Partida Rol por web

"Y recordad, pues es importante, en momentos de inquietud y problemas, invocar a Freya y ella responderá"

Y con éstas palabras en mente, tras los diez minutos mencionados, sanados de vuestras heridas y con un pequeño refrigerio entre pecho y espada, salisteis al patio, donde os esperaban monturas frescas y el Capitán Baran, junto a cuatro guardias. "Hemos podido sonsacarle cierta información útil al Orco. La llave que habéis encontrado es de una puerta de hierro que parece haber en la parte de atrás del castillo. Aprovechad pues la información y mirad si podéis averiguar cuántas tropas hay estacionadas en el castillo.....el Orco no ha sido capaz de decirnos nada más...mucho me temo que no ha aguantado el interrogatorio." Su cara era de piedra en el momento de decirlo.

A los pocos minutos, ya habíais dejado de nuevo Fairhill detrás vuestro. De nuevo Galdar, Hathol, Jerinor, Lauriel y vosotros cinco formábais el grupo de exploración.

Otra hora y media de marcha os llevó de nuevo al punto donde habíais atacado a los Orcos, y, tras media hora más de camino a marcha forzada por una senda prácticamente escondida en mitad de un bosque frondoso, os llevó hasta las ruinas de un castillo que se levantaba en una colina rodeada del bosque. Al acercaros, apagasteis todas las luces, pues aún era de noche, y os acercásteis sigilosamente....

Las palabras de Baran de hace más de una hora aún resonaban en la cabeza de Estragón: el orco no ha aguantado el interrogatorio.

Sí, los orcos siempre fueron unos debiluchos. Menos mal que yo tengo una mitad humana que me hace más fuerte, ¿no? ¿O Baran nos estaba haciendo una amenaza velada a mi hermano y a mí? Juraría que me miró cuando dijo esas palabras. ¡Maldito Fairhill! Si no tuviera motivos personales en todo esto, les dejaría arder hasta los cimientos. En realidad ya lo hice. No moví un dedo durante el incendio. Pero los muy rastreros se valieron para apagar ellos el fuego.

Desmontó de su caballo y lo ató a un árbol. El último tramo lo hizo a pie, como todos los demás, y en el último impás levantó su toque blanche marrón y sacó a Rata para que le diese el aire.

Escúchame bien. Tú no me gustas, Rata. Eres una sabandija repelente, antihigiénica y hueles mal... ¿a quién quiero engañar? Te adoro, Rata, somos dos almas gemelas. Pero necesito que hagas algo por mí. Trepa por la pared, y cuélate en el castillo. Necesito que llegues a la puerta de hierro desde el interior para asegurarnos de que no hay ningún guardia custodiándola por ese lado, y la podemos abrir sin problemas. Ahora ve.

Estragón posó la rata en el suelo. Rata avanzó en un par de saltitos, se frenó y giró para ver al orco.

Veee, perezosa-sermoneó al animal, dándole un suave empujón con el empeine de la bota para que siguiese.

Mientras, el cocinero y el resto de su grupo tenían cosas que hacer. Estragón siguió con la mirada la linea de las almenas, para comprobar que nadie vigilaba en lo alto. Después buscó huellas en el suelo que le pudiesen indicar cuántos orcos habían utilizado la puerta recientemente... Quizás haya orcos fuera de las murallas, cazando, o que hayan salido a buscar a sus compañeros desaparecidos, o un segundo grupo de orcos que participase en el ataque a Fairhill y que hubiese llegado al castillo dando un rodeo. Solo era cuestión de ver cuántas huellas salían, y cuántas entraban, descontando las de los pobres diablos que perecieron en el bosque y las del que fue capturado.

