Partida Rol por web

¡Cállate, Ada! Estoy harta de tus desvaríos. ¿Qué parte de voto de castidad no entiendes?

Siguiendo las voces, los aventureros pudieron observar desde unos arbustos un claro con un manzano. Tres muchachas vareaban las ramas para hacer caer las manzanas. Tenían varias cestas en el suelo, con los frutos de sus esfuerzos recolectados.

Jujuju... Déjala, Ida. Solo va a conseguir que la expulsen del convento, y que un gañán pobretón le haga un bombo.

Ante los comentarios de Waterly sobre los tesoros, Don Urik hizo el siguiente comentario - Yo sí quiero mi parte, le podré dar utilidad intentando hacer resurgir de nuevo mi orden, y para ello necesito financiación. No hay nada más noble en éstas tierras que luchar contra los malditos no-muertos que oprimen a la buena gente. - 

Al doblar un camino, se encontraron con tres doncellas vareando un manzano y haciendo caer los frutos al suelo. - Curiosa manera de recoger esa fruta. - pensó, recordando haber visto a otros campesinos recolectarla usando escaleras, con cuidado. 

Tampoco es que él supiera demasiado de recolectar, por lo que su interés no pasó de la curiosidad. Lo que sí que le resultaba extraño es que en un lugar tan apartado estuvieran tres mujeres solas, pero no era él quien debía juzgarlas. - Disculpen señoritas, estamos buscando un lugar, un caserón abandonado o unas ruinas, algo similar, en la colina de Lysaga. Por ventura no sabrán de qué les estoy hablando, ¿verdad? Nos sería de gran utilidad y les estaría muy agradecido.  les dijo, adelantándose ligeramente al grupo y realizando una suave reverencia de saludo. - Por cierto, tenía entendido que por éstos lares habitaban elfos-lobo, ¿saben si evitan algún lugar del bosque en particular....o saben de alguien que nos lo pueda indicar, por favor? - al levantarse, se apartó el pelo del rostro, mostrando su atractiva mirada taciturna y esa perilla que las volvía locas. 

Fuisteis vosotros los que os jugasteis la vida explorando el castillo en las mismísimas narices de Strahd, os habéis ganado los cuadros y el ídolo dorado demoniaco y el tapiz..

Ely apretó los labios –Me gustaba ese ídolo- suspiró. –Centrémonos en…- Las voces pusieron el alerta a la clériga que aprestó su lanza, pero al reconocer las voces de las tres muchachas, no pudo evitar sonreír ante tanta inocencia…Demasiada. Ely entrecerró los ojos y trató de descubir algún tipo de maquillaje o rastro de conjuro. –Cualquiera se fía- Bufó. Ella misma se había teñido y disfrazado de Irina para distraer a Strhad, por no hablar de su torpe acompañante (Jack). Sonrió ante la paradoja y dejó que el caballero Urik tomase la palabra.

....o saben de alguien que nos lo pueda indicar, por favor?

-Si. ¿Nos podrían decir dónde se encuentra su convento?- Lanzó una mirada a sus compañeros. Tal vez ese era el santuario que buscaban.

¡Iiiiih! ¡Macizorros!-señaló, alterada.

Elyzabeth concluyó que efectivamente eran adolescentes humanas, más concretamente cócteles de hormonas. Buscando maquillaje en la cara de las posibles brujas, la rubia tenía un poco de jugo de baya en el contorno de los ojos, como si se tratase de una vulgar hija de posadero.

¿Elfos lobo? Nunca he visto ninguno. ¿Él es un elfo lobo?-preguntó, por Reluë, mientras se acercaba al mago-¿Tus orejas son de verdad? ¿Las puedo tocar? ¡Iiiiiih!

La chica rubia se agarró de los brazos de Jack y Zack.

Míralos que guapos. Esos sombreros raros que lleváis son taaaaan cool. Me llamo Aida. ¿Y vosotros?-un sonido gutural salió de la garganta de Jack-¿Urgh? ¿Qué clase de nombre es Urgh? Suena a nombre de orco. Se nota que tienes un brazo musculoso, pero tú eres más cuco que un orco. Jijijiji... ¿Y tú cómo te llamas, amigo de Urgh?

Mientras, la más arisca de las tres chicas había cambiado totalmente de personalidad. Estaba plantada, delante de Urik, mientras se atusaba nerviosamente el pelo con las manos.

