Partida Rol por web

Hathar parecía conmovido ante Lollenda. Verla derrumbarse de esa forma no era algo que se esperaba dado el fuerte carácter que había mostrado hasta entonces, y le posó una mano en el hombró como señal de camaradería.

-Eh, mujer. Tranquila. Dijo. Estoy convencido de que no has llegado hasta aquí gracias a esa debilidad que muestras ahora. Mira a tu alrededor. Mira toda el sufrimiento y dolor que se ha vertido en este campo, y aún así la vida sigue. Dijo extendiendo la otra mano para indicarle a lo que se refería. Se llora a los caidos, y se sana a los heridos, y la gente se vuelve a levantar para seguir luchando un día mas. ¡Saca esa fuerza que has mostrado antes y vé en busca del legado de tu tierra! ¡Los malnacidos que han robado tus armas, no se merecen perdón ni misericordia! Tal vez otras herramientas de muerte no merecieran más atención, pero si algo he visto desde que te conozco es que esos objetos, son algo más que útiles de la batalla para tí. ¡Vé a por ellos, elfa! ¡Y dales una lección de mi parte a los que se lucran a costa del sufrimiento que aquí ves! Yo no puedo abandonar a mi orden, pero aún puedo hacer algo por tí. Lo arreglaré para que puedas partir acompañada a Middenheim cuanto antes... y quien sabe, tal vez aún pueda acudir en ayuda de una princesa elfa cuando los míos regresen a la ciudad del lobo blanco, jajaja

Rió a pleno pulmón, tratando de darle más cariz de chanza a la última frase.

La sacerdotisa de Sigmar sonrió a la shallyana tras su rápida cura. Menos es nada, pensó al ver que a muchos de sus compañeros ni siquiera había sido capaz de pararles alguna hemorragia. El cansancio empezaba a pasarle facura.
- Que Sigmar y Shallya se lo paguen. - le dijo antes de dejar paso al siguiente en aquel sangriento asiento.

Después se quedó de pie, frente a Vortier, pendiente de cada palabra que se decía sobre el artefacto, su procedencia, qué sabía el hechicero de ello, etc... pero no quiso meterse en la conversación. Ya todos sabían de sobra qué era lo que estaban buscando, aunque no su forma o composición, y la bruja era la más indicada para conocer más detalles del artefacto en cuestión por sus propiedades mágicas.

Kat torció el morro al escuchar sobre el enfrentamiento del hechicero con ese brujo del Caos, sus manos se cerraron y la mujer apretó los puños de pura rabia hasta que los nudillos le palidecieron.
Asintió ante la afirmación de Gabriella, pero estaba claro que aquel que llevaba el artefacto era un brujo poderoso y peligroso, había que tratar de darle alcance en las mejores condiciones posibles, ya fuera más sanos o con más guardias a su cargo para atacar en tropel.

Maul escucho atentamente las palabras del brujo; ignorando las mas complicadas como Aetyr o algo asi que no entendia un carajo pero prestando mucha atencion a las fuerzas con las que se habia enfrentado; un mutante a buen seguro; alguna clase de bestia del caos o inlcuso un hombre bestia terriblemente deformado; no era el primero que veia, ademas de un brujo y al menos; por que estaba seguro que no eran los unicos; un par de cultistas armados de apoyo.

¿Podria ser algo mas preciso en las fuerzas con las que lucho por favor? intervino Maul en la conversacion me gustaria saber exactamente a que nos enfrentamos; para poder reunir una fuerza capaz de responder en consecuencia,

Thalber reflexiona sobre las palabras del hechicero. Un hechicero del caos en la ciudad, algo lógico, protegido por un extraño ser, una terrible bestia del caos. Debemos tener cuidado.

Tras escuchar las palabras de su compañero el cazador no pierde el tiempo y comparte con los demás sus pensamientos -Maul, da igual a lo que nos enfrentemos. Cojamos a todos los hombres que podamos y vamos a por ellos antes de que escapen. La ciudad está a punto de caer y no podemos perder ese maldito artefacto ¡Vamos!

