Partida Rol por web

Vuestros pasos os han llevado a Reme, un pequeño poblado portuario con apenas unas pocas casas, que divisáis en la distancia.....con cierta dificultad, puesto que está anocheciendo. El camino, que por un lado recorre la costa de un mar interior, y por el otro tiene una serie de bosquecillos de no mucha altura, es relatívamente ancho y transitable. Las olas golpean en el lateral de la costa, a apenas dos o tres metros debajo vuestro, salpicándoos alguna que otra vez, y podéis oir las aves encima vuestro...así como a las aves del bosque, que comienzan a despertar. En el agua podéis ver las últimas barcas que se dan prisa por volver al pequeño muelle en la distancia, recogiendo los arreos y plegando las velas conforme se acercan a tierra. En conjunto, la escena es muy relajante.

Mientras andáis, os fijáis que el camino tiene muchas marcas de carromatos y parece que lleva mucho tránsito diariamente. Os habéis cruzado en algún momento con alguno de esos carros, jinetes a caballo que apenas os han dedicado una segunda mirada o algún que otro viajero a pie que os ha saludado al cruzarse con vosotros. Incluso podéis ver en el camino, delante o detrás vuestro, alguna de esas figuras, que parecen andar hacia el poblado al igual que vosotros.

Finalmente, llegáis hasta las primeras casas del pueblo, tras recorrer los últimos metros por delante de un par de granjas valladas con diversos animales en su interior... cerdos, gallinas, patos... que están siendo guardados con prisas por sus dueños, los cuales se dan más prisa aún al veros. No parecen estar a gusto con visitantes rondando cerca.

La última ciudad, Esmeltaran, la habéis dejado atrás hace unas pocas horas, puesto que aún podíais andar unas horas más y habéis decidido probar suerte en lugar de quedaros allí. Los precios eran caros, la ciudad bulliciosa, bastante maloliente y encima, algunos de vosotros dudáis que habríais sido bien recibidos....era mejor seguir andando. 

Tymora os sonríe, pues veis que en el edificio que parece mejor construido del pueblo, se encienden unas luces que parecen llamaros con su calidez y brillo. En un lateral podéis ver lo que parece un cartel colgando de un poste extendido....lo que os indica casi con obviedad cual es su función. Muy posiblemente sea la taberna o posada del pueblo. Ciertamente no parece muy grande, apenas tiene planta baja y primer piso....pero desde luego parece el mejor edificio del lugar...el resto están hechos con madera y la mayoría necesitan una mano de pintura o un arreglo. También veis que algún que otro parroquiano ya está entrando al lugar.

En un lateral del camino, veis un tablón de anuncios de recia madera oscura, donde un cartel os llama la atención por encima del resto....ya que está escrito en pergamino del bueno, la caligrafía es excelente e incluso diríais que la tinta es de buena calidad:

"Se busca la ayuda de aguerridos aventureros que estén dispuestos a unirse a mi expedición a la torre abandonada de un mago. Prometo una división equitativa de todo el oro encontrado. Razón: Preguntar en "La estirge sedienta" por Corian."

¿Sabes cual es el mayor problema de la sociedad, hermano? Que ya no se respeta a los semiorcos. Antes la gente se apartaba de nuestro camino, se llevaban a sus hijos y cerraba las puertas y contraventanas. ¿Dónde están las tradiciones? ¿Los... modales? Ahora ya no...

Estragón se sorprende gratamente de que los viejos valores no se hayan perdido aquí, cuando ve a los lugareños guardar a los animales domésticos ante su llegada.

Aaah... Jajajaja... mucho mejor, dónde va a parar.

El rollizo mestizo se para ante el tablón de anuncios. Le parece un timo total. Lo normal en las mudanzas es llevarse el dinero, no dejarlo atrás. Si algún mago dejó esa torre, no debía de ser muy inteligente si los cofres de oro quedaban en su antiguo domicilio. Aún así sabía que su hermano nunca aprendió el significado de las letras, así que fingió en leer en voz alta para que Shagar lo pudiese escuchar.

Se busca... ayuda... expedición a la torre... abandonada... de un mago. División equitativa... del oro encontrado. Preguntar en la Estirge Sedienta por Corian.

Por muy timo que le pareciese a Estragón, no se iba a inventar lo que ponía para engañar a su hermano. Ya lo había intentado antes, y como llevan tanto tiempo juntos, Shagar ya sabe cuando su hermano le miente. Cuando miente, le tiembla la papada.

