Partida Rol por web

Hace rato que el mortecino sol arroja la luz violeta del bien entrado atardecer en el interior del taller.
El olor a goma, metal y aceite a éstas horas en las que estás a punto de cerrar tras un día en que has tenido que trabajar prácticamente sólo, sería irrespirable para cualquiera que no estuviese acostumbrado.
El suelo está casi intransitable: Cuando uno no se resbala con la gasolina, se le queda la suela pegada a la grasa.
Apestas a sudor, has tenido que trabajar mucho en poco tiempo para ganarte algo más que el pan de cada día...
Cansado psiquicamente de estar todo el día (como todos desde hace más de un año) disfrutando de las bujías como única compañía y conversación, por fin ves el momento de cerrar. No es que la idea de volver a casa sea prometedora: A Donovan no puedes llamarle, pues ya sabías, quizás por la televisión o quizás por tu propio hermano, que hoy eran los premios "Joven Promesa" de Francia, y Jolene... Mejor no pensar en ella ni en las putas palabras de Scotland Yard: Lo más probable es que vuestro propio padre haya hecho lo peor con ella...
Te adecentas en el mugriento baño del local todo lo que puedes, firmas todo lo que tengas que firmar y cuando estás bajando la persiana metálica del taller, aparece, apoyado en la misma pared de la fachada del local, lo último que querías encontrarte: Un "pijo" de los que estrenan traje cada día, tan limpio e impecable que parece recién sacado de un anuncio de Gucci... Lo peor es que encima el tipo es todo un modelo, pero por su forma de mirar, tan fría y ausente, parece casi un autista...

Gira la cabeza hacia tí con un movimiento que parece casi mecánico por su limpieza, y sin sombra de que le impresione, desagrade o cause cualquier tipo de impresión tu imponente aspecto, dice:

- Eres John Rewell Dryden, ¿no es así? - su voz suena carente de cualquier sentimiento o sensación que no sea un aire cansado, acaso un poco monótona.

Cansado después de un día más duro de lo habitual, aunque satisfecho con los resultados, observo al rubiales con la misma cara de siempre: de pocos amigos. Parece un puto robot, el tío... No se inmuta, mueve la cabeza igual que mi gato mecánico... Alzo un único instante las cejas, algo extrañado, a decir verdad, pero sin sentir demasiada simpatía por la situación en general. Últimamente estoy de más mala hostia de la habitual... Como vuelva a oír que Jolene está muerta en el menú va a haber ensalada de hostias para comer...
Aún en cuclillas, cerrando la persiana por completo, saco un cigarrillo y lo enciendo rápidamente. Me incorporo, mirando al tipo igual que miro a todo el mundo. Pero que este tipo conozca mi verdadera identidad no es algo que me guste demasiado...
-¿Quién lo pregunta y por qué? Digo, escueto.

- Ha cambiado mucho a como se le veía en las fotografías de la prensa rosa - observa, analítico, igual de impasible - . Busco a su hermana. Sé que usted la está protegiendo... Vengo a ayudar. Soy el doctor en cirugía pediátrica Sven S. Lockhart - muestra sus credenciales.

¿Cirugía pediátrica? ¿De qué coño habla? Además... Yo no tengo ni idea de dónde está Jolene. Sí, me encantaría estar protegiéndola, pero sólo Dios sabe cómo conseguir eso, joder. Guardo las llaves y saco las de la moto, aparcada en la puerta del taller. Me llevo el cigarro a la boca mientras tomo asiento.
-Gracias por la intención, pero no tengo ni idea de dónde está mi hermana... Digo, totalmente sincero, algo que se ve a la legua: no sé mentir y nunca lo he intentado siquiera. Sin embargo, aunque daría por zanjada la conversación en otra ocasión, vuelvo a hablar: -¿Por qué quieres ayudar a mi hermana? ¿La conoces de algo? Y mejor todavía... ¿Sabes dónde puede estar? Le lanzo una penetrante mirada.

No toma asiento. Traga saliva como único indicativo de que SABE que lo que va a decir a continuación es un tanto drástico.

- La vi hace cosa de un año y cinco meses, cuando estaba embarazada de cuatro meses. No pude ayudarla entonces. Supe que dió a luz en Gales, me lo dijo un compañero de carrera que trabaja en ese hospital, pero volvió a desaparecer a las pocas horas de dar a luz a lo que me dijeron fué una niña... - comenta, ésta vez dulcificando un poco el tono, como si el tema le afectara de forma personal.

