Partida Rol por web

Un no muerto. Un maldito vampiro se ha situado en el techo del carruaje. Todo mi cuerpo tiembla de rabia al verlo.

Sujetese, doctor. Esto va a ser movido digo cogiendo las riendas a la par que saco la espada de Walterly. Ordeno al Pegaso que cargue en un picado letal mientras rezo una oración a mi Dios para que me dé fuerzas para derrotar al mal una vez más.

- ¡Cuidado! - advirtió Don Urik al ver salir al engendro vampirico trepando como una araña tras echarle una mirada de puro odio y rencor. Una explosión iluminó el lugar iluminando la escena mientras la criatura deforme se cubría los ojos y siseaba, Don Urik no podía ver bien qué sucedía arriba del carro, pues ahora estaba metido de lleno en medio de la nube de murciélagos que intentaban confundirle, molestarle y cegarle mientras cabalgaba a toda velocidad encima de aquel viejo veterano que lo estaba dando todo, siguiendo las órdenes de su jinete. Su cuervo graznaba aleteando alrededor de su cabeza intentando alejar a aquella criaturas de la noche de la cabeza de su compañero para darle un respiro, para darle ése segundo que sabía que el caballero necesitaría para reaccionar. Don Urik se levantó en los estribos, acompasando el ritmo con las rodillas mientras contaba mentalmente para saltar con el suelo pasando con endiablada rapidez por debajo de él. Su mirada se cruzó con los tres ataúdes del interior del carruaje, donde en uno de ellos estaba saliendo un espeso humo negro que sin duda formaría a otra de esas criaturas malignas, mayores problemas para ellos. 

- ¡POR EL SAGRADO CUERVO! - gritó, saltando y zambulléndose en el interior del carro de cabeza....o al menos es hacia donde él se lanzó...pero en el último momento su mirada se desvió hacia Lobo y el enorme cuervo que era Bray, viendo como la enorme espada caía sobre la espalda del ave negra, y sintiendo una premonición** - ¡NO! - Sus manos se agitaron en el aire, rozando la ventana... 

El carro se inclinó hacia el lado con una sola rueda, y giró saliéndose del camino. Al ampliarse la distancia con Lucifer, el salto de Urik se quedó corto, y rodó por la tierra. La plaga cayó sobre Urik y Lucifer, pero por lo menos el caballo prosiguió la carrera y pasó de largo. En ese momento que el carro se había separado de la bandada de ratas voladoras, Ashlyn cargó contra el engendro del techo. Un solo golpe bastó para convertirlo en gas. Entonces, el hechizo sobre Lobo se rompió, mientras contemplaba sus manos ensangrentadas y su espada hundida en el lomo del cuervo gigante que era su hermano.

Campo a través, el carruaje se dirigía directo contra un árbol. Los caballos fantasmales se refugiaron en el plano etéreo para no chocar, y el carro se estrelló contra el tronco. Entonces Elyzabeth conjuró una criatura espectral que atravesó el techo. No tenían visión de lo que estaba ocurriendo dentro. La segunda bola de gas se había convertido en el segundo engendro vampírico, y atacaba al Acosador de Elyzabeth. A su vez, la tapa del tercer sarcófago se abrió haciendo que sus bisagras emitiesen un chirrido. El cuerpo de Sasha se levantó como un resorte y salió del vehículo aprovechando que su siervo luchaba contra el Acosador.

¿Quién osa perturbar mi sueño? ¿Quién ataca a Sasha Ivliskova con los trucos de feria de un mago charlatán? Pagaréis caro vuestro desafío...

De este modo, el combate se dividió en dos...

En el camino, la plaga de murciélagos se cebaba con un Urik tumbado en el suelo, mientras la inofensiva forma de gas del primer engendro flotaba lentamente hacia el carruaje para volver a su ataúd. La regeneración en el ataúd llevaría su tiempo, así que ese enemigo ya no suponía una amenaza. Ya le clavarían una estaca en el corazón después de la batalla, y harían toda la parafernalia de llenar la boca de ajos y cortar su cabeza.

