Partida Rol por web

La tarde va cayendo mientras la pobre Ami es casi obligada a subir los cientos de escalones que conducen desde la entrada de la ciudad hasta el Círculo Superior. ¡Cielos, es mucho camino...! No por nada es la Gran Escalera, al menos son sinceros: La Gran Entrada, La Gran Escalera... Ami siente que ha estado caminando todo el día y si siente eso es porque es cierto; el camino desde el templo hasta la ciudad quizás tomó unos pocos días en caravana pero llegaron al comienzo de la tarde a la ciudad y desde entonces no pararon de subir. Bueno, quizás eso es exagerar un poco: Pararon a comer, a ver las vistas, a observar como los barcos esos con enormes globos despegaban de la estación por la zona del Distrito Comercial... Definitivamente es una ciudad muy bonita. ¡Está tan llena de gente tan diferente!

El trato que siempre recibió Ami en el resto de pueblos, incluyendo los de algunas personas del Templo, fue diferencial: Por tener esas orejas y cola algunos le trataban mejor, otro peor.

En esta ciudad parece que los Híbridos son tan normales como los humanos 'comunes y corrientes'. ¡Y hay tanta variedad! Hay personas de todos los colores, formas y procedencias. Los hay con acentos del norte, del sur, del este y del oeste, ¡De todo! Es bastante refrescante.

Subiendo por la Gran Escalera se llega eventualmente a una muralla, un gran arco blanco está custodiado por guardias de la ciudad. Tras ver la documentación que traen los monjes que acompañan a Ami, el pequeño grupo es permitido el paso: Se tratan de dos simples monjes del templo donde Ami se crió, lo que uno definiría como unos 'mandados'. Van vestidos con su túnica y no son muy habladores, lo cual hizo del viaje algo especialmente aburrido.

Pasando el arco llegan al distrito de las Torres de Marfil. Es la continuación y parte final de la Gran Escalera, las calles están adornadas por altas torres blancas. Parece ser una zona bastante más pudiente que la vista en el Círculo Medio y llega más luz del sol allí que abajo.

Pronto pasan cerca de un enorme parque, todo en el Círculo Superior parece ser grande y opulente, un motivo que se extiende al resto de la ciudad en menor grado. No es mucho después que llegan a un enorme portón doble que se encuentra abierto de par en par.

Siguiendo hacia dentro, Mei y los monjes se encuentran con una muy bonita fuente adornada por cuatro estatuas de obsidiana flotantes representando los elementos de forma abstracta. Parece ser una zona bastante más natural que dentro, hacia la izquierda se puede bajar por una colina para llegar a un campo de flores y un lago, más al fondo un bosque. Hacia la derecha no hay camino para bajar pero se puede ver un amplio edificio de apariencia oriental. A lo lejos, cerca de ese edificio, se pueden apreciar personas luchando con espadas, ¡parecen estar practicando! Deben ser alumnos.

De hecho, se pueden ver bastantes adolescentes (casi todos varios años mayores que Mei) bajando por una escalinata que se encuentra tras la fuente, al frente. Se van dividiendo hacia los lados, la mayoría parecen ir en dirección al lago: Alguno que otro lleva una pelota, alguno más lleva una canasta con comida... Parece que a estas horas descansan.

Subiendo por la escalinata y pasando por un amplio mas no largo puente de piedra, llegan a la entrada de un gran castillo. ¡Debe tener unas siete u ocho altas plantas hacia arriba y al menos dos o tres más hacia abajo! Malas noticias: Más escaleras...

Siete plantas más arriba, llegan a una larga antesala alfombrada que conecta las escaleras internas del castillo con lo que parece ser una puerta doble de madera, actualmente semi-abierta. A los lados hay estatuas y cuadros de ancianos y ancianas vestidos con túnicas y adornados con joyas, posiblemente antiguos directores. Tras la puerta hay una sala bien decorada, llena de estanterías repletas de libros; al fondo hay un escritorio con varias sillas delante y un sillón detrás. Sentada hay una mujer de cabellos rojos...

