Partida Rol por web

Todos dejaron paso a Zack, que se alzó como el portador del ataque más potente. Se quedó al pie de la escalera al ver la situación y de su mano salió volando una carta de su baraja con un sol en ella. La carta sabía dónde tenía que llegar y qué tenía que hacer. Ambos, el hombre de armadura y el zombie gigante miraron extrañados como llegaba hasta ellos y... ¡BUM!

El fuego y la luz llenó la sala unos instantes, en lo que ambos rivales comenzaban a arder. La peor parte se la llevó el hombre, que en el último segundo pareció comprender qué era y se lanzó para proteger al no-muerto.

De sus labios quemados surgieron unos susurros que casi no se llegaron a oir Hijo... Sálvate, acaba con ellos

Pero no le iban a dar tregua, y así lo demostró Relüe. La magia nació de nuevo y los virotes mágicos se impactaron contra el no muerto, que parecía resistir cada uno de los golpes. Y no sólo nacía la magia del semielfo no era la única, Elyzabeth se decantaba por un conjuro de protección.

Hizo acto de presencia Walterly. Esta vez había dejado la espada en su sitio, y se lanzó con las manos descubiertas a por el esqueleto. Los demás vieron cómo la patada del tatuado era bastante efectiva.

El momento más dramático fue en el descenso de Ashlyn. Cuando vio a los zombies, se quedó blanca, como si una maldición hubiera caído sobre ella.

No... ¡NOOOOO! gritó, con lágrimas en los ojos, y se lanzó con la espada en alto a por ellos.

Rannhart siguió a la joven, y tomó posiciones para hacer caso de las palabras de Ely. Alzó su símbolo sagrado y... nada. Un leve destello, que no se podía considerar molesto, nació de él. El anciano sólo pudo preguntarse qué había pasado, o si había fallado a su dios en algún momento para que no estuviera a su lado en ese sótano. Mientras, Broc, se lanzaba también a por el hombre de armadura, pero parecía como si sus ataques fueran lentos y torpes, y el hombre no tuvo ningún problema en esquivarlos.

El ser maligno vio el símbolo sagrado de Rannhart y las palabras de su padre debieron llegar a su escaso cerebro. Decidió que podía ser el más peligroso y, sin dudarlo, fue a por él. Sus dientes atravesaron la armadura de Rannhart, que abrió muchísimo los ojos de la sorpresa, mientras notaba cómo la sangre le abandonaba.

El esqueleto tampoco se quedó quieto y, tras comprobar que la patada no le había roto ningún hueso, sólo se lo había astillado, contraatacó. Sus garras eran rápidas, y sus dientes aparecían por el lugar menos esperado. Walt consiguió esquivar casi todos los ataques, pero en el brazo empezó a lucir un arañazo del rival.

Los zombies se acercaron con ansia a Ashlyn. Ella, que parecía en otro lugar, totalmente ida y desquiciada, no supo defenderse de los ataques. Los golpes de los zombies fueron certeros, pero ella no pareció inmutarse.

Danovich se miró la mano, y esta empezó a volverse negra. Pudo esquivar el golpe que procedía de Broc a tiempo, y puso la mano sobre la recia pierna de él. Broc empezó a sentir como una energía empezaba a penetrar en su cuerpo, como si fuera veneno, y le mataba lentamente.

Zack comprobó que su carta había surtido todo el efecto que esperaba. Así que confiaba en sacar de nuevo una de ellas y usarla en beneficio de sus aliados. El extraño zombie, el más grande de todos, estaba enfrentándose al abuelo estúpido que a penas servía de nada, aunque sí, quizá como escudo humano. El único vivo de sus enemigos se enfrentaba a la férrea defensa de su compañero de piedra, y a él le dejaban con libertad total para seguir usando sus cartas.