A veinte pies del camino, Sasha Ivliskova se alzaba majestuosamente al lado del carro accidentado. Justo en ese momento el Acosador de Elyzabeth agitaba sus alas y atravesaba la carroza para perseguir a Sasha, y el segundo engendro salía tras él.

En ese momento se acercaba al trote el rezagado Reluë...

   Ely apretó los dientes al escuchar el cacharrazo que se dio Urik y tomó buena nota de no caer de su montura. Entretanto, La baronesa hizo su aparición, recibiendo una tímida bienvenida del Acosador.

¿Quién osa perturbar mi sueño?

Elyzabeth se mordió la lengua para no responder con una bravuconada o un engaño. Se enfrentaban a una vampiresa centenaria y eso obligaba a mantener la boca cerrada, al menos de momento, se consoló. Cabalgó el ciervo a 10´ de altura, lo justo para no recibir ataques desde el suelo y se acercó a 50´ de Sasha de modo que pudiera beneficiar a todos sus aliados con su siguiente conjuro. La nigromante desplegó un viejo texto de las enseñanzas de Wee-Jas y comenzó a recitar sus letanías:

-†Vuestra sangre se convertirá en conocimiento…†- A medida que la joven pronunciaba los salmos, Sus compañeros sintieron como se les erizaba el pelo. Aquella bendición se sumaba a la anterior, pero era el doble de poderosa. -†Cada gota es un rubí…Inmenso es su tesoro†- Terminó de memoria, pues hacía rato que tenía los ojos en blanco.

Consternado por lo que acabo de hacerle a mi propio hermano, convierto de nuevo mi espada en un arco. 

-Lo siento, hermano. De verdad.-Digo con gran pesar.-Desciende. Seré menos peligroso si me bajo. Pero estate atento por si vuelvo a dudar. 

Mientras vamos descendiendo, disparo dos flechas contra la vampiresa afinando mi puntería cuanto me es posible.

Un nuevo engendro sale del carro junto a la baronesa. Observo como Urik está enfrentado a los murciélagos, mientras Ely y Lobo se enfrentan a la baronesa.

Si no acabamos con el engendro, la cosa se puede complicar, así que dejo que ellos se ocupen de la baronesa mientras cargo contra el segundo engendro vampírico. Rezo una letanía a mi Dios esperando que también me permita disolver la forma física de este vampiro para luego poder destruir su cuerpo.

Sasha dejó escapar un chirrido cuando las flechas de Lobo se clavaron en su pecho. A pesar de no ser de plata, los golpes estuvieron muy cerca de alcanzar al corazón de la no muerta. Pero nada como la espada de una paladina para acabar con el Mal. Sasha cogió el filo de la espada con las manos, y la plata hizo que su piel humease al contacto, pero con una capacidad sobrehumana, la Burgomaestra contrarrestó la fuerza del brazo de Ashlyn hasta que el filo salió por completo de su estómago.

¡Una santurrona!-dijo por la paladina-¡Cabalgando libremente por Barovia! Strahd se está ablandando...

Empezó a conjurar, esquivó la espada de Ashlyn y se giró contra el pájaro espiritual invocado por Elyzabeth. Tres proyectiles salieron de la palma de su mano hacia el Acosador, y fueron interceptados por los misiles mágicos de Reluë, que venía al galope.

¡NOOOO!-protestó, no acostumbrada a que la contrariaran en temas de magia.

A pesar de que Reluë había protegido al pájaro del hechizo, no pudo hacer nada cuando el engendró gateó hasta el techo del carruaje y seguía acosando al Acosador. Por su parte, Bray aterrizó en el descampado, permitiendo a Lobo desmontar. El hombre cuervo se transformó aún doliéndose de sus heridas, pero los dos hermanos eran duros de pelar: las disculpas eran innecesarias.

