Partida Rol por web

El Barrio del Oro se encontraba en el extremo oeste de la fortaleza, al norte del Barrio Foráneo. Era el hogar de los mercaderes y los gremios de Karak Azgal, y su nombre se debía a los numerosos tejados dorados, estatuas de oro y demás evidencias de riqueza que eran claramente visibles. La Plaza de Piedra y las tres grandes salas gremiales dominaban la arquitectura del barrio, pero también había multitud de tiendas donde se vendían joyas, gemas armaduras, armas, telas, obras de arte y herramientas.

La Plaza de Piedra era un espacio abierto que se usaba en un principio como lugar de descarga para los envíos de piedra que llegaban a la ciudad durante su construcción. Cuando la ciudad creció, empezó a utilizarse este espacio como mercado, y así ha permanecido hasta el día de hoy. Los consumidores podían encontrar aquí distintos tipos de gemas en bruto, así como mármol y piedra tallados. Los cazadores vienen a este lugar para vender la carne y las pieles que han atrapado en el campo. La estructura del mercado cambiaba cada día, y nadie podía saber lo que se podía encontrar en venta. En este lugar también se podían vender los objetos que se habían recuperado legalmente de las ruinas. 

Thorin II, Torkim y Louis habían quedado en "La piedra de Izril" para tomar algo antes de abrir un puesto de mercado. Thorin I tenía cosas más importantes que hacer que ponerse a vender en un puesto, su dinero se lo podía quedar su nieto. Cuando Thorin II llegó los dos amigos ya estaban allí sentados, tomando unas cervezas y comiendo unas nueces.

¡Thogin estamos aquí! -le grito el bretoniano en Khazalid mientras alzaba su cerveza a modo de saludo.

Al ver a sus dos compañeros Thorin se acerco a ellos.

-Hola -fue un saludo algo seco, todavía se lamentaba de alguna de las magulladuras del día anterior, aunque como buen enano no se le oía quejarse - hemos venido aquí para algo así que comencemos cuando antes -pero al ver las cervezas que estaban tomando, el gesto de su cara cambio -aunque... siempre hay tiempo para una buena jarra de cerveza -alzo la mano señalando al posadero -!!Posadero¡¡ una de estas jarras

-Listo todo, al final la incursión fue un éxito y ademas hemos sacado unos extras inesperado -lo dijo mientras se tocaba el lugar donde llevaba las joyas a buen recaudo.

Con el dinero de tu abuelo voy a reparar mi vieja armadura, aquella lanza casi me deja sin pulmón -dijo el rompeescudos mientras bebía cerveza.

El mozo trajo una Bugman (sin XXX) para Thorin II mientras recogía las copas vacías de la mesa contigua.

Mi extga va a menguag con los médicos, mi piegna necesita atención. -dijo señalando la venda que ocultaba la herida de la flecha pielverde-  Cgeo que estagé unas semanas en la supegficie, disfgutando del vino, el teatgo y las mujeges.

Los tres siguieron comentando la pequeña aventura de los últimos días mientras la Plaza de Piedra comenzaba a despertar y a instalar los puestos.

He oído que hoy hay un impuesto del 3% sobge las ventas pog seg un día consaggado a Goglaz el Dogado. La vegdad, los Consejos están subiendo demasiado los impuestos de la ciudad. Despluman la gallina gogda sin medida. Algún día la gente se quejagá...

El bretoniano hablaba de los mil y un impuestos que Karak Azgal tenía, casi cualquier cosa estaba recargada con un impuesto, y en función del día había un tipo de impuesto. El de hoy era en honor a Gorlaz el Dorado, antiguo (y casi olvidado) dios enano del oro, la comida y la bebida.

-Siempre andamos igual, si no es esto es lo otro, pero siempre hay impuestos extraordinarios. Son los inconvenientes de vivir en un lugar donde es fácil obtener riquezas. -acto seguido da un buen trago a su cerveza -por cierto Torkim pásate por el taller de mi abuelo y mio que entre Arkold y yo igual te podemos hacer un apaño, aunque sea echarle un ojo, luego ya veremos -sonrió plácidamente

Te lo agradezco. -dijo mientras sacaba unas monedas- A esta invito yo.

