Partida Rol por web

La vigilia... Un lugar sombrío... Oscuro... Lleno de pesadillas... Aunque, para ti, es tu patio de recreo...

Cuando tupadre es el señor más poderoso de este reino, no hay nada que temer. Tú eres su príncipe y, aunque posees la debilidad de los humanos, esta ha ido menguando gracias a las enseñanzas de tu padre y sus consejeros.

Tu día era normal, monótono y aburrido... Hasta que una gran vibración hizo temblar toda la Vigilia como nunca antes lo habías visto... Con calma, sabiendo que no sería nada grave, pero movido por una incertidumbre anidada en tu corazón, te diriges al castillo de tu padre.

Los innumerables guardias, ya que tu padre tiene muchos enemigos, te abren el paso sin problemas y pronto comienzas a pasar por los diferentes salones, dejando atrás cadáveres, máquinas de tortura y todo tipo de artefactos con los que alguna vez que otra has jugado.

Y allí, en el trono, te esperaba.

- Hijo. - Dice de forma seca y distante. - Gracias por venir, justo en este momento estaba pensando en ti...

Tiene varios consejeros y criaturas a su alrededor, pero todos se apartan cuando te acercas, ya que todos saben de qué eres capaz y que, como buen hijo de tu padre, es mejor no provocarte.

- ¿Qué tal estás? ¿Has matado a mucha gente hoy?

La mañana estaba tranquila, sosegada e incluso aburrido.

Estabas revisando algunos antiguos manuscritos de magia... PEro todo lo que había en ellos ya lo habías aprendido en su día...

La orden de Magus, aunque útil, había demostrado ser bastante poco capaz de actualizar sus registros, ya que estaban movidos por un consejo antiguo y cansado, sin interés de buscar nuevos conocimientos...

Por otro lado, la inquisición tampoco es que se lo pusiera demasiado fácil. Tú tenías su beneplácito por tener el apelativo de Santa, pero aún así, te vigilaban de cerca, sin dejarte mucho espacio para investigar...

La mañana parecía ser igual de improductiva que las anteriores cuando...

Lo pudiste sentir antes de que apareciera... De pronto... Fue como si la magia fuera absorbida por algo y, al segundo siguiente, expulsada de golpe... Y allí, en el cielo... Apareció...

Entre las nubes se podía ver, una gigantesca isla, suspendida en el firmamento, tan grande que las nubes cubrían toda su extensión...

¿Qué era aquello?

Sin embargo... Había otra duda que te asolaba... ¿Cómo ibas a llegar hasta allí? En tu mente resonaban las historias sobre una antigua isla flotante... Pero no eres capaz de concentrarte... La emoción te embriaga... ¡Algo nuevo! ¡Misteroso! Te morías de ganas por ir pero... ¿Cómo? 

Una ráfaga de aire cerró las ventanas en un instante y, las velas que presidían algunas columnas de libros, se encendieron...

De entre las sombras y oscuridad que reinaba en tu biblioteca, una figura encapuchada apareció...

- Vaya... Vaya... - Escuchas una voz masculina. - Si es la famosa Gabrielle Beaumont... ¿Te gusta la isla? - Escuchas que pregunta mirando hacia una de las ventanas cerradas. - ¿Crees que tus amigos te dejarán ir?

La ciudad se había convertido en algo que detestabas... ¡Era aburrida!

Ya habías robado todo lo que se podía robar... Entrado en las fortalezas de los nobles... Forzado sus cajas fuertes... Robado sus artefactos más queridos, vendidos por un buen precio y gastado ese dinero en pláceres terrenales...

¿Qué más podía hacer un hombre? 

Casi como contestando a tus preguntas...

Lo pudiste sentir antes de que apareciera... De pronto... Fue como si la magia fuera absorbida por algo y, al segundo siguiente, expulsada de golpe... Y allí, en el cielo... Apareció...

Entre las nubes se podía ver, una gigantesca isla, suspendida en el firmamento, tan grande que las nubes cubrían toda su extensión...

¿Qué era aquello?

Cuando la joven Ebudan percibió la llegada de la isla, una emoción la embargó por entero, algo nuevo, algo diferente... nuevos conocimientos, más posibilidades de aumentar sus registros y expandir sus conocimientos la esperaban.

Cuando aquel sujeto se presentó en ante ella, no pudo más que sorprenderse, y del sobresalto sus alas se abrieron, preparadas para salir de allí.

