Partida Rol por web

Alí nunca había perdido la esperanza de encontrar a Nylwa vivita y coleando, lo que no se esperaba es que fuese tan rápido... todo un alivio que se reflejó en la expresión de su cara cuando la vio aparecer de nuevo tras aquella puerta. Que sus primeras palabras se dirigieran a él y tras éstas le diera un fuerte abrazo le hicieron sonrojar, estaba claro que la muchacha por su carácter peculiar y un tanto especial y por las recientes experiencias vividas había creado un curioso vínculo con el también peculiar mercader, que a pesar de aparentar ser un pícaro cobarde e interesado guardaba en su interior un poderoso orgullo por sus ancestros y una debilidad amable con aquellos más pequeños o jóvenes... tal vez como reflejo de una infancia llena de secretos y desgracias.

Es todo un consuelo volver a tenerte entre nosotros, pequeña. Se expresó volviendo a su carácter más charlatán y despreocupado con su singular y reluciente sonrisa. pero oh, veo que tienes múltiples heridas se separó del abrazo para extraer de su cinto de nuevo la varita que ya agitaba haciendo que ésta brillara sutilmente justo antes de descargar su poder curativo. Peeeero eso no es problema para el tito Alí, ves, arreglado, perfecta de nuevo... bueno, perfecta a salud quería decir, no es que no crea que eres bonita, que lo eres, es que me estaba preocupando por la salud y... Alí se puso colorado como un tomate tras el comentario que no sabía como arreglar para no parecer o sí interesado en la muchacha de otras maneras

Una vez la muchacha había sanado el pícaro mercader acató la orden de la paladín enana y se dispuso junto a Ravic para medir con pies de plomo cada avance del grupo

Esta pequeña habitación estaba llena de paquetes con forma humana envueltas en lino. Cada uno llevaba un pequeño medallón alrededor de su cuello.

Awib explicó que siguiendo la costumbre de la época los esclavos que trabajaron en la construcción de la tumba fueron asesinados y enterrados para proteger los secretos de la tumba cuando se terminó. Los esclavos eran momificados y enterrados siguiendo todos los ritos funerarios apropiados para alejar las maldiciones y para asegurar que las almas de los esclavos viajarían al Cementerio de Huesos y no ser injustamente negadas a cualquier otra vida que se habían ganado.

Los medallones alrededor de sus cuellos son pequeños símbolos santos de madera marcados con espiral de Pharasma.

wo wo wooo, por Abadar, menudo yuyu da esta estancia. Si me permitís diré que lo mejor será que salgamos de aquí lo más rápido posible, no me gustaría que empezaran a levantarse esos cuerpos por haber molestado su sueño eterno, no señor.

No le gustaba un pelo el lugar al supersticioso de Alí, prefería salir con vida y sin lacras de maldiciones... unos medallones de madera no le iban a sacar de pobres ni le iban a revelar nada sobre su linaje. Lo mejor era dirigirse de una vez a la que sin duda a estas alturas era la cámara principal de la tumba, la salla de las puertas al norte tras el sarcófago asesino.

La muchacha oteó desde el umbral de la puerta, mientras escuchaba las palabras del mercader. - ¡¿Y decís que hay personas ahí dentro?!...- cuestionó apuntando a las mortajas de lino - ... ¡¡Pues deben ser muy chiquititos!!- añadió finalmente con una sonrisa en los labios. Nylwa era incapaz de comprender que el proceso de momificación hacía que los cadáveres perdieran todo el líquido corporal y eso redujera su volumen. la muchacha creía a ciencia cierta -debido a su limitada inteligencia- que lo que aquellos paños envolvían no eran más que pigmeos.

- Yo no quiero estar aquí mucho tiempo... ¡¡Huele mal!! Como a cerrado...- finalizó su apoteósica intervención.

- ¡Un respeto para los difuntos! - reprendió con una voz grave y severa dirigida a Ali y a Nylwa, los miembros del grupo menos inclinados a los formalismos. - No deben molestarse a los muertos... y menos hacer burlas como las que hacéis, en esta cámara reposan los cuerpos de aquellos que dieron su vida por construir esta necropolis... - explicó la paladin enana más seria y solemne de lo que la habían visto nunca, como si los inocentes aunque inapropiados comentarios que se habían hecho hubiesen supuesto una gran afrenta para la phamet. 

- ¡Parte de mi deber es evitar que se cometan actos profanos en esta expedición, así que guardad silencio a menos que tengáis algo útil que decir...! - dijo Awib finalizando su reprimenda y apretando con fuerza el amueleto del yunque que portaba en el cuello, signo de su dios Torag, como si con aquel gesto quisiera honrar el significado divino de aquella sala.  

