Partida Rol por web

Tras las palabras de la anciana, habían tomado la dirección que les había señalado. Habían seguido sus indicaciones, pero aún no habían formado dos grupos tal y como ella les aconsejó. Todavía no se habían separado pues era mucho más sensato encontrar la cueva todos juntos que dividirse.

Pero cuando llevaron un largo recorrido andado se dieron cuenta de que desconocían la existencia exacta de la morada de los Kóbolds. Les indicaron que había cuatro posibles aberturas. Pero desconocíain el lugar de su emplazamiento.

Quizá podríain buscar algún rastro en el lugar, o quizá con reconocer la zona fuera suficiente. O quizá terminaríain perdidos y dando vueltas sin saber por donde moverse.

Después de un largo camino, por fin habían llegado a donde la anciana había dicho, pero entonces fue eminente que la información suministrada por ella no fue suficiente para encontrar la guarida de aquellas criaturas.

Hextor se detuvo un momento para examinar el camino esperando que alguno de sus hombre tuviera mas practica con el ejercicio de encontrar y seguir rastros, de lo contrarío, sería necesario hacer un barrido de toda la zona. Si fueses un Kobold a donde te esconderías? preguntó al segundo al mando en un gesto completamente serio, esperaba que este aportara una idea.

-Kobols, esos andrajosos y desagradables lanza piedras son una plaga, odian las luz del día así que lo más probable es que estén todos reunidos en alguna cueva o madriguera. Mantienen sus guaridas llenas de trampas, pero son unos debiluchos, mi pueblo los combatió miles de veces, son como ratas, parece que nunca se terminan.

-Lamentablemente nunca fui bueno rastreándolos, pero eso sí, puedo detectar sus tontas trampas a kilómetros y desactivarlas con facilidad, hice muchas veces esto en mi pueblo.

Dice mirando al príncipe, dejando notar en su rostro todo el repudio que le tenía a estas criaturas, a su hermano le encantaba causarles dolor, pero estos casi que parecían disfrutarlo, él prefería deshacerse de ellos lo antes posible, eran unas criaturas muy desagradables para el.

-Realizare mi mejor esfuerzo por rastrearlos, pero creo que es mejor que alguien con mas habilidad también ayude en la tarea.

Recordando aquellas batallas contra las invasiones de los kobolds, trato de hacer lo mismo que recordaba que  los rastreadores hacían, miro el suelo en busca de huellas, miro alrededor a ver si encontraba algún vestigio de trampas, cuevas o madrigueras.

Tras la última y repentina incorporación, un mugriento campesino que sería carnaza para cualquier enemigo que se les cruzara, caminó en total silencio durante varias horas, rompiendo este sólo mediante algún que otro mascullar, quejándose principalmente de que no les propiciaran caballos. 

Aquellos animales no es que le agradaran, pero tampoco lo hacían los caminos de tierra ni los senderos apartados de la civilización. Aquello era para abraza-árboles y salvajes, no para guerreros como él, un hombre de ciudad hecho para acabar con dignos adversarios a la salida de tabernas y burdeles. Allí..., no sólo le habían mandado a cazar sabandijas insignificantes, rodeado por necios como aquellos gnomos insoportables, sino que encima le hacían buscar la madriguera de aquellas lagartijas hiperdesarrolladas. Las cosas no empezaban bien, pero parecía que querían estropearlas más. 

Sin embargo, él no estaba dispuesto. Se había apuntado para matar, y mataría lo que le pidieran, pero no pegaría la nariz al suelo olfateando un rastro cual perro, y mucho menos se dedicaría a explorar los alrededores por propia voluntad. No. No sería él quien lo hiciera. 

Así que sus únicas aportaciones fueron ocasionales gruñidos mientras seguía al resto, nervioso, haciendo girar a su lado un extremo de su cadena cada vez más ansioso y de peor humor. Esperando que alguno le dijera algo para pagar con ese pobre desdichado su enfado e indignación ante la situación en la que se encontraban. 

Entre tanto tan solo encontraron el rastro de algunas pisadas que llevaban hasta una de las cuatro entradas que había en la supuesta guarida de los kobolds. Podíain echar un ojo a aquella entrada o bien buscar otra. También la otra opción era entrar todos juntos aunque resultara mucho más sospechoso y llamara mucho más la atención y allí dividirse. 

La entrada estaba a unos 20 metros de distancia y a medida que se van acercando ttenían una sensación cada vez mayor de que estaban siendo observados.