Dejo de llorar casi en el acto, en cuanto Hathar abrió la boca recordandole a la elfa muchos hechos de si mismo que había olvido momentaneamente. No se secó las lagrimas, dejó que las ultimas cayeran y miró al humano esbozando una ligera sonrisa, entre tímida y agradecida - Tenéis toda la razón - dijo tras unos largos segundos en silencio - pero... ese acompañante... ¿Podría ser vos? - pidió con educación, Lollenda era difícil, y pocos amigos tenía o hacía, por ello, por uno que había conseguido quiso intentar que viniera con ella

Herr Vortier desvió la mirada hacia la mole de hombre que era Maul y respondió a su pregunta.

-Como he dicho se trataba de dos enemigos del Imperio, sin duda alguna. El hechicero era usuario de magia prohibida, pero no sería capaz de decir cual es su potencial. Era un hombre algo pálido, no muy alto, y protegía su cabeza con la capucha de su capa verde, que ensombrecía su rostro arrugado. Lo localicé por su propio descuido al manejar las energías del Dhar, pero el uso que hizo de ella fué nimio. Apenas un par de hechizos de escaso esfuerzo a juzgar por las energías que alteraron. Poco más puedo decir por que no llegué a sentir más en aquel hombre, de modo que o bien no es más que un brujo de segunda, o simplemente no alcancé a observar todo su potencial. Vortier calló un momento. La bestia lupina fue una cosa bien distinta. Dijo señalando un fea herida en el costado de su torso. La herida estaba vendada, pero la mancha de sangre que empapaba las vendas no era cosa pequeña. Su ferocidad solo era igualada por su astucia, y su sola presencia ya era suficiente para hacer temblar al mas valiente. No sé si ahora estaría aquí de no ser por mi experiencia en batalla. Aquel ser era mucho más que un mero animal del caos preparado para defender a su señor, y tuve suerte de ser más rápido que él, puesto que la fuerza de la bestia me habría partido en dos de no haberme retirado a tiempo. Aún así, se cobró su precio como podéis ver. Esto hace dudar de la naturaleza del brujo, por supuesto. Si un monstruo como ese lo acompaña, bien podría significar que el brujo es más poderoso de lo que aparentó en un principio y es capaz de dominar a una bestia como esa. En cualquier caso, estaban solos, pero eso no los hace menos peligrosos. Lo que es seguro es que algo así llamaría la atención de cualquier, incluso de gente no dotada de sintonía con el Aethyr, y no debería de ser difícil de seguir su rastro.

-¡Ojojojojo! Rió Hathar. Cualquier hombre desearía haber oido esas palabras de tu boca, pero lo siento elfa. Mis deberes me requieren aquí. Hablaré con los encargados de atender a los refugiados, y te procuraré sitio en la siguiente caravana que parta hacia la Ciudad del Lobo Blanco. Viajarás segura entre los hombres que la protejan.

Antes de que Lollenda le devolviera una mirada de decepción, añadió:

-Pero no te preocupes. Estate atenta a las noticias de la ciudad, y acude a la casa de los Caballeros del Lobo Blanco en cuanto oigas noticias de nuestro regreso. Tal vez entonces pueda echarte gustoso una mano. Mientras tanto, me aseguraré de que alguien te dé cobijo en mi ciudad, y solo aceptaré como pago, que desenmascares a esa banda de maleantes que se han hecho con tus preciosas armas.

Maul escucho las palabras del hechicero y renego por lo bajo;un mutante...por la descripcion alguna clase de hombre bestia o un mutante terriblemente degenerado con el paso del tiempo y el roce de la impia disformidad...

Thalber llamo a las armas y Maul suspiro...ya empezabamos a correr como pollos sin cabeza, se ve que la fiebre de batalla de la hechicera era contagiosa pero diablos al menos este queria ir con una soldada, algo que siempre era de marcar la diferencia en esta clase de combates.

Agarro su martillo y con un gruñido comenzo a recolocarse la armadura...dudaba que le diera tiempo a confiscar una buena coraza de los soldados de alrededor; los furrieles de intendencia eran unos cabrones del copon aun en las fauces del caos; de modo que suspiro y se encincho su armadura, apretando de nuevo el cuero de la empuñadura de su fiel martilllo, alistandose para lo que su nuevo pero viejo jefe tuviera a bien mandar....

No van a ser fáciles de derrotar, pero no tenemos más remedio que encontrarlos y detenerlos, si no lo hacemos mucha gente morirá. Marcaremos la ruta que están siguiendo en un mapa y así no solo iremos tras sus pasos sino que podremos anticiparnos a ellos sabiendo a donde pretenden ir. 

