Partida Rol por web

Shagar y Estragón bajaron con cuidado por la escalera de piedra que daba a la planta baja, tratando de sortear los escombros, trozos de madera y ramas podridas que habían por doquier. Restos de telarañas iban de un lado a otro, cada vez más tupidos conforme iban bajando. Pronto se les hizo difícil andar con soltura, y les tocó ir desplazando muebles viejos, que casi se deshacían en sus manos, para poder abrirse paso apenas un par de metros. Sin embargo, la expedición no fue infructuosa. Colgando de unas telarañas, Estragón, que rebuscaba en los cajones de las mesas que podía encontrar, en los rincones, e incluso en el interior de un baúl medio roto que permanecía en medio de la sala justo encima del cadáver de una araña, vio algo, como dos bultos. Se acercó y comprobó que alrededor de esas dos cosas había lo que parecía los restos de tela dispera, lo que parecía...un saco o similar. Apartando con cuidado la tupida telaraña encontró dos pociones con sendas etiquetas pegadas a ellas. En una ponía en común "..ción Curativa", en la otra, la etiqueta, similar en aspecto y tamaño, parecía haberse borrado con el paso del tiempo, pero tras un exhaustivo exámen, Estragón llegó a la conclusión de que las dos palabras que aparecían borrosas en la etiqueta eran del mismo tamaño y proporción que las de la primera poción....ergo...pondría lo mismo. Dos pociones de curación.* 

Pudieron ver la puerta de la parte baja desde donde estaban. Una puerta de madera con bandas de hierro reforzándola, y un gran y enorme candado cerrándola.

Mientras tanto, tanto Lilith como Eco se adelantaron, con cuidado, hasta la puerta que daba a la muralla Oeste. Una vez allí, Eco examinó el exterior por debajo de la puerta.....

Nada. Vacío.

La muralla parecía continuar apenas cuatro o cinco metros, por lo poco que podía ver Eco, luego, se terminaba...pero no había nadie allí. Lo que sí que pudo ver fue un candado por la parte de fuera de la puerta, uno grande, de hierro, y bastante estropeado por los elementos. Sería complicado salir por allí sin hacer ruído.

Bueno, la puerta esta cerrada por fuera pero podemos intentar empujarla al son de los truenos para que no se nos oiga. hasta que el candado ceda. No debería ser complicado pero tendremos que coordinarnos muy bien. -Miro en derredor pensando en otra alternativa.

También podemos intentar avanzar por abajo, pero no me haría ninguna gracia salir al patio y convertirme en la tarta de cumpleaños del hijo de algún potentado. -Gesticulo, haciendo alusión a unas supuestas lorzas que tendrían los niños. Su mirada quedo fija en Lilith, esperando una valoración de su idea... o quizás, perdiéndose en sus ojos, elucubrando sobre las fantasías más simples del hombre y una cama amplia, con todas las posibilidades que eso le brindaba... pero seguramente, esperando una respuesta, pues el tintineo de los dedos sobre el agarre del arco a la corta distancia a la que se hallaban, parecía indicar que su cabeza seguía cavilando algo, eso era seguro.

"No, esto puede acabar muy mal, pero si la muralla no esta ocupada por orkos en algún angulo muerto podremos pillar a los del patio por sorpresa... aunque creo que nos están esperando, es demasiado fácil entrar, no me gusta." -Bufo, saliendo en si y volviendo a la tormenta, su rugir, su intensidad, su anti-naturalidad.

Debemos tomar una decisión. -Apremio a la elfa, serio y sereno si bien con gesto preocupante, casi ausente o, quizás instintivo.

Estragón volvió a subir las escaleras para reunirse con los demás. Parecía satisfecho a pesar de haber estado moviendo muebles viejos como un peón de mudanzas.

Nada... tanto buscar para nada, ¿verdad, hermano?-guiño-Jejejeje... En fin, mientras vosotros estabais escaqueándoos del trabajo físico, los hermanos Leivn han despejado la puerta. ¿Nos vamos a contar ya? Llevamos tres orcos haciendo guardia en el lado derruído de la muralla. Cuando salgamos al patio estarán de espaldas a nosotros, y bastante lejos. Ahora falta contar los orcos que habrá, imagino, en el interior de la iglesia. Parece sencillo... salimos al patio... caminamos hasta ocultarnos de los guardias poniendo el pozo de por medio... y del pozo, hasta la puerta de la iglesia, a mirar por el ojo de la cerradura. Uno, dos... Pan comido.