También desmontó, por la parte de los cuartos traseros, el Doctor Van Richten. El anciano dio un rodeo para evitar la pelea, y se situó al lado de una de las ruedas delanteras. Con la suela de la bota pateó uno de los radios de la rueda hasta partirlo, tratando de improvisar una estaca de madera para cuando los vampiros regresaran a sus ataúdes.

Lucifer se había detenido en el camino, sobrepasando el enjambre de murciélagos por cincuenta pies de distancia, así que estaba a salvo. Urik, por contra, sufría uno por uno los envites de cada una de esas malditas ratas aladas. Con dificultad se puso en pie. Trató de agitar su espadón como un abanico, pero eso solo parecía enfurecer a los mamíferos aún más.

Las heridas de Sasha comenzaron a cerrarse...

Libre ya de las restricciones que le imponía la montura improvisada, el montaraz preparó dos flechas y disparó contra la vampiresa. Al estar enzarzada en un combate, se iba a hacer necesario afinar la puntería, pero confiaba en poder acertar a aquella criatura al menos una vez.

Soltó las dos flechas con la vana esperanza de que encontraran su objetivo y sin desviar la mirada, susurró unas palabras a su hermano.

-Lo siento.-Dijo tratando de evitar ser oído por la vampiresa. Omitió llamarlo hermano para no darle una ventaja innecesaria a aquél ser.

Enfrentada ahora a la vampiresa nuevo mi espada para golpearla con todas mis fuerzas. Puedo ver sus heridas cerrarse y eso no me gusta. Indico al Pegaso que, si él también puede, ataque al monstruo.

-¡Gracias Re…Gracias guapo!- Felicitó al semi-elfo por salvar su buitre. El ave se sobresaltó con el duelo mágico, perdiendo su siguiente ataque. Sin embargo, el resto de sus compañeros no se quedaron atrás plantando frente a la vampiresa. La clériga se anotó elogiarles si sobrevivían al encuentro.

Elyzabeth había permanecido callada y en movimiento, mostrando un perfil bajo para asegurar sus golpes más poderosos. Ahora que la baronesa se encontraba acosada por sus aliados, había llegado el momento de propinar su golpe mortal.

-Mi querida Burgomaestra- Dijo al fin cabalgando hacia ella. –Envidio vuestra belleza, vuestro carruaje…Y sobre todo vuestros fieles guardaespaldas- Confesó torciendo el gesto al recordar a Ida. – Me he sentido tentada de abrazar vuestra naturaleza- (El viejo doctor, que tenía las cejas levantadas, casi sufre un ataque de tos al escuchar aquello). Entonces Elyzabeth comenzó a trazar una figura en el aire con sus finos dedos -Sin embargo, hay una cosa que no envidio en absoluto, y es la debilidad que implica, os lo mostraré: - Dijo señalando a la vampira. De su dedo surgió una neblina que se arremolinó entorno a Ivliskova. Un horrible rostro arrugado que los aventureros empezaban a reconocer. La venganza deífica consumió a Sasha de una forma mucho más terrible que a cualquier ser vivo. Beth exhaló tras comprobar el efecto de su conjuro. Se irguió en su silla de montar y añadió: -…Los vivos disfrutamos de la amistad- Se jactó -¿Contáis con alguien que nos sea un siervo? Convencerme de que merece la pena esa existencia.- Retó a la baronesa.

La caída al suelo había sido dura, pero se había levantado todo lo rápido posible mientras una bandada de ratas voladoras le rodeaban. Blandió su arma a izquierda y derecha, pero estaba claro que su arma no valía contra aquellas criaturas. Entre las alas de las criaturas que le atacaban vio a la Baronesa, enzardada en combate con Ashlyn, y no se lo pensó. - ¡CUERVO, A ELLA! - le gritó a su cuervo, lanzandose el ave alrededor de la cabeza y molestando a la criatura vampírica.*

Cargó corriendo con todas su fuerzas saliendo de la nube de murciélagos y consiguiendo por fín un blanco claro. - ¡Te equivocas!¡No hay una santurrona! ¡Somos dos paladines! ¡Muere criatura infecta! - Imprimiendo todo la fuerza de sus brazos cruzó su arma y cortó el brazo de la vampira, dejando el brazo casi colgando. 