-Ah, os estaba esperando.- dice ella con una suave sonrisa, una taza de té se encuentra en sus manos. Se pone de pie, ofreciendo con la mano los asientos frente a ella. Los monjes niegan con la cabeza.

-Uhm.-, parece algo intrigada por esa reacción sin embargo enfoca su atención en Ami. -Ah, tu debes ser...-, pero se queda a media frase, parpadeando con confusión. -Uh... Mis disculpas. Tu debes ser Ami. Me han escrito sobre tí. Sientate, te serviré un poco de té. ¿Pueden esperar fuera?-, le dice a los monjes, -Luego querré hablar con ustedes para finalizar algunos asuntos burocráticos.

Mientras los monjes se alejan, la directora sonríe suavemente a la jovencita. Tras servirle una taza de té y acercarle un pequeño plato con galletas de manteca, la mujer pelirroja se sienta nuevamente en su propio sitio, frente a Ami.

-Mi nombre es Lunaire, soy la directora de la Academia. Puedes llamarme Luna.-

Definitivamente me caía genial aquella mujer. Un rico te y unas galletas eran lo mejor después de una larga caminata. Además, resultaba agradable tener alguien con quien hablar después de un viaje con los monjes aburridos.

- Encantada- le dije mientras cogía una galleta y la untaba en el té. Luego me la comí y comprobé que estaba deliciosa. Volví a untarlo -, me llamo Ami - le sonreí.

De pronto, me acordé de algo y me aproximé a la directora, tendiendole la mano. Si iba a ser mi directora mientras estuviera allí, lo mejor era empezar con buen pie y ser respetuosa, tal como me habían enseñado.

La directora sonrió un poco ante el educado gesto, tomándole la mano y asintiendo. -Es un gusto ver a una chica tan joven actuar de una manera tan educada. De todos modos, siéntate: Debes estar cansada.

Parece que el gesto dejó a la mujer más que contenta, definitivamente fue un buen pie por el cual empezar.

-¿Es  tu mascota?-, pregunta con una pequeña sonrisa mientras observa el zorrito que acompaña a Ami. -¿Como se llama?

El pequeño animalejo no se ha despegado de su dueña un solo momento.

- Se llama Roth, siempre viene conmigo. Es mi mejor amigo, siempre comemos juntos, nos escapa... nos vamos de paseo juntos, en fin lo hacemos todo juntos - acaricié a Roth y este pegó un pequeño grito de satisfacción. Me entusiasmaba hablar de él- Es un zorrito como yo.

- ¿La señora directora no tiene una mascota?- la miré como quien pregunta si no tiene más galletas para comer.

La directora se cubrió los labios un momento para esconder parcialmente una pequeña risita.

-No exactamente, no.-, responde con amabilidad mientras sirve un poco más de té para la pequeña niña zorro. Poco después saca de un cajón de su escritorio una pequeña cajita, en su interior hay más galletas. Tras colocarlas sobre el pequeño plato donde estaban las otras, sigue hablando.

-Es muy bueno que tengas una relación tan fuerte con él. Eso habla muy bien de tí.-, asiente un poco. -¿Te gustaría vivir aquí, Ami?-, le pregunta con una suave sonrisa, -Estoy segura de que podemos enseñarte mucho.

- Sí, si hay gente tan maja como tu y me dan galletas yo me quedo - cualquier cosa era mejor que volver con los aburridos monjes. Roth se animó cuando me vio entusiasmada y levantó las orejas. De pronto, una idea surcó mi mente y me puse triste - No puedo, no he pedido permiso en el templo y si no vuelvo a tiempo me echarán la bronca - dije apenada mientras Roth agachaba las orejas.

La mujer de cabellos rojos se volvió a cubrir la boca con una pequeña sonrisa en cuanto Ami pronunció la primera parte. Ante la segunda, negó sin preocupación: -No te preocupes. He estado intercambiando correspondencia con ellos, fueron los sacerdotes del Templo al que perteneces los que me han solicitado que te acoja como alumna. Más allá de eso, es tu decisión.