Con el viento sería imposible abatir a los guardias a lo lejos, desviarían la trayectoria de las flechas de Lilith. No quedaba mucho más por revisar en aquel castillo en ruinas.

- Pues qué va a ser...- Gesticulaba el mago bajo el trapo que cubría su nariz ausente, indignado. Parecía el que clérigo no conseguía curar del todo a la pobre Lilith.- ...Orcos, orcos, la misión era contar orcos. A mí me gusta contar pero no se ve nada y así no se puede, no-se-pue-de.- Retrucando para sus adentros el gnomo buscó un sitio donde esperar. Estaba cansado y aburrido y todo parecía extrañamente tranquilo. Tras el combate nada parecía moverse en el castillo y ni siquiera sabía si quería enfrentarse de nuevo a aquel mago que había dejado su magia a la altura del betún. Con la ballesta cargada y el frío tacto de su fiel serpiente, se mantuvo a la espera de acontecimientos. 

Lilith les devolvió la mirada a sus compañeros. El tipo ese del arco interesante... me mira raro. Igual le caigo mal. Lilith puso cara triste por un momento hasta que se centró en el aquí y el ahora.

Bien, Eco, tu idea no está mal. Pero el que la tormenta mitigue el ruido que podamos hacer por fuera, no significa que no se escuche aquí dentro. Y hasta hace unos momentos, no sabíamos que habría arañas gigantes. Además, si aparecen enemigos desde dentro, estamos en un punto muerto. ¿No hay otra forma de abrir el candado?

Miró de reojo al gnomo, Sapo. Ver a una criatura tan entrañable agazapada en un rincón le enterneció.

¿Algún hechizo, quizás? Nos sería de gran ayuda...

- Genial. No sabía que fueras maga...- Fue la respuesta de Sapo quien no entendía las indirectas debido a sus peculiaridades mentales.

Estragón se encogió de hombros.

Con unas cuantas antorchas, podemos guiar a la criatura de lodo para que se coma esa puerta... Pero será difícil que pase por encima del suelo de madera de esta torre, sin carcomerla y caer al piso de abajo. Sería una locura... o una genialidad. No, espera, una locura. Definitivamente una locura. No veo motivos para arriesgarnos a dejar esa cosa suelta, cuando no hemos explorado todo el castillo y no sabemos si su trayectoria puede perjudicar nuestra huída más adelante. Va en contra de todo sentido común.

Lilith soltó un suspiro y se dirigió directamente a Sapo.

Lo que quería decir, Sapo, es que uno de tus hechizos podría servir para abrir la puerta sin hacer ruido. ¿Tienes alguno?

Estaba claro que las indirectas no eran su fuerte. Decidió no volver a usarlas.

- Claro que tengo hechizos, pocos. - Si superan contar, y dado que no habían descansado,como él había pedido, deberían saber que a Sapo apenas le quedaban conjuros por gastar.- Ninguno para abrir puertas.- ¿Para qué quería Sapo un hechizo que hiciera tal cosa?Él era ilusionista. Como mucho tendría un hechizo para hacerle creer a Lilith que la puerta estaba abierta y se estampara contra ella de bruces. - Jijijiji.- Ahora se reía solo. Sin embargo también lo había gastado así que se le cortó la risa de lleno. Respondida la pregunta siguió agazapado en su rinconcito.-  No creo que el ácido funcione, además hace bissshhfffshhhbisss

Bueno, visto el punto muerto donde nos encontramos, creo que mi idea sigue siendo factible, antes que ir por el patio. -Se giro hacia Estragon, su hermano, Sapo y Galdar y volvió a explicarles lo mismo que había hecho, previamente escaso tiempo atrás a Lilith.

He mirado por debajo, no hay nadie arriba, al menos no en toda la rectitud de la muralla que he podido ver, si esta en un recoveco, me temo que no podre decíroslo. De todas maneras, desde arriba deberíamos tener mejor visión para observar el patio y pasar a otra zona, si nos aceleramos a contar los orcos esta tormento nos facilitara la huida. -Por un momento dudo, pensando en todo lo ocurrido- Pero creo firmemente que, hagamos lo que hagamos, esto va a terminar en una emboscada, saben que estamos aquí, no es normal la tranquilidad que reina... ni el ambiente en si mismo. Hagamos lo que hagamos, deberíamos ir con la idea de que nos están esperando para el próximo movimiento. Claro que yo iría con esa mentalidad, si no queréis hacerme caso -retumbo un intenso trueno, no muy lejos- Todo acabaremos muertos algún día. -Dijo de forma alegre, sonriendo de soslayo, más triste en el fondo de su ser, más apenado.

