Partida Rol por web

¿Cómo estáis? ¿Seguimos adelante o necesitáis que alguien se encargue de curaros?

Ely aplaudió con el ímpetu de una marquesa en un recital eclesiástico: -Me encanta la sutileza de este chico- Bromeó en su tono habitual. Recuperó su garfio de la montura de Ashlyn y lanzó una mirada al resto de aventureros.

-Vamos a ver cómo hemos quedado- Comentó examinado al semielfo en primer lugar.

- Creo que ya tienes la sangre que querías... pero si puedes restañarla, podré moverme mejor y acabar con ésto. –

Ely ladeó la cabeza y se acercó al caballero, murmuró unas palabras inscritas en uno de sus pergaminos y toquiteó la herida con gesto experto. –Esto hmmm…Tienes un costado muy raro- Echó la culpa al pobre paladín. La joven se llevó las manos a la barbilla con gesto reflexivo y, sin darse cuenta, dejó sus labios teñidos como si de un exótico carmín se tratase –Con tanta armadura no puedo hacer más hasta mañana- Se excusó sin darle mayor importancia. La herida, al menos, dejó de sangrar.

 –Mira la manita de Jack- Dijo tomando el muñón disuelto en ácido y masajeándolo con todo cuidado. –Menos mal que tiene sangre de lagartija y le crece en un santiamén-

Nada más decirlo, el muñón empezó a ramificarse en varios dedos que crecieron como raíces en busca de agua.

-El día que tengas verdadera fe en mí, podré curarte- Le recriminó de nuevo a Don Urik. -Ahora vamos a por esas arpías…Y si capturáis una con vida, mejor-

Bueno, mi amiga ha recibido algo de daño, pero creo que nosotras también podemos seguir digo, acariciando a la araña. Y, si alguien quiere acompañarnos, será bienvenido.

Saco la espada y me preparo para bajar la cuesta. Al menos sé que puedo bajarla con la araña, que me sirve de montura bien para estos casos, ya que las cuestas no le son nada. Le acaricio la cabeza, se está portando muy bien la verdad.

Nuevamente debo felicitar vuestra efectividad, Zack. No se puede negar que podeis ser expeditivo, si se requiere.

Agradezco a Ely su preocupación por mi estado de salud, pero lo cierto es que he salido de la pelea con este último bicharraco totalmente ileso, seguramente debido al hecho de no haber participado en ella.

Una vez pasada revista a la situación de la tropa, nos encaminamos pendiente abajo. Sigo los pasos de mis compañeros llevando en alto el bonito cetro solar que ha ido a parar a mis manos. Se agradece algo de luz después del rato que hemos pasado.

Es mi turno para acostarme con el tío cachas, Aida-escucharon de una voz que provenía más adelante.

En la pared izquierda, las luces de las velas de las novicias proyectaba sus sombras en la pared. Había dos "bultos gordos". Uno de ellos parecía la sombra que proyectaría un grupo de sacos apilados superpuesto con un grupo de tres humanoides. Otro de ellos parecía la sombra que proyectaría una cama con alguien tumbado, superpuesto a un grupo de dos humanoides.

Se siente. Ahora estoy yo con él. Lárgate, mosquita muerta.

En la sombra que parecía una cama comenzó un forcejeo.

Sssssh... ¡parad las dos! Ya oisteis a Baba Zelenna. Preparaos para lanzar rayos en cuanto tuerzan la esquina.

La advertencia de Ida hizo que los demás se frenasen en la cuesta para evitar ser blancos de las artes oscuras de las novicias. El que tomase la decisión de dar el primer paso recibiría todo el dolor de unos rayos mágicos. ¿De qué poder? Con un poco de suerte, solo serían rayos fríos, un pequeño truco arcano, pero a todos se les vino a la cabeza historias antiguas de rayos desintegradores y dedos de la muerte.

Los aventureros eran conscientes de que si ellos podían escuchar esa conversación entre las novicias, cualquier palabra con la que deliberasen en aquella cuesta también sería escuchada por sus enemigas.

Desmonto de la araña. Ella puede resistir... puede resistir si son conjuros muy oscuros. Pero quizá los rayos de hielo o algo así la harían daño. Suspiro... no tengo más remedio. Aunque sea luego intentaré despedirla. Así pues, desmonto y le acaricio detrás de la cabeza.

Suspiro y le arreo un poco, para que se lance a la carga contra las novicias. Yo iré detrás (que no encima), buscando atacar tras la araña.

