Partida Rol por web

La misión había dado comienzo. A pesar de los consejos de la consejera de su futuro rey, el grupo había decidido permanecer unido. Así serían mucho más fuertes, pero si la cueva era pequeña, más bien se entorpecerían unos a otros y tardarían el doble en encontrar a sus compañeros arqueros. En cualquier caso esa fue la decisión que tomaron, aunque aún estarían a tiempo de dividirse si querían.

Los seguidores de Heironeus tomaron la dirección que su consejera les había dado. Pero cuando llevaron un largo recorrido comprendieron que desconocían la posición exacta de la guarida de los kóbolds. Les comentaron que había cuatro posibles aberturas, pero desconocían dónde se hallaba cada una. 

Quizá podrían buscar algún rastro en el lugar, o quizá reconocer la zona fuera suficiente. O quizá terminarían perdidos y dando vueltas sin saber por donde moverse.

Trevor no sabe a dónde van ni a quién tienen que rescatar, pero sí ha oído algo de Kobolds. No son criaturas muy fuertes, le daba pena matarlas, pero si habían causado algún daño les partiría el cuello con sus propias manos, como si fuera una rama seca de olivo. ¡Clack! ¡clack! iba susurrando el semiorco mientras caminaban por las llanuras. Los que a su lado estaban lo miraban con ojos extrañados.

clack...clack...

El maestro-tutor de Trevor, Ser Elliot McGallagher de Heironeus, le enseñó maneras de conducta, lucha y muchos consejos de tácticas... realmente había sido siempre un padre para él, aunque a pesar de su ceguera no pudo enseñarle más. Como por ejemplo cuidar su imagen, leer y escribir, o desplazarse por el mundo...

clack clack...

Con lo cual Trevor aprendió él solo muchas cosas útiles para la vida... como era así perseguir a todos los maleantes que se acercaban a su pueblo.

clack, clack, clack...

A veces se perdía en los bosques, pero eso no importaba... el paladín sabía que aunque Trevor llegara tarde, siempre llegaba a casa. La mayoría de las veces lo hacía con un botín de bandidos. En una ocasión trajo la cabeza mutilada de un enemigo. Con ello consiguió una reprimenda terrible del Ser. A partir de entonces, el bárbaro mostró más respeto por sus enemigos recordando la frase de su mentor:

Si no respetas a tus enemigos, te convertirás en uno de ellos. Un ser despreciable. Apuesto mis brazos a que no quieres mi desprecio hijo mío.

 De repente Trevor se calló. Avergonzado por ir cantando la canción de "los cuellos rotos". Sus enemigos no merecían tal cosa, quizá sólo su espadón. 

¡ZAS!....ZAS.....ZAS...

Por fin habían salido del castillo, y Wayra se sentía mucho más cómoda, sin tanta formalidad ni desparpajo de los que solían estar rodeados los castillos, al salir del castillo respiro hondo, como si de alguna forma la estancia anterior le hubiese robado algo de oxígeno.

Con la salida del castillo, la anciana que había traído la información de los aliados cautivos, no había quedado muy conforme con la decisión del príncipe de no seguir su consejo de separar el grupo, realmente la joven humana no sabía mucho del príncipe, pero tenía la fe puesta en que lograra ser el quien con la ayuda de este grupo y la suya, triunfara en esta guerra

A cada paso que daba y la alejaba del castillo, Wayra tomaba un aire más confiado y tranquilo, de alguna forma sentía que estas acciones tenían más sentido y que empezaban a encausarse a acabar con el asesino de su querido hogar.

le molesto un poco el chirreo de esa cancioncilla desafinada que cantaba aquel semiorco, pero ni eso podría dañar el buen animo que tenia por haber logrado salir del castillo

Después de un buen rato de estar caminado en el grupo se empezó a discutir cual era el lugar exacto al que llegaremos, para descubrir que en realidad ninguno de nosotros conocía con exactitud la posición de la cueva.

Wayra medita un poco sobre esto y piensa, en la estancia en la cofradía del viento rojo tenia miembros que habían recorrido todo el reino y era común que compartieran historias, leyendas y hazañas de todas partes, se preguntaba si habría escuchado algo sobre estas cuevas con kobolds por esta zona.

lo pensó por  un rato, pero no le sonaba de nada una cueva con konbolds por el lugar.

Luego de un rato se le ocurrió que quizá pueda usar una de sus mejores agilidades, que es mezclarse en algún poblado para obtener algo de información.

¿Habrá algún pueblo en el camino para llevar a cabo su idea?