Volvió a mover su baraja de una mano a otra, y cuando la tuvo lista tomó dos cartas. En ellas había dibujados dos rayos de fuego que rápidamente lanzó contra los enemigos contra los que se estaba enfrentando Ashlyn. Debía ayudar a su futura amante, si veía lo fuerte que era, quizá algún día podría meterse en su cama.

Elyzabeth comprendió el peligro al que se enfrentaban al ver el terrible golpe que se llevaba el clérigo

-Abuelo, Limítese a contenerlo, en seguida estamos con usted- Dijo a Rannhart para que combatiera a la defensiva. El momento de acabar con el temible zombi aun estaba lejos y empezó a urdir una mentira que pudiera ayudarlos.

Hijo... Sálvate, acaba con ellos.

Danovich había recuperado a su hijo mediante su zombificación y de paso, había dado otra oportunidad a los compañeros de Ashlyn de seguir caminando sobre este mundo...muy a su pesar, tuvo que admitir la joven.

-Danovich: Si de verdad quiere a su hijo, detenga esta locura. Lo que les ha hecho está mal, ¡Diselo Walterly!-Sonrió con crueldad. En realidad Ely lo consideraba una burda chapuza, pero seguro que el tepestaní tenía un dicho más poético para expresarlo.

-Detén esto- Insistió -Y prometo ayudaros a los dos. ¡Puedo devolverle a la vida...De verdad, no esta triste imitación!- Apeló al padre con su voz mas aterciopelada.

-Este enfrentamiento sólo le hará sufrir- Volvió a mentir, pero percibió la desesperación en sus propias palabras...Tendría que emplear otro argumento.

No era fácil hacer sufrir a un zombi, pero la lanza de la clérigo aun guardaba en su interior una fracción de poder divino que abrasaría a la criatura. La joven invocó a sus dioses y propinó un lanzazo al cadáver desde su posición. Después se acercó a Walt para ver sus heridas y dejar hueco al mago para que pudiera ponerse a cubierto detrás de Rannhart.

La situación requería que todos y cada uno dieran lo mejor de si. El tahúr se estaba poniendo al día...aunque solo fuera para impresionar a la rubia, pero sus guerreros estrella parecían necesitar que los azuzasen.

-Walt, ¿Qué le pasa a tu espada?-Preguntó extrañada- ¿¡El señor purista se ha cansado de las decapitaciones!?-

El zombi gigantón parece no parece haberse inmutado excesivamente por el impacto de mis proyectiles, quizás protegido por algún conjuro de su papá.

Creo que ha llegado el momento de replantearse la situación y descartar la idea de parlamentar con el viejo loco o, visto el panorama, terminaremos todos zombificados a la primera de cambio. Además, si no lo hago yo, seguro que Broc acaba por atinarle una vez u otra, aunque, a juzgar por el dolor con que se retuerce el gigante, parece que la magia del sacerdote es peligrosa. Mejor no acercarse mucho.

Allá vamos. Aprovecho la posible distracción que las melosas palabras de Ely puedan causarle para disparar tres proyectiles contra el causante de este desaguisado, a ver si hay suerte, y consigo rematarlo. Hecho eso, doy un paso para seguir cobijandome en el interior del círculo de protección de la clérigo.

Ay... pues mira que a mí me gustaría decapitar muertos... ¡Vaya que si me gustaría, Elyzabeth! Pero hoy tengo el día cruzado, y no me sale la matanza de zombis como debiera. Casi que prefiero dejar la espada en su vaina, un ratito, no vaya a ser que la mala racha continúe y me clave la puntita en el pie, o algo.

Codazo en el mentón, rodillazo en el costillón y puñetazo en el melón...-repasó para sí, visualizando la lluvia de hostias antes de soltarlas contra el esqueleto.

¿Qué?-dijo algo despistado, sin prestar atención-Sí, sí... Danovich, Elyzabeth tiene razón. En Tepest hay un dicho: el vivo al bollo y el muerto al hoyo. Que viene a decir que las prácticas caníbales mejor con miembros amputados de personas vivas, que con carne podrida de muerto en mal estado. Puede que no sea un dicho que venga a cuento para lo que le pasa, señor Danovich, porque en Tepest hace siglos que se abandonaron las prácticas caníbales, pero en un sentido más amplio del refrán, no literal... ¡Es que los zombis no sirven ni para comer!