Cuando Sapo se montó de nuevo sobre Lentejuela, éste estaba decidido a pasar la noche en Fairhill. Sin embargo, la vieja mula tenía sus propios planes, en los que hacer caso a lo que su cabezota dueño tenía en mente no era uno de ellos. Aunque fuera estéril, Lentejuela no estaba libre de la esclavitud que suponía el amor, incluso el deseo.  La pasada noche en el establo ya le había echaod el ojo a uno de aquellos esplendorosos ejemplares de caballos machos que ahora ofrecían al grupo como refresco de los anteriores. Lentejuela no necesitaba un descanso, era una mula dura y correosa, más resistente que los delicados caballos. Ya se tomaría ella un "refresco" junto al precioso ejemplar cuando los dejaran atados en un árbol antes de penetrar en el castillo. Así obligó Lentejuela a su amo a volver al castillo abandonado en plena noche. Sapo cabalgaba tan absorto en sus pensamientos que ni siquiera se había dado cuenta. Brazos cruzados, ceño fruncido y rumiando palabras ininteligibles para el común de los mortales.

A Lilith también le preocupaba lo alto de la torre, pero no dudó en echar un vistazo a los alrededores, intentando aguzar la vista, y también el oído, todo lo posible. No podían cometer un error y luego que les arrancaran las cabezas por no haberlo inspeccionado todo antes de aventurarse, no señor. Eso no se hacía. Sus ojos dorados emitieron un brillo tenue a la luz de la luna de madrugada, al tiempo que recorrían la torre y el espacio circundante. Después miró al resto del grupo y se preguntó si eran de los que no se preocupaban de hacer formaciones en plan estrategia y demás. Le daba igual; no obstante, dijo:

¿Algún plan?

"No, esto no va a ser fácil" -Miro con desanimo la entrada, a la poca luz que le llegaba-
"Decididamente, no lo va a ser".

Yo recomendaría inspeccionar el terreno antes proceder a acceder al recinto. ¿Tenemos alguna posición elevada disponible cerca?

Siguió concentrándose, buscando cosas que pudieran ser útiles a la hora de afrentar aquella misión.

El bosque se abre delante de vosotros y revela las derruidas murallas de un castillo en ruinas. Enfrente mismo tenéis una de las grandes torres de piedra del castillo. El tejado de la torre se ha derrumbado en parte y una gran grieta la recorre de arriba abajo. La grieta ha sido cubierta con rocas y una gran puerta de hierro se ha encajado en la base de la misma. La puerta está cerrada con un candado de hierro. Sobre la ruinosa contramuralla podéis ver los restos de lo que debía ser el campanario de una capilla. Es difícil ver mucho más desde el lugar en el que os encontráis, puesto que el bosque se ha arrastrado hasta las mismas murallas de la fortaleza.

A pesar de la cercancía del castillo, y de la experiencia vivida cuando seguíais a los Orcos por el camino, no escucháis ningún sonido en ésta ocasión, como si el castillo estuviera realmente abandonado....

Todos os mantuvisteis a una distancia prudencial del castillo, escondidos entre las ramas, troncos y arbustos, pero sin dejar de otear a vuestro alrededor. Lauriel y Hathol se posicionaron cerca de Lilith, observando el castillo. A la pregunta de Lilith, la elfa contestó con un susurro..."Lo primero de todo, ser sigilosos. Si hay un montón de orcos ahí dentro, no queremos alertarlos".

Puso mala cara cuando Estragón animó a su rata a entrar en el castillo, cosa que, sorprendentemente, la rata, obediente, hizo. Con la agilidad y el silencio característico de un roedor de ése tamaño, la rata se alejó en dirección hacia la puerta, atravesando poco a poco el terreno que la separaba de la puerta. En poco tiempo estaría allí.

Mientras tanto, Eco bisbiseaba...y Galdar, a su lado, le puso una mano en el hombro..."Mira...han profanado una capilla....malditos Orcos....quizás puedas subir allí." mientras con la otra señalaba hacia lo que quedaba de campanario...

Shagar, mudo y silencioso en sus movimientos, seguía a su hermano, como si fuera su sombra. Sombríos pensamientos parecían pasar por la mente del guerrero semi-orco, pues su sombría mirada no dejaba de fijarse en las ruinas del castillo.