Suenan dos suaves golpes en la puerta y una joven voz femenina diciendo "Directora, soy yo: Tao". La profesora alza un poco la voz para que llegue hasta la puerta y dice: -Adelante.-, antes de volver a dirigirse a Ami. Parece que la puerta no se abre inmediatamente, dándoles algo más de tiempo a ellas dos para seguir hablando a solas.

- Genial, entonces - me puse de pie con Roth agarrado a mi cabeza - , será más divertido que las aburridas horas en el templo seguro. Solo una pregunta más, ¿hay niñas de mi edad? Aunque me conformo con que haya gente simpática.

-Bueno...-, piensa ella durante unos momentos. -Hay una un poco más pequeña, mi hija. Y luego hay muchas que son unos dos o tres años mayores que tu.

La directora sonríe con calidez. -No deberías preocuparte. Pienso que estarás bien.

Es entonces cuando entran dos figuras nuevas a la sala. La primera es una chica Híbrida con orejas y cola de gato, vestida con una túnica y capucha. Parece tener la edad de una estudiante.

Tras ella va un joven un poco más alto que la propia chica-gato, más o menos de la misma edad que la felina. Ella parece tranquila, pacífica. ¿Él? Parece un manojo de nervios.

Una vez llegan al escritorio, Tao se reverencia ante Ami y se dirige a la Directora:

-Señorita Lunaire, traigo al chico del cual le he hablado.-, parece que había estado hablando con la Directora sobre él incluso antes de que Wen se abra con ella... Quizás percibe más cosas de lo que uno creería.

-Ah, muchas gracias, Tao.-, dijo la mujer con una amable sonrisa. -Siéntate, por favor. Hay una silla libre junto a Ami.

Ofrece con la mano. -¿Té? ¿Galletas?-, señala con la mano un plato con algunas galletas de manteca, Ami parece estar comiendo algunas de ellas. No hay una taza para él ahora mismo sobre la mesa.

La sala está bastante bien decorada, no es tan amplia como la antesala pero definitivamente es más bonita. Está llena de estanterías repletas de libros y otros accesorios diversos, principalmente de apariencia arcana o mística.

Al fondo hay un escritorio con varias sillas delante y un sillón detrás, donde está sentada una mujer de cabellos rojos. Delante, sentada en una de las sillas para invitados, hay una jovencita Híbrida con un pequeño zorro entre sus brazos.

Intento entrar con decisión en la instancia, pero estaba claro que mis nervios me delataban. No puedo evitar mirar la decoración, con las librerías llenas de libros, cuanto conocimiento podría haber en esas páginas, ¿los habrá leído todos? Hasta que reparo en la mujer que estaba al otro lado del escritorio. Me la había imaginado con algunos años más, bastantes más, para ser exactos, no esperaba que fuera una mujer joven quien estuviera al cargo.

-Gracias -respondo titubeando a la directora, y le dedico una breve mirada a la chica del zorro, para volver a mirar al frente una vez sentado-. No, gracias -rechazo la invitación agitando ambas manos-, estoy bien así.

Ahora mismo tenía un nudo en el estómago, no podría comer aunque me obligaran a ello. Lo que quiero es relajarme, aunque sea un poco, pero la situación no me lo estaba poniendo fácil. Nadie me dijo que iba a haber alguien más en la habitación. Busco a Tao con la mirada, aunque puede que ella tampoco lo supiera.

La chica gato se acercó un a un paso de distancia de Wen y le puso una mano al hombro, susurrandole suave:

-Tranquilo, estará bien. Quizás deberías sentarte y aceptar el té, es cortez. Beber algo te ayudará a relajarte, también.

Asiento levemente con la cabeza a las palabras que Tao me susurra en el oído. No es que me sintiera especialmente seguro con la pequeña a mi lado, pero al menos era una cara conocida aquí dentro.

-Pen...pensándolo mejor, si, me tomaré un té -sonrío, quizás algo forzado, pero la directora sólo estaba intentando ser amable-.

