Partida Rol por web

Miro la imponente nueva forma del druida. ¿Un elemental de tierra? En cualquier caso, seguro que se desplaza más rápido que yo.

- Eeeeh, Khayman, ¿te importa acercarme? Si tengo que ir corriendo hasta allí, para cuando llegue ya se habrá acabado todo.

La cara del enano se enciende como si se le hubiera ocurrido una brillante idea al oir el comentario de Garret viendo la distancia que le separa de la pelea se acerca corriendo a Khayman- ¿Amigo Khayman te importara ayudarme a llegar un poco mas rápido a la pelea? ¿Con esa nueva forma serias capaz de lanzarme asta allí?- Una enorme sonrisa ante la idea de que su amigo pueda hacer lo que le a pedido.

Khayman y su amiga Khaylenna salen corriendo, aunque Khayman es más lento que la loba. Los demás avanzáis con ellos.

Al fondo seguís viendo el espectáculo. Esta vez, cuatro criaturas salen de sendos agujeros y atacan con sus tenazas, mordiendo a 3 de los 4 guerreros que rodean al jefe. Éste tiene un estoque en la mano, mientras intenta mantener el control del caballo con las riendas en la mano. Los 3 guerreros caen al suelo entre heridas, y notáis un humillo procedente de sus cuerpos, aunque no oís pero si intuís el siseo correspondiente. Seguramente será el ácido del que hablaba el druida.

Aficionados- pensó Iael mirando al lider de los tipos que estaban siendo atacados- Yo en su lugar habría soltado el caballo y habría bajado a combatir, o habría huido a lomos de.. que caballo tan bonito...- Pero a quién se le ocurre quedarse ahí parado meneando el estoque...¿Se cree que está cazando mariposas?

(...)  ¿Amigo Khayman te importara ayudarme a llegar un poco mas rápido a la pelea? ¿Con esa nueva forma serias capaz de lanzarme hasta allí? (...)

Miró al enano. Miró al pétreo Kha. Se miró las manos. Las juntó formando una bola pequeñita, guiñó un ojo como si apuntase y puso las manos de manera que tapasen al enano que correteaba alegremente en la distancia. Susurró...- El enano...-Silbó mientras separaba poco a poco las manos, manteniendo la imagen de Gotrek en el espacio, creciente, entre sus manos- ... más grande del mundo!

Dicho esto, palmeó a Koi entre las orejas para que se posicionase mejor. Ella no tenía por qué bajarse del perro para ser eficaz... pero aún así, cuando estuvo a una distancia óptima lo hizo. 

Khaylenna entendía que su compañero quisiera una piel más dura, y el hecho de que el gigante de piedra se pareciera un poco a un lobo le alegraba, pero a la vez se sentía un poco herida cuando el druida elegía una forma que no fuera la del lobo. ¿Acaso no era lo suficientemente buena?

Afortunadamente, la emoción de la caza y el combate borraban todos estos sentimientos al instante, y después de la lucha sólo quedaba la paz, sin importar cómo terminaba el combate. En su mundo, una pelea sólo podía terminar con muerte, ya fuera la del contrario o la suya propia.

Con estos pensamientos en su mente Khaylenna avanzaba hacia los soldados heridos. Viendo que el resto del grupo no seguía su ritmo decidió ir más despacio. Hace mucho tiempo que aprendió que entrar la primera al combate sin el apoyo de su manada podía tener consecuencias terribles.

Los enanos son una raza contradictoria, y Gotrek es una prueba viviente de ello. La mayoría de ellos son sensatos, actúan con cuidado, medir dos veces y cortar una. Pero de vez en cuando, algo se tuerce. No tienen las locas ideas habituales en el espíritu de los gnomos, pero desde luego son capaces de enormes locuras.

¿En serio pretende que le lance? Aunque bien pensado, las capacidades acrobáticas del enano son impresionantes, y si alguien puede sobrevivir a ser lanzado desde cinco metros de altura por un elemental de piedra, ese es Gotrek.

En cuanto a la petición de Garret, por un lado las garras de mi forma elemental pueden destrozar parte de la armadura del pícaro, o su ropa, y además, el humano corre mucho más que yo en esta forma.

Mientras cojo a Gotrek y me preparo para lanzarlo lo más lejos posible le hago un gesto a Garret con la mano que me queda libre en un claro gesto de negación. Ya que voy a lanzarlo por los aires, al menos procuraré que su caída sea lo más suave posible.

Cuatro nuevos ankhegs abren sendos agujeros en el suelo, dejando la campiña como un queso andorano. Atacan con sus tenazas, llevándose al último de los guerreros de a pie, y mordiendo al caballo, el cual no está preparado para el combate y se encabrita, tirando al suelo a su jinete tras el vano intento de controlar al animal.