En su tribu Krugtan se dedicaba a cazar, pero no era él quien buscaba huellas, él se limitaba a golpear la futura comida hasta que dejara de moverse, no entendía practicamente nada de rastreo y no hizo ni un amago de intentarlo.
Alguien había encontrado una de las entradas, pero por algún motivo los demás no se acercaban. Krugtan sería de pocas luces, pero recordaba que cuando el lider rastreador se frenaba era por alguna buena razón. El semiorco afiló la vista, tratando de ver qué les preocupaba a sus compañeros.

el camino fue largo y tedioso pero le ayudó a pasar el mareo que tenía por culpa de los tragos. El no conocía la zona y no era de los que podían seguir una pista sin distraerse, sinembargo lo intentó aunque los resultados fueron obvios. Afortunadamente alguien si había logrado encontrar no solo una pista si no también una de las entradas, se detuvieron antes de entrar a la cueva pensando cómo sería la mejor estrategia para cumplir la misión.

Algo lo inquietaba desde hace rato tenía la sensación de estar siendo observados, aprovechó la oportunidad para mirar alrededor de ellos intentando encontrarse con esos ojos que sentía en la espalda.

Tras encontrar una de las entradas, y sin duda no gracias a él, solo vio una posible vía de acción: entrar. Por eso su respuesta ante la inesperada parada cuando estaban tan cerca fue única y exclusivamente un gruñido jactancioso acompañado de un pisotón en el suelo. No era tonto, ni un bruto salvaje descerebrado, pero dicha sea la verdad, a veces lo parecía. 

– ¿Vamos a quedarnos aquí todo el día? – escupió al suelo –. No me digáis que el plan es buscar otra de las entradas, porque me niego. Hemos andado suficiente, y sólo vamos a cazar unas alimañas, ¿acaso tenéis miedo? 

Contrario a sus palabras, eso sí, se quedó en el sitio, aguardando las órdenes porque eso si sabía hacerlo. Y mientras lo hacía, cada vez más enfadado – lo que se unía a su nerviosismo de antes –, observaba a su alrededor con gesto taciturno, esperando encontrar alguna señal que hubiera motivado aquella parada sin sentido. 

El príncipe escuchó las palabras del gnomo, con cierto escepticismo, y pensó por un momento que debió ser mas especifico a la hora de su convocatoria, no tener a alguien con la habilidad de seguir el rastro de sus enemigos, le podía estar poniendo por debajo de su hermano.

Luego de un gran esfuerzo, se dio con una de las entradas, pero, ¿Era la entrada adecuada? Hextor comenzaba a pensar en otra estrategia, que a muchos no le gustaría, sin embargo, parecía ser muy practica.

-Silencio- dice en un tono neutro, mientras gira la cabeza, solo un momento hacia donde se encontraba Khaine. Hextor miró a los alrededores, aquella sensación de ser observado no le gustaba nada. -Prefería tomar la entrada principal. No sé esto a donde nos conducirá, pero seguro esta colmado de trampas, así que los que le vaya bien encontrándolas, ir adelante. Preparar una linea de defensa para cubrirnos de los ataques a distancia; nos emboscarán a la primera posible. Entraremos todos juntos, si nos separamos, seguro perderemos mas hombres. Aplasten a los mas fuertes e intimiden a los demás. Creo que podemos llegar a un acuerdo con estas lagartijas, nos pueden ser de utilidad.- dice de forma rotunda. Esto no sería una matanza a los bruto, algo de diplomacia podría llegar al final. Si se daban las cosas, los kobolds podrían ser buenos aliados; si se resistían, simplemente los exterminaría a todos.

-iré adelante Hextor, esa es mi área y con mi habilidad para ver en la penumbra será fácil, me asegurare de que no haya ninguna trampa o la desactivare si es el caso, con respecto de llegar a un acuerdo con esas repugnantes criaturas le sugiero que tenga en cuenta lo siguiere, la disputa entre gnomos y Kobolds es milenaria, yo podría tolerar trabajar con ellas, pero dudo mucho que acepten un trato si tiene gnomos en su equipo, sin embargo, quizá podamos usar esto a nuestro favor, si se da la oportunidad, quizá podamos fingir que somos sus prisioneros, estas criaturas no son especialmente listas, y con suerte gracias a eso podara ganar su respeto.

Luego de decir estas palabras, se adelante a la entrada  de la cueva y empieza a inspeccionarla en busca de alguna trampa

La entrada era peligrosa, cuatro kobods estaban montando guardia. Junto a ellos había un lobo que seguramente estuviera allí para dar la alarma al resto de miembros del lugar.

No hay nada que temer, la entrada está despejada.

La entrada era peligrosa, cuatro kobods estaban montando guardia. 

La entrada era peligrosa, cuatro kobods estaban montando guardia. Junto a ellos había un lobo que seguramente estuviera allí para dar la alarma al resto de miembros del lugar.

No hay nada que temer, la entrada está despejada. Y tampoco hay ni trampas, ni animales.

– Quieto – gruñó en dirección al "segundo al mano". 

