Partida Rol por web

Se cuentan muchas historias de aventureros que se convierten finalmente en héroes, como con sus armas y sus poderes mágicos logran sin cesar derribar los malignos echos que intentan devorar poco a poco un mundo sin piedad, algunos lo hacen por gloria, otros por riqueza, los hay incluso que los hacen por servir a su dios, el echo es que esa clase de individuos acaban uniéndose para luchar contra la barbarie y las injusticias, dígase que los dioses les ponen en el mismo camino o dígase casualidad lo cierto es como suele suceder, estos seres acaban encontrándose en una taberna o posada...

Llegasteis a la aldea por diferentes motivos, tal vez vuestros pasos sin rumbo terminaron aquí, tal vez oísteis hablar de su famoso plato de carpa con jabalí, o tal vez algo desconocido os arrastro allí, quien sabe.

Aguaclara es una pequeña aldea, constituída por unas 20 casas a la orilla de una lago no demasiado grande, de aguas cristalinas. La gente del asentamiento se dedica a la pesca de carpas y tencas en el lago y a la caza de perdiz, jabalí y conejo en un encinar cercano. Sólo hay un negocio de importancia en el pueblo, la posada que lleva por nombre “La Vieja Comadreja”, que también funciona como almacén general. En ella se puede desde alquilar habitación, comer, beber y pasar el rato hablando hasta adquirir objetos más o menos cotidianos como herramientas, cuerdas, antorchas y, a veces, lámparas de aceite traídas del lejano sur. Por los alrededores se encuentran dispersas multitud de granjas dedicadas al cultivo de tierras arrendadas (principalmente cereal, vid y almendro) y a la ganadería caprina. En general, la gente del lugar es muy amistosa y hospitalaria con los viajeros.

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Los patrona de la posada era una humana de mediana edad llamada Rona, gordinflona, castaña y con cara de pocos amigos. Como ayudante tenía a un joven llamado Dens que a diferencia de su jefa era bastante amigable. La verdad es que hacían una bonita pareja pero no era recomendable decir nada. Nadie querría importunar a Rona.

La primera planta de la posada se usaba de taberna y almacén. Muchos de los clientes eran las propias gentes de la aldea, pero de vez en cuando los viajeros paraban a remojar el gaznate o probar los platos típicos, y incluso hasta se hospedaban allí.

Y hablando de hospedarse... Las habitaciones estaban en el segundo piso. Una escalera colocada en el recibidor de la posada comunicaba las dos plantas. Cada uno de vosotros llegó a la aldea y le pidió habitación al patrón, recibiendo el mismo trato:

Rona renegó un poco y exigió el pago, después de lo cual os mando seguir a Dens. Este subió por las escaleras y lo que os encontrasteis fue un largo pasillo con varias puertas cerradas. El joven humano se dirigió a una, abriendo la puerta e indicando con la mirada que entraseis, dándoos más tarde la llave. La habitación era sencilla, una cama con un baúl a sus pies, una silla y una mesa pequeña. Solo disponía de una pequeña ventana, decorada con unas verdes y feas cortinas.

En ese momento en la posada había siete inquilinos. Cinco eran los aventureros, los otros dos eran una pareja de jóvenes, de unos 20 años. Por las noches la pareja se dedicaba, pues a lo que se dedican los jóvenes novios, pero estos eran además bastante escandalosos.

Gerbo se recostó en la cama mirando el techo, hacia tiempo que no disfrutaba de una comodidad de esta magnitud (literalmente ya que la cama era demasiado grande para el pequeño gnomo) y estaba dispuesto a disfrutarla, puesto que llegar de noche bajo una larga tarde de caminata lo tenia agotado. La habitación no tenia nada de especial, simplemente una  mesa que el gnomo lleno con su equipaje (nunca es recomendable meter las cosas en los baúles, ya que al poco tiempo se tiene que volver a desarmar), una silla, un baúl a los pies de la cama y una sola ventana.

Al rato de que el gnomo se asentara llegó Dens, el joven humano (tanto él como los habitantes del pueblo le resultaron muy amables, a diferencia de su compañera de trabajo que parecía ser extranjera debido a su amabilidad) le venia a alcanzar la llave y a preguntarle que le parecía la habitación, con mucha humildad el gnomo contesto que le resultaba acogedora pero que algunas cosas eran demasiado grandes para el, aunque entendía que era uno de los defectos de ser gnomo en un pueblo humano, el joven se despidió y Gerbo quedó solo de nuevo con sus pensamientos.

