Partida Rol por web

La instructora Moonlight se desvaneció ante la presencia de las criaturas sin que nadie pudiera verles. Corrió hasta donde estaba su discípulo y como si fuera un fantasma logró encajar un golpe súbito en la criatura. La formícida no pudo saber el origen de semejante golpe y debido a la distracción no pudo esquivar el puño de Odyr que se había convertido en piedra. 

Aquella Obrera cayó inconsciente herida por los ataques de los aventureros, pero eso no hizo que las otras tres huyeran, al contrario, cada una de ellas tomó una nueva posición contra Odyr y ya que Aerith era invisible no pudieron enfrentarse a ella, por lo que Odyr no tuvo más remedio que tratar de esquivar cada mordisco de sus contrincantes, que ahora le tenían rodeado.

Odyr se agachó para esquivar el primero de los ataques, después dio un pequeño brinco estando de cuclillas, pero en el último envite, la última de las criaturas logró clavarle de nuevo sus mandíbulas en pleno muslo haciéndole una herida un tanto profunda. 

-Ahhhg!- emití un sonido de dolor al recibir semejante mordisco, entonces concentré toda mi atención en el bicho y lancé dos puñetazos a la velocidad del rayo, el primero de ellos impacto de lleno, pero en ese momento el dolor en mi muslo me hizo perder el equilibrio por un momento, fallando por mucho el segundo ataque.... Entonces busqué con la mirada a la instructora con algo de desespero.

-Instructora!, necesito ayuda aquí!- Exclamé al verme rodeado por las Formicidas.

Rápida como un rayo, deje caer mis nunchakus y saqué la ballesta. Apunté entre los ojos de una de las formícidas y dispare, esperando que se clavara y otra más dejara de existir

Odyr lanzó una rápida ráfaga de golpes contra las criaturas contra las que se enfrentaba, logró golpear a una de ellas, pero justo cuando iba a impactar con su segundo brazo la criatura hizo un gesto antes de morir e hizo que el aprendiz cayera al suelo quedando a merced de sus enemigas.

Aertih lanzó uno de sus virotes contra otra de las formicidas con la esperanza de librar de otro enemigo a Odyr, el golpe fue preciso y logró encajarlo entre una abertura de su recia piel. En tan solo un instante habían acabado con dos de los enemigos dejando solo uno de ellos. 

Pero la hormiga gigante no se retiró y ahora que Odyr estaba tirado en el suelo aprovechó para clavarle sus colmillos, pero tuvo tan mala suerte que falló el golpe clavandolos en el suelo. Aquel era el mejor momento para terminar de liquidar a la última de las enemigas, con suerte tendrían libre paso para dirigirse hacia la misión encomendada.

¡Rueda y apártate, Odyr! Me encargo de ella grité al tiempo que cargaba la ballesta. Pero el estar vigilando que a Odyr no le pasara nada me costó perder el disparo

Observé como caían una a una las formicidas, entonces escuché las indicaciones d Aerith, sin embargo decidí levantarme para acabar de una vez por todas con ella de una patada.

No acostumbraba a desobedecer ordenes, pero el calor del combate no le dejaba pensar con claridad, y creía firmemente que lo mas adecuado era acabar pronto con la criatura.

Aerith se distrajo debido a la situación de su discípulo y el virote se perdió varios metros allá en el campo. Odyr desobedeció las órdenes de su instructora, por lo que decidió ponerse en pie bajando así la guardia y lo que era probable que sucediera, sucedió. La criatura aprovechó la brecha que había en su defensa para encajarle un mordisco que tan solo le hizo un leve corte en el brazo. A pesar de ello, Odyr comenzaba a estar algo exhausto del combate y a pesar de que logró golpear con su pierna a la criatura, su ferra piel le impidió causarle cualquier tipo de daño.

La gran hormiga volvió a atacar de nuevo, pero esta vez Odyr, logró esquivar el envite.

Ante la última de las formicidas desato dos puñetazos con suma rapidez, pero las heridas en mi muslo y brazo me hacen titubear, fallando los golpes tras resentirme por el dolor, entonces doy un rápido paso lateral para alejarme un poco de el bicho, atento ante su ataque y esperando que Aerith pueda acabar con el.

