Partida Rol por web

Cupido ha seleccionado a dos jugadores, que a partir de ese momento serán enamorados.

Si uno de los enamorados muere, el otro morirá también pues la pena y la tristeza lo harán sucumbir a los brazos de la muerte.

Cupido no es muy listo y tiende a equivocarse, pudiendo seleccionar como enamorados a un aldeano y ¡un lobo! Si esto ocurriese, el objetivo para estos dos tortolitos del infierno cambiaria, teniendo que procurar eliminar al resto de aldeanos y lobos respetando, eso sí, las reglas básicas del juego.

Un enamorado nunca podrá acusar a su amado aunque sea para despistar. La mirada de vuestro enamorado os protege por la noche de los intrusos... por eso no podreís morir a manos de los Hombres-Lobo... aunque si por el resto de aldeanos con sus poderes o en el linchamiento popular.

Cupido a disparado sus flechas y os han unido para siempre....

A partir de ahora debeis de velar la una por la otra... y así hasta el final.... final que como veis será conjunto...

El amor hace revelar todos los secretos así que podeís desvelar vuestro rol en la partida a vuestra amada... pero solo a ella... nadie más debe saberlo...

La bruja abre los ojos y los clava en Evanthë mientras una tímida sonrisa se dibuja en sus labios. Con una mirada todo pueden decirlo, todo pueden hacerlo, como si de su propio mundo se tratase.

Se acerca a ella y se inclina con cortesía mientras abre su vestidoi e inclina la cabeza con una etiqueta que hace más gala de una educación humana que mágica. Una sornisa tímida y una sencilla risita que teme salir al exterior.

-¡¡Hola Evanthë...!! Si... Si necesitas algo... Sólo dímelo.

La voz de ella suena algo tímida mientras un ligero rubor inunda sus mejillas. Evidentemente es algo a lo que no está acostumbrada pese a que normalmente se ofrezca a ayudar, está claro que con esa bruja de la casa de Eglantine algo pasaba, algo que ni ella misma podría imaginarse.

Evanthë abrió los ojos mirando a su alrededor, hasta que se topó con Naivé, un poco más alejada. Dando un paso hacia ella, pudo verla despertarse, antes de que sonriese al mirarla.
Con una inclinación de cabeza y una sonrisa, Evanthë se acercó a ella, para reírse ligeramente al escucharla - Por supuesto, querida Naivé... - y suavizando el gesto, acarició su mejilla, siempre sonriente, antes de entrelazar sus dedos en los de ella - Espero que sepas que siempre podrás contar también conmigo... -.

Al principio había estado dudosa, pero cada segundo que pasaba se confirmaba su sospecha, y sin poderlo evitar, sin estar segura de como sentirse, Evanthë miró al cielo suspirando un segundo. Sus destinos iban a estar unidos hasta la muerte.

Cuando la bruja es acariciada una tímida sonrisa hace aparición junto con un rubor creciente. Cuando sus dedos se entrelazan ella los cierte sobre su mano como deseando que no se aparte de su lado.

Le mira a los ojos y mira al suelo, y vuelve a mirarla a los ojos, sin saber exáctamente cómo o dónde mirarla, su nerviosismo se hace evidente, pero finalmente acerca su rostro al de ella y saca valor para darle un tímido beso en la mejilla.

-C-claro que cuento contigo... ¿Sabes que sé cómo encontrar los relicarios?

Comenta la bruja, inocente y divertida, mientras cierra los ojos y sonríe ligeramente. Sin poder controlarlo, la misma sensación de felicidad que ella siente es transmitida hacia Evanthë.

Ha sentido el leve roce y Evanthë, por un momento, siente como si el mismo fuego que alumbró su antepasada corriera por sus venas, antes de mirar a Naivé con cariño y soprenderse ante su afirmación - ¿Es éso cierto querida mía? -, dice mientras se gira a mirarla, su dedo pulgar acariciando el dorso de su mano.

Cuando siente su dedo pulgar reconoce una calidez que no quiere dejar escapar, cierra los ojos y ladea la cabeza, como queriendo absorver ese roce para siempre, para ella. La bruja habla, pero claramente su mente está perdida en la caricia que le otorga aquella que ama.

-Sí... Bueno, sé dónde los escondimos... Pero ahora hay muchas brujas y no podemos sacarlos... Es un fastidio.

Protesta sin energías debido a cómo se encuentra en este preciso instante, completamente entregada a ese roce que no quiere que desaparezca, completamente vulnerable a lo que quieran hacer con ella.

-Y Morgana sólo habla de matar y matar y matar... Está loca.

Algo extraño comienza a hervir dentro de ella, pero... No consigue identificar qué es, no obstante, no quiere que termine este momento.

Durante un segundo, un breve segundo, Evanthë sabe que tenía que hacer algo, pero entonces, sus ojos, fijos en Naivé, bebiendo sus gestos, le hacen darse cuenta de que a pesar que debería decir algo, hacer que los devolviesen, la protegerá con su vida, sea ella culpable o no, no podría vivir sin ella.
Y mientras se muerde ligeramente el labio, toda la compostura perdida, cierra los ojos y la abraza - Oh, Naivé... querida Naivé... -, su voz no sabe si es triste o jubilosa por tenerla allí con ella.

Al escuchar su voz Naivé alza sus ojos con algo de tristeza para mirar los de ella... Algo en ese timbre le resulta realmente familiar. Cierra los ojos nuevamente e inspira. Su voz surje ahora triste, distante, melancólica, mientras se pierde en los recuerdos al hablar.