Se dirigió a la ventana (subiendose previamente a la silla para poder ver mejor) y quedó maravillado con la vista, un pequeño pueblo del que podía ver 5 casas de las cuales relucían pequeñas luces de lamparas de aceite (si bien había más desde el la ventana solo se veían esas) que daban a un pequeño lago, por sus calles paseaba alguna pareja de enamorados, pero todo era calma, es raro que en un pueblo tan pequeño pase algo a tales horas de la noche. Quizás no fuera una cueva de asesinos o conspiradores, lo que le traería problemas para conseguir un trabajo, pero era un lugar calmo.

En ese momento unos gritos interrumpieron los pensamientos del gnomo, al parecer una pareja de otra habitación, había empezado la fiesta temprano, y Gerbo no tenía las más mínimas ganas de quedarse a escuchar el placer de dos humanos (que al ser más grandes que los gnomos hacen mucho más ruido). Desventajas de mis oidos, aveces me gustaría que fuesen menos sensible pensó en voz alta.

Al darse cuenta que los jóvenes no pararían pronto se preparo para dormir, siempre dejando la pequeña espada a mano (nunca se sabe que puede pasar cuando uno duerme en un lugar desconocido), y tapandose la cabeza con la almohada (de forma que hacia los ruidos menos molestos) cayó dormido.

Llevaba muchos días de viaje cuando llegué a la pequeña aldea de Aguaclara, llevaba días en el camino, en él me había cruzado con mucha gente que me recomendaba la posada de la aldea para descansar y que podría encontrar a alguien que necesitara de mis servicios, aunque el pueblo era pequeño ya se sabe que “los caminos del señor son inescrutables”, también es cierto que la bolsa de dinero con la que empecé mi viaje cada vez estaba mas vacía y si quería contestar alguna de las cuestiones que me atormentaban necesitaría encontrar una actividad lucrativa.

Entré en la taberna  oculto bajo una gruesa capa de polvo del camino, no es que me preocupara la suciedad pero si quería encontrar un empleo necesitaría primero volver a ser persona. Me dirigí a la barra para pedir una habitación.

• ¿Tiene una habitación libre con aseo para un hombre de dios?

La camarera no me dirigió una palabra simplemente miró hacia un hombre que estaba entre unas mesas hablando con los parroquianos, ese hombre se me acerco y me indicó que lo siguiera hacia el piso de arriba; me dirigió hasta una habitación, me dio la llave y me indicó donde me podía asear y el horario de las comidas. Dicho eso se excusó diciendo que tenía que volver a atender a los clientes.

Pase buena parte de esa tarde aseándome a fondo, (me dieron ganas de afeitarme la barba, había vivido mucho con los elfos, esos hombres altos y lampiños, que hasta me parecía mas correcto y apropiado, pero me acorde de las palabras de mi mentora que me decía que la barba era un símbolo de ”mi pueblo” y la dejé en paz) hacia muchos días que no me daba una buena ducha con jabón y limpiando mi armadura, cuando terminé me metí en la habitación cruzándome antes con una pareja de enamorados que tenían su habitación contigua a la mía, es bonito ver como los dioses juegan con nuestras almas y nos unen en su gran juego del amor, me dije mientras los miraba alejarse.

A la hora de cenar bajé al gran comedor para degustar la cena, un plato caliente después de días seria todo un cambio, sonreía como un tonto mientras se acercaba la comida, la comida la traía la mujer rolliza que me “atendió” cuando llegué, al verme la cara se detuvo un momento, me di cuenta por su expresión que debía parecer un muerto de hambre que no tiene para pagar la comida y que se estaba pensando dos veces el servirme, así que puse las monedas encina de la mesa para que viera que podía pagar. Cené como un rey, la gente que me encontré por el camino tenia razón, lo que le faltaba de dotes sociales a la dueña lo compensaba en dotes culinarias. Quizás probando lo que cocinaba es como ella gano sus kilos de más, al pensar esto me salió una fuerte carcajada, JAJAJAJAJAJAJA. Toda la estancia se giró hacia mí, me sonrojé y subí para mi habitación intentando disimular mi vergüenza.