Zack sintió como la Irina-Ashlyn le leía el pensamiento. Creía que la mejor opción precisamente era esa, hacer que la araña, o en su defecto el cuervo se dirigiesen hacia allá para llamar la atención de aquellas tres voces femeninas que escuchaba. Por si acaso también preparó sus cartas. Quizá las mujeres eran capaces de lanzar rayos que desintegrasen a la araña en un momento, pero él también podía desintegrarlas a ellas. 

Y entonces se dio cuenta de que la persona de la que hablaban seguramente fuese del tepestaní y entonces comprendió que una vez más, recurrir a sus cartas podría ser algo violento y que no todos aprobasen, especialmente su compañero refranero.

Don Urik retuvo la mano de Ely en su costado durante unos segundos mientras la miraba directamente a los ojos con intensidad. - Gracias. - le susurró con voz ronca.

Tras carraspear, probó ligeramente el movimiento giratorio de cintura, comprobando que en algo le había aliviado la magia de ella, podría seguir luchando un buen rato.

Avanzó tras Ashlyn y al escuchar aquellas voces supo, como todos, que les estaban esperando. - ¡No esperaba ésto de ustedes, señoritas.! ¡Van a tener que darme explicaciones o tendré que zurrarles bien duro sobre mis rodillas! - dijo totalmente indignado por el engaño, sin percatarse de cómo sonaba en oídos de los demás.

Con un gesto, ordenó a su cuervo que se lanzara hacia ellas, al igual que la araña de Ashlyn, y dejando un par de segundos, salió detrás, dispuesto a la pelea. No iba a dejar que sus compañeros sufrieran lo peor del combate cuando su cometido era precisamente luchar contra la secta de brujas que había, en tiempos, despertado al demonio.

Sssssh... ¡parad las dos! Ya oisteis a Baba Zelenna. Preparaos para lanzar rayos en cuanto tuerzan la esquina.

-Por favor, no disparéis. Baba Zelena viene con nosotros- Aseguró con tal rotundidad que Jack se dio la vuelta como si quisiera comprobarlo.

El escudero y su ama mantuvieron un diálogo con la mirada que acabó con el zombi caminando con resignación en vanguardia, eso sí, convenientemente parapetado tras su escudo pesado.

Don Urik retuvo la mano de Ely en su costado durante unos segundos mientras la miraba directamente a los ojos con intensidad. - Gracias. - le susurró con voz ronca.

-Bien caro que te va a salir, caballerete- Sonrió con una malicia tan descarada, que llegó a inquietar al Paladín. –No tardarás en darte cuenta...- Pero aquella explicación seguía sonando casi como una amenaza. Ely marchó tras su cobertura, e indicó a Reluë, que no se despegara de ambos.

-¡No esperaba esto de ustedes, señoritas.! ¡Van a tener que darme explicaciones o tendré que zurrarles bien duro sobre mis rodillas! –

Ely y Jack se plantaron junto al paladín. La joven alzó su melodiosa voz y reinventó el ultimatum de Don Urik -Lo que quiere decir el apuesto caballero, es que se os ofrece para saciar vuestra comprensible ansia de un varón que dé la talla- Ely aprovechó para lanzar una mirada a Walterly y comprobar cuánto había ofendido el orgullo masculino del bárbaro.

Mientras su descaro, había dejado a más de uno boquiabierto, Elyzabeth se atrevió a desarrollar la impúdica oferta. -¿Por qué turnaros, cuando podríais yacer a vuestro antojo?- La joven se atrevió a asomar la cabeza por encima del escudo de Jack y añadió con picardía: -¿Quién sabe, igual La hermosa Ashlyn o yo misma os podamos enseñar algo- Sus ojos anaranjados se posaron en el lanzador de cartas, por si éste se animaba a sumarse a la oferta, pero al llegar al semielfo le espetó en voz baja: -¡Ni lo sueñes, esas orejas son solo mías!-

Parece que el plan de ataque se desdobla en dos frentes distintos y ninguno de ellos opta por el acercamiento sigiloso. Por un lado está la carga de los animales de compañía y por otro la tentativa de seducir a las novicias con promesas carnales.

Siendo que no tengo a mano ningún animalillo que sumar a la embestida, me planteo si debo postularme como colaborador en la segunda treta que es, por otra parte, muy tentadora.

Tras un breve debate interior, decido finalmente quedarme callado y quietecito donde estoy y que sean otros más machotes los que se presten. En la decisión ha pesado la pureza de la parte élfica de mi sangre que ha sabido retener a los básicos instintos humanos y...

-¡Ni lo sueñes, esas orejas son solo mías!-

¡glups!

Nada; ni proporciones de pureza en la sangre, ni tonterías. Lo verdaderamente cierto es que los deseos de nuestra encantadora clérigo, son órdenes para mí.