Yo... eh... Nosotras vivimos en la colina de Lysaga, en el convento. El viejo convento de Santa Ecaterina está un poco ruinoso, pero tiene unas vistas bonitas... ¿Quieres venir? Quiero decir... No tú, todos. Todos podéis venir. La gente es bienvenida en el convento de Santa Ecaterina...

Ida desvió la mirada, avergonzada. Al hacerlo, vió el símbolo sagrado de la Orden del Cuervo que colgaba del cuello de Irina.

¿Es ese el Símbolo Sagrado del Cuervo? ¡Anda ya! No puede ser... Recuerdo la descripción de las clases de Babá Zelenna. ¿Cómo era...? Ritual de ligadura, ritual del peregrino, ritual del cuervo-rememoró-. Para realizar cada ritual se necesita una ofrenda por valor de quinientas monedas de oro.

El ritual de ligadura se hace rezando ocho horas, tras haber destruído un vampiro o un engendro vampírico mientras llevas en tu cuello el símbolo sagrado. Ofreces una parte de tu vida para poder conjurar a voluntad los hechizos de llamarada, luces danzantes y luz.

El ritual del peregrino se hace repitiendo el ritual de ligadura tras haber acabado con un gran mal de un lugar lejano. Ofreces una parte de tu salud para detectar muertos vivientes a sesenta pies de distancia y hacer que el Gran Cuervo guíe tu mano para superar las durezas e inmunidades de los muertos vivientes.

El ritual del cuervo se hace repitiendo el ritual de ligadura tras haber matado un demonio. Ofreces una parte de tu destreza en combate para poder ejecutar la magia de detener muertos vivientes dos veces al día, y cada vez que lo hagas, el medallón brillará como el conjuro de luz del día.

Pasad de ella. Ida solo es una empollona. ¡Vamos a pasárnoslo bien! ¿Alguno de vosotros es un bardo que pueda tocarnos algo...?-dijo, con un malicioso doble sentido.

Respecto al asunto de los tesoros que nos ganamos con el sudor de nuestra frente, la verdad es que no creo que  vaya a echar de menos el laúd -y mucho menos el tapiz de lana- que me correspondía; ni siquiera me preocupa en exceso el rendimiento económico que pudiera haber sacado de ellos.  Pero lo que sí me da auténtica rabia es pensar que vayan a caer en manos de... esos otros. Así que el asunto deberá aclararse en cuanto acabemos con lo que nos ocupa. Cuento con el interés mostrado por Urik y Ely en recuperar su parte para que no caiga en el olvido.

El encuentro con las tres chicas rompe la monotonía del camino.

Pocas cosas pueden llegar a ser más reconfortantes que una bella mujer toque suavemente tus orejas, si se dan las circunstancias apropiadas para ello y es el momento y se está en el  lugar adecuado. Ayuda también que la edad de quien vaya a hacerlo no te haga que recuerdes a tu hermana pequeña. Me temo que nada de eso se da en estos momentos, así que me veo obligado a rechazar la oferta de la joven pelirroja.

- No, por favor.  -interpongo mi bastón entre ella y yo, viendo que viene directa a por mis orejas- Las orejas de un elfo-lobo son muy delicadas. -le sonrío esperando que baste una respuesta seca para detenerla.

Unas palabras de la que parece la más cuerda de las tres, me traen a la mente otras que Madame Eva no llegó a terminar de pronunciar:

El viejo convento de Santa Ecaterina está un poco ruinoso, pero tiene unas vistas bonitas... ¿Quieres venir?

.... pero a Irina sí que le sonará. Un cascarón... muertos que se vencen con la luz... una santa... Santa Eeeee..,  Santa Ecaaaa...

Parece que ambas cosas conectan entre sí, dando al convento de Santa Ecaterina muchos puntos para ser el Santuario que buscamos.

Intercambio la mirada con Ely, que parece haber llegado a la misma conclusión y espero a que alguien con mayor diplomacia que la mía acepte la oferta de acompañarlas hasta allí.

A pesar de que le resultó extraño que tres jóvenes doncellas se acercaran con tanta premura hacia un grupo de desconocidos, Don Urik mostró deferencia hacia la mujer que se paró delante de él, atusándose los cabellos y hablando de repente del símbolo de su órden. - Sí, es el símbolo sagrado de mi orden, los caballeros del cuervo. - le contestó a la mujer, sorprendido de que recordaran esos datos, y más sorprendido que los dieran tan libremente. 