El camino de Esmeltaran hasta Reme le había llevado a Sapo más de medio día. Sus cortas patas no daban para mucho, pero además, caminar le resultaba a veces harto complicado. Para otros podía ser una tarea sencilla. Simplemente poner un pie y luego el otro, algo que el cerebro hacía casi sin querer, pero el de Sapo se resistía al movimiento, al menos el físico.  Su cerebro estaba demasiado ocupado procesando todo tipo de información. Una información abrumadora que había que recibir, clasificar, procesar y finalmente actuar de la manera correcta.  Todo ello hacía que se quedara parado en medio del camino cada dos por tres “Seis”.

El seis (6) es el número natural que sigue al cinco y precede al siete. Es el primer número perfecto, puesto que sus divisores propios (1, 2 y 3) suman 6. El siguiente número perfecto es el 28. Es el tercer número triangular, después del 3 y antes del 10.

¡Oye!, pero dónde estábamos. ¡Ah sí!, que Sapo se distraía con facilidad de la ardua tarea de caminar. Afortunadamente para él, Lentejuela, su mula de carga,  hacía el trabajo duro, y cuando éste paraba, ella seguía caminando con su parsimonioso paso, hasta que tiraba del pequeño gnomo, obligándole a continuar.

Así, poco a poco, fueron llegando a Reme.  Sapo no entendía las furtivas miradas de los pueblerinos y mostraba a cada uno de ellos  una sonrisa de oreja a oreja. Tanto sonreía que le dolían los músculos de la mandíbula, que se frotaba de vez en cuando para relajarlos.

Con la creciente oscuridad las luces provenientes de la pequeña taberna se le antojaron vivas, danzantes, difusas y atrayentes, como los ojos de una serpiente.  Le gustaban los reptiles, así que se dirigió sin miedo hacia allí.

- Vamos Lentejuela, espabila.- El gnomo se montó en la mula y allí se quedó. La mula esperó un rato mordisqueando unos hierbajos, resopló y se dio por aludida iniciando la marcha hacia la luz.

Ulthor era el ejemplo perfecto de un recio aventurero elfo: pertrechado con armadura y arco largo, de paso seguro pero suave pisada y callado como un muerto. Sus ojos siempre estaban buscando posibles peligros en el camino, actitud probablemente fruto de lo que pudiera haber encontrado en viajes previos. No era lo que se llamaba una compañía de viaje agradable, pero daba la impresión de que ese arco suyo lo sabía usar a las mil maravillas y su paso le había permitido alcanzar al pequeño grupo de viajeros que marchaba hacia Reme.

Tras un tenso intercambio de miradas simplemente había hecho una pregunta, "¿Reme?" y ante el asentimiento general se había unido sin más a la comitiva, refrenando su ritmo. Y así siguió, callado y vigilante, todo el resto del camino, ligeramente apartado del grupo.

Al llegar a las puertas de la posada se paró ante el cartel con el aviso y leyó atentamente. Emitió un mugido de asentimiento, de lo que se deducía que estaba conforme con lo que había leído. Y se dirigió al interior de la posada.

De prácticamente un metro sesenta de estatura y rondando los 60kg de peso, este elfo lunar de piel pálida y cabellos blanco-azulados, destaca bastante entre los suyos por su fortaleza física y su envergadura, pero ese es un detalle que normalmente escapa al ojo de los no habituados a tratar con razas élficas. Éstos se suelen fijar más en su armadura de cuero remachado perfectamente mantenida y su arco largo de clara factura élfica...

Sus grandes ojos azules (con motas doradas) a menudo resultan más expresivos que sus palabras, lo que por otro lado no tiene demasiado mérito, pues apenas habla.

El viaje habia sido largo largo, pesado y lleno de contratiempos. Bandidos, animales salvajes, humanoides monstruosos... Algunos elfos se le acercaban pensando que también lo era, pero su fe les hacia recelar, los humanos pensaban que era un tipo raro que creía ser elfo, o algo peor, un saqueador de tumbas o bandido, pues los elfos no solían ser generosos con su equipo y generalmente ni siquiera vendian a los que no fueran de su raza. Unido a su semblante permanentemente serio y sus palabras sin apenas entonación le convertía en un solitario dentro del grupo.

Cuando llegaron a la taberna cruzó la mirada con un elfo. Equipo parecido, actitud parecida... se preguntó durante unos segundos si el hubiera sido así de nacer elfo. Tras leer rapidamente el cartel Rhaisel hace un exagerado movimiento con la capa, dejando a entrever el simbolo sagrado de Shevarash, (deidad elfica de la venganza y el odio a los drow) e indicandole que pase primero.