Justo en el momento que Galdar señala al campanario, te das cuenta de un ligero movimiento en su interior. Te quedas vigilando y, mientras todos tus compañeros están mirando hacia otros lados o hablando entre ellos, tú, que pacientemente has esperado, ves la silueta de un orco (o al menos crees que lo es, ya que sólo hay luz lunar y no ves muchos detalles), armado con lo que parece un arco en su espalda, que se mueve en lo alto del campanario. Parece detenerse mirando hacia el bosque donde estáis....no....está un poco más escorado y mira hacia vuestra derecha....pero....¿qué hace?¿se está rascando la oreja?

Efectívamente. El orco está hurgando en el interior de su oreja, al parecer, con cierto deleite.

Silencioso y metódico, hizo un leve gesto hacia la parte superior del campanario- Un Orco, arquero, no sabe que estamos aquí esta distraído...con su oreja. -Hizo un ademan de "es lo que hay" encogiéndose de hombros.

Ese candado podría estar encantando en caso de que entremos por ahí, igual todo el castillo esta hechizado, de ahi que no oigamos nada del interior. Acceder a esa torre nos daría un punto de vigilancia interior y ventaja de altura en caso necesario. Podríamos tumbar ese Orco y subir, si erramos el tiro estamos muertos.... -chasqueo la lengua.

Podemos subir escalando en silencio mientras uno vigila y cuando llegue arriba hacer que se gire y apuñalarlo por la espalda también.... igualmente arriesgado, pero mientras este ahí arriba no podemos hacer nada a la ligera una vez nos acerquemos hacia el castillo... -señalo con el menton hacia el muro del castillo- ¿Sapo te ves con fuerzas para tumbarlo de alguna manera quizás? ¿O distraerlo?. -Volvió la mirada sobrio a la parte superior de la torre, sin duda con gesto preocupado- No podemos estar aquí mucho tiempo parados.

Ya estamos con los comentarios racistas. ¿Es que por ser un orco ya eres tan simple que te entretienes con una oreja? Pufff... lo que hay que oír.

El semiorco sacó de su mochila el tarro con almíbar en el que flotaba su oreja cercenada, limpió el cristal con movimientos circulares de su muñeca alternándolos con soplos de aliento que lo empañaban, y volvió a guardar el tarro en su sitio. Aquel gesto le ayudó a reflexionar. La situación que planteaba Eco no era nada sencilla. La opción de trepar con subterfugios y apuñalarle por la espalda implicaba tener que trepar. La opción de matarlo de un solo disparo implicaba tener a un arquero competente. Ambas propuestas se salían de las aptitudes del grupo que les acompañaba.

Si... ehm...-balbuceó, inseguro; quizás no fuese tan buen plan-si Sapo no tiene otro de esos pergaminos de dormir gente, puede que yo tenga una idea... No, olvidadlo. Es una tontería. Nooo... Bueno. Quizás sirva. Podría cocinar algo rico, y llevar el plato con mi receta de mano del mago-miró las pequeñas manitas de Sapo, que cocinadas estarían riquísimas-, hasta posarlo suavemente en el alféizar del campanario. Aún tengo unas cuantas de éstas...

Estragón cogió del bolsillo de su mandil una baya roja laxante, de esas que hace unas cuantas noches tan bien limpiaron el colon de Sapo. Pero esa es otra historia que no viene a cuento en estos momentos.

Serán el ingrediente secreto. Preparo un plato laxante, y lo dejo de espaldas al orco. Entonces el orco se gira, ve el plato apetitoso, y piensa... eh, ¿de dónde ha salido esto? ¿Quizás alguno de mis compañeros lo ha preparado para mí? Pero en lugar de sospechar y preguntar a los demás, se calla como una puta, porque sabe que si dice algo a lo mejor otros orcos le quitan la comida. Así que se lo come todo sin decir nada a nadie. O por lo menos eso es lo que yo haría.

Cuando le entre la cagalera, ya no será un problema. Una vez que el plato esté colocado, podemos hacer que el orco se dé la vuelta simulando el ulular de un búho. Mi hermano es cazador. Hermano, ¿tú sabías imitar el ulular de un búho? ¿O tú, Lauriel? Cualquiera que sepa un mínimo de supervivencia sabría hacerlo. La ventaja de una intoxicación frente a eliminar al orco es que a la mañana siguiente solo tienes a un orco enfadado diciendo incoherencias y unos hechos inconexos, en lugar de un sospechoso cadáver. Jamás sabrán que esta noche estuvimos aquí.