No se iba a despedir... se limitó a sonreírle, muy agradecida por la ayuda de aquel ser humano... muchos de sus congéneres hablaban de lo corruptible que es el alma humana, pero estaba convencida que solo decían aquello sin haberse parado a conocer a los humanos.

 - Muchas Gracias Hathar... no dudes que me volverás a ver - le respondió a modo de despedida, Lollenda no quería decir adiós, detestaba esa palabra con toda su alma

Katherina asentía ante lo que Vortier contaba sobre su peliagudo encuentro con un extraño brujo del Caos y una enorme bestia que lo protegía. Un mutante, seguramente, se dijo a sí misma. Sin embargo, no podía sino darle la razón al hechicero en cuanto a que no debía menospreciarse a ese brujo precisamente por ser el amo y señor de tan peligrosa bestia aunque no hubiera mostrado todo su potencial mágico.

Thalber y la bruja rápidamente se emocionaron, como por tercera o cuarta vez, y Kath dejó escapar un suspiro de fingida resignación.
- Nos habían dicho que alguno de los capitanes de la guardia también querían hablar con nosotros. - comentó en voz alta dirigiendo rápidas miradas a Heinrich, Thalber y Gabriella en ese orden recordándoles que no podrían hacer nada solos y en su lamentable estado de salud. Luego se volvió hacia Vortier para preguntarle-: ¿Sabe dónde podemos encontrarlos?

Antes de que Vortier digera nada, el magister amatista que también se encontraba con ellos, se adelantó a responder a Katherina.

-No te preocupues Vortier, yo mismo les llevaré allí. Dijo. Venía para llevarlos conmigo despues de informar de nuestra llegada, como ya saben.

Hyeronimous miró a todos los templarios.

-Ha dejado de arreciar goblins en la plaza, y es un buen momento para movernos fuera. Un poco de aire no nos vendrá mal. Mencionó con respecto al apretado lugar en el que se encontraban.

Hathar sonrió ampliamente.

-Lo sabremos dentro de unos días... se limitó a decir. Ahora voy a mover unos cuantos hilos para que tengas el mejor de los viajes que puedas tener hasta nuestra maravillosa Ciudad del Lobo Blanco! ¡Jaajajaja!

Hathar la volvió a dejar, y se alejó de ella para buscar un transporte que la llevara al lugar al que todos los indicios indicaban se habían llevado sus sagradas armas familiares.

Menos de una hora despues, Lollenda viajaba en compañia de una familia y en un tosco carro tirado por dos caballos.

No eran los únicos de aquella caravana formada por otros cinco carros de granjeros, y varios soldados mercenarios del ejército que había salvado Delberz. Todos refugiados de la villa en dirección a Middenheim, o a algún otro punto entre la gran ciudad y Delberz. Heridos, enfermos, gente que a pesar de no peligrar sus vidas lo habían perdido todo, y veteranos soldados, la mayoría mercenarios, viajaban en una pequeña comitiva para darse protección por el camino, siendo los más afortunados aquellos poseedores de animales de monta, o de vehículos como los que habían permitido viajar a Lollenda con ellos, y los menos, la gran mayoría que caminaba a pie junto a los vehículos.

A medida que se alejaban por el camino, Lollenda aún pudo grabar en su mente la imagen de Delberz, con los fuegos apagados, pero aún humeante. Un desolado paisaje de destrucción que tardaría años en recuperarse de aquel trágico suceso.

Pero ahora solo quedaba mirar adelante. ¿Dónde estarían Wolfgang y Álvaro? ¿Qué habría sido de ellos? ¿Y los malditos templarios que los habían llevado hasta aquella carnicería? Eran preguntas que inundaban su mente, pero en ese momento tenía que pensar en ella, ser egoísta y recuperar las reliquias familiares que le pertenecían. El futuro se mostraba impreciso, pero aún le quedaba algo a lo que aferrarse en aquellas tierras humanas: su identidad. Y la recuperaría con sus armas.

Dos nombres resonaron en su cabeza: Rudiger Krueger, y Leopold Berger. El primero era quien se había llevado sus armas, y el segundo quien le ayudaría a encontrarlas. Hathar le había hablado de él, un viejo amigo de la órden que ya había colgado las armas, e invertido en su futuro regentando una conocida posada llamada La Marca del Lobo. Lollenda llevaba con ella una carta manuscrita por el propio Hathar, y sellada con el emblema de Los Caballeros del Lobo Blanco. Esa carta le serviría de presentación ante Leopold, y luego... bueno, luego las calles de Middenheim decidirían si recuperaría sus sagradas armas.