Mi primer impulso es lanzarme contra el tipo, empotrarlo contra la pared y, más que preguntarle, hostiarle... De hecho, mi cuerpo vibra por los nervios y la tensión generada por semejante revelación, pero consigo, pese a todo, no seguir ese impulso. Básicamente por una pregunta formulada a mí mismo: ¿Por qué iba a hacerlo? Este tipo me ha dicho que vio a Jolene... Y que tuvo una niña... Soy tío. Joder, soy tío, y ni siquiera lo sabía. Y Jolene... Tiene 16 años... ¡¡¡NO ME JODAS, 16 PUTOS AÑOS!!!
Mantenía el cigarrillo entre dos dedos... Ahora el cigarrillo se convierte en un revuelto incandescente de tabaco y papel, cuando mi puño se cierra completamente, sin reparar en su presencia. La mandíbula se endurece todavía más, así como el resto de músculos corporales. Cruzo los brazos llevando un puño a la boca. No abro la boca, de momento, pues necesito asimilar lo que acaba de decir este tipo... Gales... ¿Podría estar por ahí cerca?
Señalo al cirujano con un dedo acusador, los labios muy apretados, y al hablar parece que las palabras se escurrieran entre los dientes más que otra cosa:
-Si me estás mintiendo... Dejo la frase a medio terminar. ¿¡Y por qué demonios estás tan interesado en ayudar a mi hermana, sólo porque no pudiste ayudarla entonces!? Quizá no es el trato más correcto, pero ahora mismo no estoy para pensar en la etiqueta... Bueno... ¿Alguna vez lo he hecho?

- Porque la niña es mi sobrina - responde el tipo, simplemente, para entonces cerrar los ojos, ahora sí, con un claro gesto de profunda vergüenza - ... El padre del bebé de tu hermana es mi hermano...

Bien... Tranquilo Rewell, tranquilízate... Este hombre no tiene nada que ver, es sólo el hermano de... de... ¡¡¡¡DEL PUTO ADOLESCENTE SALIDO O EL JODIDO PEDÓFILO CABRÓN QUE HA DESTROZADO LA VIDA DE MI HERMANA!!!! ¡¡¡¡TRANQUILO!!!! Tranquilo... Respira... respira hondo... profundamente... Bien, eso es... El aire entra fresco por la nariz y sale, cálido, por la boca... Repito el ejercicio varias veces, con los ojos cerrados, hasta que alcanzo cierto equilibrio. Tengo que buscar a Jolene, y tengo que hacerlo YA. Este tipo quizá pueda ayudar... Además de querer hacerlo, parece tener más información sobre su posible paradero...
-Bien... Buscaremos a mi hermana y a tu hermano... Monta. Digo, señalando la moto con la cabeza. Me siento correctamente y arranco, dispuesto a ir a mi piso para ducharme y recoger algunas cosas antes de marchar.

- Mi hermano está muerto, gracias a Dios - revela - fué asesinado de un disparo en la frente en la casa donde vivían al poco de ver yo a tu hermana. A ella la dejaron vivir. Iban a por él.

Monta, tal como le has pedido.

- ¿Tienes casco? - pregunta tan ininmutable tras hablar de que su hermano fué asesinado.

¿Muerto? Qué suerte ha tenido, el muy cabrón... Me sorprende, con todo, la frialdad con la que cuenta cómo mataron a su hermano... Y más aún decir que se alegra... No puedo entender algo así, aunque eso es por mi propia experiencia. No voy a entrar a juzgar a nadie sin conocimiento de causa. Pero hay algo alarmante en esto: Jolene podría estar sola. Sola con una niña recién nacida... El tiempo apremia. Sin decir palabra, le tiendo mi propio casco integral y enfilo el camino hacia mi piso. Una vez allí, le indico el sofá con un gesto de la cabeza, haciéndole entender que puede sentarse. Por cortesía, pero sin abrir la boca igualmente, dejo una botella de cerveza frente a él.
Me doy una ducha rápida, suficiente para quitarme la peste, y hago una bolsa de viaje con ropa, neceser, cartón de tabaco, etc... Salgo, entonces, con ella al hombro.
-¿Tienes alguna idea de dónde podría estar ahora mismo?

Sven se sienta agradeciendo con un gesto de su cabeza tan silenciosamente como se le ha ofrecido. Igualmente acepta la cerveza, bebiéndola directamente de la botella y pasándose la mano por la cara...
Expecta callado cómo haces tu equipaje, y cuando le preguntas niega con la cabeza, cabizbajo...

- Pensaba que podía estar contigo, ya lo has visto. Si no está contigo, quizás tu otro hermano la esté protegiendo. Tiene dinero más que de sobra para ocultarla del posible peligro que se le venga encima...

-Hoy no se puede contactar con Donovan... Habrá que esperar a mañana... ¿Qué es ese peligro del que hablas? Pregunto, dejando la bolsa en el suelo... Si no sabemos nada de dónde puede estar Jolene, no podemos ponernos en marcha a lo loco... Cojo otra cerveza, me siento en una silla frente a Sven y, tras coger otro cigarrillo, tiro el paquete a la mesa que nos separa a ambos, ofreciéndole coger silenciosamente. Acerco un cenicero de gran tamaño (lleno casi a rebosar).