Aquel templo debía ser lo que estaban buscando, o al menos, un lugar donde conseguir información y Don Urik no era de los que desaprovechaban un golpe de suerte, no cuando eres el último de los tuyos. Debes aprovechar cualquier ventaja...y por lo que oía, aquel monasterio parecía comulgar con su cometido, o mucho se equivocaba. - Soy Don Urik, y aceptamos la invitación, y más viniendo de tan nobles doncellas. Nos gustaría hablar con Babá Zelenna, si es posible.  - le dijo, con toda la buena voluntad y buen hacer que pudo reunir. 

Con un gesto, ofreció su brazo a la mujer que tenía delante, esperando que les guiaran hasta allí. 

Independientemente, estuvo ojo avizor ante el comportamiento o palabras de las jóvenes, pues ésta tierra era traicionera...y recordaba que la primera de su orden encontró su final por culpa de un grupo de brujas que vivía en la Colina Lysaga.... 

En algún momento del camino entre el pueblo y el cruce hacia el que se dirigían, Don Urik aprovechó para acercarse a Irina y con disimulo, retrasarse con ella unos metros para poder hablar unas palabras a solas. - Irina, si no es mucha molestia, me gustaría portar el amuleto durante el día. Llevo buscándolo durante años, pues pertenece a mi orden y es un símbolo sagrado para los míos. Contiene grandes poderes que han de ser despertados por uno de nuestra orden, y nos será útil en los combates venideros, pero para poder despertarlos, debo portarlo encima. Dado que te protege de Stradh por las noches, no tengo inconveniente en prestártelo para que duermas tranquila y segura, es más, yo estaré cerca de ti, si lo deseas, vigilando, no quiero que te suceda nada malo. - el caballero hablaba con seriedad y sinceridad, transmitiéndole a su compañera una sincera preocupación y ofrecimiento. 

No me gustaba, no me gustaba ni un pelo. Hay algo que no me agrada aquí, pero no sé qué es. Quizá sean tres jóvenes, aparentemente sin armas, en una tierra tan traicionera como esta, cogiendo manzanas como si tal cosa. Quizá fuera que se ofrezcan tan gentilmente a llevarnos a su templo. O quizá fueran las palabras de Madame Eva. Pero todo esto me hacía erizar los pelos del cuello.

Sin embargo, mis compañeros parecen decididos a ir. Realmente nos llevan a la colina que buscamos, así que tenemos que ir en esa dirección. Pero siento como si estuviéramos yendo directos a una trampa.

Suspiro. Nuestros compañeros parecen haber decidido el rumbo a seguir. Seguiré con ellos, somos un grupo. Pero en ningún momento apartaré mi mano de mi espada larga, eso es seguro. Y de mi escudo la otra. Esperemos que no sea una trampa... rezo a mi dios porque no sea una trampa.

-No se llama Urgh, sino Jack- Corrigió Elyzabeth. –Y es un poco tímido- Explicó abrochándole un botón del chaquetón.

Ely no prestó demasiada atención a las palabras de las jóvenes hasta que la tal Ida comenzó a detallar los rituales.

-Ahá. Que historia tan peculiar- Comentó como si no creyese nada de aquello, pero no tardó en sacar su atiborrado pergamino y añadir unos párrafos palabra por palabra.

¿Alguno de vosotros es un bardo que pueda tocarnos algo...?

-Teníamos un hermoso laúd, pero lo dejamos sobre la cama- Bufó mirando al tapestaní como si hubiese sido culpa suya. –Os acompañaremos encantados a ese lugar si tiene unas vistas tan hemosas como decís-

Ely apoyó su mano en el hombro de Ashlyn. La joven había aprendido a no fiarse de nada y menos de nadie, pero no veía motivo para desconfiar de las tres iniciadas…Al menos de momento.

Cuando Reluë se negó a que le tocarán las orejas, Ada dejó escapar una risita nerviosa, retirando su mano.

Ah... qué pena lo del laúd... ¿Alguien caballeroso puede llevarnos los cestos de manzanas?

Walterly picó como un inocente, y cargó con dos de los cestos. Irina cogió el tercero, más que nada para acabar con aquello cuanto antes. Las miradas de las chicas iban saltando de la diadema enjoyada de Elyzabeth, al rubí del Símbolo Sagrado del Cuervo que emulaba el sol, a los músculos y traseros de los chicos guapos. Eran como cualquier otra adolescente, y gustaban de las joyas brillantes y los hombres cañón.

