Partida Rol por web

EL día estaba despejado, claro y agradable. Una suave brisa mecía las copas de los árboles y, como te habías quedado sin algunas plantas en tu taller, tenías la excusa perfecta para salir a dar una vuelta.

Sabes que hay miembros de Sol Negro encargados de que a ti no te falte nada, pero aún así, a veces está bien salir del laboratorio y respirar aire fresco, ya que elolor a sangre, azufre y vísceras, a veces te cansaban un poco.

De manera que, con una cesta bajo el brazo, saliste a buscar algunas hierbas.

No necesitabas muchas, pero aún así lo hiciste con paciencia, con calma y sin prisa, ya que el sol te sienta bien, aunque por pocos periodos de tiempo, ya que tu delicada piel es muy sensible.

Sin embargo, cuanto te disponías a regresar al laboratorio... Algo pasó...

Lo pudiste sentir antes de que apareciera... De pronto... Fue como si la magia fuera absorbida por algo y, al segundo siguiente, expulsada de golpe... Y allí, en el cielo... Apareció...

Entre las nubes se podía ver, una gigantesca isla, suspendida en el firmamento, tan grande que las nubes cubrían toda su extensión...

¿Qué era aquello?

Os encontrabais en un pequeño pueblo, cuyo nombre muy pronto dejará de importar... Estabais a una distancia prudencial, observando.

Os habían mandado allí para supervisar una serie de experimentos. Se habían creado nuevos monstruos nigromanticos y en algún sitio se tenía que comprobar su efectividad. De manera que, más aburridos que otra cosa, contemplabais la matanza que se estaba desarrollando a unos kilómetros de vuestra posición.

Al principio algunos soldados del pueblo, así como algunos jóvenes con aspiraciones de héroes, habían salido a la calle armados, con la moral alta y dispuestos a sacrificar sus vidas para defender a sus seres amados y a sus vecinos... Pues bien, en cuanto vieron que el número era abrumador, el heroismo comenzó a convertirse lentamente en cobardía... Y así, cumpliendo sus deseos, todos ellos dieron la vida por sus vecinos, los cuales también habían caído ante la pequeña horda que habíais liberado...

- ¿PAra esto estamos aquí? - Pregunto el pequeño muñeco que llevaba Tabida en el hombro. - Que desperdicio... Dar como sacrificio a unos tiernos humanos a unos descerebrados muertos... Si los hubierais sacrificado a los antiguos, ahora seríais el doble de poderosos y podríais reinar sobre el resto... Pero no, habéis preferido dar a esa chusma un sacrificio tan suculento... Cuando los antiguos se levanten no estarán contentos...

Y así, cuando estabais a punto de bajar al pueblo a comprobar el éxito de la misión... 

Lo pudiste sentir antes de que apareciera... De pronto... Fue como si la magia fuera absorbida por algo y, al segundo siguiente, expulsada de golpe... Y allí, en el cielo... Apareció...

Entre las nubes se podía ver, una gigantesca isla, suspendida en el firmamento, tan grande que las nubes cubrían toda su extensión...

¿Qué era aquello?

Neena respiró el aire de aquél campo. Buscar hierbas que le sirviesen le recordaba a sus inicios en la organización. Cuando aún no tenía nadie a cargo. Cuando era ella la que iba a buscar materiales a sus superiores.

Se sentó apoyándose en un árbol, aquellas vistas eran impresionantes e iba suficientemente bien en la creación de aquél encargo como para permitirse el lujo de descansar observando la naturaleza. En algún momento diría que incluso llegó a cerrar los ojos para relajarse. Y aunque no llegó a dormirse, la repentina implosión mágica la despertó de golpe. Cuando miró al cielo, no podía creer lo que veía. Era simplemente demasiado. Una isla en medio del cielo. ¿Por que si?

