Partida Rol por web

El comedor es amplio, bastante bonito de hecho. Seguramente puede albergar sin problemas a unas treinta o cuarenta personas.

Cuenta con varias mesas, algunas largas y otras redondas, pero solo hay una con mantel y sillas: Una circular para ocho personas.

El mantel es negro con retoques dorados, similar en estilo a la alfombra de la recepción: Los cubiertos y platos están todos hechos de fina plata, brillando ante la poca luz del sol que entra por los grandes ventanales. Dichas aperturas tienen sus cortinas apartadas, dando una preciosa vista a las montañas: Se puede incluso ver las artificiales luces de Humnom, ya cubierta por las sombras tal y como casi toda Issaera, a excepción del Circulo Superior.

El cielo está despejado, cada vez volviéndose más negro.

En la otra punta del comedor hay un umbral que parece dar hacia un pasillo con suelo de cerámica, se puede vislumbrar parte de la cocina si se observa en esa dirección desde el correcto ángulo.

En la pared opuesta al ventanal, en un punto intermedio entre ambos umbrales y algo alejado de la mesa con el mantel, se puede apreciar una chimenea. Parece estar apagada... Después de todo, Issaera está aún por el final del verano, incluso las noches tienen un buen clima.

Un apuesto joven de cabellos azulados y orejas puntiagudas entra desde la recepción, encontrándose solo. Se acomoda en uno de los asientos de esa mesa redonda, para pocos minutos después ver llegar a un joven de alborotados cabellos plateados y rojizos ojos, asomándose y diciendo "Permisoooo~".

Al ver que aún no está la comida servida chasquea la lengua y procede a sentarse en la mesa a un par de sillas de distancia del otro individuo, al que saluda con un simple -Buenas- y haciendo un gesto con la mano.
Reclina un poco hacia atrás la silla y coloca los pies sobre la mesa y sus brazos detrás de la nuca.

Este tiene pinta de aristócrata. Serán todos así? Pensó mientras se picaba la nariz.

Observo al individuo  que entra con cierto aire de curiosidad, sin duda era un individuo tan raro como el mismo, parecia de pocas palabras, así que saludo  yo tambien con la mano.

--- Hola....-digo yo tambien, no sabia muy bien que decir y el otro no parecia un hombre muy hablador....

En la mesa redonda, a unas sillas de distancia del joven de cabellos azulados oscuros, se acomoda otro joven, esta vez con su cabellera plateada. Está sentado con los pies sobre la mesa, algo reclinado.

Un silencio algo incomodo parece reinar en la sala, ninguno de los dos aparenta saber qué decirle al otro.

En eso, entra una tercera persona, castaño y vistiendo una túnica blanca y azul.

El joven de cabello plateado no presta mucha atención a la persona que acaba de entrar, tenía el rostro inexpresivo y mirada perdida en el techo de la habitación.

-¡Hola buenas noches!- Exclama Alesio cuando llega al comedor. -Me llamo Alesio, Alesio Ninbumbitsa. Soy de una pequeña aldea en las montañas quebradas.- Mira alternativamente a uno y otro mientras se sienta, dejando su báculo apoyado contra la pared, si esta cerca, o contra su el respaldo de su silla. Siempre al alcance de la mano.
 

El repentino saludo rompe el silencio y saca a Kross de su sopor, parpadea un poco y gira la cabeza lentamente para mirar al que acaba de entrar. -Kross Silberbach. Soy de otra pequeña aldea en las montañas, aunque esta lleva ya un par de años en ruinas.-

Luego mira al otro sujeto que estaba sentado al otro lado de la mesa, esperando que él también se presente.

El tercer invitado entra en la sala y al igual que el primero lo examino con curiosidad, ambos habian aportado información interesante, los dos pertenecian a aldeas de las montañas , es decir que no conocian nada de Issaera o mas bien poco.

--- Yo soy Isen Uróboros- digo tras una pausa- Soy de aqui, de Issaera quiero decir, vivia en el círculo medio...

-Vaya. En una tarde he visto tantas cosas, las farolas y sus ilusiones luminosas, el puerto areo, híbridos con varios animales diferentes,… para ti todo esto que me tiene con la boca abierta es cotidiano. Igual me acostumbro, pero la ciudad es impresionante. ¿Nos enseñaras la ciudad? ¿Nos harás de guía? Para los ratos que no tengamos que estudiar, me refiero.

---Bueno... no hay mucho que ver en realidad, ademas que será algo complicado con todas las clases...- comienzo a decir algo nervioso-Pero veré que puedo enseñaros del Circulo Médio....

Cuando oyó la palabra 'estudiar' Kross hizo una mueca de dolor, con los ojos fijos en el techo pensó, Maldición, había olvidado completamente ese detalle, esto después de todo es una escuela. Las chances de que me echen a patadas va incrementando momento a momento.