A Irina le molestaban las miradas hacia su pecho, así que al final se quitó el Símbolo Sagrado del Cuervo y se lo tendió a Urik.

Toma. A partir de ahora, lo llevas tú, Urik, como lo habíamos hablado.

Así, la reliquia volvió con el último miembro de la Orden de los Caballeros del Cuervo, que con el medallón en su cuello centraba un poco más que antes las miradas de Ada, Ida y Aida.

Tras superar un pequeño tramo de bosque, la colina de Lysaga se mostraba en un decadente esplandor. Era monte pelado, con algún pequeño arbusto y hierbajos entre las piedras. Estaba coronado por un torreón semiderruído, de modo que sus dos paredes más enteras le daba aspecto de cascarón roto.

Desde uno de los montículos, una joven, que vestía el mismo capuchón rojo que las tres adolescentes, bajó para ocultarse en el interior de las ruinas. A medida que se acercaron, distinguieron la planta circular que delimitó en su época el muro exterior del torreón, pero por dentro de ese perímetro quedaban intactos dos edificios más pequeños (que originariamente no eran más que habitaciones). Vieron a una quinta monjita roja sobre el techo plano de una de esas dos casitas.

La vigía de los cascotes regresó acompañada de una mujer más madura, y bastante hermosa, que se adelantó para hablarles.

Bienvenidos al convento de Santa Ecaterina. Mi nombre es Babá Zelenna.

Bajó la voz dos tonos para dar instrucciones a Ada, Ida y Aida.

Chicas, llevad las manzanas a la cocina y terminad vosotras la tarta de manzana.

¿En qué puedo ayudarles?

Don Urik se puso el medallón, haciendo una ligera reverencia hacia Irina, en agradecimiento por retornarle el Símbolo Sagrado de la orden del Cuervo, o abreviado SS*.

Durante el camino las muchachas les dieron conversación vacua con hembras, que si los colores que me encantan, las capuchas de última moda o esos pantalones de cuero tan ceñidos...total, que Don Urik tuvo la sensación de que las chicas le miraban más a él que al suelo. Sobretodo cuando las pillaba mordiéndose los labios al verle el trasero. Lástima para ellas que Don Urik estuviera casado con su deber, y no contemplara refocilarse con hembra alguna, no hasta cumplir con su sagrada misión...y dado que era casi una misión suicida, pues, no, no había muchas esperanzas de perder la virginidad en algún momento. Las chicas no parecían amenazadoras, pero en las tierras de Barovia todo podía ser muy diferente a lo que veías, así que aguardó un mejor momento para usar sus poderes, esperando que las dulces jovenes les condujeran donde a ellos les hacía falta, antes de examinarlas. 

Llegaron a la colina de Lysaga, y Don Urik contempló el torreón derruido con sensaciones enfrentadas en su interior. Allí era donde la primera de su órden había luchado y caído, logrando uno de los mayores éxitos de la órden, desterrar a un demonio invocado por un aquelarre de brujas. Mientras daba los últimos pasos, supo que había llegado el momento y se concentró**, mirando con intensidad a las ruinas, así como a las muchachas que se habían separado de él y acudían prestas hacia dos monjitas más. Una de ellas resultó ser Babá Zelenna, la cual les dio la bienvenida al Convento de Santa Ecaterina. Dando dos pasos al frente para estar lo suficientemente cerca de ella para que su poder funcionara, y haciendo una reverencia de saludo, Don Urik dijo - Bienhallada Babá Zelenna, mi nombre es Don Urik, y soy un Caballero del Cuervo. Venimos buscando el templo de la montaña. - le soltó, así a bocajarro. Pero Don Urik se había preparado y estaba atento a las señales que podían indicar que les estaban ocultando información, que allí habitaba mal alguno o que las cosas no eran lo que parecían.

Nada escaparía al atento ojo de Don Urik.

- Por otra parte - dijo mirando hacia el torreón y las habitaciones aledañas, quitando su atención del rostro de la monjita*** -  a título personal me gustaría saber si podéis compartir conmigo toda la información que tengáis sobre lo sucedido con Lugdana, que luchó aquí contra una banda de brujas y contra un demonio invocado por ellas, muriéndo pero expulsandolo en el proceso, así como todo lo que sepáis sobre mi orden, rituales incluidos, por favor. -

Un cuervo negro se posó en el hombro de Don Urik, el cual observó con fascinación pajaril el medallón colgado del cuello del caballero. - Ah, éste es Sam. - dijo, presentando al cuervo. El cuervo simuló una ligera reverencia en dirección a Babá.