Estragón asintió a Eco, como un niño que no acaba de entender exactamente lo que se le trata de decir.

Aehmmm... De acuerdo. Me pongo aquí, ¿no? Delante de la puerta. Y espero a que suene un trueno. Espero... Espero... Sigo esperando...

KABOOOOOOOOM

Con todas sus fuerzas, Estragón empujó.

El hombro de Estragón, y luego todo él, se estamparon contra la puerta. Quiso la Diosa Tymora que el golpetazo se confundiera con el estruendo que se escuchó debido a un trueno en lo alto...pero...¿acertarían de nuevo? 

A pesar del ímprobo esfuerzo del semi-orco, la puerta permaneció imperturbable en su lugar. 

Shagar apartó a su hermano de un empujón y, ladeando la cabeza hacia un lado, se quedó escuchando unos momentos...unos segundos después, con apenas tres pasos, golpeó de nuevo la puerta, a la vez que otro trueno retumbaba. 

Los goznes de la puerta decidieron que aquel maltrato no era recompensa para todos los años que llevaban desempeñando su trabajo, así que hicieron huelga, y la puerta cedió por su lado. Una rendija suficientemente ancha para pasar de uno en uno se había abierto. 

Shagar sonrió con cierta petulancia mientras miraba a su hermano. Se introdujo por la rendija y salió al lluvioso exterior. 

En cuanto el siguiente* le siguió, pudo ver que Shagar se había adelantado por la parte alta de la muralla, en ruinas. Los primeros metros estaban practicables, pero unos pocos pasos más adelante, el paseo interior por lo alto de la muralla se había derruído y apenas quedaba espacio para pasar. A pesar de todo, Shagar se las arregló para, con cuidado, adelantarse un par de metros y mirar hacia el patio, llegando hasta el límite que le permitía el paso, sin despeñarse..más adelante de él, sólo había vacío. El paseo ya no continuaba más, ni siquiera la muralla. Un gran agujero, de unos seis u ocho metros, les impedía seguir. 

Levantó una mano hacia la puerta, sin mirar, e hizo una seña que podría significar "silencio"-"agachaos" o varias cosas más. 

Al poco de salir, pudieron observar que desde ahí se veía el interior del castillo con más facilidad que desde el lado contrario, pues allí no había ninguna torre que les molestara. Tras un par de minutos observando, y mojándose bajo la lluvia, pudieron ver que varias figuras se movían con cierta "furtividad", pero no la suficiente como para que no se les viera..sobretodo porque estaban más atentos a lo que sucedía fuera, que dentro, para suerte de ellos. 

De momento, Tymora, seguía de su lado. 

Un trueno volvió a retumbar en el cielo. 

En lo alto de la torre, pudieron ver las dos figuras agazapadas que miraban hacia ellos, pero no pudieron distinguir la figura de la Elfa (Lauriel).**

Ajeno a lo que veía Shagar en el exterior, Sapo se preguntaba por qué mandaban salir a contar precisamente a quién no sabía hacerlo más allá del número tres. Ni siquiera sabía contar hasta diez usando los grotescos dedos de sus rudas y callosas manos así que la información que pudieran darle a su cliente iba a ser poco fiable. En su escondrijo se aseguró de que la ballesta permanecía cargada y esperó a que sus compañeros decidieran qué hacer a continuación. Esperaba que alguno con algo más que serrín en su cerebro saliera, contara y pudieran irse de allí de una vez por todas.

¡Panda de cobardes! De acuerdo, ya sigo yo a mi hermano...-dijo, viendo que nadie más se aventuraba a ser el segundo.

Estragón salió al exterior. El viento no hacía gran efecto en un semiorco de su corpulencia, pero la lluvia le calaba los huesos. Al ver a Shagar tan alejado, en el otro extremo de lo que quedaba de muralla, trató de acercársele haciendo equilibrios y escurriéndose por el paso estrecho entre los escombros. Al llegar hasta él, la barriga del hermano gordo chocó con la espalda musculada del hermano fibroso. Estragón le sujetó de la cintura, para que no cayese al abismo, y la mirada de ambos siguieron a una diminuta piedrecilla empujada por la bota de Shagar hasta el borde, cayendo allí donde la muralla semiderruída acababa abruptamente.

Perdón...

