Partida Rol por web

Elvar aguantó la carga de dos de los grandes trasgos que se le abalanzaron. Le tocó el turno de réplica. 

Aprovechando la inercia de la carga, fintó a un lado y dejando pasar al trasgo clavó sus espadas en su espalda. Elvar notó como el hueso terminaba cediendo al afilado filo de las espada y los atravesaba fácilmente.  

Maldita sea su suerte! Ya lo tenía todo planeado, iba a correr hacia aquel cuerpo de trasgo caido, coger su arma y asi prepararse para el combate.

Pero porqué había decidido ese trasgo tan grande ponerse justo en su línea de camino? Solo los dioses lo sabían. Asi que decidió ir con más cuidado, no iba a lanzarse a la carrera para acabar justo a los pies de un enemigo y encima desarmada. Se fue acercando al combate, pero con más precaución.

Cassandra dejó de correr cuando ya estaba lo suficientemente cerca para que pudieran fijarse en ella. A partir de ahí, se movió con cuidado, usando las columnas para bloquear el ángulo de visión de los trasgos.

-Berio, acaba con él por su osadía.-Digo con un deje de asco en la voz mientras procuro mantener mi concentración.-Y colócate delante para evitar que esto vuelva a suceder.

Con su acostumbrado gruñido, el esqueleto descarga un golpe sobre el trasgo con todas sus fuerzas y acto seguido se adelanta un paso.

Pues de momento no tocaba otra que seguir detrás de Cassandra hasta llegar a algún arma.

Continúo corriendo hasta conseguir llegar al pasillo donde se estaba desarrollando toda la acción. Pronto podría arreglar las cuentas con estos trasgos.

Y lo vio. Allí estaba aquel trasgo que curaba a los caídos. Sus ojos se centraron en él, comprendiendo que habría usado algún tipo de hechizo de invisibilidad para permanecer oculto mientras iba convocando a su dios. Galimatías supo entonces que no tendría que tardar en caer, pero en esos momentos tenía frente a él dos amenazas que eran más que evidentes.

Galimatías se enfrentó al trasgo que tenía justo delande de él, pero su camisote de mallas parecía ser más resistente que el resto de armaduras, por lo que ningún golpe logró afectarle.

Medialuna dio un paso hacia atrás, descargó una nueva flecha contra el trasgo que le estaba asediando, pero fue incapaz de atravesar la armadura en la que iba embutido. Aquellos trasgos eran sin duda mucho más resistentes que sus semejantes. Pero Elvar sí que logró encajarle un duro golpe, haciendo que sangrase en abundancia, y finalmente cayese inconsciente al suelo.

Como siempre, Berio protegía a Alexis matando a cualquiera que le amenazase muy de cerca.

Las mujeres liberadas seguían sin decantarse por un bando, pero al contrario que los otros trasgos, ellas habían decidido intervenir en el combate, así que solo quedaba esperar que estuvieran del lado adecuado.

Los pequeños trasgos rodearon a los aventureros, mientras que los otros se dedicaban a atacarles sin darle ni un solo minuto de tregua. Uno de ellos logró alcanzar a Elvar, mientras que el resto fallaban sus ataques contra él y contra Galimatías.

Finalmente el simio se acercó hasta el hombre pájaro, y con un fuerte ataque con su garra logró atravesar parte de su plumaje y hacerle un profundo corte en su pecho. Aquella bestia iba a ser el verdadero enemigo, de eso no había duda.

'Ya está'.

Viendo por fin el camino libre hacia el cadaver de uno de los trasgos, Tisha corrió a despojarle de su arma. Si bien le hubiese gustado quitarle algunas cosas más, sabía que el tiempo apremiaba. Solo esperaba que llevase un arma que ella pudiese usar. Pero, quién no lleva una daga?

La sangre tiñó el blanco plumaje de Galimatías. El dolor casi le cegó, pero daba gracias a su dios, pues aún se podía mantener en pie. Aún herida, su ala seguía dispuesta a seguir golpeando a diestro y siniestro. Quizá el mono fuese una de las amenazas más poderosas, pero los trasgos estaban allí, y eran un incordio. Peor aún, mientras esa fuerza invisible siguiera allí presente, todos se seguirían levantando.

¡Medialuna! ¡Sal de aquí y ataca a distancia! ¡Intenta reunirte con Alexis y Berio! gritó, sabiendo que, aunque arriesgado, ese compañero les había guiado hasta allí, y seguramente sería el que antes podría caer.

Giró sobre sus garras y, con las alas, empezó a golpear al trasgo que tenía frente a él.

Cassandra vió como todos los trasgos convergían sobre los aventureros y aprovechó para salir corriendo de detrás de la columna y trató de usar la siguiente para obstaculizar su visión de ella.

Aprovecho el tumulto para seguir avanzando de cobertura a cobertura, ojala logre poner mis manos en una arma pronto, si esa gente nueva sigue aguantando podemos limpiar esta zona rápido.

Elvar comenzaba a sentirse rodeado de enemigos. Tenía que darse prisa si no quería acabar debajo de un mar de espadas. 

Esta vez no fintó. Hizo dos ataque directos, con la espada larga directa al cuello, mientras que con la corta buscó el estómago. Ese tipo de golpes buscaba acabar rápidamente con el rival, pero por contra dejaba la guardia demasiado desprotegida.

Agarrando la espada con las dos manos y con más voluntad que astucia me lancé directa a por el gigantesco mono, pero estaba claro que me precipité al lanzar el golpe, pues el animal apenas se movió para esquivarlo.