Codazo en el mentón, rodillazo en el melón y puñetazo en el cos... No, no era así...

¡Me estás liando, Elyzabeth! ¡No me des conversación mientras mato muertos!

Soltó el codo del brazo izquierdo, y la rodilla y el puño del brazo derecho, así, a lo loco, a ver si le daba a algo.

Las palabras de Ely y Walt cayeron en saco roto. Por un lado, Danovich parecía ignorarlas. Por otro, Relüe había dado paso a su naturaleza destructora de humano y decidió actuar. Su varita fue más rápida casi que sus pensamientos, y tres dardos nacieron en ella para morir en el clérigo.

El primer impacto no pareció afectarle. Miró de nuevo a su hijo adoptando una mueca, que bien podía pasar por una sonrisa. El segundo impacto hizo que cayera de rodillas, mientras se llevaba las manos a las heridas. El tercero fue el mortal, el que le atravesó la cabeza y lo derribó para no volverse a levantar... Al menos como vivo.

Para Zack, esa muerte era una más dentro de aquellas batallas. Se movió por el campo hasta colocarse al lado de Broc, y allí hizo que sus cartas volvieran a tomar el protagonismo. Éstas hicieron una danza en el aire al ser lanzadas, pero no llegaron a los zombies que combatían con Ashlyn. Se unieron y de ellas surgieron dos rayos que impactaron de lleno en el cuerpo de las criaturas. Pero no con la suficiente fuerza como para derribarlos.

Tras su fracaso dialéctico, Elyzabeth se unió a Walt en la lucha, aunque a él le gustase combatir sólo. La punta de la lanza de la mujer no fue efectiva, pero sí la descarga sagrada que atravesó y dejó aturdido al esqueleto. Y, aunque la mente y el cuerpo de Walterly no estaban coordinados, su rodillazo en las costillas y el puñetazo en la cabeza fueron suficientes como para descuajaringar al esqueleto para siempre.

Ashlyn seguía afectada, las lágrimas le recorrían el rostro para perderse en el interior de su armadura. A sus compañeros de orden y de armas les habían convertido en aquello contra lo que luchaban. Y, ahora, ella tenía que acabar con ellos para siempre, para que su alma pudiera descansar. No quería pensar, pues si lo hacía sabría contra quién estaba alzando su espada en ese momento. Apretó los dientes al igual que su arma, y consiguió perforar la piel putrefacta del zombie.

Rannhart no quería darse por vencido. Su dios había estado con él siempre, y no entendía por qué le había abandonado en esos momentos. ¿Acaso era algún tipo de prueba? Con el corazón lleno de fe, llegó a colocar su símbolo en la piel del zombie deforme... Pero nada. La luz de su dios parecía apagada, así como su rostro al darse cuenta de la situación.

Broc, tras la caída de Danovich y viendo al viejo en apuros, fue a ayudarle sin pensarlo. Pero sus movimientos, que parecían afectados por algún tipo de energía en aquel lugar, no consiguieron dar a su objetivo.

Una sonrisa macabra surgió de la fea boca del hijo. Sus ojos no tenían vida, pero sí maldad pura. Y esa maldad fue la que le impulsó a lanzarse contra el clérigo anciano, morderle en el cuello hasta encontrar la yugular, y dejar a Rannhart tirado en el suelo, sin moverse, mientras su cuerpo expulsaba toda la sangre que había en él.

Y si alguien gozaba de la protección de un dios, debía ser Ashlyn. A pesar de encontrarse deprimida, las acometidas de sus antiguos compañeros no sirvieron para nada.