La caravana continuó hacía adelante por el ya muy usado camino, y atrás quedó la maldita villa de Delberz.

Apresuremonos, debemos acabar con ese hechicero antes de que escape o, aún peor, de que logre el objetivo que se ha propuesto alcanzar en esta ciudad -señala Thalber mientras sigue a Hyeronimous.

Mientras anda el cazador de brujas se acerca a la pareja formada por Müller y Maul -Lady Müller, sus habilidades y su fé serán una gran ayuda para lograr que un gran número de soldados nos acompañen. Maul, vuestra sóla presencia es suficiente aunque podría ser útil que juegues un poco con tu martillo para que se fijen en tu fuerza -les susurra a ambos.

Parecía que en el improvisado hospital de campaña que era aquel edificio, no tenían mucho más que hacer, por lo que a la orden de Thalber, que se imponía sobre Heinrich ante la incapacidad que aún lo aquejaba, el grupo se puso de nuevo en movimiento con la intención de hablar ahora con los Capitanes al cargo de la plaza que se había convertido, en el último bastión de resistencia ante los pieles verdes.

De nuevo pertrechados con sus armas y armaduras tras la atenciones médicas, el grupo se movió a través de la apretada gente que se agolpaba en el interior del edificio, para llegar al exterior. Cuando lo hicieron, siguieron a Hyeronimous atravesando la plaza hacia otro de los edificios, entre el ensordecedor griterio de la gente que por allí se movía, algunos sin orden alguno, otros llevando a cabo órdenes de sus superiores, como limpiar el lugar de obstáculos tras la lluvia de goblins, o ayudar a los heridos por la misma.

A medio camino lo escucharon. El grito provenía de lo alto de la muralla.

-¡Caballeros! ¡Se acercan Caballeros del Lobo Blanco! ¡Cargan contra el enemigo!

Todo el mundo en la plaza alzó la vista a lo alto de las murallas, dirigiéndola al soldado que acababa de gritar.

-¡Válgame Sigmar¡ ¡También Ulric está con nosotros!

Había recuperado el aliento, maldita sea, y solo eso le había requerido un esfuerzo sobrehumano. Del dolor en ciertas partes se iba recuperando lentamente, de malos modos. Bien es sabido que del dolor en según que zonas un hombre tarda mucho en recuperarse. De hecho, hasta él, que se jactaba de tener buena mano para con sus bienamados "pacientes" solía recurrir solo en poco frecuentes ocasiones a la aplicación de su arte en esos sitios, pues hasta el hombre más innoble y despiadado (bueno, casi) siente cierta piedad del receptor de dichas prácticas...

Pero su orgullo y su dignidad (principalmente esta última) habían quedado maltrechas y algo le decía que iba a tardar mucho, pero que mucho tiempo en recuperarlas.

No, Heinrich no estaba del mejor humor del mundo. Aunque, qué coño, ¿quién lo está cuando llueven goblins?

- Mejor actuar como si nada hubiera pasado y olvidar este incidente. Está claro que me habrán perdido parte del respeto, y yo habré hecho lo propio con mi credibilidad y mi inestable posición de mando, evento del que la rata de Thalber, como es común en su especie, no ha tardado en aprovechar. Pero si piensa que va a sacar ventaja de esto con tácticas dignas de un skaven va listo. Ya le enseñaré yo de verdad lo que es aprovechar el mal ajeno.

En fin, ¿por donde iba? Ah, sí. Ignorar lo ocurrido. Es tan simple de decir como difícil no recordarlo. Sobre todo por ese punzante dolor en la... ingle. Aunque por otro lado -Heinrich, que parecía pensativo, esbozó una malévola y cruel sonrisa durante un fugaz instante- el dolor propio siempre sirve para inspirarme en la forma de crear dolor ajeno. ¡Ah, es sin duda otra maravilla de Sigmar, como el dolor inspira y fortalece... si es que, en el fondo, a mis pacientes les hago un favor... les hago mejores personas...

