras, ya que nunca saqueaba pueblos ni atacaba a los pobres pescadores. Es más, parte de su botín lo repartía entre los más necesitados.

Tan sólo abordaba los barcos de los ricos comerciantes del Imperio y de los crueles traficantes de esclavos (a quienes devolvía la libertad).

No era cruel ni sanguinario, sino que siempre actuaba con una astucia, osadía y un descaro tal, que sacaba de sus casillas a los gobernadores imperiales.

En una de sus correrías, abordó un barco élfico, y cautivado por la belleza de una noble elfa que en él viajaba, la tomó como único tesoro, arrojando por la borda una fortuna en joyas y en plata, ya que “ninguna podía igualarla en valor ni en belleza”.

A partir de entonces fue perseguido tanto por la Flota Imperial como por los ofendidos elfos, pero nadie logró nunca capturarle ni encontrar su escondite.

Pero un fatídico día, en un abordaje a un barco Imperial, capturó a una hermosa hechicera de la que se enamoró perdidamente. Su rostro era tan bello como negra era su alma, y rápidamente le envenenó la mente y el corazón, volviéndole un pirata cruel que empezó a sembrar el terror por las costas, sin importar quienes fueran sus víctimas. El miedo a su nombre sustituyó rápidamente el aprecio que los humildes le tenían.

Sus hombres ya no le respetaban ni estimaban, sino que tan solo le obedecían por puro terror (a él y a la “bruja” que le acompañaba). Aquellos que intentaron oponérsele, fueron rápidamente asesinados (o lentamente torturados).

Al final, el convertido en sanguinario pirata murió rodeado de fabulosas riquezas obtenidas en sus brutales saqueos, pero habiendo perdido el que otrora fuera su mayor tesoro: el aprecio y respeto de sus hombres y de los más necesitados.

Y los restos de Darelguer, de la hechicera que fue su perdición, y su fabuloso tesoro descansan todavía hoy en su guarida secreta jamás encontrada por sus enemigos....

Ireth no pudo evitar reír por lo bajo de forma cantarina tras el incidente del corpulento Nekrach, negando con la cabeza distraidamente antes de adoptar una expresión algo más seria, observando cómo tanto él como Dardh se dirigían al semielfo en cuetsión. Resultaba de lo más irónico darse cuenta de que el brabucón era el humano y en cambio el imponente dracónido resultaba incluso tranquilo en la mayoría de ocasiones.

-No os preocupéis, es poco probable que nos quisiera mal alguno, pero aún así le llamamos más la atención que al resto de lugareños y por algo será...- intentó tranquilizar a sus compañeros de mesa quitándole importancia al asunto mientras terminaba de degustar el pescado asado que había sido servido en su plato, dejándolo a un lado tras darse por satisfecha y convencida de que alguno lo terminaría por ella.

-¡Ah! Por cierto, nada puede compararse al verde natural de las hojas que cubren los bosques de Alfheim y la brisa que las mece con suavidad provocando una dulce e indescriptible melodía, querido Voiran- respondió al enano sin poder evitar hacer hincapié en la belleza de las tierras de los elfos a la que había hecho referencia para procurarse un lugar junto a Mushu, dedicándole una sonrisa de orgullo.

Apenas le dió tiempo a decir algo más o recibir respuesta cuando el grupo de chiquillos irrumpió escandaloamente y miró divertida cómo empujaban al pobre mago sin ninguna consideración para después recibir la historia del tal "Darelguer". Interesante aunque poco creíble...

El dracónido se rascó las escamas debajo de sus fauces, y musitó al mago:

Había oído hablar de historia del pirata Darelguer, aunque este semielfo ha añadido detalles al cuento que no había escuchado jamás. ¿Crees que la senda de la Profecía tiene algo que ver con que hayamos naufragado precisamente aquí? Creo que es el único interés que puede tener para alguien como nosotros este pueblo de pescadores. Y también creo que ese semielfo sabe más de lo que dice.

Al oir la historia, inevitablemente me siento identificado con Darelguer, pero a medida que avanza el semielfo en el relato, mi expresión cambia de alegre a apenado. -Realmente un "hombre" es capaz de cambiar asi?- pienso para mis adentros. No consigo apagar una carcajada con la ,casí, caida del mago y una sonrisa se dibuja en mi rostro.
-Amigo Voiran, creo que ese pescado tiene tú nombre para apaciguar más tu hambre.- digo refiriendome al plato de Ireth.

Darelguer el sanguinario, conocías la historia, pero te das cuenta de que el semielfo ha añadido detalles a la historia que no conocías, como lo de la princesa élfica y la hechicera.

Os suena haber oído la historia del pirata Darelguer el sanguinario, y recordáis a la noble princesa élfica como Aileen Lunadeplata. Sin duda es una historia verídica conocida por la mayoría de altos elfos de vuestra comunidad.

-Pensais lo mismo que yo? Si encontramos su escondite secreto....- alzo repetidamente ambas cejas con una sonrisa complice.-...Nuestra economia mejoraría sustancialmente a paso Drakonico.- digo finalmente guiñando un ojo.

¡¡¡¿¿!!????

Renacuajos... ¡más cuidado! U os convierto en ..

Deja la frase por terminar y gruñe mientras consigue estabilizarse por los pelos, a punto estuvieron de arrollarle. Se abre paso entre ellos para escuchar la historia del semielfo, que ya había oido en otra ocasión, asintiendo al dracónido.

No creo que ese pirata tuviera nada que ver con la profecía pero es posible que en uno de los tesoros que saqueaba encontrara algún artefacto o llave hacia lo que buscamos, o quizá sea la guarida en si misma.. -murmura.

Aunque no había oido hablar de la dama elfa ni la hechicera.. bah.. no creo que esto tenga nada que ver.

Darelguer el sanguinario, conocías la historia, pero te das cuenta de que el semielfo ha añadido detalles a la historia que no conocías, como lo de la princesa élfica y la hechicera. Desde luego no parece que la profecía de las Siete Puertas esté involucrada en la trama de la historia que cuenta el semielfo.