- ¿Quien sois y qué hacéis en mi biblioteca caballero? .- Preguntó la joven aún sobresaltada -. No deberíais irrumpir en un lugar al que no se os ha invitado, y ¿a qué vienen esas preguntas?, no es de vuestra incumbencia si se me permite investigar por mi cuenta o no, marcharos si no tenéis nada importante que decir.

Su voz sonaba tajante, el sobresalto se había transformado en determinación y aquel ser angelical se había transformado en el arcángel serio con el que la gente de negocios solía tratar.

Mis pasos son tranquilos , había estado jugando con la gente, o mejor dicho, atrayendo a la gente hacia la querida ciudad de Graven, sabia que con cada piedra que ponían hacia que mi padre estuviese a un paso más de cumplir su sueño, materializar Graven en el mundo real, desde muy pequeño había escuchado sus planes y visto como había crecido la gran metrópolis con el paso de los años.

El gran temblor hizo que me detuviese por un momento, nunca había sentido algo así así que era extremadamente raro, aun así no le di mucha importancia pero decidí caminar rumbo hacia el castillo de mi padre, no me detuve en ningun momento, sabia que ninguna puerta estaba cerrada para mi, nadie podía detenerme aunque sí lo hubiesen querido no lo hubieran logrados, era uno de los seres más poderosos que existian en aquella ciudad y pocas cosas podian pararme...

Por el pasillo no miré hacia ningun lado, conocía perfectamente aquellas salas, habia jugado y habia sido castigado innumerable veces pero de eso hacia ya largo tiempo, finalmente llego ante las puertas de la sala del trono las cuales las abro bruscamente quedandome unos segundos en el umbral sonriendo.

Sabiendo el efecto que había conseguido en la sala caminé con paso orgulloso dejando que mis pasos hicieran eco en las paredes hasta llegar a una posición privilegiada en el trono, entonces me inclino ante Malekith, mi padre...

---Majestad...-digo con voz modulada y perfecta mientras vuelvo a ponerme de frente-Estoy bien, gracias por preguntar, la verdad es que no he matado a nadie, sin embargo he traido a mas gente a trabajar en la construcción de la ciudad y los he dejado bajo el cuidado de Raksasha, seguro que ahora mismo los estará torturando en su mesa probando a ver quien gana la apuesta...

Miré al cielo algo confuso, me paré a pensar y reflexionar unos segundos.

- ¿He tomado setas ultimamente? Nah, y anoche no me pasé con el vino más de lo habitual, puede que me esté volviendo loco, no espera, ya lo estoy jeje. - Hablé conmigo mismo sin importarme que seguía en mitad de la calle.

Aquella isla, era misteriosa, desconocida, seguramente peligrosa, sonaba interesante, además seguro que no soy el único que sentía curiosidad, habrá más gente y gente significa que podré hacer el cafre y causar un poco de caos sano. Necesitaba prepararme, volviendo a mi refugio cogí mi fiel daga, mi multivenenos y mi gabardina, era la hora de aventuras.

Salí corriendo entusiasmado pero de repente caí en algo. Necesitaba más cosas, sería mejor darse una vuelta por el mercado negro antes de marchar a la isla y necesitaba dinero, a ver que bolsillos desprotegidos encuentro por el camino al mercado negro.

A pesar de tus amenazas, ves que el desconocido permanece en su sitio e, incluso, tiene el valor de sonreír.

- Mi identidad es algo que, en este momento, carece de importancia... No tienes que preocuparte por mí, palomita, ya que no tengo la menor intención de hacerte daño... Todo lo contrario, vengo a hacerte una oferta... 

El desconocido comienza a caminar por la biblioteca, ojeando algunos libros con cierto aire de aburrimiento.

- Aunque seas alguien con un potencial bastante elevado, careces de los medios necesarios para llegar a la Isla... Aunque, por suerte para ti, conozco a alguien que sí tiene a su disposición ese poder... Y... De nuevo por suerte para ti, está buscando gente que vaya a esa isla... No te aburriré con palabrería o letra pequeña, ya que el tiempo es un bien escaso en este momento... De manera que... Yo te ofrezco susurrarle un par de palabras al oído a esa persona, para que tú consigas llegar a la Isla... ¿Qué te parece?

Pregunta tendiendote la mano para que la estrechéis. 

-  Hijo... Sabes que no me gusta que no mates a nadie en todo el día... No quiero que, por dejar de hacerlo, sentimientos débiles comiencen a ablandar tu corazón... 