Elyzabeth no dio lugar a réplica. Entre la espada de Ashlyn y el castigo del conjuro, la vampiresa se convirtió en humo. Al ser derrotada, el enjambre de murciélagos que ella había llamado se dispersó. El Acosador etéreo se volvió cristal, pues el objetivo de su invocación ya no estaba, y estalló inofensivamente mientras el cristal se deshacía como hielo ante el sol. La forma gaseosa de Sasha flotó al cercano ataúd del carruaje.

El engendro que quedaba trató en vano de proteger a su ama. Una flecha de Lobo y un espadazo de Urik bastaron para que la criatura se replegara en forma de humo al carruaje.

Todavía no hemos terminado-dijo Van Richten, tendiendo a Urik una de las estacas de madera que hasta hacía poco formaba parte de los radios de las ruedas-. ¿Me permitís daros una clase práctica?

Abrieron el primer ataúd, el del engendro que destruyó Ashlyn en lo alto de la carroza. Como fue el primero, ya estaba en forma corpórea. Van Richten clavó la estaca en el pecho, pero el engendro ni siquiera reaccionó. Parecía dormido...

Cuando cojáis práctica podréis acertar en el corazón directamente. Hasta entonces, el vampiro no despertará hasta que se regenere lo suficiente. Eso os da tiempo a palpar su tórax con cuidado. Buscad la clávicula y empezad a contar costillas hacia abajo. La clavícula está apoyada en la primera costilla, y son algo más difíciles de discernir, así que contad la clavícula y la primera costilla a la vez. El corazón se extiende por debajo de la segunda costilla y por encima de la sexta costilla, la sexta costilla equivale a la primera costilla flotante. Salvo defectos congénitos, el corazón se extiende bajo el esternón hacia el lado izquierdo del sujeto.

Tras la muerte, los tejidos se contraen. El corazón se vuelve más pequeño, y para encontrar el corazón en un vampiro tendréis que limitar el área entre la tercera y la quinta costilla. Los dos espacios intercostales son válidos: entre la tercera y la cuarta, y entre la cuarta y la quinta. Palpad el esternón, y contad un dedo de ancho hacia la izquierda para que el hueso no dificulte la entrada de la madera en el tórax.

Los dedos se dirigieron en perpendicular hasta converger. De la clavícula a la base de la estaca. Del esternón hasta la estaca.

La estaca solo sirve para paralizar al sujeto y permitirnos trabajar con calma. ¿Me permites un ajo, Urik?

Van Richten peló con las manos el ajo para dividir sus dientes. Tiró del mentón del "sujeto" para que abriera la boca, e introdujo los dedos empujando el diente de ajo, de un modo muy familiar para Elyzabeth (aunque ella usara porciones de manzana). Daba la sensación de que el engendro vampírico abriría los ojos en cualquier momento y cerraría sus colmillos en la mano del Doctor, pero no ocurrió.

Una vez llena la boca del sujeto con dientes de ajo, hay que proceder a cortarle la cabeza. Bray, puedes proceder...

Bray desenvainó la cimitarra y su filo de plata brilló bajo la luz de las estrellas. Ejecutó un corte limpio, y tanto la cabeza como el cuerpo se convirtieron en polvo.

Podéis practicar con los demás...

Abrieron los otros dos ataúdes. En uno de ellos estaba Sasha. En el último solo una masa de gas a la que tuvieron que dar un par de segundos para que tuviera tiempo para materializarse.