Bueno, pues ya estamos aquí, con las orejas felizmente a salvo. Este torreón derruido debe ser el cascarón supuestamente abandonado que supuestamente es el Santuario de la Montaña que nos anunció Madame Eva. La primera suposición no parece ser demasiado cierta a tenor de la cantidad de chicas que salen de entre las piedras y de los dos pequeños edificios que parecen en uso, así que esperemos que la segunda esté más afinada.

Me presento educadamente a la que parece ser la jefa del lugar, que nos ha dado la bienvenida, y escucho qué tiene que decir esta nueva bella mujer a lo expuesto por Don Urik sobre nuestra presencia en este desamparado lugar.

Siguiendo a las muchachas, por fin llegamos a un torreón medio derruido. Por el camino me he ido relajando un poco, viendo la actitud y las miradas en ocasiones poco sutiles de aquellas jóvenes a mis compañeros. Realmente sí parecen adolescentes repletas de hormonas.

Al ver el torreón, veo que no está abandonado. ¿Será aquí donde teníamos que ir? Esta es la colina que nos dijo Madame Eva, ¿no? Estoy confusa...

En fin, veremos qué contestan... aunque oye, realmente un trozo de tarta de manzana no estaría mal ya de paso.

¿Todo lo que sé? Uf... va a ser una conversación larga. Será mejor que tú y tus sirvientes os sentéis.

Era normal que Babá Zelenna considerase a los demás como simples siervos, ya que ni siquiera se presentaron, y avanzaban por detrás del paladín cuando llegaron a las ruinas. La mujer se sentó sobre un cascote de la altura de una silla.

Supongo que con "templo" te refieres al Santuario de la Montaña. Empecemos por ahí la explicación... ¿Qué sabes sobre la Historia de Barovia? Perdón, lo explicaré con todos los detalles para darle un contexto a la exposición...

Para aquel entonces, Urik ya había vislumbrado las auras de las presentes (aunque no lo había aplicado con sus propios compañeros). Las novicias de la túnica roja no despedían ningún aura, mientras que Babá Zelenna brillaba con una intensidad moderada.

La Iglesia de Andral, el dios sol, fue fundada en el año 168-hace 587 años-. En los siglos siguientes, el andralismo de los colonos del valle convivió con los ritos paganos de los druidas y las brujas del lugar. Mientras la Iglesia de Andral construía "templos", los paganos tenían en el monte de Lysaga un centro energético en el que practicar la magia. Según los cronistas, menhires formaban desde tiempos inmemoriables un círculo en torno a un altar, en algún punto de esta colina. Ese es el Santuario de la Montaña.

En los siglos sucesivos, ambas comunidades lucharon juntas con las sucesivas invasiones de los licántropos de la Horda Neureni, en el año 230, y los bárbaros Terg, del 320 al 347. Cuando Strahd expulsó a los últimos Terg y recuperó la región para su Casa, lo primero que hizo fue emprenderla con sus antiguos aliados. Los druidas y las brujas fueron expulsadas del valle, y emprendieron un éxodo hacia el sur, donde fundaron la aislada aldea de Immol, dejando al andralismo como religión dominante. Algunas brujas se resistieron a marcharse, por supuesto...

Tras finalizar la introducción, Babá Zelenna hizo una pausa. Tosió para aclararse la garganta y seguir con su explicación.

Al andralismo se le torcieron las cosas en el año 351, cuando llegaron las Brumas a Barovia. Esa parte es bastante conocida... La boda de Sergei y Tatyana, la caída en desgracia de la Casa Von Zarovich. Y sin el apoyo y el dinero de Strahd, también se convirtió en la caída en desgracia de la Iglesia de Andral. Los restos de la organización se dividieron en dos: la Orden del Cuervo y los Guardianes de la Pluma Negra. Ambas sociedades guardan profundo rencor a Strahd, no porque sea un vampiro, no porque sea un muerto viviente, sino porque su encaprichamiento por Tatyana les costó las prebendas y lujos con las que los Altos Sacerdotes de Andral vivían.

Con el tiempo, los motivos egoístas de los primeros miembros de ambas corrientes fue olvidándose, enterradas bajo actos de bondad y leyenda. Los Guardianes de la Pluma Negra pasaron a la clandestinidad, mientras la Orden del Cuervo se fue desangrando por plantar batalla a cada amenaza que surgía de las Brumas.