¿Que era aquello? ¿Se había quedado dormida? Evidentemente, fuese lo que fuese, debía ser estudiado. Sin dudarlo un instante, Neena lanzó un conjuro de Enviar Mensaje a su superior: "Observa lo que ha aparecido en el cielo. Voy a investigar.", decía simplemente el mensaje. No solía enviar mensajes, y sólo lo hacía en caso de que fuese algo urgente.

Como decía el mensaje, Neena se fue a su habitación a esperar el mensaje de su superior mientras empezaba, cuidadosamente a preparar una muy buena equipación para explorar.

En un hermoso día en el que el resplandeciente sol preside el infinito cielo azul, con la única compañía de unas cuantas nubes que dibujan un danzante juego de luces y sombras en la colina desde la que los dos agentes cumplían con sus obligaciones, a media altura de esta.

El suave viento mecía las hojas de los árboles, impregnando la loma con el dulce aroma de los frutos silvestres acompañado del apacible ronroneo de la fronda. Es posible que, cuando cesen los alaridos de terror, sufrimiento y desesperación que provienen de la matanza que se está cobrando las vidas de miles de inocentes a escasamente un par de kilómetros de allí, se pueda decir que en aquel paraje se respira una paz absoluta.

Lubbock se encuentra recostado en el verdoso pasto, con el rostro orientado al cielo. El trazo de su mirada lo interrumpe una pequeña libreta sobre la que, a lápiz, se puede observar un rudimentario plano del pueblecito que estaba siendo arrasado a sus pies, junto a diversas anotaciones escritas con una caligrafía tan peculiar y rimbombante que erróneamente podría confundirse con un mensaje codificado. En aquel momento estaba trabajando en una de las tareas más engorrosas que sus superiores a menudo le encomendaban, la monitorización y evaluación de resultados de los experimentos nigrománticos de clase A.

Y van 45 minutos… Todas las etapas de la invasión se han cumplido con mayor rapidez y eficiencia que en la prueba anterior. –Comenta a su compañera, con voz regular y tono constante, propio de un dependiente que despacha a su quincuagésimo cliente de la mañana.- Todavía quedan poco más de una decena de lugareños correteando por las calles, un pequeño grupo atrincherado en el subsuelo de la iglesia y… una niña escondida en algún mueble de la cocina en una casa al oeste, la de las tejas verdes. –Afirma sin ni si quiera mirar al pueblo- Cada generación es más resistente y letal, pero siguen siendo tan despistados como el primer día…

Es entonces cuando ocurre, la colosal isla se materializa en la bóveda celeste, arrebatándole al sol el liderazgo del que siempre había disfrutado desde que el mundo es mundo. El joven permanece en silencio unos segundos, impactado, hasta que finalmente reacciona haciendo la libreta a un lado, incorporándose y llevando a sus ojos unos pequeños binoculares que extrae de las profundidades de su bolsillo.

Pero qué demonios…

Tabida está que no cabe en sí de la alegría. Se encuentra en un verde prado, junto a su querido Lubbock ¡Y sus amigos están teniendo una fiesta enorme en el pueblo! El día está siendo perfecto, no puede pedir más. Respira el olor dulzón de la sangre que comienza a impregnar el ambiente. Vaya, parece que el viento está cambiando.

Su compañero, con su voz monótona y cansada, le informa de como va la fiesta "¡Yay, un paso más cerca de Paradis Paradis!". Sin embargo, ante el insulto velado que deja caer al final de la frase, frunce el ceño y se dirige hacia él con un tono algo airado, no soporta que se metan con sus amigos.

—¡No son despistados! Hacen lo que pueden, lo que yo les ordeno. Además, según el Libro de los Muertos, página 152, párrafo tercero, línea tres— Mientras cita la bibliografía, no mira ni una sola vez la copia incompleta que tiene entre manos—:"Et resedit qui erat mortuus, coepit esurire, sed intellegentia morta secum est". Así que no seas cruel con ellos, yo los quiero.