Respiro profundamente un par de bocanadas de aire, intentando utilizar esas técnicas de relajación que antaño me enseñaran. Creo que me hará falta algo más que aire y una taza de té caliente para que consiga sentirme cómodo.

Saludé a los chicos que entraron con la mano mientras seguía comiendo las galletas y guardé silencio mientras hablaban como una buena niña, observando a los dos que habían llegado.

Una era chica gata con unos enormes ojos y tapada casi entera. Seguramente era muy guapa sin el abrigo de gorro, pero no se lo quitó en ningún momento.

El otro era un chico que apenas decía nada y hablaba con la gata en susurros. Cuando se puso a mi lado me dio pena ver que estaba nervioso. Seguramente le daba miedo entrar sólo en ese sitio o echaba de menos a alguien.

Entonces me levanté, me acerqué a él y le di un abrazo amistoso. En el pueblo cuando me caía o me pasaba algo triste, siempre me daban abrazos para que me calmara. La vieja Osire siempre decía que un buen abrazo curaba todos los males, por lo que deduje que aquel chico necesitaba un buen abrazo. Roth se unió al abrazo subiéndose a mi cabeza.

Luego le sonreí, me presenté y le di educadamente la mano - Me llamo Ami, encantada, si estás nervioso por la nueva escuela puedo darte la mano mientras entramos.

Que la pequeña que estaba sentada a mi lado se levantara para darme un abrazo fue, cuanto menos, raro. No sabía como tomarme aquello, ¿estaba necesitada de cariño? ¿veía algún tipo de figura paternal en mí? Aquello no se sintió mal, pero me resultaba extraño así sin más. Tras la explicación de la pequeña, entendí algo mejor el porqué del abrazo.

-No, no es necesario -sonreí- no estoy nervioso por empezar aquí -puede que un poco si, pero era otra situación mucho peor lo que me hacía ponerme nervioso-. Yo soy Wen -respondí a la pequeña Ami, presentándome-.

La directora no pudo evitar formar una sonrisa tierna al observar a la pequeña Ami abrazando al nervioso Wen. Parece que la mujer pelirroja está alegre, sí.

-Es un placer, Owen. Mi nombre es Lunaire, soy la Directora de esta Academia.-. Tras unos momentos de observarles (durante el cual Tao sirve un té y lo deja frente a Owen), la mujer se relaja un poco en la silla, pensativa.

-No tengo dudas de que tienen el talento necesario para llegar lejos.-, asiente con seguridad. -No me sería fácil explicarles el por qué así que de momento les pediré que confíen en mí. ¿Sí?-, su sonrisa se mantiene cálida, amable.

-Imagino que tendrán muchas preguntas, de todos modos... Creo que ahora sería el mejor momento. Mañana haré una clase de repaso sobre lo que se hizo en la semana, seguro que con eso ya podrán tomar el ritmo de la Academia.

Por fin llegó el momento en que la directora empezó a hablar, dirigiéndose a nosotros o a mí en este caso. Se presentó y se mantuvo serena en su sillón, mirándonos. Estuve tentado de sostenerle la mirada, pero en ese momento aparece Tao dejando la taza de té justo delante mía. Asiento levemente con la cabeza y muevo los labios diciendo "gracias" pero sin articular sonido alguno.

Su siguiente frase comenzó bien, alegando que teníamos talento, aunque la segunda parte, esa en la que pedía confianza sin darnos ningún motivo... puede que con la pequeña consiguiera lo que quería, pero yo era un poco menos crédulo con estas cosas. Aún así, lo dejé pasar, no quería dejar en mal lugar a quien dirigía todo esto y me había aceptado aún habiendo empezado el curso, siendo el primer día. Simplemente asentí con la cabeza, supongo que era esa la respuesta que esperaba.

-Supongo que viviremos aquí -arranco cuando la directora nos da el turno de preguntas- quiero decir, si tengo que estar yendo y viniendo cada día al pueblo... -dejo la frase en el aire y desvío la mirada hacia la taza de té, la cual cojo en las manos-. Además, tampoco tengo muy claro cómo serán las cosas aquí.