Tu padre se levanta del trono y, con un gesto, te indica que le acompañes a uno de los ventanales del castillo.

- Te hice llamar porque ha aparecido un nuevo juguete en el mundo de los mortales...

Con un movimiento de su mano, el cristal parece oscilar y en el aparece una imagen del otro plano.

- Eso ha aparecido en el cielo y estaba pensado que, seguro, que tendrías curiosidad por saber qué es y qué aguarda... ¿No te pica la curiosidad?

Mientras recopilas algunas "necesidades" para tu viaje a la isla, te das cuenta que, de algún bolsillo, has extraído un extraño pergamino...

Te resulta raro al tacto... además las letras son como muy brillantes.. raras...

Lees en el que se buscan candidatos para subir a la Isla... Pone algo más, pero está en un idioma que no entiendes... 

Lo que sí entiendes es que, para "firmar" dicho contrato, había que introducir parte de tu energía en él...

---Oh, no te preocupes por eso, Padre, antes de que acabe el dia habran muerto muuuuuuuuuucha gente....e incluso me lo suplicaran para que lo haga- digo riendome de manera siniestra mientras le sigo tranquilamente, cuando la imagenes se materializa me inclino ligeramente para observarla mejor, era sin duda el mundo humano, más alla de la Vigilia donde habitaban ellos- Vaya... no sabia que hubieran esas cosas en el mundo humano, he de admitir que me pica la curiosidad ¿cuando hace que apareció?

La chica, ya con ligero aire de despreocupación miró al desconocido y se dispuso a hablarle.

- Y ¿Por qué crees que me debería interesar tal oferta?, me parece de fábula que tu "amiguito" tenga el poder necesario para llevarme a la isla, pero no se absolutamente nada de esa persona, y no voy a ponerme a investigar para una persona de la cual desconozco siquiera el nombre...

La joven Ebudan sonrió y siguió ojeando sus libros.

- Así que, si queréis algo de mí, espero a que me digáis quien os envía, y dejaros de rodeos, que como bien decías, el tiempo apremia.- Le guiñó un ojo al joven, se cruzó de brazos y se quedó mirándole.

''Jum, muy interesante, se confirma que no seré el único desquiciado que irá a la isla'' Pensé.

Sin perder un segundo me dirijo hacia el mercado negro para conseguir algunos venenos a buen precio, mi intención es comprar alucinógenos y que duerman en un principio así como otro que cause parálisis.

Una vez ''tomado prestado sin intención de devolver'' lo que necesite sacrifico los 5 puntos de vida para marcharme marcándome un ''simpa''.

- Apenas un par de minutos... Pero no debemos perder tiempo. Seguro que los humanos ya han puesto sus deseos en esa Isla... Sus tierras están llena de secretos y poderosos artefactos, pero su mayor poder está en el centro. Hazte con la Isla Hijo, y tendremos el poder suficiente para salir de la Vigilia y dominar el mundo de los mortales.

Tras esto te pone una mano en el hombro.

- Así que dime... ¿Harás esto por tu padre?

- Admiro tu insistencia Ébudan... Aunque tus trucos no funcionan conmigo... 

El desconocido parece mirarte bajo la capucha, tras lo cual sonríe.

- Si quieres un nombre... Bien... Te lo daré...

Tras esto hace un gesto para quitarse la capucha...

La oscuridad que rodeaba al desconocido desaparece y una gran luz emana de él, iluminando toda la estancia.

- He tenido muchos nombres... Aunque los mortales me conocéis especialmente por uno... 

El hombre, de alas echas de aire y un alo dorado en la cabeza te mira.

- Uriel... El Beryl Uriel...

TRas esto, vuelve a ponerse la capucha y regresa a su aspecto oscuro.

- He corrido muchos riesgos viniendo aquí, Ébudan... No se nos permite interferir y esto, claramente, viola esa norma. De manera que contesta, Gabrielle, de la casa Beaumont, ¿ayudarás a nuestro elegido a llegar al centro de esa isla o dejarás este mundo a su suerte?

La respuesta se queda en el aire y, tras un nuevo fogonazo, aunque esta vez de oscuridad, el hombre desaparece de tu vista.

Todo ha vuelto a la calma... A la tranquilidad... Pero un gran vacío aparece en tu corazón...

¿Será real lo que has visto? ¿Habrá sido un sueño?