Dicho esto, El Rey de Amarillo le increpa, como usualmente hace, su sarta de comentarios sobre los Dioses del Abismo. Es cierto que ella misma se ha sentido atraída por esa religión pero, si están encerrados, será porque no son tan fuertes al fin y al cabo ¿no?. Coge su marioneta y la coloca ante su rostro de manera que pueda mirar directamente a sus dos ojos de cristal negros.

—Escucha, Rey de Amarillo, si no te callas, te aseguro que luego nos vamos a bañar, y creo que esta vez estás muy, muy sucio ¿estamos?

¿Pero qué le pasa a estos dos? Con el día tan bueno que estaba haciendo, y ahora tienen que venir con sus cosas a fastidiarlo. Vaya, hombre, comienza a ponerse de mal humor, quizás le diga a sus amigos que la fiesta ha acabado y que vuelven a casa, así se iba a enterar ese Lubbock, a ver cómo le explica a los Delacroix que no han cumplido su objetivo... Un momento ¿Una niña? ¿En aquel pueblo? Cuando sus amigos se retiren, tendrá que convertirla a ella también en su amiga y pedirle prestada ropa, a ver qué tiene, si es que tiene algo.

Cuando, inopinante, la isla aparece en el cielo, ella no se da cuenta en un principio, tan ensimismada en sus pensamientos. Sin embargo, en cuanto Lubbock suelta el improperio (se chivaría a Arietta), dirige su mirada hacia donde él la tiene clavada... Y se queda con la boca abierta. Con un hilo de voz, susurra:

—Página 1642, párrafo primero, línea décimo octava... "Surget terram mortiis ab nihil, et orb dementiam videt 

Justo cuando lanzas el mensaje ante ti aparece un pequeño destello de luz, tras el cual surge un pergamino de la nada, que se queda levitando ante ti.

Según lo que lees, es una citación de Sol Negro, que te piden que acudas a la base de forma inmediata.

No es la primera vez que ves un pergamino así, aunque sí es la primera vez que te mandan uno. Es una creación del sector mágico de la organización, el cual, al introducir parte de tu energía en él, activa un hechizo de teletransporte que te lleva al lugar indicado.

- ¡Ineptos mortales! - Empieza a decir el muñeco. - ¡Pronto caeréis ante el Abismo! ¡Los Dioses seguro que han mandado esa isla para que destruya todo bajo ella, creando el caos y obteniendo sacrificios suficientes para que mis amos resurjan... ¡Arrodilláis inútiles! - Grita esto último practicamente como una orden.

Mientras seguís contemplando la misteriosa Isla, aparece un pequeño destello de luz ante vosotros, tras el cual surge un pergamino de la nada, que se queda levitando.

Según lo que lees, es una citación de Sol Negro, que te piden que acudas a la base de forma inmediata.

No es la primera vez que ves un pergamino así, aunque sí es la primera vez que te mandan uno. Es una creación del sector mágico de la organización, el cual, al introducir parte de tu energía en él, activa un hechizo de teletransporte que te lleva al lugar indicado.

Sorprendida por la rapidez del mensaje. Normalmente la burocracia era bastante más lenta, al menos cuando les interesaba.

Sin dudarlo se concentra: esta vez usa sus energías propias para alimentar el hechizo. Sabiendo que sería teletransportada, se prepara para la sensación.

El joven ignora las palabras del Rey de Amarillo, siempre le ha resultado algo estúpido hablarle a un muñeco de trapo y la isla flotante no cambia esto. El que no responda tampoco a su compañera es otro cantar, ya que los momentos en los que a esta le daba por recitar latinajos incomprensibles de a saber cuántos siglos traen consigo un largo e intenso debate en el que Lubbock siempre pierde, ya que su conocimiento en ese campo es mucho más límitado que el de la niña, así que asentir y sonreír es mucho más rápido y llevadero.