Bajó la mirada hacia los presentes, y con una sonrisa fingida y la voz entrecortada pregunta: -O-oigan, las clases... no hay clases, prácticas, o sí? N-no habrá que realizar demostraciones, o sí?- Una pequeña gota de sudor se dibujaba en su cien. Bajó los pies de la mesa y se encorvó hasta que su cabeza quedó a la altura de la mesa, y mirando el suelo nervioso pensó. -Voy a cagarla... voy a cagarla de manera esplendorosa... Hasta el más ciego se da cuenta a simple vista que estos dos son magos.

Medito un poco la respuesta ante la pregunta, al final me encojo de hombros:

---No lo sé la verdad... quizas si o no, supongo que alguna habrá, como Alquimia y esas cosas, no todo puede ser teoria....- solo de pensar en el temario siento un vacio en el estomago y noto un sudor frio en las manos.

Por desgracia Alesio no sabe la respuesta -Yo nunca he estado en ningún colegio o academia. No sé cómo será esto.  Además lo que importa es aprender, dicen que este lugar es donde aprendieron los más grandes magos y profesionales metamágicos del mundo. No pasar o dejar de pasar una prueba.

-Aprender... sí claro.- Tenía la mejilla apoyada sobre la mesa y los brazos colgando, Kross permanecía inerte y con la mirada perdida en una de las ventanas. No le importaba mucho las notas o que lo expulsaran, pero no le hacía gracia pasar vergüenza delante de todo el mundo en caso de que hubiera que realizar una demostración de habilidades mágicas.

Luego de unos segundos le sonó la tripa. -Diablos.- Se coloca la mano en el estómago. -Sólo he comido una manzana en toda la tarde.

Luego gira la cabeza un poco para quedar con el mentón apoyado sobre la mesa, mirando hacia Isen. -Tú entonces eres de por aquí, ¿sabes si aún está la tienda donde sirven de ese parfait de fresas y crema de leche? Hace unos seis meses probé uno cuando visité la ciudad, era increíble, el viejo era muy amable, me lo dejó a mitad de precio. Espero tener la chance de volver a hincarle el diente a uno de esos. - Mientras hablaba se ponía a juguetear con los cubiertos.

Pronto entra una figura algo afeminada a la sala, con orejas y cola de perro. Viste con exóticos ropajes que indican que no es de esta isla, ¡debe ser del exterior! Algún lugar lejano... Quizá Korpeus.

En la sala hay tres hombres: Uno de cabellos plateados con el moflete recostado contra la mesa, de aspecto deprimido; uno de cabellos azulados que parece consternado; uno de cabellos castaños que parece estar bien, para variar.

-¿Que es un parfair?, en mi casa tomábamos las fresas enteras, solo lavadas. Y a mi madre no le hacía gracia que tomáramos leche sin volverla queso o yogurt. Hacíamos unos quesos… No es por presumir pero eran de lo mejorcito de la…

...¡Ey, hola!-Exclama al ver al nuevo, mirandolo con evidente curiosidad y admiración, tanto por hibrido, como por exótico.

-Es parfait, parfait. Tomas una copa, la llenas con fresas picadas así.- Hace gestos con las manos -Luego agregas la crema batida y un poco de helado, y- Se detiene al ver que acaba de llegar alguien más.

-Buenaas.- Dice saludando con la mano. No parece llamarle la atención en absoluto el ver a un híbrido, ya que su cara permanece relajada y con los ojos entrecerrados.

En el comedor entra una cuarta persona, con un aspecto bastante peculiar. Moreno, de un peinado andrógino y rasgos híbridos de un ser canino. Sus vestimentas eran exóticas y ostentosas, vestía un traje negro ceñido a su cuerpo, exhibiendo su abdomen marcado, también unos pantalones bombachos grises, que se ajustan por debajo de las rodillas. En sus pies, unas sandalias de estilo gladiador. Como añadido, colgantes y brazaletes de oro y joyas. Alrededor de sus ojos violetas había una delgada y oscura línea de kohl. 

Anubis le sonrió a los tres desconocidos, mostrando sus colmillos caninos, quienes parecían tener una conversación sobre comidas o algo así. - Ehh... - Su cola empezó a moverse de un lado a otro, con cierto nerviosismo al ver que uno de los chicos le observaba atentamente. - Hola... mi nombre es Anubis ¿Y ustedes? - Se animó a decir, con cierta reserva.

Dio unos pasos para acercarse un poco más, pero luego se mantuvo en su lugar, casi petrificado a excepción de su cola.

Y éste de qué circo salió? Pensó Kross mientras se rascaba el oído con el meñique. Mantenía la cara sin expresión mientras contemplaba al peculiar individuo.

-Que no te vas a sentar? O es que quieres crecer más alto?- Exclama ofreciéndole una silla. -Soy Kross Silberbach.-

Tiene cola, como el maestro, aunque dudo que tengan algo que ver, le noto un aire completamente distinto. Bostezó y volvió a apoyar la mejilla sobre la mesa, usando los brazos de almohada.