Pese a que le habría encantado ver como despedazaban al extravagante gnomo, prefería ser él quien quién lo hiciera, y no unas sucias alimañas incapaces de mantenerse ocultas ni siquiera a su escrutinio. Además, si el maldito alquimista se lanzaba de cabeza, alertaría a los vigías, si es que no lo estaban ya, y perderían cualquier oportunidad de entrar ahí.

– Hay al menos cuatro kobolds protegiendo la entrada – dijo al cabo de unos segundos, mientras iba desenganchando su cadena, dejándola suelta –. O entramos con un golpe contundente, o les hacemos salir, pero si dejamos que se replieguen por las cuevas no sólo tendrán la ventaja de conocer el sitio – ^_<<que encima a lo mejor es demasiado estrecho para que podamos movernos con normalidad los que somos más grandes^_>> –, sino que también avisaran a los demás y estaremos en problemas.

De esas sabandijas no sabía, seguramente, nada..., pero la guerra era la guerra, las peleas eran todas iguales fueran la raza que fueran – excepto los orcos, esos eran unos zoquetes que se lanzaban sin pensar a luchar aunque tuvieran que derribar una muralla a hachazos y sortear un foso por el método de pasar a los que iban cayendo en él formando un puente –, y ningún ser medianamente inteligente desaprovecharía la ventaja de su entorno.

Así que por desgracia, o se la jugaban, o tendrían que encontrar otra entrada. Viendo el grupo que tenía a su lado, que eran: bárbaros, guerreros, matones, un granjero..., lo más probable es que se arriesgaran a arrasar con todo, y listo. Por él, al menos, no había problema con eso.

Al ver que en la entrada a la cueva no tiene señales de trampas hace una señal a sus compañeros para que se acerquen mientras dice en vos baja en el umbral de la cueva, ignorando un poco a Khaine y esperando las ordenes del principe.

-Ok no hay trampas por aquí, podemos proseguir

Hextor y su corte se encontraban a unos 20 metros de la entrada cuando empezaron a analizar las variables de como entrar a la cueva. Aquello no sería tan fácil como en principio se pensaba.

Khaine hizo un llamado de parar al segundo al mando, quien se disponía a despejar el camino de trampas e ignorar por completo las palabras del guerrero. En eso el príncipe replico Alto. dice en un gesto muy seco, manteniendo completa calma. No podemos seguir avanzando sin un plan. El problema no son los 4 Kobolds de la entrada, sino, mas bien, el lobo que les acompaña. Seguramente debe estar entrenado para emprender carrera hacia adentro y dar aviso al resto de Kobolds. Lo primero es neutralizar a ese can, pero será difícil a esta distancia. Trataré de acercarme un poco mas. Alguno habla la lengua de esas criaturas? ...Bien, irás conmigo. Hextor marcha junto a su traductor, sabía que los los guardias ya les habían visto, o por lo menos a una parte de ellos, así que era necesario hacer parecer que los Kobolds tenían la ventaja.

Era cierto que si algunos cargaban podrían entrar en un combate cerrado contra los guardias en tan solo un par de segundos, pero era muy difícil ver que había mas allá de la entrada y si era lo suficientemente estrecho, de nada serviría el ser mas que ellos, aún así era una distancia considerable la que había para alcanzarlos y tal vez el terrero podía interferir un poco.

El príncipe siguió con su plan, en ultimas la idea de ser diplomático no era que le desagradara, pero primero debía demostrarle a los kobolds que él y su corte eran muy superiores a ellos. Se prestó de su traductor para decir lo siguiente Soy el príncipe Hextor. Legitimo heredero de estas tierras. He venido a negociar con quien les lidera. No deben temer de mi, les traigo un propuesta que nos beneficiarán mutuamente. dice esperando ganar su confianza y de cierta forma, no era del todo una mentira, salvo que en sus planes estaba matar a vario de ellos para demostrar su poderío.

Krugtan no había visto nada y había comenzado a acercarse a la cueva con paso firme y seguro. Sin embargo tras dar apenas 4 o 5 zancadas el mismisimo Hextor lo detuvo. Krugtan lo miró fijo  durante algunos segundos, luego miró a la cueva y finalmente volvió a mirar a Hextor. Se quedó quieto en su lugar y no dijo nada, pero respiraba pesada y ruidosamente. Estaba intranquilo, impaciente. No entendía por qué tanto temor a unas lagartijas débiles y enclenques. Krugtan estaba seguro de que podía aplastar a 3 simplemente dejandose caer sobre ellas.

La idea de Héxtor, que en parte fue sugerencia suya, ya no le parecía tan entretenida, eso de hacerse pasar por prisionero, pero al fin y al cabo hablaba Dracónico, ya había tratado con esas sabandijas y también se empezaba a aburrir de que nada estuviera sucediendo, así que dice sin sonar muy convencido.

-Príncipe yo hablo Dracónico, y me e comunicado antes con esas criaturas, le ayudare con su plan, por cierto, si necesita que ilumine el lugar solo pídalo.