La habitación era pequeña y acogedora, al llevar un rato en la cama tumbado empecé a notar el ruido de los dos amantes que me había cruzado antes por el pasillo. Al escucharlos me entraron ganas de salir al pasillo e irrumpir en su habitación con símbolo sagrado en mano gritando que iba a consagrar su acto de amor.  Mientras colocaba las cosas en la habitación (mochila encima de la mesa con el escudo y la espada al lado de la cama y el símbolo sagrado en la mesa auxiliar a modo de pequeño altar para rezar al comenzar el día) me daba cuenta de la mente retorcida que tenia, no podía permitir tener la cabeza desocupada ya que empezaba a divagar de manera desproporcionada, cosa que no podía permitir. Termine colocando mi cuerda atada a la puerta, a la ventana y por ultimo a mi pie de manera que si alguien entraba en la habitación la cuerda se movería, eso haría moverse a mi pie y por lo tanto me despertaría a tiempo para defenderme de un supuesto ataque. Sumido en mis pensamientos paranoicos me quede dormido con una sonrisa en los labios.

Llevaba ya varios días con la caravana de mercaderes cuando ésta llega a Aguaclara. La caravana era una mezcla de humanos, medianos burras caballos y mulos que transportaban todo tipo de mercancías del sur al norte y del norte al sur. Pocos iban armados y menos sabían utilizar las armas que portaban por lo que se alegraron de poder tener a un mago en el grupo y llegamos a un acuerdo práctico, ellos me llevaban y yo los ayudaba en caso de apuro. Supuestamente me darían alimentos pero casi siempre era yo el que llevaba algo de caza gracias a mi arco, unos conejos, unas perdices,.... Días antes de llegar a la aldea escuché varios rumores en la caravana que decían que algunas de las chicas estaban demasiado interesadas en el elfo, aunque yo nunca provoqué ningún acercamiento algunos jóvenes del grupo empezaron a mirarme con mala cara y decidí decirle al líder de la caravana que me iría en la próxima aldea. Su sonrisa de alivio fue tan grande como los llantos de su joven hija a la que jamás me acerqué. Llegamos a Aguasclaras a media tarde y la caravana decidió continuar su camino, en parte para llegar antes a su destino y en parte para evitar que las muchachas fuesen detrás mía, aunque lo más probable es que lo hiciesen para no discutir sobre dormir en la posada y ahorrarse un dinero.

Después de deambular durante un tiempo por la aldea decidí que era mejor buscar una posada. Garras estaba de mal humor porque en la aldea había mucha gente y no había podido cazar nada y tenía hambre, como yo también la tenía decidí que era hora de conseguir cama ya que se estaba haciendo de noche.

A pesar del tiempo transcurrido desde que dejé mi lugar natal todavía me sorprendía estar con otras razas. Los demás parecían caminar y moverse de forma tosca y a trompicones, como viejos enfermos o torpes idiotas. El olor de las ciudades humanas me llena la nariz de todos los matices del hedor y sus ruidos me truenan la cabeza. Con todo eso en la cabeza le pregunté a un anciano de la manera más educada posible donde había una posada, su risa desdentada y su dedo huesudo señalando un edificio cercano no dejaban lugar  a dudas del lugar.

- La única de la ciudad niño, no tiene pérdida- y se fue murando por lo bajo algo sobre lo idiota que es la juventud.  Juventud!!! Me dieron ganas de decirle que a mi edad el nunca llegaría y mucho menos si no dejaba de beber,  puesto que el viejo iba completamente borracho como pude observar en cuanto le pregunté por la posada. Pero como siempre no me iba a rebajar a su nivel, lo ignore y entré en la posada con Garras pegado a mi.

En cuanto entré un joven con una escoba en la mano le iba a dar un golpe a Garras para que saliese pero en cuanto  me vio a la cara se lo pensó y se dio media vuelta. Me senté en una mesa cerca del fuego, que siempre me gustaba tener cerca y  a Garras le gustaba todavía más, con  lo que le dejé el lugar más cercano al fuego a él. Todavía llevaba la capa puesta me la quité y la dejé a un lado con la mochila y el bastón. Los lugareños se giraron para mirarme, dudo mucho que en una aldea como esta viesen muchos elfos lunares de cabello plateado y ojos azules. La dueña del local no parece muy intimidada y cuando viene es tan maleducada como fea. Le pido la cena para mí y otra para el gato. Estuvo a punto de decir algo pero vio enseguida que le deje la paga de dos cenas completas y se calló. Le gritó algo al chico y se fue. Mientras esperaba me dediqué a rascarle a Garras detrás de las orejas algo que le encanta. Enseguida vino el chico con dos cervezas, una por cada cena pagada y las dejó en la mesa con una sonrisa en la boca y la fraase :