Shagar avanzaba por el camino con su hermano al lado, ayudado por una arma parecida a una lanza se apoyaba para hacer mas levadero el camino.

Sin duda, antes era mucho mas facil tambien ser perseguido por un tumulto de hombres con antorchas porque los huevos de una vieja chocha habian salido negros.

Respira un par de veces dejando el aire con un suspiro.

Un buen hachazo tambien recuerda viejos recuerdos a la gente.

Menudo zoo... ¿Has visto, hermano? Un gnomo... una mula... un elfo... un humano... y un... ¿idiota? Jajaja... Eso es lo que más me gusta de los caminos, que siempre ves bichos raros.

El gordo semiorco pasó por delante de Nailo para entrar en la posada. Sus carnes bailaban como unas sacerdotisas de Sune bajo aquel mandil que apenas le tapaba por delante... mientras que su mochila le tapaba por detrás.

Insulso, te complicas porque quieres...-dijo a Nailo-Vende tus herramientas¹, y con ese dinero compra un sombrero nuevo... o paga a un adivino... o consigue un caballo y huye.

Encontrar un sombrero no era trabajo para un cocinero de prestigio. Tampoco para el hermano de un cocinero de prestigio. El guapo de los hermanos Leivn llamó a Shagar desde el umbral de la posada.

¡HERMANO! ¡VEN! ¡VAMOS A PROBAR LA GASTRONOMÍA LOCAL!

Shagar era completamente oposado a su hermano, alto fuerte y muy fibrado. Cargado con una hacha de batalla a la espalda entre su cuerpo y la mochila. Avanzaba a buen paso ayudado de una especie de lanza larga pero terminada ligeramente doblada hacia un lado.

Te refieres a comernos niños o solo lo del plato?

De un par de saltos se coloca detras de su hermano, acelerado por el olor y el hambre.

Sapo se quedó absorto leyendo el cartel en la puerta de la tarberna serpiente.  Las letras eran inmutables y no cambiaban en cada momento como las personas, así que rebosaban paz y tranquilidad. Esto es lo que le había comentado su maestro.  

Dos seres muy graciosos pasaron al interior. Uno era como un trozo de arcilla húmedo y sin amasar, mientras que  el otro parecía mármol esculpido con martillo y cincel. Eran como el número 1 y el 0, ¡qué gracioso!. Le dieron ganas de amasar el éter para convertir al fofo en el otro, al menos a los ojos de los demás, pero su maestro le había advertido de lo poco conveniente que era invadir el espacio mágico de los demás, a no ser que corriera peligro. ¿Corría peligro? Puede que sí, pues parecían querer comerse a unos niños, y él parecía uno a ojos de personas más grandes. Se decidió a esperar a ver si le hacían daño o no antes de actuar.

- Jijijiji.- Rió el gnomo mientras pensaba en las múltiples combinaciones binarias del 0 y del 1. La unidad y la perfección. Dejó a Lentejuela en los sencillos establos para los animales y entró en la taberna. Allí observó al hombre que lloraba, o eso le parecía a él, y él hizo lo propio. Abrió los ojos de par en par, sin pestañear, hasta que le escocieron lo suficiente como para dejar caer unas lagrimillas. Para él eso era la empatía.

- No llores niño.- Los niños lloran , los adultos no. Con unos gestos extraños de las manos del gnomo, que parecían amasar algo intangible, sobre la cabeza de Heian apareció un sombrero nuevo, de colores algo estrambóticos. Era de muy sencillo y de mala calidad. Parecía viejo y roto, como si fuera a hacerse pedazos de un momento a otro. Le señaló el sombrero que ahora reposaba sobre su cabeza. Le gustaba ayudar a la gente.

Tras andar hasta el lugar, dejar el animal en los pequeños establos y caminar hasta la puerta, os decidís a entrar. 

Al entrar en la posada, calor humano y diversos otros olores os asaltaron las fosas nasales. El olor a pan recién horneado, con toques de queso fundido y hierbas para sazonar, así como un ligero toque de vino blanco dominaba el ambiente...alguien había estado haciendo comida hace poco y no era difícil adivinar quién por el ajetreo que había en la barra del lugar.....todo ello mezclado con el típico olor a humanidad, a cuero, a madera y a leña recién cortada, así como humo de la pequeña chimenea que refulge alegremente a un lado de la estancia. 