   Ely fue a usar su lanza de nuevo cuando el zombi atacó a la yugular de Rannhart. La joven observó hipnotizada como la arteria seccionada proyectaba un hermoso geiser carmesí, e inconscientemente pasó la lengua por sus labios entreabiertos.

Dudó unos instantes en revivir al caído, pero el monstruo estaba demasiado cerca y abatiría de nuevo al clérigo nada más levantarse. Por el momento no había forma de socorrerlo.

Entonces desfiló la idea de un Rannhart a su servicio más allá de la vida, pero era demasiado viejo incluso para su enfermizo gusto. -No, ese puesto ya está cogido- Murmuró sonriendo al apuesto bárbaro.

Su afilada mente calculó la manera de alcanzar el macabro idilio.  Paradójicamente pasaba por sanar a Walt en este momento.

¡Me estás liando, Elyzabeth! ¡No me des conversación mientras mato muertos!

Ely fingió ser una chica obediente y por esta vez, se limitó a sonreír.

  La muchacha pálida miró al tepestaní a los ojos y sin previo aviso metió sus manos bajo sus ropas. Sus dedos, helados como las de un cadáver, se apretaron contra su costado como una novia que busca calentarse en invierno.

Sin embargo tras el escalofrío inicial, el bárbaro notó como recuperaba fuerzas rápidamente.

Con la misma rapidez, la joven se escabulló para controlar el combate desde otra posición más ventajosa.

Walt pestañeó estupefacto, mirando alternativamente a su puño y a la pila de huesos rotos que tenía a sus pies.

¡Yujuuuu! ¡He recuperado mi suerte!-exclamó, levantando los brazos en señal de victoria.

Un dicho tepestaní dice que la suerte ni se crea ni se destruye, solo se transforma. Se giró al notar la mano de Elyzabeth en su espalda, justo cuando se sentía más reconfortado. Estaba tan animado que hasta llevaba mejor sus heridas, como si le doliesen menos. Pero al volverse, vió el cuerpo de Rannhart en el suelo.

Mira... lo... que... has... hecho...

La espada de Walt produjo un silbido al resbalar por la vaina y sentir el aire viciado del sótano, mientras el tepestaní avanzaba hacia el asesina-viejos. Colocó un pie a cada lado del cuerpo para que el zombi no se lo pudiese comer, y lanzó un tajo veloz al monstruo aprovechando la distracción de tener a un gigante como Broc a la espalda de su contrincante.

Sonrío satisfecho al ver como el viejo loco ha caído como un saco de patatas después de los fogonazos. Esperemos que no tenga el poder de renacer como un saco de patatas zombi y que ya no debamos preocuparnos por su presencia.

Muerto el padre, la atención recae ahora sobre su "pequeño" vástago y sobre los ex-amigos de Ashlyn. Visto que Zack ha decidido priorizar toda su atención en estos últimos -sin duda en un galante y desinteresado gesto de apoyo hacia la paladín, hundida por la pérdida de sus compañeros- decido no entrometerme en su piadosa labor y centrarme en el zombie gigantón, que tiene pinta de que va a ofrecernos entretenimiento para rato.

Aprovechando que está ocupado con Broc y Wally, rebusco lo necesario entre el revoltijo de mi petate para invocar a un apoyo extra que nos ayude en la contienda. Murmuro las palabras necesarias, me concentro en la imagen adorable de un simpático animalito de morro alargado, y chasqueo los dedos.

Justo al lado del zombi se materializa un pequeño tejón, que en cuestión de un instante deja de parecer adorable y aumenta desproporcionadamente su tamaño y su rabia, preparado para descargar su violencia contra el objetivo que tiene delante.

- Tened cuidado, que muerde. -les advierto a todos, con una sonrisa.