-Espero que el gato  no se la beba toda de golpe - que hizo que algunos parroquianos se riesen de buena gana y que yo contesté con una sonrisa franca. Una vez sucedió esto cada uno volvió a sus asuntos y dejé de ser el centro de atención. Cuando vino la posadera con dos platos de buen guiso de cabra le pedí una habitación, me miró de mala gana y volví a sacar el dinero. Lo cogió como si quemase y gritó al chico que entregase una habitación, cogí mis  cosas y mientras íbamos vi a una pareja de jóvenes humanos muy "enamorados", le pregunté al chico si se hospedaban allí y cuando me dijo que sí le pedí la habitación libre más lejana que  tuviese a la de ellos, me sonrió y me llevó a mi habitación. Allí comprobé que todo estuviese en orden y volví a bajar con mis cosas de nuevo, no me fiaba de la seguridad del local. Nada más llegar de nuevo a mi lugar un enano que parecía medio loco comenzó a reirse en alto con lo que se convirtió en el nuevo centro de atención. Yo me fui a mi sitio terminé de cenar y le puse su plato a Garras, que para mi sorpresa se comio toda la carne y me bebí mi cerveza. Entonces llamé al chico que tan bien me había caído y cuando se acercó le di la cerveza y le dije

- Garras me ha dicho que te la tomes a su salud. El no bebe alcoholé

El chico se fue contento y yo aproveché para irme a la cama. Una vez llegué a la habitación dejé la mochila apoyada contra la silla que puse al lado de la cama y puse la ropa encima  ella, las armas al lado de la mochila y a Garras a los pies de la cama. Cerré la puerta con llave y me dispuse para el trance mientras Garras se queda despierto para vigilar por si hay algún peligro y despertarme o defenderme si fuese necesario.

Decidido salí al mundo exterior más allá de la seguridad de nuestra ciudad bajo la montaña. Por el camino fui encontrando diferentes personajes que compartían dirección conmigo poca gente de mi raza encontré  todos son muy extraños, extraños en tierra extraña, aunque a decir verdad aquí el extraño soy yo . Mis pasos me llevaron hasta Aguasclaras, una pequeña aldea de pescadores y granjeros, allí según lo poco que había conseguido saber era la única pista que tenía sobre el paradero de mi hermano, mi única esperanza de encontrarlo.

En la aldea, una posada parecía ser el centro de todo, así que mi primer paso fue ir hacia allí y pedir alojamiento. La posadera de no muy buena gana al final accedió a alquilarme una habitación, eso si tras cobrar el pago de la misma, quizá fuera por mi aspecto un enano de larga barba negra con cara de no demasiados amigos, eso decían, o quizá fuera por la rudeza con la que hablamos, eso decía alguno de los pocos viajeros. Pero la realidad es que trataba a todo el mundo así de esta forma tan tosca, que contrastaba con el joven muchacho que después saldar la cuenta me acompañó hasta la habitación que había alquilado.

Tras recojer la llave, me quedé un rato en la habitación viendo que no era tan diferente de las demás, sólo esa ventana con vistas al lago que cada vez que lo miraba me daba un escalofrío. Dejé mis posesiones en la habitación para volver hacia abajo para tomar algún bocado, quizá haya que probar ese plato típico que decían los viajeros, pensé, así que tras pedir dos raciones, no quería abusar de la comida, y varias pintas de cerveza me senté en una de las mesas a comer. En medio de la cena, una carcajada hizo que levantara la vista y vi a uno de los de mi raza riéndose a carcajadas, por su aspecto parecía un santurrón de esos. Eché un vistazo alrededor, una pareja de jóvenes que no paraban de hacerse mimos, el enano religioso,  un elfo con un gato en el regazo, antes me pareció ver a un gnomo y otro viajero por ahí pero no estaba seguro del todo. 

Sea como fuere después de la estupenda comida, bien remojada por la cerveza que aunque no era tan buena como la de mi hogar era bastante bebible, tras echar un ultimo vistazo me dirigí hacia mi habitación. Antes sin embargo le di una buena propina al muchacho, Dens a la vez que le decía que le felicitara a la cocinera. 