Se pregunta mientras mira para todos lados en busca de indicios de alguno

Volte no estaba de acuerdo con el plan de su señor, sobre todo por dos grandes motivos, el primero era que no solía pasar por alto los consejos de un anciano y menos teniendo en cuenta la reputación de Lady Kymara, los años traen con ellos gran parte de la sabiduría de un individuo, cualidad que debe ser muy valorada y tenida en cuenta en los tiempos que corren. El segundo motivo, quizás hasta más importante que lo anterior, era que sin duda no se encontraba favorecida la variable más importante en este caso, la del tiempo. La misma a su criterio sería algo totalmente crucial, ya que ni bien te enteras que dispones de un aliado capturado, no solo tienes que buscar la forma de sacarlo de allí sino cuál es el método más rápido posible, de lo contrario aquellos fieles podrían encontrarse con un daño un tanto “irreversible”, cosa que a Volte lo estremecía.

A pesar del razonamiento anterior y el mal sabor de boca que tenía desde la reunión en la corte, el paladín opto por contenerse y permanecer callado, no tenía intención alguna de generar más altercados, después de todo quien dictaba las ordenes era el príncipe y desde un comienzo Volte le había jurado su espada.

“No romperé un juramento, debo tener fe en el plan que nuestro dios nos tiene preparado”.

Varios minutos pasaron y Volte intentaba seguirles el paso a sus camaradas, lamentablemente se encontraba realmente cargado por varias utilidades que él consideraba muy necesarias en situaciones impredecibles como esta. Finalmente, el grupo se detuvo, al parecer habían alcanzado el lugar de la explicación más general y ahora debían dar con alguna entrada o pista que les permitiese seguir avanzando, ante esta situación Volte se permitió apoyar su mochila en el suelo para descansar un poco los hombros y volvió a observar a sus compañeros. A primera vista todos parecían trabajar por su cuenta, salvo por una sola y para él esperadísima excepción.

“No me extraña que fueran ellos, después de todo, aunque no haya podido demostrar mi punto creo que mi instinto no suele equivocarse”.

Volte se acercó a Lyzala y su lobezno Logan, el gran cachorro parecía ayudar a su compañera con su sensible nariz y aunque Volte no entendía lo que el mismo parecía transmitirle, ella se encontraba completamente conectada a su cuadrúpedo amigo.  

- Permiso, permíteme sumar un poco de mi esfuerzo a su excelente equipo, rompió el hielo Volte en dirección a la druida, con un rápido movimiento gracias a que ya no estaba tan cargado se puso a la par de esta y aunque cabe destacar que no era un experto en el área, desde el comienzo intento sumar su granito de arena sin entorpecer el excelente trabajo que hasta ahora venía realizando aquel dúo natural.

El príncipe decidió finalmente que se encaminaran todos juntos hacia la supuesta guarida de los Kobold. A decir verdad, todos iban muy callados, claramente por los cruces de palabras que se desarrollaron en la corte.

El único que emitía sonido alguno era Trevor, que extrañamente sólo decía “clack clack”, el semi orco parecía ensimismado en sus pensamientos.

Al parecer ninguno de los presentes tenía idea alguna del paradero de los capturados o como llegar hacia ellos, sólo restaba ponerse a seguir algún tipo de rastro que hubiera en el suelo o las paredes.

Lyzala por tanto miró a Logan que marchaba a su lado a paso firme y pensó: “Bueno compañero, es hora de lucirse”, aunque simplemente lo hubiera pensado, de alguna forma el lobo la había entendido, ya que abandonó su posición al lado de Lyzala, avanzó unos pasos y comenzó a olisquear el suelo.

Comenzaron así ambos a buscar alguna pista que los acercara más a la ubicación deseada, algunos por su cuenta intentaron dar con algún indicio del camino, pero sorprendentemente sólo uno fue quién se acercó a Lyzala para asistirla, Volte. Aunque las habilidades de la druida y Logan eran muy buenas, la ayuda nunca estaría demás y siempre sería muy bien recibida.

“Te agradezco la ayuda Volte, cuántos más pongamos nuestro esfuerzo más rápido encontraremos el camino para poder ayudar a los arqueros”.

Las intenciones de Volte fueron buenas, pero desafortunadamente no fue de mucha ayuda para Lyzala, aunque más allá de eso, claro estaba que Lyzala siempre apreciaría y recordaría la amable actitud que el caballero tuvo para con ella.

Continuó así con la búsqueda mientras que un solo pensamiento rondaba su mente: “Esperó que no lleguemos demasiado tarde…”

Presentía que Hextor andaba cerca, pero cuánto era algo que no podía averiguar de ninguna forma, desgraciadamente, antes que mi hermano tenía otro problema encima. Sabíamos que la cueva de los kobolds andaba por aquí, pero dónde exactamente era un misterio que debíamos averiguar.