Debería disparar a Odyr por no atender mis instrucciones pensé. Pero acto seguido, me escandalicé. Cierto que no me había hecho caso, pero eso no era escusa para mis pensamientos

Sin perder mucho más tiempo, recargué la ballesta y disparé, golpeando con dificultad a la criatura

Tan solo quedaba una de las criaturas y ninguno de los dos aventureros fue capaz de encajar un buen golpe a la criatura, los puñetazos de Odyr no llegaron ni tan siquiera a rozar a la formícida y el virote de Aerith rebotó en su recia piel por lo que no sirvieron de nada sus ataques. 

Aquellos fallos por poco le causan la muerte a Odyr, puesto que el mordisco que le encajó el insecto hirió de gravedad al aspirante, y cualquier movimiento demasiado brusco podría dejarle completamente inconsciente.

¡Mierda, Odyr! grité cuando vi que caía inconsciente al suelo por el último ataque.

Cargué nerviosa la ballesta. Necesitaba acabar con esa criatura de inmediato, pero los nervios me fallaron. El virote no acertó ni por asomo

Las heridas provocadas por el bicho provocan un dolor tremendo, incluso creo que se me han abierto las heridas de mi anterior combate con Garlik, poco a poco siento como mis fuerzas se desvanecen y siento que pierdo el conociemiento, tambaleante intento conectar un último golpe a la criatura antes de caer pesadamente al suelo.

Claramente ambos combatientes se estaban poniendo muy nerviosos y esto les jugaba malas pasadas. Aerith falló un ataque que debía ser el último, mientras que Odyr caía inconsciente tras tratar de dar un último golpe a la criatura.

La última formícida que quedaba en pie apartó de una patada a Odyr, como si ahora no le interesase su cuerpo en absoluto y se fue contra Aerith, sin duda aquella criatura había ido en busca de comida, pero ahora tan solo quería venganza.

Maldita sea, Odyr pensé malhumorada al ver cómo caía inconsciente.

¿Por qué no me has hecho caso? grité al tiempo que retrocedía para poder disparar de nuevo a la criatura

Aerith logra encajar su virote en la última de las formícidas que quedan en pie dejando por fin libre el camino en dirección a la cueva.

Guardé los nunchakus que había dejado caer y me acerqué a Odyr, entre preocupada y enfadada.

Primero le curaré. Después le arranco la cabeza y busco a las formicidas para que le devoren entero.

Me arrodillé a su lado y puse las manos encima de él. Las pasé varias veces por su cuerpo mientras veía cómo sus heridas cicatrizaban.

A pesar de las dificultades del viaje lográis llegar hasta la Caverna del Fuego. Ante vosotros hay una gran puerta que parece estar incandescente y que lleva al interior de la montaña en la que se aloja la prueba a la que debéis enfrentaros en aquel momento.

Una mujer de ropajes anchos está parada en frente de la puerta.

Cuando Aerith está cerca de ella le tiende la mano a modo de saludo. Y después hace una inclinación para saludarte a ti.

- Bienvenida Instructora Moonlight. Veo que has traído al aprendiz a Filo del Alba tal y como me dijiste. Me alegro de que hayáis llegado hasta aquí sanos y salvos. Las tierras de Talant son peligrosas para cruzarlas andando.

De todas maneras lo importante es que ya estáis aquí y por fin podrás enfrentarte a tu última prueba antes del examen para Filo del Alba.

Esta es la Caverna del Fuego y en su interior hay cantidad de elementales de fuego. Son muy peligrosos y pueden materializarse con muchas formas y apariencias, tened mucho cuidado. Al final de la cueva os encontraréis con él, el guardián elemental. Ese es vuestro objetivo, derrotarlo y lograr que se os una a vuestro bando.

Con un largo suspiro recobré la conciencia y pude comprobar que la instuctora Aerith se encontraba a mi lado con un claro semblante de disgusto y no era para menos, dadas las circunstancias en el combate anterior, por obstinado desobedecí sus instrucciones y eso me llevó a una situación de peligro... - Lo lamento instructora, no volverá a suceder, lo prometo  Exclamé con un semblante de decepción, si quería conseguir grandes cosas debería ser mas sensato.

Después del largo trayecto escuchando los reproches y regaños de la instructora Aerith, por fin llegamos a nuestro destino, me mantengo a un lado de Aerith en una postura solícita, mientras ella se saluda con nuestra receptora.