Al llegar a la habitación lo primero que hice fue cerrar la ventana y colocar el escudo de tal manera que tapara lo más posible las vistas odiaba ese color azul del lago, después cerrar la puerta con llave.Las noches eran largas, y el insomnio hacia presa de mi, y cuando conseguía conciliar un poco el sueño los jóvenes hacían saber a todos los inquilinos la fuerza de su amor. Al menos no duraban mucho pensé.

Por fin sin darme cuenta mis ojos se cerraron, estaba dormido.

Mi madre siempre me había hablado de las carpas con jabalí que hacían en Aguaclara, me había dicho que un día me haría unas, pues en un viaje a este pequeño pueblo había conseguido que le dieran la receta. Tras recuperarme de la muerte de mis padres en la gran nevada del último invierno decidí buscar aventuras, ya que, a mis veintiún años, poco me unía ya al pueblo donde me había criado. Cogí las pocas posesiones que tenía, entre ellas la armadura de cuero, la ropa de abrigo para el viaje, el arco y su respectivo carcaj y mi cimitarra y daga. Desde joven había sido un buen cazador, mi especialidad eran los lobos.

De camino a Aguaclara, que hacía a pie, ya que mi economía no me daba, ni me da, para un buen caballo, cacé un par de conejos y ciervos, y un lobo, del cuál aproveché la piel para dormir algo más cómodo. Al no tener recursos para tratar la piel de la forma debida tuve que tirarla a los pocos días de comenzar el viaje, cuando quedaban ya menos de cinco jornadas de viaje para llegar al pueblo.

Solitario llegué a la aldea, algunos se me quedaban mirando, cosa que no me extrañaba, desde luego una persona cubierta de ropa de abrigos casi en primavera, con la cabeza y parte de la cara tapada era algo preocupante para ellos. ¿Por qué me tapo la cara?, pues para ocultar las cicatrices de mi rostro, una de las cuales pasa por mi ojo izquierdo y otra por la parte derecha de mi frente. Me las hizo un lobo, en un pequeño ritual de iniciación de mi aldea, en la cual teníamos que luchar contra un lobo grande. Si ganábamos seríamos adultos, y nos enseñarían a cazar. Nadie sobrevivía sin salir dañado, algunos morían, otros quedaban marcados de por vida.

Esas dos cicatrices eran mi honor, para algunos una mancha en mi cara perfecta, de facciones angulosas y mandíbula ancha, ojos verdes azulado, labios gruesos. Mi pelo, largo por los hombros, con una trenza en un mechón cercano a mi oreja izquierda, es de color castaño claro.

Para las jóvenes de mi aldea era muy guapo, y me consta que llegaron a pelearse por mí, pero ya no las veo, ni volveré a verlas nunca.

Dirigiéndome a paso rápido a la posada, descubrí mi cara al entrar.

Pedí una habitación a la posadera y seguí al chico que me condujo a ella.

En la cena no hablé con nadie y nada más terminar me dirigí a mi habitación tras despedirme con un simple y educado:

-Hasta mañana.

Ya en mi habitación dejé las armas y la mochila con la ropa al lado de la cama, me metí en calzones en ella, guardé la daga debajo de la almohada y con la mano al lado de ésta, apoyando la cabeza en ella de medio lado hasta la puerta me quedé dormido, aunque los jóvenes retozando me lo pusieron un poco difícil.

Gerbo no entendía donde se encontraba, al parecer estaba totalmente vestido, al lado de el resto de los inquilinos de la taberna que brevemente había visto antes de irse a su cuarto. Cuando empezó a esuchar la voz seguía tan perdido como antes, al parecer alguien había perdido a su hijo y requería su ayuda, y luego le pedía que luche por su vida.

El gnomo no sabía si estaba dormido o despierto, pero al ver a un trío de trasgos no se lo pensó mucho más y empuño la pequeña espada, que brillaba mortal y peligrosa a pesar de su tamaño. Acto seguido miró a sus compañeros y vio que se preparaban para atacar, especialmente lo asusto ver al gato que tenía a su lado, que se veía tan amenazante como grande (a sus ojos)

¿Con que los trasgos quieren pelear? Un gnomo nunca se puede resistir a que sus armas prueben la carne de estos monstruos!

Al abrir la puerta de la habitación, el agradable olor de la taberna en la que tantas veces habia visto a Zarna inunda mis  sentidos, decidido voy hacia ella pero un desconocido choca contra mí y sale corriendo, al girarme para soltarle un buen mamporro veo como el desconocido sale corriendo y yo trás de él, llegamos a la puerta y al atravesarla estoy en una pasarela que salva un acantilado y al otro lado el desconocido que tras descubro que es mi hermano, empiezo a correr y cada paso que doy por la pasarela parece que voy alejandome cada vez más de él que va fundiendose en la oscuridad, todo empieza girar, girar, cada vez más y más rápido, hasta que para de golpe.