Pese a las negativas de sus compañero el rompeescudos era, como todos los enanos en general, muy tozudo; y no consintió que fuera otro el que pagara. Su dinero pagó el refrigerio. Se incorporaron de las mesas tras apurar sus jarras y se dirigieron a la Plaza de Piedra.

Louis había traído una pequeña mesa plegable que solía usar para vender los tesoros de Karak Izril, y en el mismo instante que la desplegó un legislador enano se acercó a ellos.

Qué lenta es la bugocgacia...-les susurró a sus compañeros.

Hay una tarifa de dos monedas de oro para abrir un puesto de venta en la Plaza de Piedra, y la venta de cada objeto será cargada con impuesto que dependerá del producto vendido.

Era algo esperado, había que pagar por abrir un puesto, no obstante ya había dos enanos y una humana esperando a ver qué ofrecían en venta los aventureros para ser los primero en valorar el género.

Thorin se acerca al legislador.
-Buenas tardes -como buen enano no le gustaba que tomaran su dinero antes de que pudiera siquiera vender algo -cual es el motivo de ese impuesto de cada impuesto y otra pregunta ese permiso nos permite vender cuando queramos verdad, no solo hoy.

Según el punto 6 de la sección IX del Gran Libro de la Legislación de Karak Azgal el impuesto sobre la venta de reliquias permite vender los objetos extraídos legalmente de las ruinas de Karak Izril, así que necesitaré el albarán de los objetos extraídos, así como los objetos. En caso de exponerse a la venta un objeto no reflejado en el albarán será confiscado de inmediato según afirma el punto 8 de la sección IX. Al caer el sol los puestos de mercado de la Plaza de Piedra quedan revocados, y deberá adquirirse otro al día siguiente.

Mientras tanto los vendedores animaban a la venta de sus productos.

¡Compren estas grebas de manufactura enana tamaño humano! ¡Valiosas tazas con grabados de gran artesanía! ¡Anillos y brazaletes de plata de Karak Izril!

-Si así lo manda la ley así se hará -saca los papeles que muestran que tiene permiso para vender los objetos. -Espere aquí un segundo voy a hablar con mis compañeros

Cuando se encuentra con sus compañeros le dice -Odio tener que pagar tantos impuestos pero no hay otra forma de hacerlo, si no queremos incumplir la ley y por mi parte ni me conviene ni lo necesito, así que aquí esta mi parte de las dos monedas de oro que hay que adelantar.

Las ponemos y luego repartimos el dinero de la venta, aquella humana parece muy interesada en comprar algo.

Minutos después la ágata (4 coronas), la esmeralda (37) y el lapislázuli (10) estaban a la venta en el puesto. La mujer rápidamente se acercó interesada por el lapislázuli.

¿Cuánto vale esa piedra?- dijo señalando el lapislázuli azul claro con trazos amarillos...

El negocio fue más que bien, la mujer compró el lapislázuli, y un joyero humano se interesó por la pequeña ágata para ornamentar un collar exquisito, o eso dijo. Louis echó una cuenta rápida y se lamentó de no haber estado más tiempo en las ruinas.

Cgeía que estas joyas valían más, la pgoxima vez habgá que teneg más suegte. Demasiada sangge paga tan poco ogo.

Pero un joyero enano, excepcionalmente alto, casi un metro veinte, y con una muy curiosa barba, toda llena de joyas y oro se acercó a su puesto, muy interesado por la esmeralda, dispuesto a pagar 56 coronas de oro por ella. La examinó con cuidado.

¿Dónde la encontraron? Es un ejemplar magnífico de esmeralda, podría utilizarla en un collar, incluso en una corona...magnífica.

-Hola caballero -lo miro extrañado ya que su barba era inexistente, pero no tarda mucho en responder educadamente.
-de las profundidades de la mina como todo el mundo, recuerdo perfectamente como llegar -Thorin II siempre que realizaba una pequeña incursión intentaba dibujar un pequeño mapa, de la zona que visitaba.

La barba del hombre era más bien escasa para la edad que parecía tener, pero estaba cubierta de finas láminas de oro y pequeñas joyas que parecían aumentar el grosor de la barba.

Sí, pero esta esmeralda en concreto tiene una talla que no se ve muy a menudo.

El hombre compró la esmeralda al precio acordado y después se acercó en tono confidencial a Thorin.

Si alguna vez encuentras más joyas, no las vendas aquí y ven a verme a mí primero, yo no cobro impuestos.