Una estancia ni muy grande, ni muy pequeña, con paredes de piedra de aspecto recio y una escalera de piedra sin barandilla ni otro elemento de seguridad en un lateral, apenas 5 mesas de madera redondas componen la parte central del lugar, con taburetes a su alrededor que están ya casi por entero ocupados por diversos lugareños que, cansados tras un día de trabajo, han venido al lugar para saciar su sed y su hambre, para compartir noticias y chanzas. Una mesa no muy grande, cuadrada, con tres o cuatro taburetes vacíos a su alrededor en un rincón cerca de la chimenea, donde un hombre está cenando, termina de completar la imagen. 

En el lado opuesto a la puerta está la barra del lugar, hecha con piedras y una madera pulida encima y detrás de ella, un hombre que os mira y sonríe conforme entráis, secándose las manos en un trapo y saliendo a recibiros por una lateral. Detrás de él, podéis oír a través de una puerta abierta sonidos de cacharros y quejas de dos mujeres.....

"Pasad, pasad....no recibimos demasiados visitantes.....pero en mi casa son bien recibidos siempre y cuando no armen jaleo...al menos, no más del normal...jejejeje....." 

Los semi-orcos notan que su sonrisa es un poco forzada, pero en general, el trato es cordial. Os acompaña hasta una mesa que aún no está del todo ocupada y hace que los tres parroquianos que están ahí se muevan a otras, llenando casi del todo las otras mesas del local, pero dejando libre esa mesa para vosotros dos. "Por favor, armas no....dentro no. ¿Qué desean? Las cervezas están a 2 cobres, los "bocaditos calientes", que son la especialidad de mi casa, están a 2 cobres la ración, y un plato de estofado de carne y patatas con un poco de verduras vale un cobre, una ración grande 2 cobres. Si quieren vino, tengo el normal y el bueno. El normal vale 5 cobres y el bueno una plata......". 

En ese momento, mientras más personas entran en el edificio, se oye un grito plañidero en la puerta, solicitando ayuda, proveniente de una voz masculina: 

- ¡Oh dios mío! ¡Me han robado! ¡He perdido el preciado sombrero de mi señor y ahora me va a castigar! ¡Por favor! ¿Alguien que sea tan amable de ayudarme? ¡Lo suplico!

El posadero hace una seña hacia una de las mesas y un hombre con aspecto de guardia sentado en las mesas se levanta, poniéndose un casco en forma de bacinete y cogiendo un arco que tiene apoyado en la mesa, junto a una lanza, sale murmurando por lo bajo lo que parecen palabras malsonantes......inclina la cabeza saludando a los nuevos visitantes del lugar conforme se cruza con ellos en la puerta (Rhaisel, Ulthor, Sapo) y sale fuera. 

Con los murmullos de la gente y el ruido ambiental que hay, no alcanzáis a escuchar mucho más que las palabras del posadero, que se inclina ligeramente para oír vuestra respuesta. 

Al ver nuevos visitantes, el posadero, con voz amable, os ofrece compartir mesa. "Como pueden ver, las otras están llenas, y no sería de recibo que yo pidiera a mis parroquianos de siempre que abandonaran mi local....tengo pocas mesas, pero si no les importa sentarse juntos, aquí caben todos. ¿Y bien, qué desean?" 

Tras dirigirte una intensa y siniestra de algún modo, mirada, un Gnomo, el más extraño que has visto nunca, puesto que va vestido con colores que no le recomendarías ni al peor de tus enemigos, sonríe con una sonrisa forzada a la legua, mientras dos lágrimas caen de sus ojos que hace más de 40 segundos que no cierra mientras te observaba fijamente....y entra en la posada....Te das cuenta que tienes en la cabeza, encima de tu gorro, otro sombrero, de aspecto frágil, casi parece a punto de romperse, y además, feo. De varios colores. Viejo. 

El Gnomo vuelve a sonreir enseñando los dientes (lo cual hace que la mueca casi parezca una amenaza), señala tu sombrero, y entra en la posada.....cruzándose con un hombre alto, de casi metro noventa centimetros...algo corpulento, con barriga prominente, pelirrojo y con barba. Sale con un casco de bacinete en su cabeza, un arco que se está terminando de ajustar en la espalda y una lanza en sus manos. 

Te mira de arriba a abajo y resoplando, te habla mientras se rasca la barca: 

"A ver.....descripción del objeto robado, qué valor tiene, cuando lo perdió y si sabe quién es el ladrón. ¿Quién es su señor? No me suena su cara......" 

Parece fastidiado por la situación, desde luego, su ceño fruncido lo dice todo.....

Shagar queda dubitativo mientras el posadero le recita las cosas deliciosas.

Cuando el posadero osa pedir a dos semi orcos y medio ( el medio sobrante semiorco que sobraba nunca si se sabia si era por los musculos de shagar o las carnes extra de estragon) que compartieran la mesa, gruñe ligeramente. Ahora era el momento de aprovecharse.