La voz de Baba Zelenna reverberó en la gruta:

¡Es mentira, no voy con ellos! ¡Disparad!

El embuste se vino abajo. También lo hizo el intento de diplomacia, porque cuando las novicias vieron a una araña gigante asomarse, entraron en pánico.

Aaaaaah, ¡un bicho! ¡Araaaaañaaaa! ¡Matadla, matadla!

Rayos abrasadores salieron de los dedos de las brujitas. Tan enternecedoramente nerviosas estaban, que tan solo la mitad de los rayos dieron en su objetivo. La araña se agitó entre las llamas, muy malherida, pero había sobrevivido.

Los humanos llegaron justo después. Frente a ellos, un poco más a la izquierda, Walterly movió la cabeza, inconsciente. Estaba atado cuatro veces, con una amarra a cada extremidad, y contra todo pronóstico llevaba el kilt puesto. La brujita que podía estar violándolo estaba tan solo acurrucada con la cabecita sobre sus pectorales, muy lejos de la idea que las mentes sucias se habían hecho de la situación. El cuervo lo dijo: las brujitas se turnaban en acostarse (tumbarse) con el tepestaní, nada más.

Con la aparición de la monstruosa araña, Aida se cayó por el borde de la tabla hasta caer del otro lado de la mesa, sobre Ada. Forcejearon y se pelearon para volver a ponerse en pie. Ellas dos no habían lanzado ningún rayo abrasador, o bien porque no controlaban esa magia, o bien porque no estaban pendientes del ataque.

¡Levántate de encima mía, Aida!

Frente a los aventureros, un poco más a la derecha, Ida y otras dos novicias se asomaban tras los sacos de provisiones. Formaban así una especie de barricada con la mesa, pero había un espacio estrecho para pasar entre la máquina de torturas amorosas y los víveres. Las dos novicias que defendían ese punto flaco de las defensas llevaban mazas con púas (seguramente para hacer más torturas amorosas a Walt).

Finalmente, por detrás de las chicas, las velas encendidas y los hitos megalíticos del verdadero círculo sagrado del Santuario de la Montaña, y más allá, la cueva proseguía hasta la oscuridad. No veían a Baba Zelenna ni en las barricadas ni en el santuario.

Oh, no, pobre patitas. Sabía que sufriría daños, pero... joder. Hago un gesto, buscando despedirla, esperando que pueda hacerlo. Estas arañas no son malas, pero tienden a verse atraídas por el mal, así que... ahora veré si he regalado un siervo a Stradh.

Una vez hecho, sigo mi avance cargando contra las brujitas, directamente contra Ida, pese a tener los sacos de provisiones en medio. Es una pena que esto termine así digo, lanzando mis ataques contra ella.

Lanzo un corte directo a su brazo, mientras con un movimiento fluido bajo un poco la espada para atacar una zona más baja pero impacta contra los sacos, deteniendo el ataque.

Don Urik avanzó sin miedo, contemplando la figura de Walterly Wallace atado y torturado, a saber qué le habían hecho y sobretodo, si no le habían emponzoñado el alma y debían sacrificarlo. Cualquier sabe qué te harían 3 jovencitas adoradoras de demonios y ávidas de contacto masculino. - Qué tiempos. - pensó Don Urik, apreciando los nudos estilo bondage que ataban al bárbaro casi desnudo contra la mesa. No se le escapó que Aida y Ada eran las últimas que se habían refocilado con aquel machote, así que tendría que interrogarlas intensamente. 

Colándose por entre los sacos y la mesa con el escudo presto y la espada a punto, amenazó a las novicias con una mirada dura y más duras palabras. Últimamente Don Urik estaba muy duro. - ¡Detened ésta locura antes de que salgáis heridas, tirad las armas ahora! - las conminó el Caballero del Cuervo con lo que a él le pareció una actitud convincente.

Su cuervo, revoloteando por encima de su cabeza, se lanzó contra las dos novicias a una orden invisible para los demás de Don Urik, para confundirlas y acobardarlas aún más.**

Zack no creía que aquellas brujitas fuesen dignas rivales para aquel grupo, pero por si no se decidían rendir, se colocó frente a ellas sin preocuparles en absoluto la cobertura que tuvieran. Movió su baraja entre sus manos y cuando tuvo la carta lista la colocó entre su dedo anular e índice y la lanzó contra una de ellas.

El naipe cambió su apariencia y se convirtió en una flecha llameante que impactó de pleno sobre la bruja que tenía más cerca. Confiaba que aquel ataque fuese suficiente para que el resto supieran lo poderosos que eran sus enemigos y no tuvieran que derramar más sangre.