El breve combate había dejado magulladuras y cortes en el Caballero-Paladín del Sagrado Cuervo, pero nada que un poco de descanso no pudiera curar. Cuando había empezado a correr hacia la Baronesa, el ataque conjunto de sus compañeras había acabado con el engendro, y había podido cambiar su carrera hacia el que quedaba, atravesándolo de parte a parte y convirtiéndolo en humo. - Ojalá fuera tan sencillo acabar con Stradh. - pensó, pero sabía que no iba a ser así, ni de casualidad, ni por asomo, ni con toda la suerte del mundo. Felicitó a sus compañeros y se reunió con ellos.  

Una vez reunidos alrededor del carromato, atendió a la clase magistral del Doctor. - Ajá...¿ahí? Bien. Golpe seco y fuerte, cinco dedos de profundo. - Don Urik prestó mucha atención y se fijó en los movimientos, hacía tiempo que no le enseñaban algo y fue como retrotraerse a otros tiempos más felices. Tras el primer ejemplo, y con la guía del doctor, fue fácil acabar con los otros, y con tres cabezas de ajo. Tras el trabajo, se sintió mucho mejor, hasta el amuleto parecía vibrar de contento.

Pero a pesar de la satisfacción momentánea, una sombra planeaba sobre Don Urik, pues Beth bailaba entre dos aguas con mucha facilidad, y aquello le mortificaba. Tenía la sensación de poder perderla en cualquier momento, y se sorprendió a si mismo pensando que eso sería terrible. La echaría mucho de menos. La intensidad del lazo era sorprendente, teniendo en cuenta el poco tiempo que llevaban juntos, pero quizá la cercanía a la muerte, nunca mejor dicho, hacía que se viviera todo con mucha mayor fuerza y velocidad. Pero había esperanzas...la muchacha se sentía respaldada y apoyada por sus compañeros, por sus amigos...y era un punto que debían apuntalar para darle algo a lo que agarrarse y no caer en la tentación. Tendría que hablar con ella cuando tuvieran oportunidad. 

    Ely saltó de su montura agitando los brazos como una posesa: -¡EL FUELLE!¡!EL FUELLE DE PLATA!- Corrió hasta las alforjas de Lucifer, pero se detuvo en seco al sufir una arcada. De nuevo la aquejaba aquel mal…O estado de buena esperanza. Para cuando quiso hacerse con el artefacto-caza vampiros-gaseosos, Shasha ya había regresado a su ataúd y su engendro tenía una estaca en el corazón.

-¡Ah No-no-no, un momento doctorcito, los demás también tenemos cosas que aprender!- La clériga se alejó de las alforjas para subirse a horcajadas sobre la baronesa. –Podéis hacer lo que queráis con los engendros, pero esta belleza es mía- Dijo desenvainando su puñal ceremonial. El doctor iba a insistir en que sólo la madera valía para atravesar el corazón de la vampiresa, cuando Beth cortó un mechón de la lustrosa melena de Ivliskova y lo guardó en su estuche (junto con el de Walterly). –…Cuánto daño hace el amor- Suspiró contemplando el hermoso cadáver. Después le plantó una especie de “beso de buenas noches” y se bajó al suelo de un salto, dejando que el doctor y sus alumnos decapitaran sus restos.

-Hemos tenido suerte- Dijo en tono cenizo.

El grupo comenzó a discutir su siguiente paso:

-¿…A La tumba de Serguei?...Lo que queráis. Aun me quedan la mitad de mis conjuros- asintió de forma distraída. Abrió su pergamino, que empezaba a parecer un pequeño libreto, con todas aquellas anotaciones de sus aventuras, y entonces releyó:

-“…Sergei Von Zarovich; EN LAS CATACUMBAS DEL CASTILLO DE STRAHD” ¡AH, NO-NO-NO!- Exclamó de nuevo. –¡Diablesas y vampiros juntos! Yo no me meto en el castillo de Strhad sin mi lanza ¡Y hasta el último de mis conjuros!- Entonces recordó lo que el gato invisible le había dicho a Ida. –Si mi descarriada novicia dijo la verdad: “Khyristérica” tiene un espía en Barovia, y verá que seguimos vivos – Meditó en voz alta. –Esperar…Yo no revelaría que tengo un espía…Salvo para sembrar la desconfianza entre mis enemigos- Beth quedó atrapada en un bucle de maquinaciones. Acabó pelando una de sus manzanas y comiéndosela en silencio. Después regresó a la carreta y la registró a conciencia. –Se me ocurre aparcar el carruaje en la mansión de Irina, como si Shasha hubiera llegado sana y salva. Cubriremos a Lucifer y Aurius con telas negras para pasar desapercibidos y haremos guardia por si aparece el supuesto espía. Bray podría acercarse a saludar a nuestra vieja amiga, por si pudiera proveernos de algún pergamino. A la mañana siguiente iremos a recoger nuestros encargos al herrero, y partiremos de inmediato para llegar al castillo antes de nadie pueda advertir de nuestra existencia.- Para Elyzabeth, Bildrath (El tendero del ultramarino) era quien más papeletas tenía de ser los ojos de algún malvado. De momento seguiría soñando con incendiar su tienda, y se contentó con la idea de conducir el siniestro carruaje, tirado nada menos que por un flamante pegaso entrapajado de luto.

-¡JA!- Exclamó.

Yo también me pongo junto a los demás observando la clase práctica que nos da el doctor. Creo que es el primer vampiro que veo morir y pido permiso para encargarme yo de otro. Son tres, uno el doctor, otro Urik y yo el tercero.

Cuando hemos acabado me giro hacia Beth y niego. No podemos seguir eternizándonos o será tarde. En realidad solo necesitamos llegar a la tumba, rezar y salir. Conociendo como sabemos que hay un pasadizo secreto, igual no implicaría ningún combate. Y mañana podríamos ir a hablar con la ninfa.

Lobo sopesó las opciones. Había muchas posibilidades de tener que salir combatiendo de las criptas... Pero tenía claro que si podían extraer uno de aquellos rituales debían intentarlo.

-Pasar por barovia no es una opción. - Dijo finalmente con tono apesadumbrado. -Debemos aprovechar la sorpresa y entrar en las criptas. Sigilo y rapidez es cuanto necesitamos. Yo puedo moverme relativamente rápido sin ser descubierto, pero no sé si en vuestro caso es posible. ¿Podría ir solo? ¿O sería un suicidio? 

-…Habría sido bonito- Elyzabeth lanzó uno de sus suspiros y acarició el carruaje despidiéndose de él.  

En realidad solo necesitamos llegar a la tumba, rezar y salir. Conociendo como sabemos que hay un pasadizo secreto, igual no implicaría ningún combate.

–Si lo hacemos con discreción, tendremos una oportunidad- En cuanto a la propuesta de Lobo, la joven negó con la cabeza. –Suena casi perfecto, salvo por lo de separarnos. Mejor vamos detrás de ti, de forma que Ash nos proteja a todos del escudriñamiento de Strhad. Antes de entrar, lanzaré un conjuro que nos oculte de los muertos vivientes. No sólo no podrán vernos, tampoco oírnos, ni disfrutar de mi perfume- Añadió con una mueca burlona. –Así solo tendremos que preocuparnos de las trampas, los secuaces demoníacos y cualquier otra cosa que el señor del castillo haya previsto para recibirnos- Sonrió tirando de ironía.

Beth pidió a Reluë que cargase las alforjas de Lucifer en su ciervo espectral, de esa forma el maltrecho caballo solo tendría que cargar con su jinete y las ristras de ajos, cuya protección no compensaba el hedor, según la excéntrica sacerdotisa.

Tras anotar la posición de la carroza en su mapa, Ely pidió ayuda para esconderla con la vegetación que había a mano. Aunque no tenía muchas esperanzas de recuperarla, seguía siendo importante que el trágico final de Sasha, pasase desapercibido para sus aliados el tiempo que fuera posible.