Ahora unas extrañas ruinas era el sitio donde estaba, -Pero que clase de brujería es esta! - grité, justo antes de darme cuenta que no estaba sólo tambien estaba el elfo del gato, el gnomo, un humano y el otro enano, y antes que pudiera decir nada más una voz pertubadora se escuchó diciendo cosas que no conseguía relacionar, mientras intentaba no marearme con la mala jugada que me estaban haciendo pasar mis ojos. La voz se calló, tres trasgos estaban allí plantados con sus armas amenazantes.

Extrañamente yo tenía todo mi equipo encima, con el escudo y el hacha a punto, -Bien bichos inmundos quereis pelea, pues pelea vais a tener -digo sumándome a la batalla junto al gnomo.

Garras se quedó alerta mientras mi mente vaga hacia el trance. Inmediatamente mi mente cambia de estado para empezar con los ejercicios que tan bien conoce. El primer ejercicio mental trata de sentir cada parte del cuerpo por separado, un pie, el otro, una mano, la otra un brazo, los pulmones, corazón, así lentamente hasta completar todo el cuerpo. Seguidamente comienza el segundo ejercicio que consiste  en rememorar lo ocurrido durante el día, intentando maximizar los detalles, olores, sensaciones para poder recordarlos mejor y analizarlos en el futuro. De repente siento un tirón en mi mente y comienzo a caer en una cacofonía de imágenes y acontecimientos del día, del mes y de mi vida en general tan rápido hasta que me siento caer y salgo de trance en un lugar desconocido. Garras está a mis pies y tengo todas mis cosas a mi lado. Rápidamente me equipo igual que cuando voy de viaje y le digo a Garras que no se separe de mi lado, dejo el bastón a mi espalda y cojo el arco lo armo. Un vistazo a mi alrededor me hace ver que estoy en unas ruinas y veo a los demás ocupantes de la posada cerca de mí. Uno de los enanos da un grito de sorpresa al que le contesto:

- Al menos nos hemos librado de la joven pareja. Ya no aguantaba sus ruidos

Una voz surgida de ninguna parte nos pide que luchemos y busquemos a alguien, por lo que parece que ya tenemos un enemigo y ni siquiera conozco a mis aliados.

De repente aparecen 3 trasgos en actitud claramente hostil con lo que me preparo para luchar y lanzar un conjuro.

"¿Dónde estoy?" fue lo primero que me pregunté al llegar a aquel lugar, donde también estaban los tipos de la taberna, un gnomo, un mago o hechicero con su gato y dos enanos.

Escuchando aquella extraña voz con atención entiendo que alguien nos pide ayuda, pero en el momento en el que empiezo a reflexionar sobre lo que acabo de percibir por mis oídos veo tres figuras.

Aunque se supone que eso era un sueño, o eso creía yo, los trasgos parecían muy reales, no había visto ninguno, es cierto, pero en mi aldea nos contaban historias sobre esas criaturas para asustarnos.

Uniéndome a los cuatro aventureros me preparo para luchar, llevando una mano a mi arco y otra al carcaj de flechas.

Cerré los ojos y me deje llevar al mundo de mis fantasías, esta vez me encontraba en un monasterio en ruinas, de fondo escuchaba ruidos de voces. Me apresuré hacia ellas para ver de que se trataba, al acercarme pude ver que se trataba de un grupo de tres jóvenes elfas semidesnudas, el sueño de hoy me parece que me va a gustar jejejeje, pensé para mi. Me acerque a ellas con las manos a la vista para que no temieran de mi, -me llamo Bardum y estoy encantado de conoceros, chicas, ¿queréis que os muestre las virtudes de vuestro dios? (en mi cabeza sonaba mejor).

Se giraron en ese momento con cara de asombro y dijeron:

-Corred, es un enano que viene a matarnos…

Me gire instintivamente buscando al enano, hay a veces que ni yo mismo se lo que soy, cuando me giré las elfas ya habían empezado a correr. Las seguí gritándoles en elfo que se calmaran que no quería hacerles daño. Las perseguí entre las ruinas, empezamos a ascender por los pisos de la estructura, por las escaleras les recorte ventaja ya que ellas iban descalzas por un suelo con cristales y yo las perseguía con mi reluciente armadura.