Tu invitar a una ronda de cervezas y nosotros no importar sentarnos con pequeñajos. Hace? El mismo se escupe la mano y se la tiende aun resbalando ligeramente la saliva por la palma de la mano.

El vino bueno no será tan bueno si solo cuesta una plata. Nada de compartir mesa. Además, mira... el arquero acaba de dejar un asiento libre. Pero si no puedes pedir a los parroquianos que hagan sitio, te ayudamos nosotros, hombre. Para eso estamos. Observa, hermano...

Estragón camina pesadamente hasta una de las mesas llenas, casi oscilando a cada paso como un péndulo.

¡EY, VOSOTROS! ¡ESTA MESA ESTÁ RESERVADA! ¡LARGO DE AQUÍ!

Cuando los lugareños le miran, Estragón se va arrugando. Quería impresionar a su hermano, pero estos paletos de Reme parecen duros de verdad.

Vale, vale... no dije nada-dice limpiando con la mano el polvo del hombro de uno de ellos-. Eeeehm... Me acabo de fijar que allí hay una mesa vacía. Pueden seguir aquí, caballeros... Que aproveche...

Sí. Decidido. Compartiremos mesa. Somos unos tipos muy sociables. Cuantos más mejor. A mí me pone una cerveza y... ¿qué lleva el especial de la casa?

Un brillo de maldad se le encendió en los ojos. Planeaba plagiar la receta de los bocaditos calientes. En una ciudad cosmopolita podría venderlos a tres cobres... ¡No! A cuatro cobres. Y hacerse rico. Se acabó vagar por los caminos como unos vulgares aventureros. Los hermanos Leivn iban a prosperar.

-No voy a disparar un arco largo en el interior de una posada -sentenció el arquero como si fuera obvio lo que decía y haciendo parecer un poco tonto al posadero por siquiera haberlo sugerido- ¿Quién es Corian, el del anuncio de fuera?

Ulthor era escueto en palabras, muy escueto, en realidad. Hoy le habían pillado comunicativo. Y no es que no se pueda disparar un arco en el interior de casi nada, pero no solía ser lo más recomendable, aunque era igualmente mortífero si se sabía utilizar. Quizás más por las cortas distancias, aunque también más arriesgado por la misma razón.

El posadero, intentando mantener la compostura, observa como Estragón se acerca a la mesa de al lado e intenta desalojarla, volviendo a la mesa recién despejada por el posadero tras su intento infructuoso. Al mirar de nuevo a Shagar y oir su propuesta, mira la mano y traga saliva por un momento, mirando a izquierda y derecha, luego, alzando un poco ambas cejas y respirando hondo, le contesta...."Si os pedís dos raciones, yo invito a dos cervezas.....¿hecho?" y se escupe en la mano y la cierra alrededor de la manaza del semi-orco, retirándola después con presteza. "Los bocaditos calientes llevan vino blanco, queso, unas hierbas y paciencia....seguro que os gustan, todo el mundo se los pide. ¿Os traigo un poco de todo? Parecéis tener dinero, ya que no os importa pagar una plata por el vino..."

Al oír la pregunta del elfo, asiente y le contesta "Sí, aquel del rincón es Maese Corian, pero está cenando, me ha pedido acabar su cena tranquilo antes de recibir a nadie.....¿queréis cenar?" mientras te señala con la otra mano primero a la mesa cuadrada del rincón y luego un taburete de la mesa donde los dos semi-orcos se acaban de sentar.

Mientras espera que le contestéis, secándose la mano en un trapo, mira un par de veces a un Gnomo vestido de manera estrafalaria y a un hombre que se han quedado de pie en la entrada del local....."¿Quieren algo? ¿Cenar tal vez?" mientras sonríe y señala los otros dos taburetes que quedan libres en la mesa.

Algo asqueado por la actitud de los orcos esta a punto de decir que no, pero esta hambriento y no cree que pueda conseguir algo mejor en varias horas de camino, y menos a estas horas. Ya que tiene que sentarse recoge su mochila que lleva la mula y la deja atada a algun lugar cerca de la posada. Haciendo caso omiso a su prohibición de armas asiente.

Si, cenare aquí. También quiero hablar con Corian. Agua limpia y un plato de estofado pequeño.

Esta bien, pero que sean dos pintas para cada uno. Dos pintas por cada cliente que se siente en esta mesa. Afirma esta vez mucho mas suelto y locuaz, como si hubiera interpretado un papel de un semiorco con cliche.