Partida Rol por web

- ¿No habéis oído algo?

Preguntó de repetente uno de ellos a sus compañeros al tiempo que miraban en vuestra dirección, acto seguido uno de ellos se acerca hacia vuestra dirección con las armas preparadas mientras el resto permanece en guardia.

- ¿¡Quién anda ahí!? - pregunta con voz autoritaria - ¡Os encontráis en las tierras de Gedrón Pidra Lunar y si no salís a la luz en diez segundos os consideraremos enemigos de nuestro señor!

A juzgar por su tono, bien podía ser que os hubieran detectado, pero no estabais del todo seguro de ello y el guardi empezó a contar.

- ¡Uno! ¡Dos! ¡Tres!...

Melinda miró a sus compañeros y se llevó una mano al dedo índice para pedirles que guardaran silencio. Aquella mujer paladina tenía la apariencia de una anciana que aparentemente y a pesar de la armadura que llevaba encima, no tendría por qué suponer una amenaza.

¡Disculpad, mi señor! Dijo levantándose a duras penas para después colocar las manos en alto. Mi nombre es Melinda Gotanegra, servidora del dios sol, Pelor. Vengo en son de paz. Dijo tratando de mostrar una aptitud lo menos amenazadora posible.

Alder permaneció a la espera.

Alineea puso los ojos en blanco cuando Alder se delató a sí mismo. La advertencia de los soldados parecía legítima y la sacerdotisa sonrió cuando Melinda se puso en pie y parlamentó. Alineea tenía la impresión que aquella gente no era maliciosa pero nunca se sabía. Sin duda Melinda lo sabría mejor que ella, así que permaneció fuera de la vista y callada.

No todos los miembros del grupo podían calificarse como buenas personas, sin embargo tampoco tenías la sensación de que todos fueran realmente malévolos

Si los guardias confían o no en tus palabras os resulta imposible de discernir, pues no varían en nada su actitud.

- ¡Todos! ¡Seis! ¡Siete!

Al parecer os habían visto a los suficientes de vosotros como para que las palabras de Melinda surtieran demasiado efecto.

Alineea se levanto y clavo su tridente en el suelo.

-Deja de contar humano. Aqui estamos. Somos 4. Ella es Melinda, paladin del dios Pelor, ese es el arquero Alder, aquel es Skuldd y yo soy Alineea Seaborn, sacerdotisa y enviada de Sashellas El Profundo para ser su embajador en las tierras de la superficie.

Es nuestro deseo conocer a vuestro lider. Te agradecriamos que nos llevaras con el.

Alder se levantó con su arco preparado, pero en posición baja. No quería que lo consideraran una amenaza inmediata.

Baja el arma. Dijo Melinda a Arder. Creo que no estamos ante enemigos, no hagas que piensen que nosotros lo somos. Dijo preocupada por la actuación del arquero.

Tengo el arma bajada, vieja. No sé quienes son y ellos están igual que yo, preparados. 

Aún así guardó la flecha en la aljaba esperando ser lo suficientemente rápido para sacarla si tuvieran problemas.

El orco asoma la cabeza quedando patente que va desarmado, aunque no por ello pueda considerársele indefeno.

El guardia con el que estáis hablando termina de contar y baja su arma mientras que el resto permanecen atentos.

- El señor de la fortaleza se encuentra de viaje en estos momentos. El... señor Ingar se encuentra al mando mientras tanto, pueden intentar hablar con él si así lo desea.

Notáis como se ve obligado a matar una risa conforme os anuncia quién podría recibiros, la cual por contra si estalla en alguno de los otros guardias, aunque tampoco dura mucho.

- Sin embargo, me veré en la obligación de requisar sus armas.

Un momento. Dijo Melinda poniendo su mano al frente para evitar que dieran un paso hacia ellos. No sabemos quiénes sois, ni quien es vuestro señor, ni qué lugar es este. Antes preferiría que nos explicases algo más sobre este lugar. Somos náufragos que han llegado aquí por azares del destino, y necesitamos saber quién es aquél que teme por su vida hasta tal punto que pide a sus soldados desarmar a sus visitantes.

Alineea no era ninguna experta en las conductas de los humanos de tierra firme. Mas bien llo contrari pero no le sgutaba la actitud de aquellos soldados.

-Si, no me gustan nada esas risas. Me parece que nos escondeis algo. Si es así, preferimos seguir nuestro propio camino.

Pues como ves las damas no están por la labor de acompañaros. Ni yo tampoco, no queremos conocer a ningún señor y menos cuando nos queréis requisar nuestras armas por ello. Así que dejadnos seguir con nuestro camino que suficiente hemos pasado con nuestro naufragio como para tener que aguantar a lameculos enlatados que se creen algo ante gente indefensa. Y si no estáis de acuerdo... mi señor... podemos discutirlo de alguna otra manera algo más dolorosa.

-No seas idiota, Alder. Si quieres suicidarte, adelante pero no nos metas a nosotros en tus historias. No poenso conbatir contra esta gente si nos dejan ir tranquilamente. 

A regañadientes Alder cedió ante las palabras de la bruja del mar.

Esperaba no tener que decirle ¿lo ves? Te lo dije. Aguardó la contestación de los guardias, aunque por las palabras escuchadas y dichas por él no albergaba muchas esperanzas.

Está bien, que nos dejen en paz y seguiremos nuestro camino como vosotras habéis solicitado.