Y por eso, los cocineros somos útiles en un grupo de aventureros y los carteros no-apostilló para dejarle las cosas claras al inútil de Eco-. Ah, y sobre que la cerradura de la puerta esté encantada... Kren tenía la llave para entrar por allí. No me espero ninguna sorpresa rara en una puerta transitada, ni siquiera trampas.

Al parecer Eco lograba ver a un orco arquero apostado en la muralla del castillo, vigilante. Sapo no veía un pimiento y no le apetecía ni intentarlo. Estaba enojado, cabreado, se sentía insultado y maltratado por la vieja mula que lo había engañado para llegar hasta allí. La pregunta de Eco resonaba en su cabeza mientras trataba de entender su significado. La fuerza no era el punto fuerte de Sapo y, si Eco  no se había dado cuenta todavía es que o no era muy listo o sobrestimaba al diminuto gnomo.

- Yo no puedo contra un orco, no ...- Repitió la expresión usada por Eco pues aprendía rápido.- ...no ve veo con fuerzas suficientes para tumbarlo de ninguna manera.- Se imaginaba mordiéndole las rodillas, que es la altura a la que llegaba sin ir subido en Lentejuela, arañándole los pantalones o clavando su pequeña daga una y otra vez en los mugrientos pies del orco para acabar echo un ovillo e inconsciente de la patada que el fuerte espécimen iba a meterle. ¿No estaba Shagar para esas cosas, para la fuerza bruta, y no él?. Pero no sólo eso era difícil sino que tampoco se imaginaba trepando hasta allí arriba. Entonces Estragón le preguntó pro algo ya más de lo suyo. Se cruzó de brazos indignado.- Pues resulta que no. Si no hubiéramos venido precipitadamente aquí tendría más pergaminos de dormir.- Ahora sólo tenía fuerzas para protegerse a sí mismo y algún que otro truco. El plan de Estragón, sin embargo, no le parecía demasiado malo. El punto que fallaba era la intervención de su adorado hermano. Había escuchado hablar al grandote y musculoso bárbaro y dudaba de que, si apenas articulaba palabra de manera inteligible, supiera imitar el canto de un búho.- Eso sí puedo hacerlo. Bueno...puedo hacerle creer al orco que lo escucha.- Dijo ya con una ligera sonrisa que dulcificaba su rostro. No dio demasiada importancia ala comida laxante de Estragón. Ya lo había sufrido en sus carnes y descubierto el pastel. Por eso nunca comía ya la comida que éste preparaba. Se acercó a Eco y tiró un par de veces de su pantalón.-También puedo ver si hay algún encantamiento en el castillo. Otras cosas no las veo pero con estos ojos puedo ver el éter por todas partes. - Comenzó a manipular el éter con sus expertas manos, amasándolo hasta formar un par de estrambóticas gafas que sólo él podía ver. Inmediatamente la realidad mágica se hizo patente para él.

Si bueno, Estragon..... tu plan no es malo, incluso si pudiéramos echar unas cuantas en el puchero del campamento si están haciendo algo seria fantástico -se giro a mirar al Semiorco, con aspecto cansado- ....pero tenemos el mismo problema, si quieres cocinar algo y dárselo para que se vaya corriendo a echarlo, sea por arriba o abajo, me parece perfecto....si eres capaz de dejarle la comida a mano arriba sin trepar. ¿te ves capaz de dar un salto tan alto? -Haciendo completa y absoluta alusión a la redondez de su cuerpo con la palma de la mano- No dudo de tu fuerza, pero si de tu agilidad para escalar, y más una muralla así. -Se detuvo por un momento, meditativo- Ademas, si cocinaras por aquí es tiempo que perdemos, y lo peor, el olor sea bueno o malo puede alertar a cualquiera, a no ser que cocines en frió claro esta.

Sinceramente la idea me encanta para todo el puñetero campamento, pero tratemos primero de saber que hacemos con aquel pedrusco verde en nuestro camino y luego proseguimos mejor -enarco una ceja- ¿No?.