Zack miró como cada vez iban siendo menos. La pérdida del viejo tampoco es que le hiciera mucho daño en el corazón, pero mientras le dieran a él, no daban a los que de verdad importaban y ahora ya era tarde. Sin el viejo, y sin Marcus, cada vez eran menos los que estaban de su lado. Y allí, en aquel sótano de aquella iglesia, todavía había más gente muerta que viva, y eso era algo que el tahúr no podía permitir. Así que una vez más comprobó su cada vez más menguada baraja de naipes. Los movió rápidamente para buscar los que estaba buscando en ese instante y encontró de nuevo las dos cartas que necesitaba para esa ocasión. Sin más, repitió el mismo gesto y los lanzó sobre los antiguos amigos de la rubia iluminada.

La muerte de Rannhart no había afectado a ninguno de los integrantes del grupo. Tampoco era de extrañar, pues el viejo clérigo no había hecho labor social, y no había conseguido mucho cariño de ninguno de ellos.

Relüe, que parecía siempre el más rápido, agitó con vehemencia sus manos. Al lado del hijo de Danovich apareció un círculo de color blanquecino. La convocación de la criatura del semielfo parecía funcionar. En breves, un animal de otro plano aparecería dispuesto a atacar al zombie deforme.

Zack seguía en su cruzada particular para salvar a Ashlyn. Con la teoría absurda de que si salvaba a la rubia salvaría al mundo, volvió a agitar su baraja de tarot como una vieja pitonisa hasta que dos cartas salieron, dispuestas a ser lanzadas. En un movimiento veloz, Zack las había enviado contra los zombies. Esta vez, en vez de dos rayos azulados cargados de electricidad, aparecieron dos rayos anaranjados, ardientes y fulminantes. Uno de los zombies pasó de poco hecho a carbonizado, quedando reducido a cenizas. El segundo sólo se chamuscó parte de su cuerpo, pero se mantenía en pie. La rubia aulló de dolor al ver a uno de sus compañeros caer. Pero decidió ser valiente y girarse para acabar con la vida de su otro compañero.

La magia curativa de Elyzabeth ayudó a que las heridas de Walt cicatrizaran mayormente. Si la mujer tocó algo que no debía por debajo de los ropajes del bárbaro era algo que había quedado entre ellos. Aún así, ella parecía satisfecha. Al desplazarse, consiguió que su conjuro contra el mal envolviera a más compañeros, que sintieron ese aura rápidamente.

Y con las heridas en mejor estado, Walt avanzó hasta el hijo del difunto desenfundando la espada. Se acabaron los golpes a patadas y puñetazos. Era la hora de sacar la artillería pesada. Y así, con rápidos gestos, quiso cortar en pedacitos al hombre deforme no-muerto. Pero su cuerpo era grande y fuerte, y no le hizo gran cosa.

Ashlyn estaba muy enfadada. Su tristeza se había convertido en odio. Pero no se sabía muy bien si era hacia Zack o hacia la muerte en sí, pues lanzaba miradas de rencor a ambos. Pero lo que estaba claro es que sabía cuál era el enemigo abatir. Su fuerza y su destreza con la espada hizo que le cercenara un brazo. El zombie no sangraba, sólo gritaba furioso.

Broc seguía con el mismo baile de siempre de no dar a sus enemigos. Parecía como asfixiado al estar encerrado, quizá era claustrofóbico. Al fin y al cabo, se le notaba que era de montaña. En cambio, el hijo no-muerto tenía mejor acierto. Broc era grande y un objetivo fácil, y el zombie lo usó a su favor. Ni siquiera la magia de Ely pudo prevenirlo de ese ataque, que se comió enterito.

Sin embargo, el zombie no tenía el mismo efecto contra Ashlyn. Sin un brazo, era mucho más torpe, y demasiado era mantenerse en pie El golpe pareció más un intento por controlar el equilibrio que otra cosa.

Y todos tuvieron una sorpresa. Quizá amarga, pero no dejaba de ser una sorpresa al fin y al cabo. El cuerpo decrépito de Rannhart empezó a convulsionarse. Sus ojos se abrieron y el brillo de la vida había desaparecido, dando paso a un triste gris deprimente. La piel del anciano perdió el color y el calor de la vida, y su cuerpo cicatrizó las heridas de manera grotesca. Rannhart se había levantado como zombie para enfrentarse a sus antiguos compañeros.