Justo cuando crees que todo ha sido un sueño, en el lugar donde estaba el hombre ves que hay un pergamino. Se trata de una especie de hechizo de transporte, el cual se activa al introducir en el pergamino parte de tu energía.

Y cuando coges el pergamino, ves como la puerta salta por los aires.

En el Umbral ves a tu creación.

- ¡Mi señora! - Grita con cierta desesperación. - ¿Se encuentra bien?

Con rapidez cruza la esta hasta colocarse a tu lado.

- No podía entrar en la biblioteca y me preocupé... Pensaba que podía haberla pasado algo...

Te acercas al mercado antes de abastecerte...

Desde que aquel desconocido se descubrió el rostro y se presentó como Uriel, el corazón de Gabrielle se  paró en seco, y hasta que Lumo no tiró la puerta abajo, no volvió a latir... muchas emociones en un mismo momento.

- Ss s si Lumo, tranquilo... es solo que me acaban de entregar una comunicado de una misión que no podemos rechazar... he de escribir un comunicado de inmediato para enviarle a Damien, hemos de partir de inmediato, y que sea lo que dios quiera.- La chica tartamudeó de los nervios... aunque se recompuso en un segundo, y se dispuso a hacer lo necesario.

La joven se apresuró a la mesa, cogió papel y pluma y escribió un mensaje rápido a su mejor amigo dentro de la organización explicándole el asunto, pero omitiendo la aparición de Uriel, Si el Beryl había puesto en peligro algo contándoselo a ella, no iba a ser ella quien lo echara todo a perder... No intentaba pedir permiso con aquella carta, solo informar de donde iba a estar.

Acto seguido la entregó en la sede de Arkángel y se dispuso a hacer lo que hubiera que hacer para llegar a la isla... si el tiempo apremiaba, era imperante salir de allí cuanto antes. Cogió lo justo y necesario para una aventura, reparó la puerta en un momento, y en su sala de rituales e introdujo la energía necesaria en el pergamino, para aparecer en la isla, junto con Lumo.

---Secretos... que interesante- digo con ojos brillantes y luego miro a mi padre de manera seria y a continuación hinco la rodilla en el suelo- Sabes que puede contar conmigo para lo que sea, sacrificaria mi propia vida para ver cumplido su sueño, cuenta conmigo, haré lo imposible para llegar al centro de la isla y conseguir sus secretos, todo lo demas es secundario- me mantengo con la cabeza agacha unos instantes hasta que la levanto y observo la isla- Supongo,Padre, que ya habias pensado esto pero ¿no es posible traer la isla a la Vigilia? Seria mucho más sencillo para nosotros¿ no cree?

- Sí hijo, ya lo había pensado. Sin embargo, en este momento, es algo imposible. Primero tendrás que hacerte con su poder y, luego, podremos traerla a la Vigilia. ¿entendido?

Tu padre busca algo entre sus bolsillos y te tiende una llave.

- Permite que te haga un par de obsequios para tu travesía... Esta llave, te permitirá llegar al mundo de los mortales... Y, una vez al día, podras usarla para cambiar de plano. También te ayudará a convocar aquel poder que necesites... 

Tras esto, busca en otro bolsillo.

- Este es Mew... - Y de su bolsillo sale una especie de criatura rosada, la cual levita a tu alrededor haciendo ruiditos y se posa suavemente en tu hombro. - Aunque no es precisamente ofensivo, intentará protegerte de lo que pueda... 

Por último, te entrega un pergamino.

- Usa la llave para ir al mundo de los mortales. Allí te estarán esperando un par de acompañantes que te ayudaran. Ignoran tú objetivo y quien eres, de manera que haz eso que tan bien sabes hacer: mentir. Una vez con ellos, usa este pergamino para ir a la isla. Guardalo, porque será tú vía de escape para salir. ¿Entendido?

Y sin más dilación, tu padre te pone una mano sobre el hombro.

- Suerte hijo.

Y tras esto, usas la llave.

Una vez tienes los bolsillos llenos, usas el pergamino.

Al abrir los ojos, te encuentras en una pradera, verde, amplia y despejada, donde, en el cielo, ves la gran isla flotante.

A tu lado hay un joven, el cual te mira con cierta extrañeza...

Parece que los dos habéis llegado allí de la misma forma... Aunque no sabes quien es la otra persona ni qué hace allí exactamente...

El joven pelirrojo, porta en su mano un pergamino similar al que te ha traído aquí, aunque es algo diferente...