Sapo, recuerdame que cuando acabemos con todo esto te enseñe unas cuantas expresiones para que te entiendas mejor, de vez en cuando no te vendrían mal -le guiño un ojo, aunque este parecía absorto en observar el entorno.

Y que conste Estragon, que lo digo por ser sigiloso, subir ahí sin hacer ruido es nuestra primera dificultad. -Dijo buscando apaciguar el ambiente después del cariño que había volado en el aire.

Disculpa, Estragón -murmuró Lilith-, pero sí que contamos con un escalador sigiloso, yo, y un arquero, Lauriel. Si trepo hasta la torre con sigilo, podría matarle directamente, pero tal vez haya más. Propongo que Lauriel se desplace hasta un punto desde donde pueda matarlo con una flecha, y, mientras, yo treparé. Si, al matar al orco, aparece otro, significa que esto está mejor protegido de lo que parece, y nuestras sospechas se verán confirmadas. Si no aparece nadie, subiré a la torre y buscaré una entrada. ¿Alguien lleva una cuerda, por si acaso?

Ah, por cierto, Estragón -añadió-. Si lo que pretendes es alertar a todos los posibles guardias, entonces sí, ponte a cocinar. 

Por supuesto, estaba pensando en un bocadillo. Si hago algo más sofisticado sería sospechoso. Chorizo, jamón, mortadela, salchichón, un poco de mayonesa, salpimentamos todo... y las bayas claro. Será un tentempié tan ligero, que llegará flotando hasta el campanario. Literalmente. En serio. No es por echarme flores, pero sé darle a la comida un toque especial. No sé si llamarlo magia, pero se le parece.

No tengo cuerda, pero sí cordel de cocinar, para hacer salchichas o cocer un plato envuelto en hoja de sauce. Claro que... no es tan largo como para llegar a lo alto del campanario, ni tan resistente como para aguantar tu peso-dijo a Lilith-. En serio, Galthor, ¿no crees que has engordado un poco desde que nos conocimos? Hasta pareces un elfo distinto. Mírame a mí, que mantengo mi peso desde que cumplí los catorce años.

En cualquier caso, decidáis lo que decidáis, el campanario está dentro del perímetro de la muralla. Antes de trepar tendremos que entrar por la puerta. El bosque se extiende hasta las murallas, y el ángulo de la torre le impedirá ver cómo abrimos la puerta si estamos pegados a la pared. Creo.

Precisamente ahora mi agente encubierto Rata está a punto de llegar a la puerta. Si siento frío, es que está tocando la puerta de metal, y si siento miedo, es que tras la puerta hay alguien montando guardia. Tenemos ese tipo de conexión especial que solo puede haber entre un semiorco y su rata. Mientras esperamos, ¿qué tal un chiste? Sapo habló del éter. ¿Sabéis qué es Eléter? Es el hermano de Ilmáter. Oh-oh-oh, esperad, tengo otro. ¿Sabéis qué es heléter? Es moríter de frío. Sois un público difícil, ¿lo sabíais?

Lauriel miró de soslayo a Lilith cuando ésta la mentó, dejando de vigilar durante unos momentos el castillo. "El tiro es factible, pero nos jugamos mucho en un disparo. La cuestión no es sólo darle...es matarlo. Podría herirlo o peor aún, fallar o impactar en su armadura. Tendríamos a todo el campamento detrás nuestro. Y si fallamos y la flecha cae en el castillo, por peregrina que pueda parecer la idea, podríamos advertir sin querer a nuestros enemigos igualmente."

Durante unos momentos se quedó pensativa..."¿Ninguno de vosotros podría subir hasta allí arriba en silencio y acabar con él? O al menos estar cerca por si no lo mato a la primera. Si no es así, nos tendremos que arriesgar a entrar por la puerta cuando no esté mirando."

Hathol y Jerinor se limitaron a seguir observando hacia el castillo, mientras cogían sus arcos cargados con sendas flechas, oteando hacia el campanario...."Jefa..nosotros podríamos intentarlo también." dijo, levantando ligeramente el arco.

