Partida Rol por web

Que bien amaestrado tienen a ese perro pensó para sí mismo mientras avanzaba atrás de la mesa y sin más que hacer preparo   Su ballesta y se preparó para el inminente enfrentamiento.

Héxtor convocó a un ciempiés monstruoso para que viniera del plano infernal al plano material. Una vez invocado le dio una orden muy clara y era la de no detenerse, pero el ciempiés se topó con aquella puerta y entonces continuó andando al tiempo que daba vueltas a la habitación.

Mientras tanto, Fur se ponía a recoger las monedas que había por el suelo, que sumaban un total de 13 piezas de plata.

Nebiros ya obstinado de tanta demora que no aguanta más así que se acerca a la puerta y la abre

Hextor observó como la criatura convocada ya estaba preparada para cumplir sus ordenes, pero aún se interponía un obstáculo. Pues bien. Habrá que echar abajo esta estupida puerta!* dice viendo como los mas fuertes de su corte, tenían la suficiente capacidad para usar como ariete la mesa que sostenían. Tu, quédate en donde estas, Nebiros!

Volvió a gruñir. Volvían a perder el tiempo. Si por el fuera, habría dejado al gnomo abrir la puerta, y que pasara lo que pasara. Héxtor no lo había permitido; era cosa suya. Así que miró a Krugtan y asintió. 

– Vamos – dijo cansado de todo aquello.

Hextor tenía la mirada fija hacia la puerta, prefería que sus hombres murieran peleando, que a causa de una mugrosa trampa. Derriben la puerta de una buena vez y cúbranse de inmediato! le ordena a Khaine y Krugtan.

Una vez la puerta cediera*, el par de guerreros debería cubrirse y prepararse para avanzar, mientras, el príncipe, se prepararía para convocar a una de sus criaturas del plano infernal para que avanzara a toda velocidad y no perder tiempo haciendo que el segundo al mando buscara mas trampas. Todo aquello, en el caso de que se tratará de un pasillo lo que estuviese detrás de la puerta.

Y en cuanto Nebiros, el maldito y molesto gnomo se apartó, avanzaron hacia la puerta. Allí, acompañado por Krugtan, movió la mesa y golpeó. La puerta, sin embargo, apenas se movió, lo que le hizo gruñir y mirar incrédulo allí dónde había golpeado. Con un sonoro resoplido, se dio cuenta de que en el último instante se había resbalado su mano y apenas había hecho fuerza. Negó y, de nuevo, volvió a golpear con rabia.

Krugtan había estado dormitando contra la pared todo este rato. Solo el último grito de Hextor había logrado despertarlo, y al volver a la vigilia, se le notaba fuego en los ojos como si aún en sueños el orco solo pudiera pensar en destrucción.
Lanzó un grito atronador y cargó contra la puerta, sin embargo Khaine estaba en medio, y simplemente entorpeció su carrera, haciendo que perdiera practicamente toda la fuerza del impulso.
—¡ARGH! ¡PUERTA ESTÚPIDA! ¡NADA FRENA A KRUGTAN! ¡NADA FRENA A HEXTOR!— maldijo con furia asesina—¡MESA ESTÚPIDA! ¡APÁRTATE!— gritó tomando el mueble y arrojandolo sin parsimonia a un costado. También dio un brusco empujón en el pecho a Khaine para tener libre todo el espacio frente a la puerta.
—¡RAAARRRRGH!

Krugtan alzó sus dos brazos por sobre su cabeza y los descargó sobre la puerta como si fuera un gorila. La madera se astilló como si fuera de papel.
 

Retrocedió nada más dar el segundo golpe contra la puerta, y no porque se hubiera cansado o rendido, sino porque de repente la mesa que portaba salió despedida, se deslizó de entre sus dedos con un brusco tirón, y acabó estampada contra una pared. Él, por poco, no acabó igual ante el violento empujón de aquél orco enfurecido, que le apartó de un empujón antes de ensañarse con la puerta haciendo uso de toda su bárbara fuerza.

Gruñó, pero no dijo nada, y simplemente se movió hacia un lado cubriéndose con el brazo ante las astillas que volaban.

el pequeño gnomo parecía tener mas coraje que todos los hay presente al intentar abrir la puerta pero retrocedió por ordenes de Hextro. Al rato Khaine que siempre había echo mofa de su fuerza intento derribar la puerta, cosa que no pudo, Nebiros soltó una una pequeña carcajada disfrazada de tos al ver ese resultado pero seguidamente krugtan le cerro la boca al ver como la puerta que bloqueaba su avance había desaparecido tras su fuerte golpe.

Los aventureros llevaban mucho tiempo perdido en aquella habitación. Fur había investigado la puerta pero se había equivocado*. Aquello no suponía ningún riesgo, ni un peligro, ni nada. Todos conocían el sentido del humor de los gnomos, y muy probablemente había querido bromear con ellos. De lo contrario, nada tenía sentido.

Pues cuando decidieron tomar la mesa y golpearla, ésta se abrió sin ninguna dificultad, sin que saltase ninguna trampa y sin que nada grave pasase. Lo único grave era el tiempo perdido, y que muy probablemente, los arqueros podrían haber sido asesinado o peor aún, muertos de inanición.

Avanzaron por el pasillo que se hallaba ante ellos, más adelante gira noventa grados a la derecha para continuar de frente.