- ¿Deberíamos separarnos en una línea y buscar rastros?

Pregunto ante el comentario de la mujer del lobo, evidenciando que no tenía mucha idea de cómo buscar un rastro y traspolando la teoría de cómo actuar en el supuesto de estar buscando a alguien desaparecido.

Siguieron el rastro encontrado, parecía muy ligero y tenue y las pisadas no correspondían a los kobolds, aquellas pisadas llevan hechas desde hace mucho tiempo pero el barro seco las había solidificado y llegaban hasta una grieta en la cueva. El lugar correspondía con lo que les ha dicho Kymara. La mujer no estaba equivocada pero era extraño pues si verdaderamente aquello era una entrada parecía que estaba bien escondida y era posible que ni si quiera los kobolds la conocieran. Con suerte no tendrían que enfrentarse a ellos y lograrían rescatar a los arqueros antes de lo que esperaban.

Pero eso sería con suerte, quizá aquello era una trampa o simplemente se dirigieran a la morada de alguna otra criatura o quizá La Anciana les hubiera engañado. Fuera lo que fuera no podían quedarse de brazos cruzados.

Tomaron la grieta y haciendo quizá algún que otro malabarismo, poniendo algún que otro pie sobre alguna roca resbaladiza lograron entrar. 

En efecto aquello era una cueva pero tras andar varios metros por lo que parecía un pasillo construido en la roca viva de la montaña se toparon con que no conducía a ninguna parte.

Trevor siguió a la comitiva a través de caminos rocosos hasta encontrar una entrada en la montaña. En aquel instante todos avanzaron en silencio: el peligro se podía olfatear en el ambiente y no hacía falta comunicación para expresar lo que todo mundo palpaba. 

El semiorco iba siempre el primero si podía, desconocía el camino, desconocía las trampas que podría encontrarse, desconocía tantas cosas... pero si había algo que sí sabía era que su constitución era formidable. 

Si caían en una emboscada su piel podría aguantar 2 o quizá 3 apuñalamientos antes de sucumbir, eso era si él o sus compañeros no mataban antes al atacante... 

Cuando llegaron al fin del pasillo se toparon con una pared. Mmhhhh... comenzó a pensar sus palabras el semiorco. Cada vez que hablaba le costaba un mundo intentar expresar sus pensamientos. ¿Alguien opina que quizá sea una entrada secreta?

De manera infructuosa el bárbaro palpaba la roca y dio unos ligeros golpes con el pomo de la espada para saber si la pared estaba hueca. Luego puso la oreja en la roca durante unos instantes.

toc toc... ¿Hay alguien ahí? Dijo tras echarse a reír. Por algún motivo, tal acción le hacía especial gracia.

Volte se acercó como pudo, llevaba muchas cosas encima y el espacio era realmente reducido, sin embargo, al igual que el resto terminó por ingresar al recinto, en el cual nuevamente las interrogantes fueron las protagonistas. Mientras unos dudaban en la veracidad de las palabras de Lady Kymara, otros apuntaban a la teoría de que obviamente se encontraban dentro de la morada de una criatura diferente al objetivo, de igual forma, todo este debate no logró abstraer al paladín de sus propios pensamientos.

“Creo que si algo se sobre los Kóbolds es que estos son mayoritariamente malignos, obviamente debido en gran parte a su comportamiento sádico usual, malditos cobardes”.

Fue pensando un poco sobre todo eso lo que finalmente llevó al joven humano a “realmente” observar el lugar, esta vez a través de los ojos de su dios, esa mirada que le permitía ser capaz de captar el mal donde sea que se encuentre para así intentar fervientemente erradicarlo de las raíces. Y así lo hizo, se concentró, se concentró un poco más y un poco más aún, logrando que las voces de sus camaradas pasaran a ser solo sensibles susurros lejanos, pues era ese estado de serenidad total el que le permitiría detectar la ubicación del enemigo si es que este se encontraba cerca.

“Confío en ti desde el día en que me elegiste, permite guiar a mis compañeros en la dirección correcta”.

Lyzala intento liderar al grupo lo mejor que pudo, de alguna forma al fin y al cabo todos terminaron por ayudarla aunque la inquietaba el silencio que se producía mientras avanzaban, más allá de los ruidos del ambiente y que se daban debido al movimiento, el grupo no se dedicaba muchas palabras entre sí. No sabía si se debía a la tensión en la corte o si simplemente se debía a que estaban todos concentrados en llegar al objetivo, pero a opinión de Lyzala faltaba comunicación.

Llegaron a lo que parecía un callejón sin salida, una pared les impedía avanzar, el semi orco preguntó si era posible que se encontraran frente a una entrada secreta e hizo lo más lógico posible, puso su oreja sobre la pared para intentar escuchar si había alguien del otro lado, puede que estuvieran en el lugar equivocado, pero la verdad es que habían sido enviados sin siquiera mucha información.