El tejón celestial apareció frente a la joven. A pesar de su ferocidad, resultaba más entrañable que la avispa. Para sorpresa de Ely, no olía a mofeta.

-Reluë, ¡tienes que regalarme uno por mi cump...!-

-¡AAAAH!- Ely no pudo evitar soltar un chillido al ver a Rannhart levantarse de nuevo. Sin darse cuenta le había ensartado con su lanza. Después, cuando comprendió la verdadera naturaleza del suceso. Suspiró más relajada.

-Solo es un pobre z...- Pero fue inútil, todos le miraban con mala cara y el bárbaro ya se estaba ensañando con él como si nunca hubieran sido amigos. En realidad el viejo siempre había escurrido el bulto y si en vida no se hizo querer, ahora lo tenía complicado con mentes tan cerradas.

-Tengo la solución...- La joven quiso encomendarse a Boccob para que aquellas almas encontraran el camino al cielo y si no, al menos a un plano donde no se comieran a nadie, pero ya era tarde y el hijo de Danovich amenazaba con acabar con todos si no se empleaban a fondo.

-¡Al infierno!- Volvió a coger su lanza con ambas manos y siguió repartiendo a derecha e izquierda sin compasión.

¡Ay, dios...! ¡Qué susto! No paran de salir cosas... y muertos... y tejones... ¿Pero qué cuernos le pasa a esta iglesia? Rannhart, mira una cosita... tienes algo entre los dientes... Espera, que te ayudo.

Walterly solo estaba tratando de ser diplomático, por eso no le dijo al carcamal que se había convertido en zombi. Hubiese sido un comentario muy cruel. Por eso Walt solo pretendía usar su espada a modo de palillo, urgando con la punta en el interior de la boca de Rannhart, perforando carrillos y perfilando labios. Al final se contuvo... al igual que le estaba pasando a Ashlyn, atacar a un camarada caído siempre resultaba duro. Y al contrario que Elyzabeth, él no era una bruja despiadada sin corazón. Otros mal pensados dirían que Walt falló, pero no hay que hacer caso de las malas lenguas.

Y entonces, a Rannhart se le cayó la dentadura postiza al suelo...

Puaj...

Solo hay algo peor que que un zombi te muerda: que un zombi te rechupetee. No lo digo yo, lo dice el refranero tepestaní. Por eso Walt cogió la dentadura postiza y la metió en el interior de la boca del viejo, entre babas y salivas. Se tuvo que limpiar la mano en un kilt que a estas alturas había conocido tiempos mejores.

No voy a matar al tejón aún por prioridades, y porque los zombis muerden más, ¡pero como levante la pata y me mee en la bota me lo cargo! ¿Oís? ¡Me-lo-cargo!

Centró sus esfuerzos en el asesino de Rannhart, pero parecía que Walt había vuelto a perder su toque, pues sus esfuerzos no fueron suficiente para acabar con el zombi rarito, cuando en otras ocasiones el tepestaní sí había exterminado bien.

Zack continuaba barajando sus cartas alegremente. Al fin y al cabo sentía que aquella batalla empezaba a estar más que controlada, así que se podía permitir el lujo de guardarse alguna de sus cartas por si nuevos enemigos aparecían aquella noche.

Segundos después Zack pudo ver como Ely alzaba otro muerto más, no entendía la obsesión que tenía por alzar a los cadáveres en una ciudad donde la mayoría ya se alzaban por su cuenta, pero la nigromante, o necrofílica, aún no tenía claro que hizo con Marcus en aquella habitación, había vuelto a hacerlo.  Y eso que el anciano ya estaba para ir yéndose por su cuenta a la otra vida.