Tras el relato del mago -¿he pensado mago? Voceaensalmos- Heinrich se limita a decir, encorvado, con los ojos asomando levemente bajo los párpados como mortales saetas aserradas: 

- No hay brujos que no supongan un peligro. Hasta el más inútil de esos seres es un riesgo innecesario para el imperio, porque hasta el más impotente de los siervos del Caos sigue siendo un siervo del Caos, y como tal ha de ser erradicado, a ser posible, con fuego -maravillosos recuerdos de purificadoras hogueras avivan una mueca que en algo se parece a una sonrisa de felicidad en la cara contrahecha de Heinrich- Ya sabemos que los dioses del Caos son arbitrarios y azarosos en sus dádivas, totalmente incomprensibles, y cualquiera que los siga puede pasar de ser un pelele a un señor de la guerra de forma inexplicable en cuestión de días. No es la primera vez que pasa. Por eso yo digo: fuego al brujo, fuego al lobo, a ser posible, tras distraerlo lanzándole un palo -el comentario jocoso no era más que una forma de alejar el miedo que le había provocado la descripción de Herr Vortier sobre la bestia-. Y cuando deje de oler a carne y pelo quemados, entonces sabremos que hemos cumplido nuestro deber. Así que en marcha... no serán unos pielesverdes drogados los que se interpongan entre una hoguera y yo.

Y este era en verdad el motivo que le animaba a seguir adelante, con o sin dignidad. Porque se las iban a pagar todas juntas. Y les iba a caer todo a los mismos. Sigmar, en su sabiduría, le había humillado para que esa humillación le convirtiera en un ser desalmado e innecesariamente cruel: dos valores de suma importancia en el trato con los seguidores del Caos.

Maul dejo el martillo a su lado y se estiro en toda su estatura...hasta el momento habia caminado ligeramente  encorvado, molesto por el combate y la situacion que siendo honestos, no le favorecia en nada a un hombre de accion como el, yendo de aca para alla como un pollo decapitado, la refriega con los orcos, si bien con un inicio bastante poco honroso habia sido con mucho, lo mejor del dia.

Maul se irguio en la totalidad de su estatura, tensando unos musculos como maromas de barco; sus brazos y el cuero que rodeaba su cuerpo crujio por la tension, asi como sus cervicales tras tronarlas para relajar el musculoso cuello mas parecido a un tronco que a un cuello humano.

Cogio el martillo por el mango y con una sencilla patada al cabezal lo hizo dar la vuelta completa; el martillo, en vez de aplastar la cara de Maul como deberia haber hecho paso a su lado de su cabeza mientras maul parecia hasta aburrido por ello... el martillo giro en su cuello, agarrando el mango de nuevo, haciendolo girar como las aspas de la rueda de un carro a suficiente velocidad y fuerza como para mover varios de los telares de la tienda.

Finalmente Maul dejo que el martillo girara en el aire un par de veces; agarrandolo por el extremo inferior del mango en la caida y sujetando la totalidad del arma recta frente a el sin que le temblara el pulso lo mas minimo, parecio reparar en algo, encarcando una ceja y acercando el cabezal del martillo hasta el..

Con un resoplido, retiro un resto de orco de una de las esquinas del arma, arrojandola al suelo, puliendo el poderoso cabezal de su arma con la manga y con una sonrisa cargarse al hombro de manera chulesca el martillo con una sonrisa de anticipacion.

Cuando quiera Jefe...se encogio de hombros Maul con el martillo cruzado sobre los hombros como si fuera un palito y no mas de diez kilos de pesado y letal acero imperial...ya llevo una retahila de  orcos muertos  en la cuenta del dia; aumentarla sera un placer....

Katherina asintió levemente a la sugerencia de Thalber.
¿Acaso no se da cuenta de que eso es lo que llevo haciendo desde Altdorf? Mucho cree saber tanto este como el actual y dolorido líder, pensando esto dirigió su mirada hacia Heinrich que ya comenzaba a intentar disimular su dolor de... entrepierna, y la sacerdotisa no pudo evitar sonreír levemente ante esa visión.

Sin palabra alguna se dispuso a seguir al hechicero de nombre largo al patio, que por el momento volvía a ser seguro tras la lluvia de pielesverdes em miniatura.

A medio camino todos pudieron escuchar con pasmosa claridad cómo un soldado apostado en la muralla anunciaba con gran júbilo la llegada de Caballeros del Lobo Blanco para ayudar en el combate para expulsar a los orcos de la población.
Katherina se alegró de la llegada de esos refuerzos pero no lo mostró en ningún momento y trató de que la formación en fila que llevaban siguiendo a Hyeronimous no se quebrase.