“Desconozco si nos encontramos en el lugar correcto, aunque los rastros llevaban hasta aquí…”

Se mantuvo parada pensando mientras que Logan olisqueaba todo, pero al parecer su peludo amigo tampoco lograba dar con alguna pista.

Observó también a sus compañeros, le pareció rara la actitud de Volte, estaba callado y quieto,  lo cual era algo inusual en él ya que solía tomar la iniciativa en todos los asuntos.

Finalmente decidió dirigirle la palabra a Trevor: “¿Has podido escuchar algo?”.

mmmhhh, sí... Dice Trevor cuando la montaraz le preguntó. He oído una voz de una mujer tremendamente bella... Pero ya no la oigo más. 

Era posible que no fuera nada, o que los kobolds se hubieran adueñado de una guarida construida por alguna otra raza hacía mucho tiempo, en ese supuesto, bien podría tratarse de alguna entrada, o más bien salida, secreta para poder escapar en caso de asedio.

- Quedaos algunos fuera y vigilad. No vaya a ser una trampa.

Luego procedo a buscar si en verdad se trataba de alguna entrada oculta.

Trevor se giró hacia el Lord y poniendose lo más firme que pudo dijo: Señor... Como siempre tardaba en hablar, buscando las palabras correctas. Si es verdad que puede ser una trampa... Le suplico que me deje quedar mientras usted abandona el lugar. Sé que su sabiduría le dictamina que es lo correcto... Con estas palabras Trevor ponía en evidencia que su Señor debía obedecer a un protocolo mucho más estricto que su voluntad: el sentido común. Ello decía que el Lord debía permamecer seguro mientras los peones más resistentes aguantaban los golpes. Mis palabras no son un consejo, pues alguien tan simple como yo jamás podrá estar a su altura de inteligencia y sabo-hacer y... Tampoco tengo honor suficiente. Pero sí digo estas palabras para que sepa que no temo morir por Heironeus. 

Esta última palabra no se discernía densi se trataba de la deidad o del humano. Pero tampoco hacía falta cuestionarl en demasía.

El camino había estado muy callado y no  había podido detectar nada especial durante el trayecto, finalmente llegaron a una cueva donde tampoco parecía haber nada interesante se dirige al príncipe después de escuchar su orden y dice.

Príncipe Peirones voy a hacer vigilancia afuera, pero mientras salgo tratare de ver si encuentro algún mecanismo o irregularidad

Dicho esto, Wayra que ya se encontraba un poco aburrida se ofrece a vigilar, pero mientras sale se tima su tiempo para revisar  todo con cuidado.

Cuando este afuera reviso si hay posibilidad de escalar por los alrededores de la cueva.

Volte se encontraba callado y bastante confundido, aunque luego de unos minutos le fue imposible ocultar su cara de completa decepción, sentía como perdían su tiempo en busca de respuestas que a su parecer no encontrarían cerca de allí, pues no había logrado detectar ningún indicio de maldad en el aire. Perdiendo bastante interés por el lugar donde se encontraba, el paladín se dirigió cabizbajo hacia fuera luego de escuchar la nueva orden de su líder.

"Esto es lo que me temía, de haber dividido nuestras fuerzas quizás solo un grupo se encontraría perdiendo el tiempo".

Mientras caminaba hacia la estrecha salida pudo escuchar como Wayra, en el apuro o tal vez por nervios, llamaba al príncipe "Peirones", una sonrisa se dibujo en su cara aunque al instante intento disimularla, sabía que eso no era correcto, pues tanto la joven podría pensar que se burlaba de ella o aun peor, el propio príncipe podría sentirse completamente ofendido, más allá de su esfuerzo por contenerse ese nombre le había causado mucha gracia y por suerte lo logró distender de aquel estrés generado por saber que el grupo no se encontraba del todo bien orientado.

“Creo que es momento de ponerse en marcha y ejecutar un nuevo plan, aunque debo recordar que no soy yo quien da las órdenes, se me está dificultando bastante el seguir conteniéndome”.

Finalmente pudo salir del estrecho lugar y despejarse, Wayra ya se encontraba fuera mirando la cueva con detenimiento y parecía pensar en algo, por tal el joven humano decidió concentrarse más en los alrededores mientras que su compañera se centraba más en la búsqueda de una pista, al menos Volte no permitiría que fueran sorprendidos desde uno de los flancos.

"Por más que no contemos con demasiado tiempo, puedo ver que la mayoría se encuentra totalmente comprometido y dispuesto, por ahora no podría pedir más".