-Soy el fruto prohibido... Entre alguien de tu casa y alguien de mi casa... Una magia que nunca debió de existir... En mi casa muchas dicen que soy ingenua, demasiado inocente... Se ríen de mí y no cuentan conmigo... ¡Pese a que soy la Espía de los Oceános más jóven que ha existido nunca! Me he esforzado mucho... Y seguiré haciéndolo. Una vez... Recuerdo una vez que varias hermanas quisieron pelearse conmigo... Yo me defendí... ¡No quería hacerles daño, lo juro! Pero tenía miedo... Mucho miedo, sus ojos eran frios y sus hechizos laceraban mi cuerpo... -se abraza y estremece al recordarlo- ... No me quedó otra opción que luchar... Y lo hice con todas mi fuerzas. Perdí el control de mi poder y entonces aparecieron tres guerreras... Sus casas no importan, y yo les miré... Sabía que ellas estaban equivocadas, pero no querían escucharme. Pero entonces el relicario habló: "Dejadla viva, está bajo mi protección" replicó la voz de la ancestra Shaiya. Yo... Yo no comprendí para qué en ese entonces, pero... Siempre me han dicho que hay que seguir a los ancestros, y ellas mismas se retiraron. Muchas me miran con recelo desde ese entonces, con desdén, incluso con comprensión... Pero como si no fuese una de ellas. Dicen que no tengo la crueldad de mi casa. Ni el fuego de la tuya. Nunca debí de existir... Pero Shaiya había hablado. Pero recientemente... Recientemente escuché la voz de Shaiya en mi mente, ella me daba ciertas instrucciones, ella me pidió que la sacase de allí... ¿Qué iba a hacer?

La mira a los ojos como esperando una respuesta, y una media sonrisa, un tanto forzada por sus palabras aparece en su rostro.

-Pero ahora... Ahora es distinto. Tú no me miras como ellas. Tú...

Pero entonces enmudece durante dos segundos y sus ojos se ponen en blanco. Su sonrisa se amplía sincera, incluso casi incrédula, como quien acaba de hacer un gran descubrimiento que creía imposible.

-Eres tú... Shaiya quería que te conociese... Ella misma tuvo un amor prohíbido... Quiere que esto sea así... Quiere que traicione a mis compañeras y que luche por tí, como ella no pudo luchar al final por su amor, si no por sus compañeras. Quiere... Quiere cambiar la historia.

Rápidamente junta ambas manos sobre las dos de ella mientras le mira a los ojos llena de un nuevo brillo de esperanza.

Escuchando en silencio sus palabras, todavía abrazándola, incrementó el agarre, con los ojos todavía cerrados susurrando - Shhh... pase lo que pase, no van a hacerte daño. Haré lo que sea, Naivé. Lo que sea. Mentiré si hace falta... pero no dejaré que nadie te haga daño. No importa lo que hicieras. Y Shaiya era sabia. Conozco la historia, cómo vieron la luz las casas que fundaron nuestras antepasadas... pero no sucederá igual ésa vez... -.

Y con un breve y leve suspiro, Evanthë abre sus ojos, mirando a la nada, mientras no deja de abrazar a Naivé, sin soltarla, como si tuviera miedo de que se alejase de ella - Lo solucionaremos... llegaremos hasta el final de todo éste asunto, querida mía... ya lo verás. -

Al sentir su abrazo Naivé, la Espía de los Océanos, de la casa de Shaiya, frías y crueles por naturaleza, no puede contener unas lágrimas de felicidad que recorren sus mejillas, más aún cuando habla, intentando infundirle esperanza, y ella misma le abraza con fuerza, una fuerza que por suerte o por desgracia para ella no puede controlar y hace un poco de daño a Evanthë y rápidamente deja de hacer presión.

-Lo... Lo siento...

Dice, mientras las últimas lágrimas de felicidad recorren sus mejillas. Mira a los labios de ella y por unos segundos duda si besarle o no la mejilla y, quizás por miedo, rechaza la idea y le besa cerca, casi rozando la comisura de los labios, pero sin llegar a tocarla.

-No... No quiero que te pase nada. Si se enteran de que me quieres ayudar irán a por tí... Y... Y no podría soportarlo. Lo siento aquí... En mi corazón. Hablaré con... Con mis compañeras... Eliminaremos a nuestros enemigos... No soy ninguna gran bruja, pero por la noche soy fuerte y no necesito dormir. Y te protegeré con esa fuerza que me otorga la luna.

La mira a los ojos y se esfuerza por evitar mirar a sus labios, pero había algo en ella que la hacía irresistible a los ojos de Naivé.

Evanthë reprimió una mueca, al sentir la fuerza en Naivé, pero pronto, al oír sus disculpas, negó con la cabeza - No importa, querida... no importa... -, y era verdad, porque entre ellas no había espacio el resentimiento, y por tanto, no hacía falta pedir disculpas.

Recogiendo las lágrimas de Naivé con sus dedos, las secó antes de responder a su beso con un roce en la mejilla y sonreír - ¿Harías éso por mí, querida mía? - susurró mientras volvía a acercar sus labios, descansando, ésta vez más tiempo, en la comisura de sus labios, con los ojos entrecerrados, antes de volver a entrelazar sus dedos y empezar a mirarlos - Haré lo posible con mi don, querida mía, lo esconderé el mayor tiempo que pueda... sólo los muertos podrán sabrán que he mentido al conocerles... -.