Partida Rol por web

Dardh se mantiene sobre las ramas tambaleantes con mucho esfuerzo pero en cuanto ve caer a Ireth da un traspies sin querer intentando cogerla fallidamente y cayendo con ella entre la gran polvareda ..

¡Maldita sea!

-Nekrath, agarra y tensa esta cuerda...- Le digo atandomela(simplemente la engancho en mi árnes) en la cintura y lanzandosela (una de las cuerdas que hemos usado para subir). Intento coger a ambos (Ireth y Dardh).

Le ofrezco la mano a Dardh para que no se caiga.

En el último momento ve la mano de Mushu tendida hacia él y tragándose el orgullo decide y consigue cogerse a ella a tiempo , incorporándose sobre la rama por los pelos de nuevo. Tosiendo entre la gran polvareda gruñe muy bajito a Mushu.

Gracias..

¡Ireth! -brama Nekrach, alarmado- ¡Coge el extremo de la cuerda, rápido!

El señor guerrero ata la cuerda a su cintura y arroja el cabo hacia abajo. El inmenso dracónido carecía de la flexibilidad de su compañero Mushu, y a su lado sus movimientos eran lentos y torpes, inclinándose a un lado y a otro peligrosamente.

Pero era valiente, y fuerte. Si la elfa no agarraba el cabo en un par de latidos de corazón, bajaría a recogerla y la subiría en sus espaldas aún a riesgo de su propia vida.

¡Ireth!

La elfa apenas es capaz de reaccionar o de escuchar lo que brama sonoramente Nekrach, aunque distingue su nombre entre su potente voz, en estos momentos parcialmente acallada por el estruendo de la estampida que se sucede bajo sus pies... y a la cuál se precipita peligrosamente.
Por suerte choca contra una gruesa rama, y a pesar de golpearse ahogando un quejido, consigue afianzarse a ella y subir con brazos algo temblorosos hasta conseguir un punto de apoyo seguro junto al grueso tronco del árbol, momento en el que levanta la vista y sonríe al dracónido para tranquilizarle.

-¡Estoy bien...!- sana y sana por los pelos... como tantas otras veces.

Me agarro con todas mis fuerzas a las ramas mientras el arbol no deja de moverse, cierro los ojos para no ser cegado por el polvo, y los tengo que abrir repentinamente ante lo que escucho, Darth e Ireth han caido al suelo, cielos!!!!!!

Me paso lentamente una cuerda por la cintura y ato ese extremo al árbol, pero cuando quiero descolgar la otra punta por suerte mis compañeros están de nuevo sanos y salvos.

La enorme estampida sigue su curso mientras tierra y árboles tiemblan bajo su paso. No sin dificultades, conseguís asiros a las ramas de los árboles aunque tanto Ireth como el mago Dardh tienen que hacer acopio de unas fabulosas facultades para no ser aplastados por la multitud de animales que atraviesan salvajemente las colinas.
Por fin, tras unos intensos minutos llenos de agustia, el tronar de la estampida comienza a disminuir mientras se aleja y la polvareda formada se va desintengrando, parece que todo va volviendo a la normalidad.

A lo lejos, podéis ver a Gueldar tirando de Llamaradas trabajosamente y acercándose a los árboles donde os encontráis postrados.
- Estáis todos bien ? - grita con los ojos entrecerrados.

Antes de bajar del árbol, ves a Gueldar el semielfo acercándose y escuchas que se preocupa por vosotros. Él no parce haberse dado cuenta, pero cuando alzas la mirada, ves en lo alto de la colina por donde ha venido la estampida a una criatura salvaje y feroz. Si tu instinto no te falla, dirías que ha sido la que ha provocado la estampida, su cena, y ahora vosotros estáis en medio...

Como buen depredador, comienza a moverse ágil y sigilosamente hacia su presa más inmediata, Gueldar y la terca mula, Llamaradas.

Nekrach piensa durante unos instantes en cómo demonios la burra se salvó de la estampida. Se encogió mentalmente de hombros y replicó al bardo mientras bajaba del árbol y ayudaba a Ireth.