Llegamos a la parte de arriba y ya casi las había alcanzado, justo cuando me quedaban pocos metros para alcanzar a las jóvenes el suelo se resquebrajó y comencé a caer.

Cuando desperté estaba en el suelo en ruinas pero esta vez no estaba solo y por desgracia no me acompañaban las bellezas que estaba persiguiendo, cuando conseguí enfocar bien me di cuenta que era la gente que había en la posada. -¿Qué coño hacéis vosotros en mi sueño?, que sepáis que a las elfas las vi yo primero, eso va sobretodo por ti elfito.

Dicho esto se comenzó a escuchar una voz, en ese momento me di cuenta que no era mi sueño, en mis sueños la única voz que se escuchaba sin salir de ningún sitio era las de mi dios y esa no era su voz. La vos decía algo de salvar a un niño y pasar unas pruebas que nos iba a poner una tal “ella”. Justo después de la voz aparecieron tres trasgos con ganas de jarana, con lo cual me preparé para la batalla.

Los trasgos mostraban sus colmillos abriendo sus grandes y horrendas bocas. Chocaban su maza con el escudo haciendo un ruido seco y metálico, desafiantes. Pero permanecían quietos en su sitio, sin atacar.

Los trasgos pueden ser muy feos, pero no son tontos. Saben muy bien preparar una trampa. Solo Bardum pudo ver como dos trasgos más se descolgaban del techo, a la espalda de Ulkus.

Uno de los trasgos se soltó, aprovechando la caída para golpear con la maza a la espalda de Ulkus. El pobre enano no se esperaba tal cosa y sintió un gran dolor. Ese golpe por sorpresa podría haber acabado con muchos, pero en enano era duro como la piedra y resistió de pie.

Veo caer a los dos trasgos y como uno impacta en mi compañero enano.

me muevo veloz hacia mi derecha buscando la espalda del trasgo mas cercano y lo ataco mientras le grito al otro enano.

-Mata a ese trasgo y ven hacia mi para flanquear a este goblin (en enano).

Bardum atacó al trasgo inmediatamente después de que este toco suelo, pero el trasgo reaccionó bien y esquivó por los pelos el ataque. Luego aprovechando el impulso, intentó devolverle el golpe a Bardum. El enano interpuso su escudo y la maza golpeo el metal, sin daño alguno para su portador.

Otro trasgo observó la escena y se escurrió hacia un lado intentando alcanzar a Gerbo.

-Aaaaaaaaaaaaaaaaarrrgggg!- grito cuando siento un fuerte golpe en mi espalda, que me hace tambalear. Sacudo mi cabeza fuerte de un lado a otro para despejar el repentino dolor, me doy la vuelta y veo como ante mi esta un apestoso trasgo mofándose de lo que me acaba de hacer. Sin pensar más agarro mi hacha y le atizo al trasgo con todas mis fuerzas.

El cuerpo del trasgo cae desplomado sin vida, -La próxima vez te lo pensarás antes de abollarme la armadura-.Miro alrededor para ver la posición de todos los trasgos y veo como el gnomo está un poco más alejado esquivando los ataques del rápido trasgo, inmediatamente voy hacia el enano que se ha enzarzado con el otro trasgo que apareció de las sombras.

Ulkus enfurecido por el golpe recibido destroza al trasgo que le había atacado. Del fuerte golpe, trozos de carne saltan por los aires, manchando el hacha del enano de sangre y vísceras. El trasgo cae al suelo, casi partido por la mitad.

Esto no hace más que enfurecer a los trasgos restantes. Une de ellos se une al intento de flanqueo contra Gerbo, bramando enfurecido. Un tercero, presa de la rabia se lanza de cabeza contra Kylon. Al pobre explorador le pilla totalmente por sorpresa el ataque, y con el arco en las manos no logra esquivarlo. El mazazo le impacta en un costado, rompiéndole un par de costillas.

Con el arco entre las manos y por fin consciente de que esto no es un sueño, que es la realidad me alejo lo suficiente del trasgo que me acaba de atacar, así puedo apuntar cómodamente, pues un disparo a alguien pegado a ti es muy complicado. Cogiendo una flecha y apuntando al trasgo respiro hondo. Mi mano suelta la cuerda, la flecha silva directa al trasgo.