Al ver aparecer el ingrávido pergamino, se aproxima a él hasta tomarlo entre sus manos y lee el contenido.

Tabida, vas a tener que terminar con esto pronto, nos marchamos. –Mientras dice esto, sus ojos siguen releyendo el papel- Debe haber ocurrido algo…

Espera a que su compañera esté preparada para usar juntos el pergamino.

Tabida chasquea la lengua. Parece que finalmente la fiesta se ha acabado ¡Qué fastidio, ahora no podría renovar su vestuario! En fin, ya estaba fabulosa, al fin y al cabo. 

Respira hondo, mira hacia la aldea y comienza a concentrarse. Puede sentir como los vientos de magia se arremolinan en torno a ella. El escaso vello de sus brazos se eriza y su cuerpo comienza a temblar. Un montón de mentes, un montón de amigos...

"Volved... Volved... La fiesta se acabó"

Respira hondo y suspira satisfecha ante el trabajo bien hecho, seguro que Arietta le felicita a la vuelta.

—Bueno, habrá que ir a averiguarlo— Dice a su marioneta, y estampa un cariñoso beso en el muñeco.

Dicho esto, llama a la criatura que espera tras ellos, tumbada en la hierba...

—Vamos, Tíndalos, bonito ¡Hora de irse!

El enorme can hecho de cadáveres se incorpora sobre sus cuartos y jadea de felicidad, acercándose a Tabida y a Lubbock. 

La niña hace una señal con la cabeza a su compañero apra indicar que está lista.

Una vez introduces tu energía en el pergamino, un sello mágico aparece a tus pies al mismo tiempo que una gran corriente de aire te envuelve. 

Cuando abres los ojos te encuentras en lo que parece una iglesia... La cual está en ruinas, derruida y le faltan algunos muros... El aire recorría su interior de forma libre, sin la atadura de los muros, colándose por rendijas, aperturas y huecos en las paredes... Olía a hierba mojada, sangre y moho... No era precisamente un paraje de paraíso aunque tampoco era algo a lo que no estuvieras acostumbrado.

A tu lado se encuentran un par de compañeros de Sol Negro con los que has podido coincidir en alguna misión. 

Sin embargo, de entre ellos había alguien más que resaltaba... Una criatura no muerta... Mezcla de varias cosas y tan viva que ponía en riesgo su propio nombre. Era la "mascota" de una de tus compañeras, la cual demostraba que estaba bien acompañada.

- Ho... Hola...

Escucháis una voz a vuestras espaldas.

De entre una columna aparece una mujer, de indumentaria escandalosa, acompañanda de un perro y con una calavera repleta de runas en la mano.

- Lle... Llegáis... A... Tiempo...

Su nombre era Promethea y, al igual que vosotros, era un miembro de Sol Negro.

- La... La familia... Delacroix... - Era un miembro importante de la organización, aunque, debido a su rapidez de palabra, se ocupaba sobre todo de investigación y trabajo administrativo. - Os ha... Solicitado... Para una... Nueva misión... 

Se detiene un momento como si tuviera que coger aire.

- Acom... Acompañarme...

Y tras esto comienza a caminar por las ruinas de la iglesia, internándose por un pasadizo que estaba oculto, el cual os lleva a un inmenso pasillo subterráneo con diferentes criptas.

- Supongo... Que habréis... Visto la... Isla... Pues bien... Esa es vuestra misión... - Camina con rapidez y decisión, seguida de cerca por su perro. - Se dice... Que en su interior... Se guardan... Infinidad de secretos... Y de reliquias... Vuestra misión... Será recuperar todos... Los que sean... Relevantes... Aunque... - Se detiene un momento y os mira. - Se dice que... En su centro... Aguarda lo que todo humano... Ansía... - Tras esto continúa caminando. - De manera que... Está en vuestra mano... Decidir... Si queréis recuperar... Los tesoros... O si preferís... Llegar antes al centro... ¿Os queda... claro?