Pero su sorpresa fue cuando ella misma, que parecía tener controlada la situación se asustaba ligeramente y lo ensartaba con su lanza. Aquello no tenía mucho sentido, pero por si acaso dio un par de pasos hacia delante para proteger a la rubia. Debía lograr salvarla del mal que la azoraba. Y para eso ya estaba él. 

Con el follón de la refriega y la concentración para traer al tejón a este plano terrenal, apenas he tenido tiempo de ser plenamente consciente de que nuestro anciano compañero había caído fatalmente en su lucha con el zombie. Así que al oir chillar a Ely y ver que el propio clérigo se está levantando de entre los muertos para unirse de nuevo a la fiesta -esta vez en el bando contrario- no puedo evitar dar un instintivo paso atrás y enarbolar rápidamente mi varita.

Dado que el bárbaro y la clérigo se encargan de darle inmediatamente una bienvenida cordial para celebrar su regreso, me entra la duda de si unirme también a tales recibimientos o si seguir bregando contra el zombi gigantón.

Me decanto por esto último. Le ordeno telepáticamente al tejón que ataque con todo su ímpetu y que se aguante las ganas de orinar -en caso de tenerlas- por el bien de su propia integridad y yo descargo de nuevo mi varita contra el hijo no-muerto del sacerdote.

- De acuerdo Ely, me lo apunto: si salimos de ésta, cuenta con un cariñoso tejón como regalo de cumpleaños. -estoy por preguntarle si lo prefiere vivo o muerto, vistas sus aficiones, pero mejor me quedo calladito.

Nada más levantarse, Ely le clavó la lanza en la cabeza a Rannhart y Walt intentó hacer lo propio. Pero el ataque directo de su mandíbula contra su espada pudo con su ataque y falló estrepitosamente. El cuerpo sin vida del anciano gimió con hambre. El símbolo sagrado se deshacía al entrar en contacto con su piel cenicienta. Rannhart ya no iba a volver.

El tejón, tras terminar de aparecer, atacó con toda su fiereza al hijo de Danovich. Pero, para su desgracia, su piel era muy dura, y ni sus dientes ni sus garras le hicieron el más mínimo daño. Por otro lado, su amo y creador, Relüe, agitó su varita con destreza, y sus dardos mágicos volvieron a impactar sobre el no muerto, que se mantenía en pie.

La suerte no estaba a favor de los aventureros. Zack dejó sus cartas a un lado, y su hacha hacía acto de presencia. Pero su filo sólo cortaba el aire, ya que al no muerto ni le rozaba de lejos. El zombie tenía los ojos puestos en su antigua compañera, y estaba esperando para darla un buen mordisco. Y algo parecido le pasó a Ely, que su lanza parecía sólo tener ojos para Rannhart, porque el hijo de Danovich no tuvo ni que esquivarla para evitar que le golpeara con ella. Y era mejor no hablar de Walt. Se debía haber quedado impresionado con la reaparición en escena de Rannhart, y no daba ni una. Y para qué iba a romper la suerte Ashlyn, que entre las lágrimas y la rabia, sólo daba espadazos a la nada.

La guinda del pastel la puso Broc. Su ataque, buscando ser demoledor, terminó en nada. Su arma se estampó en el suelo y se hizo añicos. El gigante de piedra se había quedado totalmente desprotegido.

El que no desaprovechó el momento fue el hijo de Danovich. Con los ojos inyectados en sangre, vio la debilidad de Broc y no dudó en lanzarse contra él. Al no muerto no le afectaba la dura piel de Broc, y sus dientes entraron en su cuerpo rápidamente, y la sangre del gigante empezó a caer y a regar todo el suelo, además de la cara del zombie. Broc perdió el brillo en sus ojos y cayó desplomado, provocando un leve temblor en el suelo.

Por suerte para los demás, el resto de zombies tenía el mismo arte de la pelea que los demás. El de Ashlyn parecía intentar espantar a manotazos su espalda, y Rannhart sólo quería colocarse bien la dentadura.