- No fumo, gracias - rechaza educadamente, dándole un nuevo trago a la cerveza - No sé qué peligro le acechará, pero sé que mi hermano era el policía encargado de protegerla en el programa de protección de testigos, y no me imagino nada bueno que pueda alejar a una joven rica y amante de la ostentación como se ve en las revistas que es Jolene de su seno materno. Por otro lado, sus padres se están volviendo locos buscándola, según todos los medios de comunicación... Pero me escama el hecho de que todos los Dryden desaparecieron de Londres a la edad de quince años...

Joder... No lo había pensado nunca, pero tiene razón... Todos dejamos Londres con 15 años, por unas razones o por otras... En realidad no termino de ver una relación más allá de la casualidad, pero al menos me resulta de lo más curioso. Como me resulta igual de curioso que este tipo sepa tanto sobre nosotros, los Dryden. Así que su hermano era un pitufo. Y encima encargado de proteger a mi hermana... Sí, lo hizo de puta madre... Le protegió del frío... Pero hasta donde alcanzo, si Jolene estuvo en un programa de protección de testigos es porque se vio involucrada en algo grave... No me gusta. No me gusta nada lo que está ocurriendo y, aunque mi rostro no lo refleje en absoluto, mi preocupación y nerviosismo va en aumento. No digo nada, por el momento. Mantengo el silencio, pero mirando fijamente el cenicero, como si quisiera que me desvelase algún secreto oculto entre colillas de cigarros. Jolene... Mi pobre hermana... ¿Qué demonios te ha ocurrido? ¿Y dónde te has metido?
Pasado un largo rato, hablo de nuevo. -Es un sofá cama, por si no tienes donde quedarte... Deberíamos ir a por algo de comer, hay un chino en la esquina. Cenar fideos revueltos con arroz tres delicias (extraña combinación) es uno de los pequeños placeres de la vida, a los que estoy aficionado desde hace un tiempo. Máxime si los devoro mientras paseo por la calle...

- Bien - asiente, poniéndose de pié y cogiendo la botella de cerveza para tirarla a la basura. Es curioso como semejante "pincel" no ha hecho ascos a nada de lo que le has ofrecido. Tú eres soso... Pero éste tipo por no hacer no cambia ni la cara... - Vamos.

Es asombroso... Le conozco de muy poco rato y... no me cae mal, este tipo. Por lo general, la gente me despierta absoluta indiferencia. Este tipo me empieza a generar cierta simpatía. ¿Por qué? Ni idea... Tal vez porque es como un témpano de hielo, no habla a menos que sea necesario y cuando lo hace, dice sólo lo necesario. Sí... Eso está muy bien, desde luego. Me levanto, tirando la botella también en la basura, me pongo una cazadora y bajamos hasta el restaurante chino de la esquina. Con un sencillo: "Lo de siempre", la camarera ya sabe que lo que quiero es un "Revuelto Rewell" para llevar. Espero a que Sven pida, simplemente girando la cabeza para mirarle, y a la hora de pagar ambas cenas, lo hago yo, sin abrir la boca. Después de haber cenado, por la calle, con los palillos, vuelvo a hablar: -Hay un garito con buena música aquí al lado. ¿Bebes whisky?

El tipo se ha pedido nada menos que el plato caro de cualquier chino: Pato. Da las gracias silenciosamente con un asentimiento de cabeza por la invitación y aprecias que los camareros, que ya te conocen algo, se sorprenden al verte con semejante compañía. Las camareras le miran embobadas sin siquiera plantearse que estés al lado.

- No, en realidad - responde a tu pregunta - . Prefiero el Brandy - sigue tus pasos a tu lado, comiéndose el pato limpia y ordenadamente con los palillos.

Al entrar en el bar, recién terminada la cena, dejo caer la caja y los palillos en un cubo de basura. Me acerco a la barra, entonces: -Una botella de Heart Brothers y otra de Terry. Dos vasos. En cuanto las sirven, me apoyo en la barra con el codo y lleno mi vaso con el whisky y el suyo con el brandy. Dejo el paquete sobre la barra, igualmente, y saco un cigarrillo, el primero de muchos. Doy un trago al licor, degustándolo, para después mirar a Sven, alzando levemente la copa en señal de brindis. No deja de ser mi cuñado, después de todo. Y además, qué cojones, parece un buen cuñado. -Por nuestra sobrina. Es el brindis que propongo. Escucho la música, relajándome poco a poco, además. Mi mirada, aparte de posarse en Sven cuando le hablo, por lo demás se mantiene fija en un punto muerto del bar, aunque desde luego no da la sensación de autismo que, al parecer, da la suya*.