"No. Espera Hathol. No se trata de cargar hacia el enemigo, como te gusta a tí. Ahora mismo necesitamos precisión y sigilo". Contestó Lauriel.

Jerinor, al lado de Hathol, puso una mueca de desagrado ante la cara burlona que puso éste cuando la elfa no miraba.

Galdar, cerca de los hermanos en ésta ocasión, les dijo.."Haced lo que queráis, pero hay que entrar. No podemos estar aquí, expuestos....y menos viendo como aquellos asquerosos Orcos profanan una capilla."

El humano no se movió, pero parecía preparado para la acción en cualquier momento.

Mientras habláis, "Rata" llega a su destino y olisqueando la puerta, se para un momento, buscando un recoveco, tras mirar un par de veces hacia atrás, como buscándote con la mirada, se agacha de nuevo y penetra en el castillo por un pequeño agujero. Notas durante unos momentos frío, para dejar de notar nada.

Unos segundos después notas...curiosidad.

Mientras notas las sensaciones que vienen de tu familiar no puedes evitar mirar hacia la puerta.

Ahora que lleváis un poco de tiempo ahí quietos, te fijas en algo en lo que no habíais caído antes. Parece que hay luz al otro lado de la puerta, pues puedes ver como se filtra la misma, por debajo de la puerta. Permaneces unos segundos observando y notas que la luz es constante. Ni decrece en intensidad ni crece.

Estragón se fijó en la luz que se filtraba bajo la puerta, y trató de unir las piezas con la chispa de inteligencia que tiene por ser el hermano listo.

Vale... ¿Qué coño está pasando aquí?

Los orcos no encienden la luz. Ellos ven en la oscuridad. Estragón lo sabe porque es medio orco. Solo hay un motivo por el cual un orco encienda una llama: para cocinar al fuego algo. Estragón lo sabe porque es cocinero. También puede ser para calentarse, pero si hiciesen una fogata para calentarse sería en el centro del campamento. Así que... ¿Hay un orco cocinando? No, porque Rata siente curiosidad, y no apetito. No hay ningún plato que pueda preparar un orco que Rata no se lo haya visto hacer a Estragón. No hay novedad, no hay curiosidad. Conclusión: no puede haber un orco.

Premisa número dos... hay un humano, Vortigern. Necesita luz porque está estudiando su libro de conjuros, o atándose los cordones, o algo para lo que los torpes humanos necesiten luz. ¿Por qué Rata siente curiosidad? Ya ha visto a Estragón hojear su libro de recetas, eso no es novedad. Y ha visto a Galdar atarse los cordones de los zapatos, tampoco es nada que despierte inquietudes nuevas. No es Vortigern. Rata sabe cómo es Vortigern. Vortigern da miedo, no curiosidad.

Entonces... ahí dentro hay alguien... humano... al que Rata ve por primera vez...

Chicos... ¿recordáis cuando dije que Rata y yo teníamos una relación especial? Puessss... me acaba de decir... uuuuuh... telepáticamente... y cito palabras textuales: "guapo y delgado Estragón, aquí tras la puerta hay un prisionero sin vigilancia".

Puede que a Estragón no se le diese muy bien mentir, y se ha inventado un montón de disparates con la poca información que tenía, pero los demás no tienen porqué sospechar de los poderes telepáticos de Rata. Cosas más raras se han visto en Faerún.

Vale, nuevo plan... Si no os gusta, Lauriel me dió la idea. Si os gusta, el mérito es todo mío. Hasta ahora intentamos enfocar el tema como si lo mejor fuese eliminar al orco para entrar discretamente. ¿Queremos entrar discretamente? Yo solo lo pregunto. Me explico...

Estragón sacó su rodillo de amasar pan y dibujó en la tierra un rectángulo. A un lado del rectángulo, una serie de cruces (una de ellas más gruesa, otra más alta y otra más pequeña, el resto del mismo tamaño). Después dibujó una flecha que partía de las aspas y doblaba la esquina del rectángulo hacia otro lado.