A los pocos metros llegaron a una nueva sala. Sin duda ese lugar ejercía de dormitorio de los kóbolds, pues aunque no hay nadie allí, está lleno de camastros y nidos donde las criaturas descansan. Algunos sacos, pequeñas bolsas y cofres llenan el lugar. También hay algunas jabalinas pequeñas dispersas por el suelo. Por no hablar de los agujeros que hay en los rincones de la sala a modo de letrinas.

De nuevo las posibilidades eran amplias, en la sala había dos puertas, una a cada lado de la habitación y otro pasillo que continuaba hacia el interior de la cueva. 

Por el camino sonrió un poco sonrojado mientras se rasca  la cabeza

-je je je, pues qué curioso picaporte, cualquiera pensaría que poner tanto esmero en la forja de un picaporte en casa de kobolds se trataría de una elaborada trampa.

Dice tratando de justificar su error.

-pues vale, al menos en las demás puertas no parece haber ninguna trampa, quizá sea buena idea dividirnos para recorrer mas rápidamente los posibles caminos, espero su decisión príncipe

sabia que su habilidad con las trampas era superior a la media, pero también sabia que no era infalible 

Hextor abrió los ojos de par en par, al ver como la puerta cedía sin problema. No ocurrió absolutamente nada, esta solo dio paso a un nuevo camino. Ha sido una alarma silenciosa acaso? preguntó el principe para sí mismo.

Luego de continuar el camino y dar finalmente con una habitación, la cara de frustración de Hextor no se hizo ocultar Por qué rayos los Kobolds pondrían bajo seguro esta pocilga? preguntó a Fur, en un tono abiertamente molesto.

Ahora estaban frente a 3 caminos mas, pero el príncipe dudaba mucho que estos conducieran a algún lugar importante. No veo que podamos hacer en este lugar. Esta habitación seguramente conduzca o otros puestos de vigilancia y estos a su vez o otras entradas. aquello sería hacer un rodeo mas, parecía mejor regresar y seguir por la otra puerta. Al menos que quisieran matar a cada Kobold en estas cuevas e ir acabándolos de puesto de vigilancia, en puesto de vigilancia.

Tardo un poco en percatarse de las bolsas cobres y jabalinas, pero al verlas se le ocurre que quizá sea buena idea aprovechar estas herramientas que se ajustaban a su tamaño, se asegura que su ballesta este cargada y lista pasa usar,  toma cuatro jabalinas, guarda dos y después le ofrece dos a su hermano.

-Toma, quizá puedan ser de utilidad le dice en tono serio.

no porque este molesto con su fastidioso hermano, sino porque sigue apenado por su error con la puerta. Luego dirigiéndose al príncipe le dice.

-me parecería más óptimo terminar de revisar este camino, de cualquier forma nada nos dice que los otros caminos no sean tan complejos como este, cuenta un poco la suerte, a pesar de esto no tengo problema en regresar si así lo deseáis.

- pero antes revisare estos cofres y bolsas, quizá podamos encontrar alguna pista

Bien! revisa todo..Incluso esas puertas. el príncipe responde a Fur en un tono aún molesto. Ustedes! no se queden ahí! Ayudenlo. Hexto mira con escepticismo lo que esta próximo a él, moviendo una que otra cosa con su pie o con su ballesta.

Al ver como la puerta se abría sin más, simplemente se giró y echó una larga y amenazante mirada hacia el estúpido gnomo que les había tenido en vilo tanto rato.

– Deja que le mate – pidió en silencio, con un pensamiento, a Hextor, ya fuera el dios al que rendía homenaje de vez en cuando, o al hombre que tenía frente a él y que era dueño de su destino.

Acarició el mango de su cadena, sin apartar la vista de Fur, a la espera de la orden que no llegó, y al final, con un gruñido, no le quedó más remedio que darse la vuelta y recorrer aquél camino, hasta que llegaron a una nueva sala, aquella que parecían las habitaciones de los kobolds. 

Mientras uno de los pequeños y ridículos hermanos se ponían manos a la obra saqueando todo aquello con el beneplácito del futuro rey, que además proponía volver hacia atrás, él mismo se dirigió hasta una de las puertas, y sin esperar la abrió. Esta vez no iba a perder el tiempo.

Una risa burlona se le sale al ver la expresión de su hermano, después de recibir las jabalinas y asegurarlas en su equipo se dirige a la puerta más cercana con su ballesta aún armada para agilizar las cosas. Su paciencia ya había llegado a su limite con tanta espera y la única manera de relajarse era matando algo, cualquier ser vivo servía; mira con ojos depravados a la masa de músculos que se hacía llamar Khaine imaginándolo retorciendo de dolor mientras sostenía sus instentinos en vez de su cadena, sacude su cabeza para no perderse en su imaginación y se dispone a abrir la puerta.

Krugtan emitió un fuerte ronquido que lo despertó de su propio sueño. Había sido un buen sueño. Soñaba que aplastaba cosas, recordaba aplastar una mesa y una puerta. Pero ahora estaba despierto de vuelta y se daba cuenta de que había quedado atrás. Solo.
Al ver que ninguno de sus compañeros estaba cerca, decidió ir por la puerta que en su sueño había aplastado hasta hacer añicos, y que ahora estaba abierta. Esperaba que el resto estuviera un poco más adelante y así fue. Llegando a una suerte de dormitorio común el orco encontró al resto de su equipo, que ya estaba revisando bolsas y demases en busca de algo util.
Decidió que era buena idea hacer lo mismo y comenzó a rebuscar en la habitación.