En el mismo instante en el que aparece en aquella ruina, percibe que no están solos y al momento desliza la máscara blanca que guarda en el interior de la chaqueta hasta su rostro, ocultándolo. Solo la niña había pasado tanto tiempo con él y sido lo suficientemente plomo como para lograr que se desprenda de la careta cuanto está con ella.

Escucha en silencio a Promethea, sin perder detalle ni interrumpirla en ningún momento. Se adentra en el pasadizo a la par que sus compañeras, caminando tras la informante. Tras su interrogante, rompe el silencio.

¿Alguna información concreta sobre su interior, o debemos movernos en base a habladurías? ¿Y cómo llegaremos hasta allí?

Neena observa a sus dos compañeros. Está claro que son sus compañeros en esta empresa. Sin mediar palabra observa a sus compañeros, analizándolos de todas las maneras que puede mientras escucha a la tranquila Promethea.

Cuando acaba de analizarlos, continua escuchando a Promethea mientras piensa las posiblidades de sus compañeros. Cuando Promethea acaba, Lubbock pregunta inmediatamente. Dudo mucho que haya mucha más información que estas habladurías. Piensa. De todos modos, espera a que Promethea solvente o no las dudas del compañero.

Tabida sigue a Lubbock muy de cerca. La presencia de Promethea le resulta ciertamente enervante. Esa manera de hablar y ese perro malo que ladraba al pobre Tíndalos... Pero no le quedaba otra si quería obtener las misiones.

Con pasos cortos y rápidos, sigue a la comitiva escuchando atentamente a la mujer. Lo mismo de siempre, objetos mágicos, blahblah, Sol Negro, blahblah... Bueno, otra tarea rutinaria y podría ir al parque de atracciones.

—Yo lo he entendido. Entrar, coger y salir. Fácil— Dice, asintiendo vehementemente con la cabeza.

- Pues... Supongo... Que la Isla... Habrá llamado la atención de más organizaciones... Así que... Puede que os... Encontréis... Con algunas molestias allí...

Mientras seguís caminando, llegáis a una zona más abierta y espaciosa.

- A parte... Se dice... Que la Isla tiene sus propias formas de defenderse... De manera que tener cuidado... En cuanto a cómo llegar...

HAce un gesto con la mano y, en medio de la estancia, aparece un sello en el suelo, muy parecido al que os ha traído allí.

- Yo os ayudaré... 

Ignorada su primera cuestión, escucha los detalles adicionales. Estaba claro que tratándose de un lugar enorme que aparece de la nada y que se dice está lleno de tesoros, no iban a ser los únicos interesados en sacar la tajada más grande posible.

Mientras más enemigos haya y más capacitados estén, mayores serán nuestras posibilidades de éxito. ¿Verdad? –pone su mano sobre la cabeza de Tabida, revolviéndole un poco el pelo y moviéndole el gorro de sitio. El gesto era cariñoso, pero ya imaginaba de más y de sobra cual será la reacción resultante. Con el comentario hacía una clara referencia a la capacidad de la niña para levantar cadáveres, y ganar nuevos aliados a consecuencia.

Se posiciona cerca del sello, esperando.

—¡Cuidado con el tocado!—Grita Tabida, volviéndose a recolocar el complemento y arreglando su cabello.

Cuando vuelve a estar fabulosa (Porque lo está. Siempre.) parpadea un par de veces mirando al círculo mágico. Luego, le hace una seña a Tíndalos para que se acerque, y ambos se posicionan junto a Lubbock.

Sabe a qué se refiere el asesino, y sabe que quiere conseguir siervos. Pero eso está mal. Tabida no es ningún tipo de esclavista, ella sólo hace amigos que le conceden favores.

—La última vez que nos transportaron con un sello de estos, terminé vomitando. Espero que esta vez el hechizo sea menos violento...