Dos arqueros se desplazan hacia este flanco. Si sus flechas abaten al orco, perfecto, pueden volver con nosotros. Si fallan, seguid disparando durante un rato más, y luego salís pitando. Es decir, que los orcos crean que se les está atacando desde esta dirección. Así todos los orcos pensarán que deben buscar hacia esta dirección, dejan vacío el castillo y nosotros podemos aprovechar la distracción para entrar desde esta otra dirección a lo loco. Entrar a lo loco es una estrategia que siempre funciona. Lo sé porque soy el hermano listo. En resumen, no importa si los dos arqueros fallan o no, podremos rescatar al prisionero, que nos contará lo que hemos venido a saber: cuántos orcos hay y tralará. Incluso si no hubiese prisionero, siempre es más fácil contar a los orcos si les ponemos en sobrealerta y se ponen en movimiento, porque en las ruinas puede haber habitaciones y sótanos por las que no pasemos y que no podamos contar.

En lo primero que se concentró Sapo fue en la puerta que mencionaba Eco.Si estaba encantada ésta o la cerradura lo sabría. Ante las palabras de este el pequeño gnomo movió la mano como espantando moscas. ¿Es que no veía que estaba ocupado? Después trató de sobrepasar con su visión mágica la puerta del castillo, que era de madera, pues la roca de los muros era impenetrable. Si Vortigen andaba por allí podría saberlo quizás. Cuando Estragón continuó parloteando, el gnomo casi pegó un grito para pedir silencio. Sin embargo se contuvo y escrutó al cocinero gordinflón con sus gafas. Con ellas parecía aún más gordo que antes. Alrededor del seboso cuerpo de Estragón se acumulaba, como nódulos de grasa, el éter.

- ¡Puag!- Era desagradable. Jamás amasaría una materia mágica como aquella. Apestaba a pelo de cerdo chamuscado y se acumulaba alrededor de la enorme tripa de Estragón como una especie de flotador. Apartó la vista de semejante espectáculo asqueado. Se concentró en los planes propuestos para evaluar su participación en ellos, ya que Lentejuela le había llevado hasta allí.

- Si hacemos dos grupos yo puedo mantenernos en contacto.- Dijo como si todos entendieran de qué hablaba. -Puedo crear un receptor mágico con el que mis susurros viajarán directamente hasta vuestros pabellones auriculares*. Muy útil.- Le gustaba echarse flores.- Y como ya he dicho antes, puedo tratar de engañar al orco, haciéndole creer que escucha algo o hacer aparecer luces entre el follaje. Para nublar su mente tendría que estar yo muy cerca suyo.- Negaba con la cabeza pues él no era un guerrero era un artesano. Ahora fue a Lilith a la que golpeó repetidamente en las piernas hasta que ésta miró abajo.- Eres muy valiente.- Quizá no fuera Ulthor pero se parecía a él en coraje y saber estar. Sus ojos se posaron descaradamente en el cuerpo de la elfa, en sus pequeños pechos y sus escasas curvas de elfa. Sopesaba si podría hacerla una armadura como la que solía hacerse para él mismo.

Tengo cuerda, 50 pies en total, pero no veo oportuno intentar enganchar en la zona superior de la torre la misma...mmmm -se quedo meditativo, absorto en la torre- Puedo escalarlo, me dispondré en el borde de la cornisa de la torre, entonces Sapo crea una ilusión, una luz que atraiga al orco al borde.....

Estiro el brazo en dirección al orco de que se hallaba arriba- El arquero que se vea capaz, intenta acertar el blanco....yo si es necesario lo remato. Creo que por el momento es la mejor opción que tenemos. -Señalo al pequeño gnomo para después hurgar entres los pliegues del abrigo

Si Sapo puede mantenernos en contacto, un grupo por las zonas superiores de la fortaleza y otra por el patio seria lo ideal.

Suspiro- Esto va a ser divertido -Sonrió picaronamente, con la mirada encendida y el pelo del cuerpo erizado.

Siempre y cuando Lilith no se vea más capaz que yo de subir hasta ahí arriba claro esta -guiñándole un ojo-¿Que dices?