Con toda cautela, los Leones de Wati se aproximaron a las puertas situadas más al norte. Lo único que pudieron atisbar fue que las baldosas de delante de las puertas escondían unas placas de presión que desataron la trampa que atrapó a la joven Nylwa.... Abrieron las puertas y se encontraron un sala cuadrada completamente vacía. Sobre la pared del fondo una apertura goteaba agua.

En aquel momento deberían tomar una importante decisión. Volver a la sala donde surgió la miriada de cucarachas que les había puesto a la fuga y enfrentarse a lo que pudieran encontrarse... o volver a la ciudad viviente dando por finalizada la exploración de la tumba de Akhentepi. No habían logrado llegar a la cámara principal, pero habían explorado la gran mayoría del complejo, por lo que la misión no había sido un completo fracaso.

Alí quedó pensativo al encontrarse en un callejón sin salida y con la única posibilidad de completar la misión en su totalidad en volverse a enfrentar a las cucarachas que tan peludas se las habían hecho pasar hacia tan solo unos minutos. Mesió su poco poblada barba mientras tramaba un descabellado plan mientras musitaba posibilidades... la sonrisa retornó a su rostro mientras chaqueaba los dedos en señal de que una lucecilla había iluminado sus pensamientos.

Amigos, vamos a rendirnos y abandonar este lugar sin haber alcanzado la totalidad de la misión? yo creo que no, por mi parte no quiero largarme de aquí sin haber contemplado la sala más importante que es precisamente la que nos falta por ver. Peeeero dramatizó su discurso el maldito enjambre de cucarachas nos hace prohibitivo el acceso... creo que existen un par de soluciones, una usando el músculo y otra usando la cabeza... ambas igual de arriesgadas, pero igual de efectivas... más o menos.

Posó una mano en el hombro de la paladín como si lo que venía ahora fuese dirigida más a ella que al resto y continuó una opción sería salir de nuevo de aquí para pertrecharnos con cosas que como los fuegos de alquimista que encontramos y desgraciadamente malgasté en un intento fútil de acabar con tan excepcional enemigo, nos sirvan para acabar con la amenaza... no se, aceite para quemar al enjambre en una trampa, una varita que lance fuego de algún tipo, más fuegos de alquimista, no sé, lo que sea, pero con el inconveniente de la falta de fondos... aunque si me dejáis hacer quizás pueda conseguir algún préstamo o algo... 

Luego, para cambiar su discurso se movió entre el grupo y prosiguió Si lográramos estos materiales lograríamos un combate más equilibrado, pero aun así muy arriesgado. Tengo otra idea más barata e inmediata, pero el riesgo se multiplica exponencialmente... la idea es muy simple, consiste en atraer al enjambre a esta sala mismo y encerrarlo... deberíamos estar muy compenetrados, pero si la suerte está con nosotros no deberíamos fracasar.

Y para finalizar su ponencia dijo secamente Que os parece?

Ravic se quedó pensativo con las diferentes opciones que planteaba Alí. Quizá, la más sensata fuese salir y pertrecharse, porque si la idea de la trampa saliese mal, estarían vendidos. Con lo que sopesando las consecuencias, hecho que le gustaba tener en cuenta, lo comentó al resto.

 - Como no tenemos tiempo para completar el complejo, haría otro receso para pertrechados con varios fuegos de alquimista. - Hizo una leve pausa y continuó - Aunque la idea de la trampa me atrae, su algo sale mal y no tenemos otra alternativa, nos veríamos abocados al desastre.

- ¡¡Yo quiero salir y comprar cosillas de fuego!!... ¡¡Los bichos me dan miedo!!- exclamó la chiquilla de piel bronceada y ojos verdes. No deseaba enfrentarse al enjambre sin armas efectivas para ello, pues auel hecho había supuesto que corriera como pollo sin cabeza y cayera en la trampa que tanto pavor le había ocasionado. 

Los Leones de Wati volvieron a la ciudad de Wati en busca de material que pudieran utilizar contra la única amenaza que pensaban que había en la Tumba de Akhentepi, el enjambre de cucarachas.

El día ya estaba bastante avanzado cuando retornaban al lugar de exploración, deberían darse prisa si no querían que la noche les alcanzase en la necropolis... algo nada recomendable.

Otra vez se encontraron ante la puerta oculta de la que había surgido la miriada de insectos, de la que no habían encontrado rastro alguno... no podían despistarse, en cualquier rincón podría desencadenarse de nuevo la amenaza.

- Esta exploración está siendo todo un desafío pero no podemos desfallecer. Akhentepi sabía que de algún modo su descanso no sería eterno y que tarde o temprano alguien acudiría a perturbar estas salas... - dijo tratando de infundir valor al cansado grupo. 