¡Es mentira, no voy con ellos! ¡Disparad!

-¡Aguafiestas!- Bufó poniendo los ojos en blanco y apretando el paso.

La brujita que podía estar violándolo estaba tan solo acurrucada con la cabecita sobre sus pectorales

Lo de acurrucarse en plan gatito resultaba tan incomprensible para la clériga, que Elyzabeth sacudió la cabeza imaginándose algún terrible ritual por el cual las brujas estarían robando el alma de Walterly. –Cuánto me queda por aprender- Murmuró para sí y avanzó con Jack junto a los paladines.

Las jovencitas se prepararon para el combate detrás de su barricada, pero el verdadero enemigo de los aventureros no se había mostrado todavía. Ely escrutó la sala en la dirección que creía haber oído a Baba Zelena…Algo realmente complicado en una caverna.

-Mejor apunta a…- Ely trató de detener la mano de Zack para que lanzase su carta contra la madre superiora, pero el naipe ya había volado de su mano. –Es a la Zorra invisible a la que tenemos que freír bien- Susurró al Oscuro y a Reluë.

Sus ojos volvieron a recorrer la sala ignorando a las novicias. Si los paladines no las masacraban, las esperaba todo el “amor” de Wee-Jas.

Al no encontrar rastro de Zelena, abrazó a Jack y susurró a su escudero que la diera caza con su visión ultraterrena.

La carta de Zack se abrió paso por la cabeza de una de las novicias derritiéndole la cara. El cuerpo cayó a plomo.

¡Noooo! ¡Ha matado a Lidiaaaa!

Ada contraatacó con magia, magia de fuego purificador, alcanzando al Oscuro con un rayo abrasador. Mientras, algo malo ocurría con la araña: no era capaz de cruzar a su dimensión. Al igual que cuando Elyzabeth conjuró el ciervo espectral, o Reluë conjuró el murciélago, entrar en el plano de las Brumas es sencillo. Lo dificil es marcharse. Por eso ocurrió lo que ocurrió después.

Zack, Reluë y Elyzabeth, que empezaba a notar cómo había presencia de magia en el campo de batalla, estaban lo suficientemente atrás para no ser alcanzados... Urik y su cuervo llegaron al otro lado de la barricada, saliéndose del peligro... Pero todos los demás fueron alcanzados por el poder combinado de tres de las novicias. Conjuraron cada una de ellas un cono de fuego desde la palma de la mano. Walterly, inconsciente, fue el más afectado. El tepestaní despertó en un grito de dolor. Jack no tenía la piel para resistir tanta quemadura. Ashlyn, junto a la mesa de torturas de Walt, también recibió lo suyo. Pero ningún dolor fue comparable en el momento en el que la paladina tomó conciencia de que la araña seguía justo detrás de ella. Las últimas ascuas de fuego fueron suficientes para dar la puntilla a la maltrecha sabandija, y también al noble corazón de Ashlyn. Fue ella quién tomó la decisión de hacer avanzar a la araña primero. Esa vida era responsabilidad suya, y le había fallado a su montura.

Ida aprovechó para dar un paso atrás, sanando con magia sus heridas con la bendición del Dios del Verdor. Mientras, el fuego de las triples manos ardientes habían prendido fuego en las provisiones, en la mesa de madera para torturas y en las cuerdas que sujetaban a Walterly.

Pues a lo que son los intentos de tentación carnal, la verdad es que no han hecho ni caso; aunque vista la inocente actitud de la brujita que está acostada junto a Walt, sin la más mínima señal de excitación por el contacto con su musculado cuerpo, quizás es que hemos malinterpretado la situación. O que la visión de la embestida de una gigantesca araña peluda haya hecho desaparecer cualquier rastro de erotismo en la caverna.

Mientras mis compañeros se hacen cargo de las chicas, convengo con Ely que la maldita embustera de Babá Zelenna es la que tiene que pagar los platos. La visión del auténtico Santuario de la Montaña confirma la teoría de que hemos sido muñecos manejados a su antojo para librarle del Guardián que le impedía el acceso.

Me la imagino efectuando el ritual enmedio del círculo de piedras, protegida por un manto mágico de invisibilidad y me siento tentado a lanzar una bola de fuego a ciegas al interior de ese círculo.

- Tiene que estar ahí... -respondo a los susurros de Ely, sintiendo el calor del conjuro comenzando a arder en mi mano.

Finalmente, me fuerzo a recuper la calma y decido no arriesgarme a malgastarlo, pero busco algún indicio que me confirme la teoría, mirando y escuchando atentamente en esa dirección .