Con el sonido de la tormenta, su hermano no pudo escuchar la disculpa. Estragón retrocedió un paso, y ante la señal de Shagar quedó mudo. Observó. Contó. Ocho. No eran muchos más de los que lograron reducir en el bosque para recuperar el Crisol de Freya. Con la sorpresa de su lado, podrían acabar con los dos orcos que vigilaban el paso entre la iglesia y la torre en un paso. El que cuidaba de la diagonal caería en el segundo envite. Quedaban así cinco orcos, de espaldas al patio, en lo más alejado de las ruinas, en lo que si todo salía bien sería el tercer ataque por sorpresa.

Sopesaba las posibilidades de tener un combate desde la posición de la muralla. Por el resquicio de la puerta veía el ímpetu de la tormenta, sufriendo un escalofrió solo al pensar en ella. -"Bueno, si el viento acompaña fuera es posible que podamos atacar desde arriba en caso de necesidad, aunque veo más probable que nos tengamos que defender, y eso si esta tormenta es lo que debiera y no impone una siniestra voluntad propia e indómita a la batalla que tuviéramos que librar fuera."

Se acerco de forma furtiva a la puerta, y salia al exterior a observar que podía ver desde allí, a penas consiguió ver a los hermanos, para luego centrarse en el resto de la fortaleza, en el azar de ahora imponer su voluntad a la estruendosa tormenta en la que se veían envueltos, en un intento por recabar todos los datos que pudieran entre los que estaban en el exterior de la muralla. -"Lo que unos no ven, pueden usarlo otros."

Al ver a Eco aventurarse al exterior con tan poca meditación se apresuró a asomarse tras él. Miró fijamente las engañosas ruinas de la muralla que sostenían a los hermanos orcos. Suspiró. Bueno... de todas formas, si puede resistir el peso de los orcos, no hay de qué preocuparse. Salió al exterior de la muralla tras Eco y miró en derredor. Su afilada vista contó ocho orcos repartidos por el patio. Al frente deberían estar Lauriel y los humanos. Hizo un marco con las dos manos y lo acercó y alejó repetidas veces. ¿Era demasiada distancia? Se inclinó hacia Eco y susurró: Cuando hayáis acabado, volved. No creo que podamos hacer nada desde aquí; y después, volvió a la torre, escurriéndose algunos mechones más largos.

A pesar del viento y de la lluvia, pudieron contar los Orcos sin demasiados problemas. Los hermanos supieron que si uno sólo de los vigilantes se giraba, eran carne de cañón, pues estaban demasiado expuestos y ellos los verían tan bien como ahora mismo los hermanos los contemplaban desde su precaria posición. 

La suerte quiso que ninguno mirara hacia el interior del castillo. 

Sin prisa, pero sin pausa, volvieron al interior de la torre, donde pudieron intercambiar opiniones. Shagar dijo "Yo digo que bajemos y los matemos a todos. Primero los que están al lado de la torre." 

Galdar no había salido, y miró con intensidad al gran Semi-Orco. "Por mí no hay problema."

Justo antes de entrar a la torre, el Humano se percató de una cosa. 

Había una ligera luz que salía por debajo de la puerta de la torre debajo de donde estaban Jerinor y Hathol, la de enfrente.

Allí dentro había alguien. Alguien que necesitaba luz....o simplemente, alguien que tenía frío. Pero era indudable. Había visto el resplandor de una tenue luz por espacio de unos segundos. Ahora ya no la veía, seguramente hubiera sido la luz de una fogata o chimenea interior que estaba siendo alimentada o algo similar. 

El regreso de Estragón trajo por fin el ansiado número que la metódica mente de Sapo necesitaba para relajarse un poco. 

Ocho.

- Ufff.- Respiró aliviado en su escondrijo. Al menos ya podían irse con la conciencia tranquila. Habían cumplido su parte del trato. Sin embargo el menos listo de los dos hermanos quería derramar sangre y, lo peor de todo, es que Galdar parecía estar de acuerdo. Desde luego Sapo le preocupaba su integridad física. Era el más pequeñajo de todos los allí presentes y, lo que le hacía grande, sus ilusiones, estaban prácticamente agotadas. Aún así podía hacer alguna cosa si llegaba a darse la situación de peligro. Con los ojos saltones abiertos de par en par esperó a ver qué decidían los demás. La mente de Sapo trataba de calcular probabilidades pero el ruido ambiente provocado por la tormenta aturullaba su mente. Si al final seguían el "elaborado" plan de Shagar y atacaban él se quedaría en un segundo plano y trataría de intervenir en el momento apropiado.

No hay problema.- La voz de Galdar resonaba en su cabeza como un eco que no perdía fuerza. Pues Sapo veía cientos de problemas pero no era cuestión de enumerarlos y hacer una lista. Le entró una risa irrefrenable y nerviosa.- Jijiji...jiji..ji