Nylwa estaba pasando más miedo que nunca, pero eso no la echaría atrás. Había partido del Templo con la intención de conocer el mundo exterior, pues eso era lo que debía hacer según Minkhai, su preceptor. Por ahora, lo que había contemplado le había parecido tan fabuloso como terrible. El mundo exterior podía ser bello y letal por partes iguales, y aunque la muchacha no conseguía todavía relacionarse a la perfección con las gentes que lo habitaban, no cejaría en su empeño. 

Estaba allí para hallarse a sí misma, para conocer su pasado y su próximo destino; y había tendido suerte de encontrar a gente tan generosa y leal como los integrantes de los Leones de Wati. Sin ellos, todavía deambularía por las tumultuosas calles de aquella ciudad osiriani, buscando alguien con el que poder charlar.

- ¡Estoy preparada Tawib!

Los compañeros lograron salir de nuevo a la superficie para aprovisionarse debidamente.
Al regresar, la necrópolis parecía tan carente de vida como siempre. La fría piedra aguardaba viendo el tiempo pasar ajena, en apariencia, a los horrores que podían desencadenarse en el subsuelo. Allí, en hipogeos olvidados, un peligro siempre vivo acechaba a los incautos y a los débiles de corazón.

Aún magullado y cansado, Ibrahïm caminaba con Abbas pegado a su pierna. Aún recordaba vívidamente el miedo y el pesar que había experimentado al creer que su más fiel amigo había sucumbido a la siniestra tumba.
Le dio unos golpecitos en la cabeza que el chivo recibió con el acostumbrado alborozo.

- Venga, continuemos. - dijo con decisión.

De nuevo los Leones de Wati se encontraban delante de aquel agujero tramposo llamado tumba. Parecían estar todos de acuerdo en que estaban preparados y el joven mercader no era menos. Respiró hondo y volvió a hacer gala de su sonrisa de autoconfianza quizás algo fingida o sobreactuada y tras su En marcha pues guió al grupo de nuevo por las sombras hasta llegar ante la puerta que aguardaba quizás de nuevo tras ella aquel enjambre de cucarachas maldito y a la vez asqueroso y letal. Tras asegurarse de que todos tenían en su poder al menos dos frascos incendiarios empezó lo prolegómenos para abrir la puerta de nuevo.

Ravic flanqueó a Alí cubriendo su marcha, así como siendo su segundo par de ojos. Llegaron de nuevo a la puerta dónde se toparían de nuevo con semejante plaga de cucarachas. Pero esta vez estaban preparados para disgregar a los reptantes bichos.

Ravic asió con fuerza uno de los dos viales, preparado para finalizar la exploración de aquella tumba de una vez por todas:

 - Vamos. Antes de que la noche caiga. - Dijo a modo de advertencia, con los peligros que podía conllevar si eso se produjese.

El último de los Lisimba maniobró ante la puerta de la que había surgido el invencible enemigo que puso a los Leones de Wati a la fuga. Ningún impedimento parecía oponerse al avance de los exploradores, ni ingenios mecánicos ni cerraduras cerradas.

¿Tendrían el valor suficiente para penetrar en lo que podían adivinar era el lugar de descanso de Akhentepi? ¿Qué nueva sorpresa les deparaba su discurrir por aquella tumba de trampas diabólicas y enemigos formidables?

La respuesta era que sí, no habían llegado tan lejos para amilanarse en el último momento. Los cronistas de Wati no dirían jamás que hubo un grupo de exploradores que no acabó su tarea... Así que sin dudar un instante se adentraron en el pasillo que había tras la puerta y recorrieron los escasos metros que les separaban de la siguiente cámara.

Un sarcófago cubierto de planchas de oro se asentaba en una plataforma de piedra levantada en el centro de la cámara. En la cubierta del ataúd estaba tallada la imagen de un hombre adulto con los brazos cruzados sobre el pecho y cubierto por una espesa capa de polvo. Dos cofres adornados estaban colocados más allá de la tarima en las esquinas noreste y sureste y entre ellos había dos grandes urnas funerarias. La única salida era la puerta por donde habían venido.

Nylwa se movió con cautela junto a los Leones. El pavor de que una nueva miríada de insectos saliera de las entrañas de aquel complejo, la ponían nerviosa, más si cabe que dicho enjambre la llevó hasta la trampa que tanto miedo le había provocado. No recordaba haber llorado tanto en su vida.

Llegaron hasta la puerta y Alí se adelantó para enfrentarse a la puerta. En esta ocasión, no sucedió nada. La muchacha de ojos verdes sonrió aliviada. Después de unos segundos, el estrafalario mercader abrió la puerta tras anunciar que no había trampas. Deambularon por un pasillo años ha cerrado al paso de los mortales, para llegar hasta una cámara funeraria que albergaba un tremendo sarcófago recubierto de planchas de oro macizo...