Sí, todo se quedó en un susto. Lo que me preocupa ahora es lo que sea que hizo a esa manada huir -añade mientras se pone una garra a modo de visera. Se gira hacia Ireth, que es la experta y la pregunta: -¿Alguna idea?

Bajo dspacio de árbol para evitar caer, una vez abajo miro a Gueldar y la burra.

- Bueno, parece que todos hemos salido bien parados esta vez, pero debemos tener mas cuidado. Cro ue la pregunta de Nekrach es imporante, ¿qué ha podido originar esto?

Me alegraer que todos estamos bien, por un momento pensé que alguien podría salir herido

-Subid de inmediato, ¡daos prisa!- apremía repentinamente la elfa interrumpiendo las preguntas y conversaciones del resto de compañeros que empezaban a mostrarse algo más tranquilos, dejando claro que aún no ha llegado el momento para ello mientras observa a varios metros por detrás de Gueldar y Llamaradas, preparando su arco y una flecha en él, apuntando con decisión y pulso firme a una extraña bestia que se acerca sigilosamente. Por desgracia es poco probable que la mula consiga huir de ella a menos que el dracónido y el enano opten por combatirla cuerpo a cuerpo.

-Acabamos de interrumpir una caza, probablemente pasamos a ser el plato principal- para Ireth está claro que ese es el causante de la estampida, aunque si consiguen abatirlo la situación podría dar un giro completo.

Las palabras del mayor estratega del imperio dracónico, Khel-Khan, pareció resonar en la mente de Nekrach: una vez comenzada la batalla, aunque estés ganando, de continuar por mucho tiempo, desanimará tus tropas y embotará tu espada. Si estás sitiando una ciudad, agotarás tus fuerzas. Si mantienes a tu ejército durante mucho tiempo en campaña, tus suministros se agotarán.

La logística era muy importante en la guerra, y ellos eran algo muy parecido a un pequeño comando. Ya habían perdido los caballos, y prolongado con ello su viaje. Si ahora perdían la mula, tendrían que cargar con más peso sobre sus espaldas, alargando aún más el viaje, y llegando más cansados a su destino. Y si allí quedaban riquezas como presumía el bardo y aún no habían sido saqueadas, es que habrían mil peligros que deberían sortear. Y Nekrach no quería enfrentarse a esos peligros con unos compañeros cansados por el viaje y desanimados.

Así que el Señor de la Guerra toma una decisión, empuña el escudo y suelta el mangual de la guarda en su cinturón, blandiéndolo sobre su cabeza con un aterrador zumbido.

Creo que ha llegado la hora de demostrar a esa criatura quién está en la cúspide de la cadena alimentaria -dice Nekrach con un destello en la mirada tan peligroso como una daga saliendo de la vaina. Entonces eleva la voz, inundando en polvoriento campo con un poderoso rugido:- ¡A las armas, compañeros, no podemos perder a la mula! ¡Voiran, únete conmigo a la carga! ¡Ireth, Dardh, bombardead a la criatura desde allí arriba! ¡Mushu, haz lo que mejor sabes hacer!

En perfecto sigilo, flanqueo escondiendome en las sombras y me intento situar detras de la bestia para hacerle un ataque furtivo.

 La polvareda se va disipando y el hace lo propio sacudiendo sus ropas y limpiándose el rostro con la manga para poder ver mejor lo que ocurre. Pero cuando ya estaba tratando de buscar una manera segura de bajar Ireth alerta de un nuevo peligro y Nekrach se lanza a la carga sin dudar.

No me gusta estar aquí subido, parezco un maldito mono.

Busca una posición más segura en la que pueda conjurar sin contratiempos y  cuando la bestia se acerca a su rango de alcance comienza a conjurar y agitar las manos en extraños círculos, donde lentamente se va materializando un orbe de fuerza que parece distorsionar la imagen de la realidad. Sus ojos se ponen por segundos en blanco y finalmente el orbe sale disparado con fuerza sobre la bestia.

Ad Kha Ilhia Shika-ra!!!